Capítulo Veinticuatro
Primera vez en años que despierta con una sonrisa formada en sus labios aunque la cabeza le doliera. Mira a su pequeño angel dormir a su lado plenamente. Lo deja dormir un tiempo más al ver que sigue siendo temprano. Se levantó de la cama y arropa bien a su bebé depositando un besito en su frente.
Caminó por el pasillo en el lujoso apartamento hasta llegar a la cocina y así inicia con el desayuno.
Recordar y rememorar el momento de hacía unas horas atrás alborotan su corazón de sobremanera. Recuerda a la perfección los labios de Kim adueñarse de los suyos con deseo, como si de verdad lo amara y deseara.
Hace una sopa para la resaca para el mientras rompe unos huevos y los bate, hará un delicioso omelet.
Tararea de forma inconsciente. Mingyu le ama. Mingyu le quiere. Se repite una y otra vez a si mismo.
Debe portarse bien y hacerlo todo bien esta vez, no dejará que Kim se aburra de él como su esposa. Quiere que sepa lo especial que es y hará lo posible para hacérselo saber. Necesita estar bien y así, Mingyu no lo dejará.
—¿En serio? ¿Twice? —la voz grave tras su espalda lo sobresalta.
Se gira y encuentra al dueño de sus pensamientos al pie de la entrada, apoyando su brazo en el remarco de la puerta, cruzado de brazos y esbozando una media sonrisa divertida. Sus ojos... Sus ojos parecen mirarlo como si fuera especial.
Se ruboriza. —Es linda... —balbuceo tímido bajando la cabeza. Fue inevitable tararear What is love? en ese momento.
—No es necesario que te levantes temprano para hacer todo solo —dice Min mientras se va acercando.
Con movimientos torpes y temblorosos, Jeon pone los huevos revueltos en el sartén ya caliente. —N-No es nada, igual tengo libre está semana.
—¿Te ayudo en algo?
—No es necesario —evita mirarlo ya que si lo hace, siente que caerá y perderá el control de su cuerpo, si es que no lo ha perdido ya.
Mingyu ríe al notar la timidez clara del menor, sus ojitos desviándose de un lado a otro, el rubor en sus mejillas y como muerde una y otra vez su labio inferior. Si lo toma y lo besa ahí mismo, ¿Cómo reaccionara? Sería tan divertido verlo.
Wonwoo ya es definitivamente suyo, solo suyo y no permitirá que nadie le haga daño nunca más. ¿Cómo puede ser tan hermoso y bello? ¿Qué clase de acto glorioso hizo en su vida pasada para merecer tal belleza a su lado? ¿Ahora cada mañana despertará y verá de primero su rostro? ¡Lo adora!
—Te ayudaré —soltó y abrió la gaveta de arriba que tiene los vasos.
—No, no, no. Yo lo hago —negó apresurado el menor y se acercó a él para ser quien tome el vaso. Pero su actitud torpe y rápida solo logró hacer que su mano chocase con la puerta del estante y soltara el utensilio de cristal.
El sonido del vidrio rompiéndose a pedazos inundó toda la cocina como un eco repetitivo y profundo para la mente del menor.
—Wonwoo, tu... —Mingyu alzó la voz un poco, preocupado y alarmado, estando a punto de preguntar si se hirió y necesita ser atendido pero cuando sus grandes ojos captaron al menor encogiéndose sobre si mismo mientras oculta su rostro con sus brazos esperando un golpe, su corazón se rompió a pedazos.
Woo está esperando que le golpee, una acción inconsciente de su cuerpo, como si estuviese acostumbrado, algo tan automático como difícil de quitar que durará por un largo tiempo. En ese momento, se dio cuenta que Wonwoo le ama pero también... Le tiene miedo y aún así, a pesar de eso, se arriesga y sigue a su lado aunque de manera inconsciente esperase que le lastime. ¿Por qué? ¿Por qué es tan tranquilo en aceptarlo entrar a su corazón cuando espera algo tan horrible?
Es desgarrador, sintió su corazón romperse a pedazos.
—No te golpearé —pronunció bajo y suave, sintiendo una arrolladora tristeza golpear su corazón sin piedad.
El menor lentamente va bajando sus brazos dejando su rostro descubierto, cuyas mejillas ya se encuentran empapadas de lágrimas.
