Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Anillo

Han pasado varios días ya.

Específicamente no recuerdo cuántos, tal vez unas semanas. Sólo tengo la televisión de este lugar para saber qué hora del día es. La habitación se ha vuelto lo único que conozco y he recorrido su pequeña extensión miles de veces intentando buscar algo que me permita salir.

Justo ahora son casi las cuatro de la tarde y sé que Demian está por llegar. Dijo que llegaría temprano hoy, con lo de su ascenso puede salir a la hora que guste. Al menos eso dice él cuando me habla de su día mientras comemos y hablamos por horas. Suelo escucharlo hacer planes para ambos, diciendo que después de casarnos podríamos mudarnos a un lugar lejos de aquí, eso me aterra. No deseo que se llegue ese día nunca.

Me encuentro limpiando un poco los restos de comida de la cena de anoche y como siempre, guardo todo en una bolsa que dejo a un lado de la puerta para que cuando llegue se deshaga de eso. Es una pequeña rutina que me impuso para hacer más sencilla la limpieza en la habitación. A él le hacía ilusión ver que le obedecía, por lo que lo hago manteniéndolo tranquilo.

Estoy sentada mirando un programa de televisión cuando escucho el tintineo que anuncia su llegada. Me preparo mentalmente para lo que viene y suspiro intentando fingir una sonrisa al verlo entrar. Parece alegre y entusiasmado. Sus ojos barren la habitación y se detiene en mí con ese brillo tan peculiar al verme, me muestra que ha traído un vaso de café para mí y al acercarse me lo entrega.

– Gracias. – digo sonriéndole.

Me he comportado amable con él estos días esperando que sea suficiente para mantenerlo feliz. Se ha mantenido normal y parece contento con mi comportamiento. De vez en cuando lo dejo besarme, aunque no le correspondo como él quisiera. Todo para ganarme su confianza y aprovecharla en algún momento útil para escapar.

– Hola mi amor. Ten, capuchino con caramelo. – sonríe besando mi frente. –Estoy muy cansado.

– ¿Cómo te fue hoy en el trabajo? – le saco conversación tomando del café.

– Excelente, pero es agotador. – dice sentándose junto a mí. – Lo mejor de mi día es cuando llegó a casa y estás tú. – sus ojos parecen cómo los de un felino hipnotizando a su presa. Me congelo en mi sitio cuando sus labios se pegan a los míos por unos minutos y después se separa decepcionado de no recibir lo mismo.

– Vamos a darnos una ducha. – dice de repente poniéndose de pie. – Saldremos esta noche a dar un paseo.

La adrenalina comienza a recorrer por mis venas al verme con la posibilidad de salir de aquí. Pero trato de no mostrarme de más emocionada para evitar que sospeche de mis planes. Asiento poniéndome de pie y dejando el café en la mesa, tomo el control remoto y apago la televisión esperando a que abra la puerta.

– ¿Sabes? Te has portado muy bien esta semana. – comienza a hablar mientras abre la puerta con sus llaves. – Me alegra que te acostumbres a nuestra nueva vida tan rápido.

Sus palabras son una sentencia que sin darme cuenta comienzo a crear. No estoy segura de que hacer ahora, sólo busco que se dé una oportunidad para ser libre. Pero cuando estoy lo suficientemente tranquila sobre el plan que repaso mentalmente a diario, llega él y me atemoriza hasta los huesos con sus acciones y arranques de bipolaridad.

Ambos caminamos en silencio hasta llegar a la habitación principal dónde observo al pequeño gato dormido sobre la cama. Demian se percata de mi interés por el animal y me invita a tocarlo. No estoy segura de querer hacerlo, pues nunca fui cercana a los animales.

– Acarícialo. No te morderá. – asegura sonriéndome. – Debe acostumbrarse a ti de todas formas.

