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Capítulo Seis



Aquel día, el cuerpo de Wonwoo duele como el infierno.

Pensó que estando en "buenos términos" de nuevo con su esposa las cosas hubieran cambiado para bien pero no sabe si realmente ha sido así.

Su corazón sigue latiendo apresurado cada vez que la ve, se llena de sudor debido a los nervios esperando su aprobación y cada noche intenta complacerla como puede aunque le resulte cansador.

Pero todo lo que hace es lo que un buen esposo debe hacer.

Se siente egoísta y malagradecido al no ser capaz de dar lo básico en una relación.

Siente que recibe poco cariño de Minji y busca desesperadamente volver a recibir más de el. Necesita de un abrazo, de una caricia, escuchar que todo está bien de su boca o al menos, que el "Te amo" que suelta luego del sexo sea recíproco.

¿Cuándo fue la última vez que ella se lo dijo?

Hace tres años.

Suelta un suspiro desanimado luego de entrar al baño.

Revisa cubículo por cubículo y al ver que no hay nadie, se apresuró a detenerse en frente del espejo.

Desabotona los primeros botones de su camisa haciendo que se vea una marca de dientes justo debajo de su clavícula.

Fue tan doloroso sentir que se los clavaba anoche que tuvo que morderse la lengua para no gritar.

Saca la crema y echa un poco para deslizarla con sus dedos a toquecitos suaves. Sigue doliendo.

Luego de hacerlo, desabotona hasta la mitad y baja su camisa junto al saco negro a la altura de sus codos dejando sus pálidos hombros al descubierto.

De espaldas al espejo, gira su delgado torso intentando ver su espalda a través del reflejo. Logra ver algunos moretones y grandes raspaduras causadas por las uñas postizas filosas de su mujer. Su espalda hecha unos rayones, algunos bastante profundos que no dejaron de sangrar en casi toda la noche.

Justo en ese momento, la puerta del baño es abierta sobresaltando a nuestro muchacho quien volvió sus prendas hacia arriba mientras trata de cubrirse el pecho avergonzado. Mira sorprendido al recién egresado.

—¿Estás herido? —cuestionó perplejo Mingyu y se acercó rápidamente.

—N-No, no. Y-Yo... —niega y retrocede torpemente abrazándose a si mismo.

Pero el mayor cegado por la preocupación debido a lo que vio por unos pocos segundos, no quiso detenerse y sin permiso jaló de las prendas contrarias, logrando dejar al descubierto la mitad de su pecho y torso trasero.

Pero en el instante en que vio la mordedura, y algunos moretones que parecen ser chupetones cerca del área supo de que se trataba. Lo soltó y Wonwoo rápidamente se cubrió con un rubor en sus mejillas avergonzado.

Su jefe acaba de descubrir con exactitud su vida sexual.

Mingyu desvía la vista y carraspea incómodo sin saber qué decir. Sintió como de pronto le tiraron un balde de agua helada encima de la cabeza, dejándolo aturdido y totalmente ido. Su corazón herido y avergonzado de si mismo.

Un nuevo raspón más profundo rasgo su alma para quedarse grabado en la eternidad de su lamentable vida. ¿Al menos le dejará de doler el día que muera? Espera que sea así.

—Lo siento... —murmuró apenado. —No quería invadir tu espacio personal, solo estaba preocupado.

—E-Esta bien —asintió mientras empieza a abotonar su camisa.

Mingyu al darse cuenta de su acción lo detuvo con sus palabras —¿No te estabas echando crema para tus heridas?

—Uhm... Si.

—Termina, puede infectarse —sus pies retroceden. —Yo me iré —señaló la puerta.

Wonwoo lo mira y asiente en silencio.

Cuando vio a su Jefe tomar el picaporte a punto de salir, pensó que ya vio todo y era innecesario que lo siguiera ocultando cuando necesitaba una mano extra.

—Director Kim —llamó suavemente a su nombre.

Mingyu se detuvo y se giró a verlo, sus ojos bajaron a los delicados y largos dedos ajenos que va desabotonando la prenda superior hasta deshacerse de ella para dejar al descubierto todo su blanco pecho pálido y limpio. Su mirada oscureció al ver aún las marcas en el abdomen ajeno causado por los prestamistas, unos que trató de buscar por su propia cuenta y aún no ha encontrado.

«Los malditos se esconden muy bien» apretó sus nudillos de manera insconciente.

—Ayudeme, por favor —el menor extendió la crema con sus ojos apenado suplicando por una mano.

Sin pensarlo avanzó hacia él y tomó el objeto asintiendo.

