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Capítulo Trece










—Voy a visitar a mis padres hoy. Tienes que hacerte cargo de tu hijo  —dicho esto, Minji con una falda corta y altos tacones que adornan sus largas piernas estilizadas, salió sin esperar al menos un despedida.

Wonwoo, quien ese día no fue a trabajar y se quedó en casa solo la miró partir mientras sostiene una caja de cereal. Le quedó la palabra grabada "Tu hijo".


«Es nuestro» Pensó con impotencia.

«¿Realmente vas a ver a tus padres?»



De pronto, no fue capaz de confiar en sus palabras como ciegamente lo había hecho antes en más de una ocasión.

—¡Papi, h-hambre!

Al escuchar el grito de su hijo en el comedor, corrió hacia el, había olvidado por un segundo que lo dejó sentado en la silla de niños solo.

—Estoy aquí con fu cereal favorito —le sonrió y le sirvió en un plato de plástico.

Hoshi feliz juguetea con la comida mientras come.

En todo el día se sentó con su hijo, jugó con él, le cocinó, vieron películas y rieron, todo sin olvidar las precauciones. Aún su frente con un vendaje y su cuerpo lleno de moretones, débil y cansado. Se sentía bien pasar tiempo con su hijo pero una vez su pequeño quedó durmiendo en su regazo y el silencio se cernio en la casa, la soledad atacó.

Acaricia los suaves cabellos lacios del menor quien tiene su cabecita recargada encima de su pecho, le brinda calidez y calor mientras se mantuvo mirando a la nada por varios minutos sintiendo una extraña opresión en su pecho.

Solo, tan malditamente solo.

Las lágrimas se acumulan en sus ojos.

Piensa en Minji y en su familia, a la cual antes del matrimonio amó como si fuera de su propia sangre.

Recordar aquellos momentos le producían añoranza puesto a que su relación iba de maravilla, un noviazgo como de cuentos de hadas con un hermoso final feliz como lo es el matrimonio.

Entonces ¿Qué sucedió para que todo cambiará tan drásticamente?

¿Tan malo e incompetente es?

¿Qué tanto hace mal para que ella siga enojada con él?

Se siente un tonto pero a veces... Esta harto de su actitudes. Tal vez, el accidente de su hijo hizo que se diera cuenta, que abriera un poco, solo un poco, los ojos.

Por más veces que la llamó, nunca contestó. ¿Por qué? ¿Por qué tanto se empeña en ignorarlo y sacarlo de su vida diaria?

¿Y por qué... Sus suegros ya no parecen querer dirigirle la palabra?

Hacía meses, muchos meses, casi un año que no los ve. Ni siquiera visitan a su querido nieto, ¿No aman a Sooyoung?

Entendería un poco si es por eñél. Pero el pequeño de sus brazos es inocente de todo mal, un pequeño de apenas cuatro años que no sabe nada del mundo.

Se odia muchísimo a si mismo, y está empezando a odiar a los demás.

En un momento de la tarde Jeonghan lo visitó y jugó con su pequeño un rato. Hoshi adora estar rodeado de personas y jugar, se siente querido y amado. Dejarlo solo, lo vuelve solitario y deprimido.

¿Cuánto tiempo ha estado deprimido en casa sin compañía solo porque él esté trabajando y su esposa no parece prestarle mucha atención?

A las ocho llevo a dormir al menor y luego, se acomodó en la sala esperando por su esposa.

Teclea un poco con el celular y ve mensajes de parte de uno de sus jefes.





Director Operativo Kim

Buenas noches, ¿Cómo estás?
¿Y cómo está el pequeño?

Buenas noches, estamos
muy bien gracias a Dios, ¿Y usted?


Me alegro que estén bien.






Aquella fue la única respuesta y por más que espero por otro mensaje ansioso, sintiendo como su corazón late apresurado, nunca recibió nada más. Estuvo tentado en más de una ocasión a escribir algo pero no fue capaz, se arrepintió y guardo su celular.