Acercándome veo como el animal lame su pelaje blanco mientras levanta una de sus patas. Al verme se pone de pie y se acerca a mí entre ronroneos, estirando su cuerpo en mi dirección. Nunca fui fanática de los animales, pero éste por alguna razón me causa tranquilidad. Siento de repente el impulso por abrazarlo y acariciarlo cuando nunca en mi vida tuve un gato o cualquier otro animal. Mi mano acaricia su lomo y recorre su pelaje hasta llegar a su cola. El animal se pega más a mí y se estira para después echarse y disfrutar de mis caricias.

Me giró para mirar a Demian quién no despega su vista de mí y el animal. Veo un brillo tierno en sus ojos y la sonrisa tenue que estira de la comisura de sus labios me resulta atrayente. Suspira cuando me ve girarme y da un par de pasos hacia la cama donde me encuentro de pie.

– ¿Algún día me tocarás así? – pregunta con un toque de tristeza y aunque no pienso contestarle, sé que él ya sabe mi respuesta.

Toma mi mano y acaricia mi mejilla con la suya. El tacto es suave y cálido, no me muevo para no molestarlo, pero mi corazón se encuentra desbocado. Sus dedos bajan hábiles, desabrochando los botones de mi vestido y este cae al suelo logrando que mis mejillas se enciendan. El pánico me invade al imaginar lo que puede llegar a pasar estando yo expuesta ante él.

El miedo me consume cuando lo veo avanzar otro paso más y está vez, no me besa. Se queda cerca de mis labios y cierra los ojos disfrutando del momento mientras que yo no puedo controlar mi respiración y el latir de mi acelerado corazón. Me recuerdo a mí misma que debo ser obediente. Ya me ha desnudado para hacerme bañarme otras veces, pero esta será la primera en que quiera bañarse junto a mí. Conservo aún la esperanza de que se apiade de esta tortura y me deje a solas para limpiarme, pero sé que no dejará pasar esta oportunidad.

– No sabes cuánto tiempo esperé por estar así contigo. – sus manos acarician mis brazos y bajan hasta sujetarme por la cintura. – Si tan sólo me amaras un poco de lo que yo te amo a ti, entenderías que puedo hacerte la mujer más feliz del mundo entero.

– ¿Quieres hacerme feliz? – digo después de unos minutos en completo silencio. Sus ojos se abren curiosos y se quedan fijos en los míos, son tan absorbentes que me roban el aliento.

– Por supuesto. – susurra con una voz ronca y profunda. – Es lo que más deseo.

– Entonces déjame ir. Haz lo correcto si tanto me amas. – digo mirando su rostro en busca de leer sus emociones. – Déjame volver a mi casa y prometo que no diré nada a nadie jamás.

Cierra sus ojos nuevamente chocando su frente contra mi pecho. Su cabello oscuro hace cosquillas en mi barbilla y siento su aliento sobre mi estómago. Sus manos siguen sujetando mi cintura, pero ejercen más presión ante mis palabras.

– No quiero que te vayas. Te quiero aquí conmigo.

Sus palabras alimentan mi desesperación, deseo gritar, alejarlo de mí y salir huyendo, pero es inútil. Soporto las ganas de llorar que me invaden cuando veo su negativa a mi petición, pero entonces algo me saca de balance. Sus ojos barren mi rostro hasta detenerse en mis labios y se acerca otro poco.

– Dame tiempo. – dice finalmente. – Sé que puedo hacer que te enamores de mí, prometo hacer más cosas por ti. Te llevaré a ver a tus padres, te dejaré salir a hacer las compras. Iremos al cine... tendremos citas. – dice repentinamente alegre. –Solo necesito una cosa...

Aguardo a que continúe, pero no parece querer terminar sus palabras. Se limita a tomar mi mano y la acerca a su mejilla. Sus ojos se fijan en los míos intensamente, su enfermo amor por mí es tan visible que puedo sentirlo, le creo. Lamentablemente además de ese amor erróneo, también veo la bipolaridad y los serios problemas mentales que tiene.