—L-Lo siento —murmuró bajo y roto. Mira hacia abajo su error, su maldito error —S-Soy tonto, l-lo sé. E-Es mi culpa, y-yo no debí...
—Haz silencio, por favor —suplicó. Y notando los pies descalzos del menor, se acercó para pasar un brazo detrás de su espalda y otro en sus piernas y así, llevarlo como a una princesa hasta la sala.
Wonwoo se encuentra apenado, entre nervioso, ansioso y temeroso. Mariposas en su estómago revolotean enamoradas y encantadas pero su corazón late de sobremanera aún teniendo una espina que lo hace esperar lo peor.
Minji tiene razón, es un maldito inútil. No tiene nada que dar, no es especial, no sabe hacer nada. ¿Por qué Mingyu lo ama?
Siente como es dejado suavemente en el sofá. —¿Te lastimaste? —cuestionó el mayor con suavidad mientras revisa sus pies pálidos y descalzos. —¿Dónde están tus sandalias?
—L-Las olvide en el cuarto —explicó tímido. A parte de torpe, olvidadizo también. Está tan lleno de puntos negativos. Sería mucho más fácil que Kim lo dejase por otra persona, ni siquiera es una mujer con atributos como para decir que es algo.
—Cuidado la próxima vez —dice mientras se sienta a su lado. —Y recuerda esto, no te golpearé, nunca lo haré. Todo lo que haya hecho y dicho tu ex esposa en el pasado es malo y falso.
Asiente ligeramente, mientras arruga su nariz para que no caigan los mocos. Con su temblorosa mano un tanto inestable se limpia las lágrimas. —L-Lo siento...
—No te disculpes, no hiciste nada malo.
Aunque no le haya creído, asintió nuevamente. Solo debe escuchar y hacer lo que Mingyu le diga, si es bueno a su lado ¿No lo abandonará, verdad?
Aquel joven administrador una vez logró salir tras las puertas de su casa y llegar al gran edificio en donde trabaja, pudo respirar en paz. El camino fue difícil debido a que su pierna cojea. Si recuerda el suceso de anoche inmediatamente sus ojos se llenan de lágrimas y el nudo en su garganta amenaza en salir en forma de llanto.
Llegó un poco tarde al trabajo, por ello mismo está casi vacío la recepción. Presionó el botón y espera el ascensor solitario agradeciendo ese echo.
De pronto, un sujeto se detuvo a su lado, pero mantuvo su cabeza baja sin molestarse a ver de quien se trata. Su cubrió la herida de su mejilla con lo que le queda de polvo, no está seguro si pasa desapercibido.
—¿Ahora que ya no eres pasante no saludas? ¿Con que así van a ser las cosas? —en un tono sarcástico habló el más alto.
El menor se sobresalta, inmediatamente reconoció la voz y dio una reverencia de noventa grados, pero aún cuando se alzó de nuevo, no se atrevió a levantar el rostro, clavando su mirada en los lujosos zapatos del mayor.
—B-Buenos días, Supervisor Lee. L-Lo siento mucho, no me di cuenta que ya estaba a mi lado —dice apresurado y nervioso, parecía incluso temblar.
—Estoy jugando —pronunció en un tono de perplejidad mirando con extrañeza al menor. Algo en su interior le dijo que no andaba bien —Mírame.
El corazón de Chan entró en colapso, llevándolo a un desborde. Inconscientemente llevo la palma de su mano a su mejilla derecha cubriéndola, aún se ve hinchada y herida, su labio inferior tiene una herida, sus brazos y espalda con marcas del cinturón aún ardiendo en su piel y su pierna derecha casi creía que se había roto por las crueles pisadas de su padre.
La puerta del ascensor fue abierta frente a si como si salvación —V-Vamos, s-se me hace tarde —murmuró nervioso mientras se adentra apresurado.
—¿Me estás evitando? ¿Evitas la orden de tu superior? —cuestiona el mayor un tanto estupefacto. Entró al ascensor deteniéndose justo en frente del menor.
Dino retrocede cada paso que siente que Seokmin da hacia el, hasta que quedó sin escapatoria con su espalda chocando contra la pared. No puede escapar y peor aún cuando las puertas se cerraron y empezó a ascender.
