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Cuidados Placenteros

La tarde cae sin previo aviso entre tantas cosas que hemos hecho hoy. Después de la llegada de Leo nos quedamos en la planta baja comiendo y sorpresivamente preparando un pay frío de limón. Lo dejamos en el refrigerador y decidimos que esperar un par de horas sería suficiente para volver a probarlo. Demian sugirió subir a la habitación para tomar una ducha, mientras subía cada escalón podía sentir mi corazón moviéndose frenéticamente. Tenía miedo.

No era el temor a que Demian pudiera hacerme daño, porque estaba un 99% segura de que él me amaba más que cualquier cosa y ésta era su extraña forma de hacerlo. Sabía que no me pondría un dedo encima sin mi consentimiento, por lo que realmente, lo que verdaderamente me atemorizaba era no tener control de mi cuando él me tocara.

No he querido admitir que he formulado mil excusas del porque me dejé llevar hace unas horas. No necesito decir que sabiendo que mi vida está en peligro busco salir de aquí y que sé perfectamente que cuando intente poner un pie fuera de su casa para alejarme de él, Demian va a matarme.

"Si ella no me ama, no podrá amar a nadie más. Es mía y yo soy suyo, vivo para ella y ella vive por mí."

Sus palabras retumban en mi interior causando estragos en mi mente. El temor de morir en manos de Demian sigue ahí a pesar de que sé que me ama, también entiendo que si él lo quiere puede hacerme daño con la más mínima incitación. Por eso y muchas razones más, me mantengo alerta cuando se trata de él, nunca sé cómo va a reaccionar ante lo que digo o hago.

Al llegar al cuarto Demian se desviste cerrando detrás de él la puerta. Su desnudes sigue causando mi sonrojo e incomodidad, no importa cuantas veces lo haya visto ya. Me miró confundido al percatarse de mi cuerpo tan tenso y suspiró sobre mi hombro cuando se acercó para darme un masaje en el cuello.

- ¿Quieres que tomemos un baño de burbujas, amor? - pregunta dando masajes circulares en mis hombros.

- Si... cariño. - suelto aún nerviosa y él entiende.

Se aleja para adentrarse al baño, enreda una toalla a su cintura desnuda y se recarga en la puerta para mirarme. Escucho la llave abierta llenando la tina, rompiendo con el silencio. Me siento en la cama sintiendo su vista fija en mi cuerpo, haciéndome sentir expuesta. El gato está sobre la cama y al verme se acerca para que lo acaricie. Inconscientemente comienzo a hacerle mimos y espero a que Demian se meta solo al baño, aunque sé que querrá que ambos lo hagamos.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que se acerca a mí y observo sin querer su miembro haciendo bulto en la toalla. Desvío la mirada al gato nuevamente y él parece divertido con mi reacción. Se acuclilla junto a mí y pasa su mano por la cabeza del animal para después dedicar toda su atención a mis ojos.

- El agua está lista, cielo. - dice sonriente.

- ¿Te bañarás tu primero o prefieres que lo haga yo? - cuestiono con la esperanza de que me dé mi espacio.

- Pensé que podíamos hacerlo juntos. - sugiere pícaro.

- La verdad me gustaría hacerlo sola. - admito bajando la mirada, esperando que no se moleste. - Quisiera limpiarme yo misma, si no te molesta... cariño.

Su sonrisa se congela en sus labios y ante su silencio levanto una vez más mi rostro para encararle. No sabría decir que emoción está experimentando justo ahora, luce feliz pero al mismo tiempo triste. Es como si estuviera dividido en dos emociones opuestas y su rostro no sabe cómo expresarlo.

- Está bien amor. - asiente. - Báñate tu primero.

- Gracias. - de verdad me siento más tranquila.

- Pero con una condición. - sonríe anchamente, volviendo a ser él.

- ¿Cuál? - el miedo se apodera de mi en ese instante, no sé qué será lo que me pida pero no puede ser nada bueno.

- Yo escogeré tu pijama para dormir. - susurra seductoramente.