Cuando el reloj marco más de la media noche, escuchó el sonido de la puerta siendo abierta.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué no contestabas mis mensajes? —Jeon se atrevió a cuestionar mientras se levantó del sofá y la miro entrar.

Minji quien lleva la ropa un poco desordenada simplemente rodo los ojos y dispuesta a ignorarlo siguió el camino hasta su habitación.

En un momento, él llegó a ella y la tomó delicadamente del brazo para detenerla.

—¿Qué es eso? —cuestionó al ver claro aquella marca en su cuello. —¿Por qué tienes eso?

Ella harta se zafa de su agarre. —¿¡Quién eres para preguntarme eso!?

—Soy tu esposo —contestó simple y claro, sintiendo como su interior parecer romperse poco a poco.

Minji ríe con sarcasmo.—¿Te atreves a llamarte uno cuando arruinaste mi vida?

—¿Qué te he hecho? ¿Qué es lo que hago tan mal?

—¡Fuera de mi vista! ¿Acaso no lo entiendes? ¡Te odio, te detesto! ¡No tienes nada y no sabes hacer nada! ¿¡Qué más necesitas que te diga para que lo entiendas!? —exclama furiosa mientras lo empuja consecutivamente con fuerza, haciendo que retroceda.

—¿Y por eso... T-Te acostaste con alguien más? —cuestionó en un hilo de voz, tembloroso e inestable al borde del colapso emocional.

—Como si fuera la primera vez, no te hagas el herido ahora —arrojó con molestia y se giró sobre sus talones para entrar a la habitación y cerrar la puerta en un portazo.

A pesar de ella verse estable y sin pizca de remordimiento, su esposo no se encuentra de la misma manera.

Cayó arrodillado contra el suelo y las lágrimas se desbordaron de sus ojos, deslizándose por sus sonrojadas mejillas.

—¿P-Por qué? ¿Q-Qué me falta? ¿P-Por qué es a-así? —llevo las manos a su rostro sintiendo como todo su mundo se viene abajo. No es la primera vez, quiere creer lo contrario pero sabe perfectamente que no es así. Su matrimonio se destruyó por completo y no sabía cómo volver a repararlo.















Vernon revisa la hora en su reloj un poco nervioso e impaciente. Vistiendo un traje elegante, su cabello bien peinado y perfumado. Su belleza de dos razas mezclada es tan llamativa y de otro mundo que recibe muchas miradas de su alrededor.

—¿Va a pedir?

Ante la pregunta de una camarera, negó con una dulce sonrisa mientras sus ojos mieles la miraron con amabilidad —Estoy esperando a alguien.

Escuchado esto, ella se retiró.

Vernon miro el pequeño ramo de flores que compró.

¿Lo llamara anticuado?

Yugyeom no es tan detallista ni romántico, es más bien duro y directo. Vernon en cambio está lleno de dulzura y es tan detallista como un príncipe perfecto. El novio ideal que muchos desean.

Pero ha pasado media hora y su casi algo, no llega.

Tenía miedo de llamarlo antes debido a que se moleste con él pero ante tanto retraso, decidió hacerlo. Aquel azabache no tardó mucho en contestar.

¡Oh, Vernon! —fue lo primero que exclamó aquel chico despistado —Te juro que se me olvidó, se me fue de la mente.

—Oh... Esta bien, eso pasa.

—¿No estarás todavía ahí, verdad?

Vernon se sintió nervioso —Yo... Uhm... No, me fui. L-Lo siento.

Esta bien, igual no puedo ir. Estoy ocupado por cierto, tengo que comprar algo, pásame dinero, ¿Si?

—¿Cuánto necesitas?

Doscientos dólares.

—Ya te los mando.

Sabía que podía confiar en ti, esperaré a que transfieras. Acordemos para salir otro día, ¿Si?

—Esta bien.

No mucho después, le colgó.

Soltó un suspiro de desilusión y tristeza.

¿Será que debería aflojarse un poco más como Yugyeom?

Transfirió el dinero y cuando estuvo por levantarse para retirarse de aquel lujoso restaurante que queda cerca de su casa, un rostro familiar apareció justo en frente.

—Buenas tardes —saludó a aquel profesor.