El Supervisor tomó entre sus manos la mandíbula del menor y lo alzó para mirarle. El mismo rostro juvenil y adorable, pero algo que vio en él incendió su corazón de furia.
—¿Quién te hizo daño? —cuestionó entre dientes.
—N-Nadie —contestó en un hilo de voz. Su garganta pica por querer decir la verdad. Su vida es miserable y horrible, cada día desea desesperadamente escapar de su casa y ser libre pero ¿Cómo?
No puede involucrar a nadie más, tiene mucho miedo de lo que pueda pasar.
—¿Me crees estúpido?
—M-Me caí...
—¿Te caíste? —arqueo una ceja, mas en su expresión se nota que no le cree absolutamente nada.
—De verdad, u-usted sabe lo torpe que soy —murmuró para al final soltar una risa nerviosa.
Las puertas son abiertas en su piso, y por fin pudo hallar una excusa para escapar de las manos del Supervisor.
—T-Tengo trabajo.
Ante sus palabras, el mayor mirándolo sin desviar la vista, con su fuerte mirada intimidante, lo soltó.
—Si alguien te intimida, házmelo saber.
—Pase un buen día —fue lo único que dijo antes de salir prácticamente corriendo, sintiendo como su espalda es quemada ante la mirada del mayor.
Sostiene su rostro con ambas manos mientras camina apresurado hacia su departamento. Hoy el Supervisor Lee usó un traje azul marino, oscuro y vibrante, luciendo de maravilla en su cuerpo delgado y atlético. Pensando en él, no pudo evitar enfatizar lo atractivo que se ve.
«Enderezate, tonto. ¿Qué cosas piensas?» se regañó a su mismo de pronto, al darse cuenta hacia donde iban sus pensamientos.
Sigue sintiendo un cosquilleo en su mandíbula, justamente donde posó sus dedos en el. Tan cálido y extraño haciéndolo sentir como si de verdad fuese a ayudarlo con los abusos que recibe en casa.
A pesar de que Mingyu le haya dicho que no pasó nada y que todo está bien, no puede evitar culparse una y otra vez. ¿Puede dejar de ser tan tonto? Realmente se está esforzando mucho.
Preparó un delicioso almuerzo y le preguntó si quería que se lo llevara al trabajo pero Kim rechazó y dijo que lo cenará cuando vuelva.
Dado a su inactividad, decidió ponerse a limpiar, aunque el apartamento de por si está bastante limpio, Wonwoo se encargó de pulir hasta los rincones más profundos, lavó ropa y la colgó.
Una vez se hizo la hora de buscar a su hijo, Wonwoo salió al estacionamiento y en el momento en que intentó encender su auto, no prendió. Confundido gira la llave una y otra vez.
—¿Qué sucede? —se pregunta con confusión. No sabe nada de autos, no puede repararlo. Mira la hora en su reloj, en diez minutos sale su hijo, si va en taxi puede llegar justo a tiempo.
Salió y subió a la avenida, deteniéndose en la acera. Busca el celular en su bolsillo y fue rebuscando en la aplicación de taxi, pero no le resolvió nada. Si lo pide, llegará en diez minutos a su dirección.
Sin notar que el cielo oscureció debido a turbulentas nubes opacas, salió corriendo esperando encontrar un taxi en el camino o en cambio, tomar el autobús.
«Llegaré tarde y Sooyoung se asustara» pensó preocupado.
Cuando siente una gotas de lluvia mojarlo, levanta la vista perplejo para encontrarse con nubes oscuras que dejan caer una lluvia que arruinó aún más su situación.
«No puede estar pasando»
Y así mismo, empezó a correr con todas sus fuerzas por la avenida. Necesita llegar al colegio antes de que su pequeño se moje. Necesita regresarlo a casa sin retraso. Necesita hacerlo bien.
De camino encontró un negocio con paraguas y se llevó una, aunque ya era tarde para él, se mojó de pies a cabezas como si hubiera sido azotado a una piscina.
Pero al final, llegó.
Sosteniendo la sombrilla con temblor, mientras relaja su respiración y seca lo que puede su mojado rostro entró a la unidad educativa encontrándolo sin casi niños. Llegó tarde pero a pesar de haberlo hecho, ¿Dónde está su hijo?
—¿Dónde está mi hijo? —cuestionó de manera abrupta a una profesora al azar que pasaba a su lado.