Las posibilidades son demasiado arriesgadas. Sé un poco lo que hay en ese closet y en su mayoría son de encaje y seda. Muy pocas son completas como pants y blusas, además de que dudo que ese sea su plan. Lo más probable es que me pida dormir desnuda una vez más.

Valoro las opciones y tener un poco de privacidad suena mejor que cualquiera de sus posibles ideas. Asiento dándole a entender que es un trato y él entonces me deja pasar al baño. Una vez dentro puedo respirar libremente. Me siento cómoda y capaz de dejar de fingir que esto es normal o que me encuentro bien. Me desvisto temiendo que en cualquier momento aparezca por la puerta como suele hacerlo y miro detenidamente el espejo.

He dormido mejor estos días y las ojeras han disminuido un poco. Deshago mi coleta y me adentro a la tina llena de agua tibia lista para un relajante baño. Estando en el agua me siento terriblemente mal, un sentimiento de impotencia ocasiona que me remueva incómoda y lágrimas pesadas se deslicen por mis mejillas.

Podría seguir fingiendo que lo amo y que estamos bien para huir en la primera oportunidad que se me presente, pero no tengo la seguridad de que me dejará ir. Él mismo le dijo a su mejor amigo que no estaba en sus planes liberarme. El llanto se convierte en sollozos más perceptibles y sonoros. La angustia me ciega. No sé qué pensar o como sentirme respecto a toda esta situación. Estoy molesta por ser injustamente privada de mi libertad pero también asustada de lo que la perversa y psicópata mente de mi captor quiera hacerme.

Extraño a mis padres y mi vida de antes, cuando todo era más sencillo y mejor. Me siento sucia y asquerosa por caer en los deseos de Demian, dejándome tocar por el hombre que me ha arruinado la vida.

Sin más ánimos ni ganas de seguir viviendo de esta manera me recargo en la orilla de la bañera y siento el ambiente pesado con mi respiración irregular. Me sumerjo dejando que mis piernas se inclinen un poco hacia adelante, permitiendo que mi cabeza quede hundida por completo debajo del agua. Sostengo la respiración unos momentos y cierro los ojos. Todos los buenos recuerdos de mi vida se atraviesan en mi memoria y el recordatorio del porque hago esto es lo más reciente. El dolor de su cercanía, el pavor de sus palabras y la aterradora forma en la que me demuestra su amor.

Mis pulmones arden en busca de oxígeno y comienzo a marearme, no quiero ingerir agua. No tengo el valor de hacerlo, no creo que pueda. Es entonces que escucho la puerta abrirse y unas palabras a lo lejos.

- ¡Fernanda! - escucho a Demian muy lejano.

En el instante en que me sujeta de los hombros y me saca del agua ingiero un poco del líquido por la nariz. Me atraganto con ella y la tos me consume, no puedo respirar libremente. Comienzo a desesperarme porque mi cabello me nubla la vista y combinado a que Demian me saca bruscamente de la tina, mi cuerpo tiembla por el frío.

- ¡¿Qué demonios, Fernanda?! - grita molesto alejando el agua de mi cara y sujetando mi cabello con sus manos. - ¿Qué estabas haciendo mi amor?

Me cuesta unos minutos más recuperarme debido a la tos y cuando respiro normalmente, vuelve el llanto culposo a mí, arrastrándose como gusano hasta mi consciencia, ocasionándome más lágrimas de tortura. Me siento estúpida, impotente y cobarde por no lograr mi cometido. Si pudiera matarme sería más fácil todo.

- Yo... - es lo único que puedo decir antes de recibir un beso en los labios por Demian.

Su beso es tierno y sorpresivo. Siento su miedo y preocupación genuina. Me abraza sin importarle que se ha mojado todo y acurruca mi rostro con sus manos para susurrarme cosas lindas mientras yo sigo llorando, ahora más fuerte y libre. Me permito sacar todo el dolor y coraje por medio del llanto que me consume.

- Todo va a estar bien. Yo voy a cuidarte, no dejaré que te suceda nada malo. - susurra meciéndome sobre su regazo.

- Tengo frío. -digo con los dientes temblando, después de un buen rato ambos juntos.

- Claro. - dice nervioso, sonriendo forzadamente. Parece aterrado y genuinamente mortificado. - Yo me encargo.