Wonwoo se quita todo y deja su cuerpo superior al descubierto. Gira sobre sus talones y le da a Mingyu un vistazo de su espalda llena de rayones.

Kim traga el nudo de su garganta e ignorando el dolor de su corazón, echó crema a sus manos y se dispuso a pasar sus dedos por la piel herida. A toques delicados y suaves, como una caricia.

Su toque fino, logró despertar una ola de calidez en el corazón del menor. Quien sintió como, aquellos dedos danzando encima de su piel, lograron elevarlo a las nubes aún cuando sus pies están sobre la tierra.

Minji nunca lo tocó con aquella delicadeza como su jefe, aún cuando sus manos son suaves y delgadas nunca sintió una pizca de cuidado en su manera de tocarlo. Pero Mingyu aún con sus manos grandes y ásperas, parece entender la fragilidad de su cuerpo y mantiene un toque tan delicado que vuelve sus piernas gelatina.

En ese instante supo que si abraza a Mingyu, podrá encontrar el calor y cariño que tanto desea. Uno que debería sentir con Minji, su esposa.

En cinco años de matrimonio, sentía que debía portarse bien con ella para recibir de sus caricias. Pero con Kim, nunca ha hecho nada para agradarle, no está constantemente buscando de su aprobación y temiendo terriblemente por un rechazo.

Entonces ¿Por qué parece tratarlo más dulce que su esposa?

Su jefe es en realidad un buen hombre, un muy buen hombre del cual espera que encuentre pronto a una chica que merezca recibir de su delicado cuidado.

Si fuera como Mingyu, ¿Su esposa lo amaría más?

También quería ser un buen hombre para su mujer.

—Listo —murmuró bajo y ronco el mayor, rompiendo el contacto.

Retrocede sintiéndose mareado por el cúmulo de sentimientos que se enredan y nublan su mente. Ojalá pudiese tocar un poco más, fundir sus manos en aquella cintura y recargar su mandíbula en el hombro ajeno para sentir la calidez del contrario. Solo así, podrá lidiar con la soledad de su corazón.

Pero tenía que conformarse con aquellas migajas de amor que recibía de Wonwoo. Tan poco que lo vuelve desesperado ansiando más y más.

Jeon se vuelve a colocar su camisa y empieza a abotonar los botones aún de espalda, si se gira solo un poco se llega a ver el reflejo de su rostro en el espejo, totalmente ruborizado como un tomate.

Escucha de pronto la puerta siendo cerrada y voltea para no ver a nadie más.

Mingyu se fue sin más dejando un sentimiento indescifrable en su corazón, totalmente incómodo.

Volvió a sentirse solo y cansado, como si su alma estuviese incompleta.









Lee Chan siempre acostumbra a llegar temprano a la empresa, lo suficiente para no tener ni una falta en la carta que escriban sobre él a la Universidad y ese día, no fue la excepción.

Viste un pantalón de tela azul, acompañado de una camisa de botones de color crema más un suéter del tono del cielo con rayas blancas. Su piel humectada cuidadosamente con hidratante y su cuello con el ligero olor a colonia.

Antes de entrar, se mira en el reflejo del gran ventanal del edificio, acomodándose sus cabellos decolorado a un tono platinado.

Justo cuando se gira ve ligeramente la silueta del Supervisor entrar a la empresa, mientras un subordinado se llevaba su auto para estacionarlo.

Sostiene con fuerza la bolsa entre sus manos y corre detrás de él.

—¡Buenas días, Supervisor Kim! —saludó eufóricamente, esbozando su mejor sonrisa.

El mayor frunce el ceño y se gira para ver al alborotador de aquella mañana para toparse con un radiante rostro aniñado y angelical.

Estuvo a punto de ignorarlo olímpicamente hasta que ve perfectamente el momento en que un balde de pintura blanca cae encima de la cabeza del menor, éste choca y rebota cayendo hacia atrás pero no corrió la misma suerte con la pintura la cual llenó toda la cabeza y gran parte de su prenda superior.

Chan queda estupefacto en su sitio, soltó la bolsa y el maletín de inmediato para frotar insistentemente sus picosos ojos.

—¡Oh, lo lamento tanto! —gritó alguien desde arriba —¿¡Alguien salió herido!?

El menor estuvo a punto de responder que estaba bien, pero todo le da vuelta y su cabeza parece sentirse más pesada. Sintió un calor extraño en el lado donde impactó el balde, por lo que llevó una palma. Se llenó de líquido, al ver su mano no sabe cómo reaccionar cuando nota un rojo puro deslizándose por su piel.