—¿Cómo se llama? ¿En qué salón está? —cuestionó la mujer un tanto preocupada —Tal vez este jugando.
—Sooyoung en primero de preescolar.
—Oh, ¡Sooyounggie! ¿Usted es su padre? —no le sorprende que no le reconozca, debido a su apretado trabajo y su esposa malgastando su dinero, nunca ha tenido la oportunidad de buscar a su hijo de la escuela ni asistir a las reuniones.
En ese momento se dio cuenta de lo triste y solitario que se debe de haber sentido. Todos los niños deben ser buscados por su padres, abuelos o tíos pero su pequeño, como si fuese un estorbo y una pérdida de tiempo acostumbró a ponerle un chófer. ¿Se sentirá solo después de la escuela al ver a sus compañeros abrazando fuertemente a sus padres sin que él pueda hacerlo hasta la noche? Ni siquiera al llegar a casa se salvaba, Minji fue una mala madre.
Y no fue la única, él también ha sido un mal padre.
En ese momento, no pudo evitar caer en la desesperación e impaciencia. ¿Por qué nadie encuentra a su hijo?
—¿Sooyounggie? Lo vino a buscar su tío —así le dijo la maestra del menor una vez la encontró.
Frunció el ceño confuso —¿Tío?
—¿No era su tío? Un alto moreno, Sooyoung saltó a sus brazos y no dejaba de alardear de él delante de todos sus compañeros, incluso se formó una pelea.
—¿¡¿Una pelea!? —exclamo perplejo. Un alto moreno, ¿Mingyu?
Inmediatamente sacó su celular y se dio cuenta que tenía varias llamadas perdidas de su... ¿Novio? ¿Amigo? ¿Más que amigo? Maldijo por lo bajo al notar que no había escuchado en todo el camino su celular, debe haber sido por el fuerte sonido de la lluvia. Incluso le dejó un mensaje.
No te preocupes por Sooyoung, yo fui a buscarlo y lo dejé en sus clases particulares
Soltó un respiro más tranquilo.
—Si, él es su tío. No sabía que lo vendría a recoger —solto más tranquilo, esbozando una sonrisa temblorosa —M-Muchas gracias y disculpen la molestia.
Avergonzado se retiró.
Sigue lloviendo a cántaros, como si el cielo no tuviera un final. Enojado y furioso, así parece.
Abrió el paraguas y se cubrió de camino a casa. Se siente raro, tal vez un poco incómodo. Realmente quería buscar a su hijo de la escuela y se esforzó como un maldito tonto sin nada, por algo le había dicho al chófer que se tomara la semana libre.
Esta vez, escucha el sonido de su celular vibrando en el bolsillo trasero de su pantalón, al sacarlo ve que se trata de Kim, otra vez.
Miró por algunos segundos la pantalla, no deseando responder. Pero debe hacerlo y contestó.
—H-Hola, Hyung.
—¿Viste los mensajes? Traté de llamarte para que no te molestaras en ir a buscar a Sooyoung, está lloviendo mucho y te puedes enfermar.
—Lo sé, gracias —su sonrisa tembló.
—¿Saliste de casa?
—No, mi auto se dañó —mintió con las primeras lágrimas deslizándose por sus mejillas. —Y-Yo iba a llamarte, gracias por buscarlo.
—¿Tu auto se dañó? ¿Llamo a un técnico?
—Hoy estoy cansado, es mejor mañana.
—Esta bien, descansa. Entonces saldré un poco más temprano para regresar a casa con Sooyounggie.
—Los esperaré con la cena servida.
Mingyu ríe ligeramente —¿Qué preparaste? No te esfuerces mucho, quiero que estés cómodo.
—Esta bien —mira a su alrededor, notando la acera casi vacía, pocos se encuentran caminando debido a la lluvia —N-No te enfermes.
Y así, colgó.
Una vez regresó a casa, lo primero que hizo fue darse una ducha y cambiarse aún cuando una opresión en su corazón le hace sentirse insuficiente.
Y cuando Mingyu llegó a casa llevando en brazos a su pequeño hijo que se cree Superman, esbozó su mejor sonrisa.
—¿Y cómo te fue en la escuela? —el moreno le pasó al pequeño. Wonwoo lo balancea suavemente mientras acaricia su cabecita.