Seungkwan le correspondió con respetuosidad —Buenas tardes, vecino.

Viste un traje elegante, pantalones azules marinos de seda y una camisa de botones blanca. Unos lentes descansan encima de su nariz y su mano toma un maletín.

—¿Te dejaron plantado? —se atrevió a preguntar curioso, al verlo que parece querer retirarse sin haber comido y con un ramo de flores en mano.

—¿Qué? No, no. Solo está ocupado —se excusó rápidamente con una risa nervioso. —¿Usted viene a comer?

—Si.

—¿Solo?

—¿Por que? ¿No puedo? No hay mejor compañía que la de uno mismo.

—Tiene razón, tiene mucha razón —asintió un poco tímido.

—Ya que estamos aquí y solos, comamos juntos, ¿Quieres?

—Claro que si, sería un placer —dice amable.

Seungkwan sonrió y se sentó en frente del oji miel. —Incluso le trajiste un ramo de flores.

—Aunque no sé si le vaya a gustar de por si, es mejor que no haya venido —murmuró un poco apenado.

—¿Por qué?

—No es mucho de gustarle las cosas cursis pero realmente no pude evitar comprarlo...

—Oh, con que te gusta lo cursi.

—Es lindo —se ruborizó ligeramente apenado.

—Me parece que tú eres el lindo —un coqueteo directo que dejó pasmado por varios segundos al extranjero

Vernon se sonroja aún más ante el halago y se excusó  —Claro que no.

—¿Modesto?

—¿Qué? No —le miro alarmado.

El profesor se pudo dar cuenta de lo puro y amable que es aquel hombre. Esbozo una sonrisa como reacción al tener en frente a una persona tan linda y genuina.

—¿No estás tú en el mismo Departamento que Lee Chan?

—Oh, si. Es cierto, escuché que usted lo recomendó a nuestro Director del departamento.

—A Choi Seungcheol, si.

—El mundo es realmente muy pequeño —suelta una pequeña risa.

—¿Cuántos años tienes?

—Tengo veintisiete, ¿Y usted?

—Treinta.

—No lo aparenta, se ve mucho más joven.

Kwan vaciló un poco —Solo lo dices por ser amable.

—Oh, no. Claro que no, es la verdad.

El mayor asintió levemente mientras mira con un brillo especial al bello administrador. Es la primera vez que comparte una mesa y una conversación con su guapo y joven vecino, aquel que le ha dado mucha curiosidad e intriga desde hace unos meses cuando lo vio mudarse justo a su lado.

Pero Vernon tiene ojos para alguien más, alguien que no le da una buena espina por algunos eventos pasados que ha logrado ver de manera accidental.

Aún así, no puede meterse. La línea entre ambos está ampliamente separada. Solo son vecinos, unos buenos vecinos.















—Pensé que te tomarías más días de descanso —asumió Jeonghan luego de haber saludado con un abrazo a su amigo azabache.

Wonwoo negó —Es suficiente así. Igualmente está la niñera cuidándolo en casa y Minji dijo que llegaría temprano de su trabajo.

—Oh, hace largo tiempo que no la veo en persona, solo lo que postea en instagram —intentó recordar la última vez que la vio y sinceramente, no se acuerda. Es un recuerdo muy lejano y remoto.

—Si... —asintió con cierto desgano. —Es mejor así —murmuró.

Han estuvo a punto de cuestionarle a qué venía eso pero un compañero suyo lo llamo para que regrese a su departamento.

—Hablamos luego, ¿Si?

—Esta bien —asintió solo por cortesía no porque en realidad sea capaz de contarle la verdad.

Cuando Han estaba regresando por el pasillo se encontró con el Director Financiero, inmediatamente sus mejillas se calentaron y dio una reverencia.

—B-Buenos días —saludo con cierta torpeza ya que le tomo por sorpresa.

Choi baja ligeramente la cabeza —Buenos días.

Estuvo por irse cuando el rubio intervino con sus palabras.

—¿Y qué le pareció? —cuestionó de manera un tanto vaga pero siendo obvio a que se refiere.