– ¿Qué necesitas? – digo curiosa y algo desesperada por saber cuál es el impedimento para mi liberación.

–Te diré hoy en nuestro paseo. Vamos, hay que arreglarnos. – dice besando mi mano y jalándome al baño.

– Pero Demian... – quiero protestar, pero el agua de la regadera se abre y el me indica que guarde silencio con seriedad.

Lo veo tocar el agua caliente y después me asegura que está lista. Yo terminó de quitarme todo lo demás y según sus órdenes me introduzco a la bañera. Mientras siento el agua en mi cuerpo miro atentamente como él se despoja de todo su atuendo mirándome fijamente.

Su pecho al desnudo provoca que mire hacia otro lado apenada, me siento tan insegura estando ambos de esta manera. Mi piel se pone de gallina y me dan escalofríos al escuchar el zipper de su pantalón. El agua entonces se alborota al sentir como se introduce conmigo a la bañera y su piel roza con la mía. Toma una esponja y con jabón comienza a frotar su pecho y brazos. Yo trato de imitarlo, pero siempre manteniendo la mirada al agua, evitando el contacto visual.

Siento como se acerca a mi e instintivamente me alejo. Sin tomarle mayor importancia, extiende su mano para tomar mi brazo y pasa la esponja por mi mano hasta mi hombro. Recorre mi cuello masajeando en círculos y vuelve hasta el codo para luego repetir el procedimiento en el otro brazo.

– Voltéate. – pide tomando un shampoo y colocando un poco en su cabeza. –Te enjuagaré el cabello.

– Yo puedo hacerlo. –digo mirando como frota su cabeza, causando espuma con olor a vainilla.

– Lo sé. – susurra mirándome ahora entrecerrando los ojos. – Pero deseo hacerlo yo, cariño. Voltéate.

Resignada a hacer lo que pide y con la incertidumbre de no saber si sólo hará eso al no poder verlo de frente, me giro dándole la espalda y sintiendo como mi pecho se estremece. Un líquido frío se mezcla en mi cabeza después de unos segundos y sus manos rápidamente frotan creando espuma. Sus dedos se enredan en mi cabello con delicadeza y hace masajes relajantes en mi cuero cabelludo.

Sus manos bajan a mis hombros y acaricia con la yema de sus dedos mi espalda. Siento como se acerca hasta que su piel roza con la mía y de un momento a otro su pecho choca conmigo dejándome sentir el latir fuerte y rápido de su corazón. Sostengo la respiración cuando sus labios comienzan a besar mis hombros y suben hasta mi oreja.

– Tu piel es tan suave... – susurra provocativamente mordiendo mi oreja. – No puedo esperar a sentirte por completo.

– Demian... –suspiro cuando sus manos bajan a mi espalda baja y rodean mi cintura por debajo del agua.

Sus manos se escurren por mi abdomen hasta bajar a mi entrepierna y doy un respingo al sentir como me toca. Trato de moverme o protestar, pero su otra mano sostiene mi cuello fuertemente haciendo que mi cabeza descanse sobre su pecho. Intento cerrar mis piernas, pero ha colocado sus pies debajo de los míos para estirarlos a las orillas.

– Shhh déjame ayudarte a relajarte un poco, cielo. – susurra continuando con los movimientos circulares sobre mi vagina. Parece saber lo que hace, jamás nadie me había masturbado. Mi rostro se calienta demasiado rápido y la incomodidad se instala en mi estómago.

– Demian por favor. – ruego por que se detenga, sintiendo el calor apoderarse de mi cuerpo. Su mano hace aún más presión en mi cuello, hasta el punto de que el aire entra con dificultad.

Lágrimas comienzan a agolparse en mis ojos y muerdo mis labios para no soltar ningún gemido. No puedo disfrutar de esto. No quiero que lo haga ni que me toque más. Mi cuerpo me pide luchar y moverme, pero el miedo me paraliza. Pienso más allá del momento, sé que si lo hago enojar puede ocurrir algo malo, después de todo no podría hacer mucho.