—¿Estás bien? —Seokmin se aproximó al menor que parece consternado, incluso él mismo lo está.

Chan estuvo a punto de responder de manera afirmativa, pero siente como toda su cabeza pesa y la Ley gravitacional lo obliga a caer. Una carga inexistente obliga a sus párpados cerrarse y su vista se funde en un negro total.

Cuando el mayor lo ve perder el equilibrio para ir cayendo, corrió y lo sostuvo entre sus brazos enrollandolo por la cintura.

—Hey, abre los ojos —lo agita.

En ese momento se dió cuenta que no despertaría y menos con la sangre saliendo de su cabeza.











—Que raro, Chan no ha llegado —comentó Vernon echándole un vistazo a la hora de su reloj.

A su lado, Wonwoo, también lo revisa y asiente. —No ha avisado nada —murmuró con cierta preocupación.

«Él es de los que nunca faltaría a menos que hubiera sucedido algo» Pensó.

En eso, entra a la oficina Jeonghan. Vistiendo un traje blanco, tan limpio y puro dándole un aire angelical. Su bello rostro suave miró a su alrededor para toparse con los ojos de Wonwoo, al instante se dirigió a él.

—Buenos días, Hyung. ¿Qué lo trae por aquí?

Éste se aproximó y estando atento de que nadie los escuchase, le susurró cerca —¿Llegó el Director Seungcheol?

Woo rueda los ojos esbozando una sonrisa. —Debe estar por hacerlo. ¿Tiene algo importante que discutir con él?

Jeonghan frunció los labios —¿Qué? ¿Ya me quieres correr? ¿No puedo pasar casualmente por aquí en la mañana?

—Su departamento está a tres pisos de diferencia, Hyung —se interpuso Vernon, fingiendo inocencia aún cuando fue un ataque indirecto.

Jeonghan esboza una falsa sonrisa dirigiendo su dulce mirada asesina al extranjero —Míralo, tan dulcito como siempre.

En eso, se adentró a la oficina el Director, saludando con un leve asentimiento a sus trabajadores para aproximarse a los muchachos.

—Buenos dias, Director —apresuró en saludar el rubio con un ligero rubor en sus mejillas y sus ojitos brillando como estrellas.

—Oh, Buenos dias, Hannie. ¿Haces algo aquí? —contestó Seungcheol genuino.

—Vine a traerles galletas que hice a mis amigos —rápidamente sacó de su bolso, una cajita simple —Tome también le hice una para usted.

El mayor miró por varios segundos el objeto, sin borrar la sonrisa. —Oh... No tenías qué.

—No es nada, hice para todos.

Ante su mentira, el mayor asiente un poco más seguro y tomó el objeto.

—Muchas gracias.

—Espero que le guste.

—Claro, todo lo que haces es delicioso —dicho esto se dirige a Lee —Wonwoo, redacta un justificado de la falta del pasante Lee Chan, tuvo un accidente está mañana y está en el hospital junto al Supervisor Kim.

—¿¡Qué!? —exclamó perplejo, levantándose de su asiento.

—¿Es muy grave? —Vernon preguntó preocupado.

—¿Hablan del niño bonito? —Jeonghan cuestionó y al recibir el asentimiento de su amigo, se sorprendió. —¿Qué le paso?

—Un balde de pintura se cayó en su cabeza, se le abrió una herida y parece que se desmayó. No sé mucho porque llegué cuando ya SeokMin se lo estaba llevando. Quedó en avisarme, te aviso los resultados para que lo anotes.

—Está bien.

Luego de aquel intercambio de palabras, lamentablemente Jeonghan tuvo que irse.

Al llegar a su piso, mientras se dirige a su asiento, Jun lo ve cruzar por detrás de su asiento y le preguntó con descaro.

—¿Y cómo te fue con tu futuro esposo?

El rubio se giró con molestia. —Cállate —murmuró. E ignorando sus burlas se sentó en su asiento.

Frunce sus labios rositas pensando en el mayor.  Es tan hermoso y único para sus ojos. Cada vez que lo ve siente que morirá de una taquicardia. Su bella piel pálida junto a sus oscuros ojos filosos. Desea tanto acariciar su piel y pasar sus delicadas manos por aquel pelinegro cabello esponjoso, halarlo mientras es besado salvajemente contra el escritorio de su oficina.

Se ruboriza de solo pensar en aquellas fuertes manos tomar con posesión su cintura.

Chilla como una chiquilla enamorada mientras saca una bolsita con las galletas restantes. Cuando está a punto de darle un mordisco a la que tomó con sus manos, unos dedos ajenos le arrebata el dulce sin permiso.