—¿Las galletas? Bueno, me haces preguntarme si elegiste la profesión equivocada, pareces disfrutar más los dulces.

«Disfruto hacer dulces para las personas que amo» Pensó, más no se atrevió a decirlo en voz alta.

—G-Gracias...

—Ahora, vuelve a tu trabajo.

—¡Si! —se giró sobre sus talones y se marchó feliz.

Ver cada mañana el bello rostro de Seungcheol le da fuerza, una fuerza desconocida que le permite luchar con su día a día, perseverar y sonreír de manera involuntaria. Es inevitable, es su culpa por ser tan perfecto.

—Ya deja de babear —la voz seria y dura de Joshua lo sacó de sus pensamientos mientras le golpeó el hombro con unos papeles enrollados.

—No sea celoso —se hace el modesto y sobando su hombro fue a sentarse en su asiento.

Si solo Han supiera que le dio justo al clavo.
















—Si, si, yo puedo solo. Es un momento.

Como siempre, el alma caritativa de Dino saliendo a relucir junto a su genuina y dulce sonrisa juvenil. Dejando a su compañero marcharse antes por una cita importante que tiene, tomó una caja llena de papeles, un poco pesada para sus brazos delgados y bajó por el ascensor hacia el almacén del segundo sótano.

Solo tiene que ordenar aquellos portafolios en un estante por orden alfabético sin desorden, eso es todo.

Al bajar prendió la luz y dejó la caja a un lado para dirigirse a la puerta y dejar un libro en la punta para que no se cierre. Le dijeron que recientemente se averió un poco y una vez que se cierre por dentro es imposible abrirla, solo por fuera se puede.

Volvió hacia la caja y se adentró aún más profundo entre estantes.

Con calma se dispuso a ordenarlo.

—Ash, maldita sea todos. Nadie sabe hacer su trabajo bien —repentinamente para interrumpir su silencio, resonó la voz del Supervisor Lee haciendo eco por toda la extensión —¿Quién puso está mierda? ¿Ni siquiera respetan los libros? —el sonido de la puerta cerrándose de un portazo lo sobresalto.

«¿Cerró la puerta?» se giró sobre sus talones alarmado y corrió dejándose ver.

Seokmin lo mira con confusión. —¿Qué haces aquí solo?

Chan no le contesto, en cambio miro la puerta. —¡No! —exclamó aterrado. Corrió a ella e intentó abrirla, golpeó y pataleo.

—¿Ahora tampoco las puertas funcionan aquí?

—Esta averiada, por dentro es imposible abrirla pero por fuera se puede —explicó un poco angustiado. —Yo puse el libro para que no se cierre —murmuró lamentándose un poco y tal vez, dándole una indirecta al mayor.

—Quítate —lo empujó y está vez, intentó abrirla con todas sus fuerzas, con más fiereza haciendo creer a Dino que sería capaz de romperla pero no lo hizo, no pudo. —Maldición —desordenó sus cabellos. —No sabía que estaba averiada.

—Porque nunca baja, ¿Qué hace aquí?

—Un subordinado estúpido confundió los papeles y vengo a buscarlo —explicó con clara molestia.

—No pasa nada, solo tiene que sacar su celular y llamar a alguien, hay señal —explicó el pasante con calma. No es el fin del mundo, todo se puede arreglar con una simple llamada.

El mayor lo miro por varios segundos en silencio —Llámalo con tu teléfono.

—¿Dónde está el suyo? —cuestionó con temor, intentando controlarse pero sintiendo claramente como parece estar al borde del colapso.

Seokmin puso sus dedos en la cien. —Lo dejé en la oficina.

—El mío está muerto —reveló cerrando los ojos, esperando algún regaño. Lee regaña por todo y nada, ya está acostumbrado a ello.

—¿Seguro? Intenta encenderlo.

Asintió y lo sacó del bolsillo de su pantalón azul pastel. Presionó varias veces y nada, nunca cambio su tono negro.

—Dámelo —se lo arrebató bruscamente de las manos y buscó encenderlo. Nota la marca del celular vieja y con la pantalla toda rota. —¿Cómo dejaste que se quedará sin batería?