Comprendiendo mi petición, se pone de pie y me envuelve con una toalla, me carga en brazos a pesar de que soy perfectamente capaz de ponerme en pie por mí misma y me lleva a la cama. Al sentarme en ella se aleja para tomar una pijama que consta de un pans y una blusa de tirantes, esto me toma desprevenida. Los toma y sin ponerme ropa interior me ayuda a cambiarme. Yo he amarrado la toalla a mi cabello esperando que se seque rápido y así pueda mantener seca mi ropa. Me tranquilizo deteniendo mis lágrimas y respirando pausadamente.

Siento el estómago pesado al haber ingerido agua de esa forma y mis fosas nasales arden. Mis ojos se sienten hinchados debido a las lágrimas de hace un rato y ahora tengo miedo de lo que Demian va a decir. Luce asustado y nervioso. Me mira estando de pie junto a mi como si temiera que en cualquier instante me fuera a estallar en llanto nuevamente. Me acomodo entre las almohadas y me cubro con las sábanas buscando calor.

- Te escuché llorar. - dice al cabo de un rato.

Me sigue mirando directamente al rostro con esa expresión triste y dolida. Sus manos están en sus bolsillos mientras permanece a una distancia cerca y prudente de mí. Guardo silencio en espera a lo que sea que vaya a decirme y bajo la mirada mientras me ovillo más en posición fetal. Siento como la cama se hunde cuando se sienta junto a mí y su mano trata de tocarme pero mi instinto me obliga a exaltarme y dar un pequeño brinco de miedo cuando siento su mano sobre mi pierna.

Aquel pequeño gesto le hace sorprenderse visiblemente y sus ojos se tornan más oscuros y tristes todavía. Es obvio que le duele mi reacción, aunque no se me puede culpar por ello. Es un hombre que me ha hecho daño psicológicamente, me ha privado de ser libre, de volver a casa y trata de enamorarme a base de un aislamiento total. Ha hecho cosas malas con tal de mantenerme a su lado, es lógico sentirme de esta manera y estar siempre alerta.

- Fernanda yo jamás te haría daño. -me asegura una vez más. Recuerdo como en otras veces mencionaba lo mismo y a pesar de que le creo, es imposible no reservarme mis dudas.

Al saber que yo no pienso decir nada y que mi cuerpo busca protección, retira su mano de mi pierna para frotarse la cara y sujetar con desesperación su cabello.

Entonces le miro.

La camiseta que tiene puesta está completamente empapada y se pega a su cuerpo, detallando su abdomen. Su cabello desordenado y oscuro va en todas direcciones teniendo mechones mojados y otros no. Observo que tiene las manos en forma de puños y aunque luce molesto, sé que la emoción que más predomina en sus ojos es la tristeza.

- Ya no sé cómo hacerte ver que te amo. - admite. Su voz suena rota y adolorida. - Si llorabas porque te sientes infeliz, significa que no me he esforzado lo suficiente.

Me confunde la forma en la que se menosprecia pero aún más que piense que lo que más me afecta es no sentir su amor, en lugar de razonar y comprender que todo se debe a mi cautiverio.

- Todo puede mejorar, yo puedo ser mejor. Pronto nos casaremos y te prometo que seré el mejor hombre para ti. - sonríe sin alegría acercando lentamente sus manos a mi pierna, cuidando no asustarme. - Ya hemos dado un gran paso. Pronto verás las cosas más claras.

Las palabras no salen de mi boca. Estoy sumamente confundida, él sin esperar más, besa mi frente y se acuesta junto conmigo, mirándome directamente a la cara. No se tapa con las sábanas pero permanece junto a mi toda la tarde, aceptando mi silencio y falta de atención.

Los ojos me pesan en determinado punto debido a la hinchazón y cansancio, para cuando vuelvo a abrirlos no sé cuánto tiempo ha pasado. Me encuentro sola en la habitación y por la poca luz que entra de la ventana sé que está por meterse el sol. Trato de estirarme y cuando lo hago un repentino estornudo me sorprende. Después otro y otro, mi cuerpo se siente demasiado caliente y siento mi nariz húmeda. Caigo en cuenta de que me he resfriado cuando vuelvo a estornudar.