—¡Genial! ¡Tío es el mehor! —exclama con alegría plena, riendo.
Así es, Mingyu es el mejor. ¿Dónde encontraría a alguien como él en el mundo? ¿Qué puede hacer para que no se aburra y lo abandone?
—¿Te sientes bien? —Kim nota el extraño semblante cansado del menor, como tiembla y no parece tener la misma energía aunque se esfuerce en transmitirla. Alzó su palma y tocó su frente —¿Estás enfermo?
—No, estoy bien —negó de inmediato rompiendo el contacto. Desvió la vista y aclarándose la garganta cambió de tema —V-Vamos a comer, se enfría.
¿Será que ha debería oficializar lo suyo? ¿Qué debería hacerle? ¿Una sorpresa romántica?
Eso fue lo primero que pensó Mingyu al abrir los ojos en un nuevo día. Se levantó un poco más temprano que de costumbre, todo con la idea de sorprender al azabache haciéndole un desayuno. Aunque tampoco es que sepa hacer mucho pero un zumo de naranja y sandwiches están bien, ¿No?
Así además, aprovecha en invitarlo a una cita para el fin de semana.
Pero una vez salió de su habitación, escuchó sonidos que provienen de la cocina. Frunció el ceño y apresuró su paso. Cuando llegó, vio a Wonwoo aún vistiendo una linda pijama azul pastel junto a un delantal que enrolla en su cintura mientras se mantiene moviéndose cortando.
—¿Por qué haces el desayuno tan temprano? —cuestionó estupefacto. Todos los días lo hacen, le hace sentirse mal, no quiere que Wonwoo de sienta en la obligación de hacerlo por el.
Su voz logró sobresaltar al menor quien se giró y lo encaró, una vez vio el hermoso rostro del moreno pudo respirar en paz.
—Oh... Buenos días —esboza una temblorosa sonrisa. Su piel se puede notar más pálida de lo usual, labios resecos y de tono frío, sus mejillas y la punta de su nariz sonrojadas.
—¿Estás haciendo el desayuno? ¿Otra vez? —se acercó mientras mira las acciones del azabache perplejo.
—S-Solo es un desayuno, no es nada —apresuro a comentar.
—Es muy temprano.
—Es desayuno coreano, tiene bastante preparación, espero que le pueda gustar.
Estuvo por refutar con algo pero calló, es que Wonwoo le mira con esos ojitos tan tiernos de cachorro, que se volvió automáticamente en un tonto.
—Yo, uhm... ¿Puedo ayudarte?
—Esta bien —asintió cálido. —Vaya a bañarse y vestirse, cuando termine de prepararse todo estará listo.
—Me encargaré de Sooyoung —dijo de inmediato.
—Oh, no, no es necesario. Yo lo...
—Yo lo haré —contesto decidido sin dar opción a cambio.
Una vez Wonwoo lo vio marchar, pudo soltar un suspiro como si se hubiese estado conteniendo. Inmediatamente se apoya de la barra perdiendo la fuerza de sus piernas. Toca su frente sintiéndolo tan ardiente como agua hirviendo.
Sacude su cabeza intentando ordenar su mente y calmarse.
«No es hora de enfermarte, ¡Muévete!»
En toda la noche no ha podido descansar debido a las molestias físicas. Su cuerpo pesa como si miles de toneladas estuvieran encima de sus hombros, el piso parece moverse y la vista le falla un poco como si estuviera amenazandolo de desmayarse.
Mingyu es tan bueno y eficiente, claro que debe esforzarse para llegar a merecerlo. Pero ¿por qué parece dolerle tanto? El camino para alcanzar a Kim es tan largo y torturoso, lleno de espinas puntiagudas que pinchan su corazón.
Pero a pesar de sentir como su corazón es quemado y lastimado por si mismo y sus prejuicios, es esforzó al máximo preparando deliciosos platillos variados decorandolos en la mesa.
Fue satisfactorio ver a Kim y su hijo mirar asombrados la mesa, le hizo sentir que su esfuerzo valió la pena.
—Buen provecho.
Jeon esperó ansioso mirando con sus ojitos atentos al moreno, esperando por su reacción.
Mingyu tomó un bocado, cerró los ojos por unos segundos y siguió masticando hasta tragarlo todo como si le costara.