– ¿Te gusta, amor? – pregunta en mi cuello mientras deposita besos húmedos en él. Yo niego con la cabeza, pero eso sólo lo hace ser más rápido con sus movimientos. – ¿Qué tal si hago esto?

Mi cabeza está hecha un caos. Todo está muy mal. El miedo y la impotencia abren pasó al enojo que siento por no poder hacer nada más. Miro a mi alrededor en busca de algo con lo que defenderme, pero sé que es inútil. Es más grande y alto que yo y aunque pudiera huir no podría salir de la maldita casa sin sus llaves, las cuales había cambiado de posición desde la última vez que intenté sacarlas de su pantalón.

Me siento asquerosa por sentir lo que estoy sintiendo. Ni con todo el jabón podría quitarme esta sensación de suciedad.

En verdad lo estaba disfrutando y a pesar de que mi cabeza formulaba ideas para poder escapar de aquí, mi cuerpo reaccionaba a sus roces y estímulos. Mis piernas querían cerrarse, pero él no me lo permitía. Cuando las cosquillas se acumularon en mi interior, él sólo se detuvo dejándome jadeante y aturdida.

Se alejó de mí por milésimas de segundos ya que había logrado colocarse frente a frente conmigo de nuevo, mirándome con su sonrisa traviesa y atrapando mis labios, se colocó entre mis piernas. Comencé a desconocerlo pues esto era nuevo en cómo me trataba. Sus manos volvieron a mi vagina y con fervor masajeo hasta que su cuerpo quedó inclinado sobre el mío. Mi cabeza entonces descansó en el borde de la bañera y sin poder hacer nada más, me quedé quieta.

Podía sentir su miembro demasiado erecto chocando en mi entrepierna. Pero él parecía demasiado extasiado besándome a pesar de no ser correspondido. Sin previo aviso uno de sus dedos entró en mí y aquello logró arrebatarme un jadeo de sorpresa. Mis ojos se abrieron al máximo mirando como se deshacía en deseo por mi reacción.

Sus labios bajaron a mi cuello y el movimiento con su dedo comenzó. Ya morder mis labios no me permitía callar los gemidos. Mi cuerpo me había traicionado y estaba demasiado confundida con mis pensamientos como para hacer otra cosa. Estaba en shock.

¡De verdad él estaba violándome!

Algo cambió, pues a los movimientos se sumó un segundo dedo y con ellos comenzó a masturbarme. Sus labios bajaron a la unión de mis pechos y escondió el rostro en ellos mientras seguía con los movimientos profundos y atinados de su mano.

Mi cuerpo temblaba y cerrando los ojos maldije a mi sistema por reaccionar a esto. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. Su mano libre fue a su miembro y comenzó a darle atenciones. Miré en extremo confundida como su rostro se deshacía en gruñidos y muecas de placer cuando yo gemía quedamente. Su miembro estaba demasiado erecto, su mano subía y bajaba por este rápidamente y creí que se estaba haciendo daño hasta que algo comenzó a surgir de mí.

Pequeños calambres en mi vientre parecidos a choques eléctricos y el cosquilleo de antes aumentaron. Arqueaba mi espalda en busca de liberarme de esta emoción que estallaría en mí. Demian se acercó aún más y aumento la velocidad al percatarse de esto. Mis manos fueron directo a su mano y antebrazo pidiendo que me liberara de esto porque ya no podía soportarlo más.

– ¡Demian! – grité cuando por fin llegué al orgasmo y mi cuerpo colapsaba en espasmos involuntarios.

– Si, cielo. Así me gusta. – sonrió dejando que su miembro permaneciera así. Dejó por completo su pene para concentrarse en besarme.

Sus brazos me rodearon y utilizando la fuerza, me sentó sobre él casi en cuclillas. Nuestros cuerpos estaban demasiado unidos. A pesar de no haberme recuperado del todo de aquella sensación, tuve que mirarlo a los ojos mientras me besaba con pasión y gran fervor.