—Es viejo, ya no dura lo mismo de antes —puchereteo avergonzado.

—¿¡Y quién camina en estos tiempos con esta clase de antigüedad!? ¡Parece del dos mil diez! —le gritó eufórico, al borde de su ataque de ira. Le paso su celular con brusquedad y se gira dándole la espalda para caminar y pensar.

Dino se sintió un poco herido y ofendido. —¿Y quién camina en estos tiempos sin un celular?

—No me andes criticando con esas palabras —lo encaró y señaló con su dedo acusatorio —Nací en otros tiempos, cuando tenía veinte años crearon el primer celular de esos que llaman modernos y fue a los veintiocho que se popularizaron. No son de mi era, son de tu era, niño.

Ante sus palabras Dino lo mira perplejo —¿Usted es tan viejo? —cuestionó sin poder creerlo. Con sus dedos empieza a sacar cuentas de manera tierna.

—¡Si, soy viejo! ¿Ahora es que te enteras? —soltó un bufido de fastidio. Se sentó en una silla y pasó sus manos por su rostro. Odia este tipo de situación y más aún, que últimamente está sufriendo de muchas inoportunidades y siempre cuando está con aquel mocoso.

Dino al ver lo furioso e inestable que parece estar debido a la furia se acercó y se agachó en el suelo para mirar desde abajo aquel rostro agachado y cubierto. Ve las venas de sus grandes manos ásperas marcarse debido a la tensión, sus orejas rojas y su mandíbula perfilada tensada.

—Tranquilo, Supervisor Lee. Intentaré llamar, tal vez alguien pase por aquí —soltó con calma.

Seokmin dirige su vista en el rostro juvenil del menor. Su piel tan pálida y limpia, sin ninguna imperfección ni arrugas. Bello y puro como un bebé. Dino forma una suave sonrisa que emana tranquilidad, una que extrañamente se propaga en el corazón del mayor.

El menor se levantó y empezó a gritar mientras golpea la puerta de manera sucesiva.

El Supervisor lo mira desde su posición sintiendo algo extraño presionar su corazón de manera incómoda. No tardó mucho en darse cuenta, en realidad desde hace tiempo lo está sintiendo y sería un tonto en negarlo. No es un crío que está descubriendo sus sentimientos. Sabe perfectamente lo que siente por aquel joven, un sentimiento que oculta y entierra.

Es un viejo. Es muy mayor para él. Es imposible. ¿Desde cuándo se interesa o mira chicos tan jóvenes? Nunca lo ha hecho, se siente un pedófilo.

Afloja la presión que le ejerce la corbata en su cuello sintiéndose asfixiado y caluroso. Escucha la voz dulce del menor gritar por ayuda, lo mira desde su posición delineando su delgada figura con sus ojos.

—Ash... —desvió la vista cuando se dió cuenta de su linda retaguardia en esos apretados pantalones de color azul cielo.

Se levantó de golpe y se acercó a la puerta, lo empujó sin cuidado haciéndolo a un lado. —Lo haré yo.

Empezó a golpear con más fuerza y vociferó en un alto tono de voz —¡Si nadie viene a abrir esta puerta de mierda juro que los demandaré! ¡Abran está porquería! ¡Saquenme de aquí! ¡Juro que si nos ignoran los despediré a todos!

—No creo que nos estén ignorando a propósito —comentó Dino un poco nervioso. Es decir, es el segundo sótano. ¿Por qué cree que los ignorarían? Están en medio de la nada en donde efectivamente, nadie puede escucharlos.

—¡Deja de poner esa estúpida carita linda y acompáñame!

Ante el grito de su superior, se sobresalta pero asiente —¡Si, señor!

De pronto se dio cuenta. ¿"Carita linda"?


Durante casi una estuvieron gritando como dos desquiciados pidiendo por ayuda pero nada.


—Ya todos deben haberse marchado —asumió con tristeza Dino, bajando su cabecita.