—¿Cómo está? ¿Esta bueno? —cuestionó ansioso el menor.
—¡Iu! ¡Papi ta feo! —el pequeño escupió la comida de la boca para limpiarse la lengua con sus manitas.
—¿Cómo? —cuestionó en un hilo de voz y de inmediato tomó un pedazo para meterlo a la boca. En sólo un segundo, escupió el bocado en una servilleta de papel —Esta horrible —susurro perplejo. Se pasó de sal.
—No está mal —Min intentó sonar relajado, notando la angustia en el rostro del menor —Yo lo puedo comer todo, es comestible, de verdad —y de inmediato se metió otro bocado a la boca.
Wonwoo lo mira sintiendo como las lágrimas se acumulan en sus ojos. Se levantó de inmediato y fue tomando los platillos, la mano morena intervino al tomar su muñeca.
—¿Qué haces?
—Lo siento, no hay tiempo, solo me alcanza hacer pan con queso.
—Yo me lo como, ya lo hiciste. No puedes desperdiciar tu trabajo de esta forma.
—El trabajo nunca es suficiente, vale es el talento —respondió duro consigo mismo, su garganta pica realmente queriendo romper en llanto en ese momento. Pero lo soporto, no quiere ser visto como un niño llorón.
—Ambos importan y tu tienes el talento —devolvio el plato a la mesa —Haz le pan a Sooyoung, yo comeré de esto.
Wonwoo mira como el mayor empieza a comer con normalidad, como si no sabiera mal la comida. ¿Por qué tiene que ser tan bueno cuando no lo merece?
—Como que se me antoja una cerveza hoy —Jeonghan soltó luego de apagar la computadora. Un día de duro trabajo diseñando hasta que ya no siente sus dedos ni espalda. Se gira y ve a sus amigos —¿Bebemos?
—No podemos —negó Minghao por ambos.
—¿Por qué? ¿Qué van a hacer?
—Visitaremos a sus padres —Jun simplemente contestó, sonando algo vago como si sucediera algo privado.
El rubio simplemente asintió —Esta bien.
¿Ahora a quién le pediría tomar?
—Si vas a tomar, procura no hacerlo mucho, mañana tienes que seguir con el diseño —es su Jefe Hong.
—Si está preocupado por mi desempeño, ¿Por qué no viene conmigo? —Jeonghan cuestionó a propósito esperando una reacción del mayor, algo que si consiguió.
—¿Qué? Yo... —parece pasmado.
—¿Tiene algo que hacer hoy? ¿Me invita a una copa? —si espera a que Joshua le invite, pasará una eternidad. Esta bien de vez en cuando tomar la iniciativa.
Hong miró un tanto sorprendido al menor pero no negó, asintió inmediatamente. —En diez minutos te llevaré.
Jeonghan sonrió viendo cómo regresa a su oficina a terminar su trabajo.
—¿Qué? —el pelirrojo le mira sorprendido.
—¿Desde cuándo andas coqueteando con nuestro jefe, eh? —Jun le mira pícaro.
—Él empezó a coquetearme —contestó con modestia mientras saca de su bolso un espejo para arreglarse.
Luego de retocarse el rostro para quedar radiantemente perfecto salió de la oficina, estuvo tan distraído, tal vez debido a la emoción que chocó sin querer con otro sujeto.
—Oh, lo lamento —al verlo, vio a un hombre atractivo bastante bajito y adorable por su estatura, aunque su porte y expresión lo hacen ver maduro.
—Esta bien —dijo pacífico, en una voz serena y grave. Su larga cabellera negra cayendo majestuosamente a los costados resaltando su pálida piel como la nieve, viste un traje elegante con un saco contemporáneo. Carga un estilo que Han halago en su interior.
Siguió su camino pensando en que nunca había visto ese rostro antes. ¿Quién será?
Cuando llegó al estacionamiento, vio a su Jefe esperarle. Sonrió sin darse cuenta y se apresuró a llegar a él.
—¿Vamos?
—Vamos.
Joshua condujo su auto por las calles de la ciudad, con una sonrisa en los labios y el viento acariciando su rostro. Una animada conversación fluyó por sí sola, de manera natural y cómoda. Una vez llegaron al restaurante, un lujoso lugar reconocido y elegante, Hong se aseguró de llevar al menor al mejor lugar de la noche.