Escucho unos pasos y la puerta abrirse, siendo el chico de gran sonrisa quien pasa con una charola que contiene dos tazas humeantes y las rebanadas de pay que juntos hicimos en la tarde. Se ha cambiado la ropa mojada por una playera oscura de botones, aunque su cabello sigue estando desordenado.

- Tienes que probarlo. -sonríe mirándome. -Te preparé el café como te gusta, cielo.

Antes de que pueda decirle algo, vuelvo a estornudar cubriéndome con ambas manos y me examina un momento. Deja la charola en la cama y muy lentamente toca mi frente con la palma de su mano. Su gesto me hace ver que no me veo muy bien de salud.

- Tienes un poco de fiebre. - Me acerca la taza caliente y sin esperar más, sale de la habitación. - Aguarda un poco.

Me deja ahí con la taza y ni se molesta en cerrar la puerta. Decido ignorarle y tomar sorbos pequeños de mi café. Sigue sorprendiéndome que conoce cada detalle de lo que me gusta, incluso saboreo el dulce de caramelo que tiene mi bebida. Después de unos minutos escucho pasos nuevamente por el pasillo y esperando a que sea Demian continúo comiendo el pay. Debo admitir que sabe muy bien, me gustaría prepararlo nuevamente otro día.

- Les quedó delicioso. - escucho una voz en la puerta. Al girarme veo como Leo está recargado en el marco de la entrada. - Te vez bien, no pareces tan enferma.

- ¿Dónde está Demian? - pregunto cautelosa.

- Fue a comprar un poco de medicamento para tu temperatura. - asegura restándole importancia.

Guardo silencio entonces en espera de que diga algo más. Mira a su alrededor y se detiene nuevamente en la cama, se acerca hasta tocar las sábanas con sus dedos. Parece examinar cada rincón en busca de algo que no encuentra, pero decido ignorarle esperando que se vaya o mínimo no intente sacarme conversación.

- ¿Estás bien? - pregunta genuinamente interesado.

Aquello me desbalancea por completo y no sé qué contestar. ¿Sería ésta una trampa? ¿Demian jugaba con mi mente otra vez? Asentí sin saber muy bien cómo responder. Sus ojos ocre se clavaron en mi rostro y asintiendo para si mismo se sienta en la esquina de la cama.

- ¿Demian te ha lastimado? - insiste mirando mis ojos con determinación. -Puedes ser sincera conmigo, él no lo sabrá.

- Estoy bien. - digo sintiéndome vigilada. No confió en él, pues puedo incluso creer que esto es una trampa.

- Escucha... - comienza acercándose un poco más a mí. - Puedo ayudarte. Puedo sacarte de aquí.

Sus palabras son escuchadas pero no procesadas por mi cabeza. Sostengo entre mis manos la taza caliente y le miro en busca de algún indicio de engaño. Sus cejas se unen con rapidez y mira a todos lados como si temiera que alguien nos viera.

- Lo pensé bien. Esto que hace Demian... no es correcto. Tú debes volver a casa. Él se meterá en muchos problemas si los encuentran. - explica mostrándose ansioso. - No quiero que nada malo suceda. Además, todos te están buscando.

- ¿De verdad? - mi voz sale un poco ronca y temblorosa.

La esperanza comienza a nacer como una semilla pequeña en mi pecho. Su mirada luce honesta pero por alguna razón me cuesta confiar en él. Por unos minutos largos en silencio pienso en que puede ser una trampa, en que las cosas pueden salir mal para mí si él le habla a Demian sobre mis ganas de escapar.

- Si Fernanda. Necesitamos sacarte de aquí. - dice acercándose un poco más. - Tenemos que planearlo muy bien.

- ¿Por qué debo confiar en ti? - me muestro recelosa.

- Porque soy tu única opción. - suelta de repente. - ¿Crees que quiero que mi mejor amigo vaya a prisión? Si te saco de aquí, debes prometer que no le dirás nada de Demian a nadie. Lo dejarás irse y huir.