Seokmin muerde el interior de su labio mientras sus manos se hayan apoyadas a cada lado de su cadera. Su saco negro fue arrojado hacia algún lado y ahora solo se encuentra con su camisa de botones blanca haciendo lucir su figura atlética y músculos tensados por debajo de la tela.

—¿Y si nunca nos encuentran? —cuestiona de pronto aterrado y temblando del miedo. —¿Y si...?

—En la madrugada los vigilantes hacen un recorrido por todo el edificio, no nos quedaremos atrapados aquí de por vida, solo serán por unas cuantas horas —explicó más calmado dándose por vencido con sus cuerdas vocales un poco adoloridas. Fue hacia los estantes y se sentó en el suelo apoyando su espalda contra ellas.

Dino lo siguió de inmediato como un cachorro con su dueño y se sentó justo a su lado.

—Da espacio —se quejó haciendo distancia al echarse a un lado.

El Lee menor con sus manos nerviosas frotándose una encima de la otra intenta mantener la calma —Es que tengo un poco de miedo.

—Eres un adulto con más de veinte años, madura ya —recordó lo que el menor hizo en el día del ascensor. Aunque si es sincero, recordarlo le pareció un poco gracioso, casi forma una sonrisa en su rostro hasta que se dió cuenta que no parecía tan molesto como quería creer estarlo.

—Ese es el problema de la gente de su generación —masculló Chan con cierto recelo.

—¿Problema? ¿Qué problema?

—Nos llaman la generación de cristal solo porque siguen las leyes cavernícolas de lo que es un hombre —arrojó con honestidad, mostrándose molesto y herido. —Intento hacer de todo, lucho con el día a día y aún así... Aún así...

—¿Aún así qué? —aproximó un poco su rostro para intentar ver el cabizbajo del menor.




«¿Va a llorar? Parece que lo hará»



Dino muerde su labio inferior sintiéndose impotente y débil. No se supone que sea así, no debe ser así. —S-Solo... Lo hago todo mal, lo lamento. Sé que no sirvo como persona —secando rápidamente la única lágrima que logró escaparse de sus ojos, dio una leve reverencia al mayor, apenado.

—¿Quién dijo que lo haces todo mal?

El menor alza la vista con sus brillantes ojos cristalinos —Siempre me grita y me regaña.

—Grito y regaño a todos, no eres especial —contestó con simpleza y obviedad pero a los segundos se dio cuenta que no era una buena explicación. Solo un suspiro y más afable habló —No necesariamente significa que estés haciendo mal realmente y aunque lo hicieras, todas las personas cometen errores y eso no significa que no sirvan.

Dino le mira sorprendido —Si piensa así entonces ¿Por qué...?

—¿Por qué les regaño e insulto? —le terminó la pregunta a lo que el menor asiente curioso —Simple, porque soy un maldito hijo de puta.

—¿Por qué dice eso de si mismo? No lo diga, eso es malo.

Rió ante las genuinas palabras del menor —Solo soy así, usualmente no soporto a las personas. No es mi fuerte la comunicación así como tú.

—¿Yo? No, yo soy muy sociable y muy bien hablador —se infló el pecho con orgullo —Tengo muuuchos amigos y amigas, y las personas me quieren mucho.

—Supongo que en esta generación le gustan los hombres que parecen niños —arrojó con cierta burla, a propósito para hacer enojar al menor, algo que si logró.

—¿Niño? Soy un adulto.

Seokmin vio sus ojos brillantes, mejillas sonrojadas y labios rositas. Piel igual a la de una niña y su ropa de tonos pasteles.

—¿Seguro? —arqueo una ceja —Oh, cierto. Dijiste que eras gay —hizo que "recordó" sus palabras.

Dino aprieta sus labios con indignación. —¿¡Y si soy qué!? ¡Deje de molestarme con eso señor cavernícola!

—¿Cavernícola? —lo mira estupefacto y bufa —¡Ellos son de hace miles de años!

—¡Si, exactamente su edad, ahjussi!

—Tan lindo e indefenso te haces pero eres toda una bestia.

—¿Bestia? ¿Yo? —se señaló con su dedito. —Usted empezó a molestarme, siempre me molesta... —bajo su tono de voz a un agudo y chiquito —Por favor, no me despida.