Un poco ansioso por estar a solas con aquel bello rubio de belleza angelical, esperando que una mínima parte del corazón de Han piense que es un buen partido. Cenaron un menú de carne con verduras junto a unas copas de vino que habían hecho que la noche transcurriera de manera alegre y relajada.
Con cada trago que tomaban, la risa se volvía más espontánea y los gestos más desinhibidos. Pronto, ambos estaban riendo y bromeando como si fueran los mejores amigos de toda la vida, compartiendo risas en medio de la agradable euforia que el alcohol traía consigo.
Tal vez incluso, sus deseos por el otro empezaron a salir a la luz.
Cuando quisieron retirarse se dieron cuenta que no estaban en condiciones de conducir, decidieron pedir un conductor designado para regresar a sus casas. La primera parada fue a la residencia de Han.
—Buenas noches, descansa —le dice suavemente a aquel muchacho que salió del vehículo. Cae hipnotizado al ver su tersa piel de porcelana con mejillas sonrojadas y su sedosa cabellera ser levantado por el aire gélido de la noche. Tan bello como un ángel caído del cielo.
—Ven a mi casa.
La propuesta del menor, lo dejó petrificado, encendiendo cualquier instinto y reacción en su cuerpo.
—No, me voy de... —no pudo seguir hablando cuando Han lo tomó del brazo y lo arrastró hacia afuera. Ambos tambaleantes con sus corazones desbordantes.
—Solo ven —apoyó su cabeza en el hombro ajeno cerrando sus ojos, un tanto mareado.
—E-Está bien.
Entre los dos fueron subiendo al apartamento, y entre palabras medio incoherentes, se dirigieron hacia la habitación. Joshua a pesar de estar un tanto ebrio, bebió menos que el menor por lo que puede mantenerse de pie mientras lo ayuda a caminar. Esta medio cuerdo y medio somnoliento. Su plan es dejarlo en la cama e irse.
Pero por alguna razón la atmósfera esta cargada de electricidad, la tensión entre ellos es palpable en el aire.
Dejó suavemente al rubio en la cama, le quitó los zapatos y el chaleco cubriéndolo suavemente con la manta.
—Descansa —finalizó al terminar. Se giró con la intención de irse pero la mano del rubio lo detuvo al halarlo hacia el. —Tengo que irme... —un rubor más notorio se tiñe en sus mejillas al ver a Lee pasar sus suaves y delicadas manos por sus hombros llevándolas hasta su cuello. —N-No hagas eso...
—¿Si no qué? —ríe juguetón.
Su mente ya está lo suficientemente nublada como para que venga Jeonghan a destruir cualquier poca cordura que le queda.
—No podré controlarme —susurró y sin evitarlo, sus cuerpos se acercaron. Han jaló de su nuca ocasionando que sus labios estén a solo pocos centímetros de encontrarse. Sus narices rozan y las manos de Hong viajan a la cintura del menor.
—No te controles —fue lo último que soltó el rubio antes de que ambos se atacarán con ferocidad.
Se dejaron llevar por el deseo que había estado latente entre ellos desde hace tiempo. Los besos eran ardientes, intensos, como si estuvieran liberando una pasión contenida durante mucho tiempo.
La ropa fue desapareciendo poco a poco, entre risas torpes y manos temblorosas. El contacto de sus pieles desnudas era casi embriagador, y el deseo los consumía hasta el punto en que ya no podían contenerse más.
En la cama, se entregaron el uno al otro con una pasión desenfrenada y una entrega total. Cada caricia, cada beso, cada gemido resonaba en la habitación, creando una sinfonía de placer y deseo compartido.
La noche pasó entre susurros, suspiros y gemidos, en una danza de cuerpos y emociones que los llevó a explorar cada rincón de su ser. Y cuando el amanecer se asomaba por la ventana, envolviéndolos en una luz suave y dulce, Joshua y Han seguían abrazados debajo de las sábanas, disfrutando de la calidez de haber compartido juntos una noche mágica que nunca olvidarían.
¿Wonwoo podrá dejar sus manías o ya es muy tarde para eso?
¿Seokmin salvará a nuestro lindo Dino de su propia casa?
¿Confirmación del Jihan?
Debe ser obvio quién es el nuevo personaje agregado🤭
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