—Hey, mi galleta —reclamó frunciendo el ceño. Levantó la vista casi dislocándose el cuello para ver al contrario.

Un alto cuerpo atlético y esbelto. Hombros anchos y notificados bajo un traje que amolda su larga figura. Reconoció al instante a aquel fastidioso ser.

El bello rostro pequeño y atractivo de Hong Jisung o como mejor es conocido, Joshua. Una sonrisa se adornó luego de comerse la galleta, una sonrisa que a los ojos del rubio vio como descarada.

—Delicioso como siempre, Yoon.

—¿Por qué me arrebata mis dulces, Director? —cuestiona entre dientes, con una clara molestia. No se molesta en sonreír aún cuando aquel gran hombre de treinta y dos años es su jefe.

—¿Qué? ¿Piensas que te perdonaré tu falta por llegar tarde?

—¿Llegué tarde? Yo no llegué tarde —se levantó con indignación —Puede ver en la información de la computadora que llegue temprano, incluso en la lista de entrada que firme justo a la hora.

—¿Y por qué acabas de llegar?

—Fui al baño.

—¿Del octavo piso?

El rubio se mordió el interior de su mejilla, para no soltar ninguna estupidez. Odia a su jefe, ¿Por qué Seungcheol no estudió otra carrera? ¿Por qué no puede ser su jefe?

Joshua siempre esboza aquella sonrisa perfecta aún cuando lo está regañando, se siente tan humillado y burlado, pequeño e imperfecto. Lo odia por miles y miles de razones y su sonrisa es la primera.

Soltó un suspiro y extendió su bolsita de galletas. Aquellas que serían su postre del día y que difícilmente tiene que dejar ir.

—Hice esto para usted, ¿Así que no será tan malo conmigo, verdad? —puso su mejor cara de cachorrito abandonado, abultando su labio inferior.

Joshua admiró el rostro del menor por unos segundos. Un chico tan lindo soltando una mentira tan descarada. Soltó un suspiro y decidió dejarlo pasar.

—Sé que no es para mi pero lo tomaré —se adueñó de la bolsa y tomó una galleta —Espero que le pongas el mismo esfuerzo a tu trabajo como a estas galletas.

La sonrisa de Jeonghan se torció pero aún así, por más difícil y falsa que se vea, la mantuvo. —Yo siempre me esfuerzo —dice entre dientes.

—Soy el jefe, yo decido si te estás esforzando —dicho esto se giró para irse.

Jeonghan al ver su espalda pudo respirar en paz y cayó a su silla, pero antes de cantar victoria...

—Jeonghan.

—¡Dígame! —se levantó de un tirón.

—El Diseño de ayer, haz lo todo otra vez.

Miró perplejo a su jefe y con una gota de sudor deslizándose lentamente por su frente se atrevió a preguntar. —P-Pero... Tendría que cambiar toda la propuesta.

—Cambíala —contestó a la ligera como si aquello no fuese nada y con su característica sonrisa entró a su oficina privada.

Jeonghan dejó caer su cuerpo al asiento y pataleo como un niño.

«¡Maldicion, lo odio tanto!» exclamó en su alborotado interior.

Se desordenada su cabello debido al estrés, olvidando el hecho de que tardó media hora arreglándose para el Director Choi que tanto ama.

—No puede ser, ¿Te dijo que lo hicieras todo? ¿Otra vez? —Jun se acercó mientras se desliza con su silla corrediza. No parece realmente apenado, más parece estar conteniendo su risa.

—¡Dejame en paz, ¿Quieres?! —exclamó con furia. —¿¡Sabes cuántas veces me ha mandado a hacer esa puta propuesta!? ¡La semana pasada me dijo que estaba bien! —dejó su cabeza caer contra el escritorio lloriqueando.

—Esta a una pared de distancia, te podría escuchar —Minghao se acercó con una botella de agua que dejó al lado del rubio.

—Ojalá me escuche —mascullo rabioso.

Desea tanto insultarlo y maldecirle de frente pero solo para preservar su trabajo, se contiene aún cuando esta al límite.

«Todo sería tan diferente si Seungcheol fuera mi jefe»

Como de costumbre, Jeonghan imagina todos los días de su vida si aquel hombre fuese su superior inmediato. Trabajar sería un gusto total.

«Pero no y otra vez me tocará trabajar horas extras»






¿Jihan o Jeongcheol?
¿Dino estará bien al cuidado de Seokmin?
¿Mingyu podrá seguir soportando mantener su amor oculto?








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