Su semblante lamentable causó ternura en el mayor. De un momento a otro, pareció recordar que es su jefe y puede despedirlo si quiere. Pero más que ternura, sintió un poquito de pena. En su duro y retorcido corazón, se asomó aquel sentimiento por el joven.

Si bien, Seokmin no forma estrechas relaciones con las personas, tiene compañeros de trabajo que podría considerar sus amigos o bueno, eso cree. Puede ser que debido a su crianza de pequeño y lo patético que le pareció los seres humanos en su juventud ha mantenido su distancia.

Ha tenido varias relaciones pero se dio cuenta que nadie podría encender el fuego de calidez en su corazón ocasionando que terminasen más rápido de lo esperado. En los últimos años y en especial, la mayor parte de su vida a acostumbrado a citas nocturnas casuales. Es más fácil y menos problemático. Las personas no le generan curiosidad, pero Lee Chan desde su primer encuentro no ha hecho más que sorprender e iluminar con divertidas situaciones. No es tan aburrido, no es tan monótono.

Pero... ¿Por qué es tan joven?

Y aunque lo fuera ¿Por qué es tan inocente e ingenuo? No tiene el corazón de tocarlo ni de lastimarlo.

Tarde se había dado cuenta que estaba jodido por un joven once años menor que él.

Las horas pasaron de una manera tan rápida dejando el momento como efímero y pasajero, un momento que Seokmin deseaba seguir junto al menor por todo el tiempo que durase.

Las horas pasaron y sintió como la cabeza de Dino cayó en su hombro. Notando su delgado cuerpo helándose debido a la fría noche, lo cubrió con su chaleco. No durmió nada para estar atento por si pasaba el vigilante y así lograr sacarlos a los dos. El pasante se aferró y apapacho al cuerpo del contrario buscando calor de manera inconsciente.

¿Alguien podía verse tan malditamente bien durmiendo?

¿Y por qué sus labios siguen brillando de manera tan apetecible?

¿Por qué no puede dejar de verlo?

¿Por qué le sigue cuidando aunque este durmiendo?

No debería, no debería sentirse así.

Y cuando Seokmin escuchó pisadas de una persona externa por el pasillo, supo que era hora de salir.

—Lee, Pasante Lee despierte —lo agita suavemente.

—Mm... No, quiero seguir durmiendo... —murmura entre sueños, aferrándose al pecho ajeno dejando su cabeza reposar justo al lado de su cuello.

—Si no salimos de aquí, nos quedaremos atrapados por siempre y no volverás a casa jamás —arrojó a propósito queriendo asustarlo.

—... No quiero volver a casa jamás... —contestó en un tono de voz adormilado, entre la somnolencia sin medir exactamente sus palabras —... Quiero estar aquí con usted para siempre... —diciendo esto, rodeó con sus brazos el cuello del mayor impidiendo así que se fuera de su lado, aunque claramente su fuerza al dormir es inferior por lo que con un movimiento puede ser arrojado, algo que sucedió.

Fue empujado bruscamente, logrando chocar su cabeza contra el estante haciendo que despierte de manera abrupta. Soba su cabecita adolorida.

—Auch...

—¿Te estabas refiriendo a mi? —cuestionó Seokmin perplejo.

Dino lo mira con confusión por varios segundos hasta que lo recordó, se tapó la boca al instante mientras se sonroja apenado —¡Lo siento!

—No, no, lo que busco es que...

—¿¡Quién anda ahí!? —la voz de un hombre los interrumpió.

El Pasante se levantó de un tirón —¡Señor, estamos atrapados! ¡Por favor, salvennos!

Y así fue, como Chan escapó de las manos de aquel Jefe tirano, al cual le había hablado dormido sin querer.















¿Dino sentirá lo mismo por su jefe?
¿Será que cada uno tiene sus propios traumas emocionales?
¿Wonwoo logrará escapar pronto de aquel matrimonio en declive?

Pronto se viene lo realmente bueno del libro, esperenlo con ansias 🔥



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