- ¿Qué me garantiza que no irá otra vez por mí? - cuestiono nerviosa.

- Sin ti, no le quedará más remedio que irse. - lo menciona como si fuera muy obvio.

- Demian está demasiado obsesionado conmigo. Dudo que sea tan sencillo. - trato de explicarle por qué su idea me resulta tan vaga.

- No será al primero que le romperán el corazón. Se le pasará. - le resta importancia. - Déjamelo a mí, soy su mejor amigo y lo conozco. Ya encontraré la manera de que él se vaya y tu puedas estar segura de que no lo volverás a ver en tu vida.

Aquella ultima frase me ha dejado una sensación incómoda, ya que alguna vez me pregunté qué pasaría con Demian si yo lograba escapar. Sabía que era alguien peligroso, que no se daría por vencido tan rápido cuando se trata de conseguir lo que quiere y lo había logrado hasta ahora. Confiar en su mejor amigo no me parecía para nada una buena idea, pero era lo único que tenía, como él lo había mencionado.

A pesar de que me sigo cuestionando todo respecto a Leo, asiento entendiendo su argumento, dándole el beneficio de la duda. Él mira una vez más a su alrededor y se detiene cerca de la cama mientras busca mi mirada con insistencia.

- Pensaré en un plan para sacarte de aquí. Buscaré que me dé una copia de las llaves de la puerta. - comienza a planearlo. - Cuando tenga todo listo nos reuniremos para preparar el escape. ¿Está bien?

- Está bien. - digo sintiéndome culpable. Como si esto estuviera mal.

Él entonces sonríe más tranquilo y mira mi plato. Toma la cuchara para partir el pay y tomar un poco con el cubierto, lo acerca a mi boca y me indica que la abra. Yo lo hago lentamente y mastico la comida. Escuchamos entonces como pasos se acercan desde las escaleras y él se separa de mí a una velocidad increíble para levantarse de la cama. Demian entra con una bolsa blanca de plástico y mira a su amigo y a mi rápidamente.

- Traje esto. - mira a Leo y eleva una ceja. - ¿Qué sucede?

- Vine a cuidarla en lo que tú no estabas. Ya sabes... para ver si no necesitaba nada. - Leo se encoge de hombros.

- Gracias. Pero he vuelto y puedo hacerme cargo de mi esposa. - asegura con voz severa para después mirarlo de reojo, con una muy clara advertencia a su amigo.

El chico entiende la indirecta y sale del cuarto cerrando tras de él la puerta. Demian se sienta a mi lado y mira con una sonrisa que he comido más del pay. Saca una caja de pastillas para sacar una y dármela en la mano.

- Sé que odias las inyecciones así que compré esto. - dice sonriente. - También tengo un par de cosas para ti. Un cepillo, pasta, tus toallas sanitarias porque no tarda en bajarte y unos chocolates, estos últimos los compré porque sé que cuando menstruas estás algo sentimental y comes muchos de estos.

Sus atenciones son muchas y parece preocupado y esmerado en que me sienta bien. Permanece junto a mi dándome las pastillas, respetando mi silencio desde hace un rato. Enciende la televisión frente a la cama y me da el control por si deseo cambiar de canal. Juntos comemos los chocolates aunque él no quiere quitarme los míos. Sigo bebiendo mi café y me siento mejor después de un rato. He dejado de estornudar y el dolor de cabeza disminuyó considerablemente.

Aprovecho las cosas que me trajo para asearme antes de ir a dormir y le agradezco nuevamente por ser tan considerado. Mientras vemos un canal de cocina, él masajea mis pies y hasta trata de sacarme plática, no lográndolo del todo. Mientras tanto, no dejo de pensar en la propuesta de Leo. ¿Será de verdad de ayuda? Quiero creer que sí, así que guardo la nueva esperanza fingiendo frente a mi secuestrador tranquilidad. Él no deja de demostrar grandes gestos conmigo y no es hasta que se recuesta en mi regazo que deja de hablar.

Coloca una de mis manos ensu mejilla y suspira cansado, mirando el programa mientras yo solo imagino comoes que Leo podrá sacarme de aquí.

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