– Esperaré. – susurró sobre mis labios. – Quiero que tú quieras estar conmigo en todos los sentidos. Que me... ames.

Sin poder proferir algún sonido y con la respiración agitada, asentí dándole la razón. No quería que intentara tocarme ahora que acababa de manosearme contra mi voluntad. Deseaba tumbarme en la cama y llorar, dormir y despertar de esta pesadilla.

– Vayamos a cambiarnos. – dice abriendo la regadera para que el agua cayera sobre nuestras cabezas, llevándose la espuma que teníamos sobre nosotros.

...

El auto se estacionó frente a una costa. Más allá de nosotros sólo había arena y una gran extensión de agua. El silencio era pacífico y en demasía intrigante. Por más que deseaba no demostrar tantas emociones, el día de hoy mi ser me traicionaba, pues estaba en extremo contenta de ver el exterior y aquella vista tan preciosa.

Demian salió del auto y siguiéndolo con la mirada me percaté de que abría mi puerta del copiloto. Ayudó a que saliera y cuidando que el viento no levantara mi falda larga sostuve la tela entre mis manos al bajar. Su mano firme sujetó mi muñeca y me hizo alejarme del auto. Colocó la alarma y como si fuésemos dos novios felices y normales, caminó conmigo a su costado hasta tocar la arena.

Miré embobada las luces que había a lo lejos en las carpas. El cielo estrellado y el meneo del agua sonando como una melodía tranquila. Demian se hincó junto a mi para deshacerse de sus zapatos y del mismo modo me quitó las zapatillas.

– Es un lugar muy hermoso. – comento tímidamente mirando que a unos cuantos metros había personas caminando en la arena. Comenzaban a alejarse, pero estaban relativamente cerca y eso me tranquilizó.

Por momentos pensaba que él se molestaría por algo que yo hiciera y terminaría asesinándome en cualquier lugar. Que se desharía de mi cuerpo y sería libre pues era bueno ocultando evidencias. Pero Demian jamás me haría daño, eso lo he descubierto conforme más tiempo paso con él. Ese amor enfermo que tiene conmigo lo ciega muchas veces, pero no ha intentado nada para lastimarme.

A mi mente vuelve la violación, era algo que no quería aceptar. Algo que hasta ahora me he negado a recordar. Pero debo admitir que no me hizo daño, incluso fue cuidadoso. Lo disfruté, aunque no debí haberlo hecho. Me siento culpable por sentir esto, pero mi cuerpo sólo reaccionó.

– Cuando tengas hambre dímelo, preparé una cena para ambos aquí. – dice mirando al horizonte.

– Gracias. – le digo soltándome de él para caminar un poco más al agua.

Mis dedos se hunden en la arena mojada y causa una extraña sensación. Mi vestido se levanta un poco debido al aire y eso me avergüenza de vez en cuando. Demian se ha quedado quieto observándome, no dice o hace nada más que estar ahí frente a mí. Su rostro es sereno y dulce en estos momentos.

Me introduzco al agua y la siento un poco fría por lo que rápidamente me alejo. Juego con mis dedos y la arena, recorriendo la orilla sin alejarme tanto de donde nos encontramos y cuando veo como las personas que antes eran visibles se han ido, comienzo a temer por estar a solas con Demian. Se encuentra sentado ahora en la arena mientras dibuja un corazón y dentro de éste, nuestras iniciales en mayúsculas. Me pide con su mano que me acerque y me hace sentarme junto suyo.

– Hace tiempo que te conozco, aunque tú a mi no. – comienza a hablar mirando el corazón dibujado. – Tuve miedo de como reaccionarias, estaba aterrado de que me odiaras, deseaba mostrarte que puedo ser bueno, pero no merezco que lo aceptes tan fácil. Hice cosas malas, no soy yo mismo cuando sólo estoy pensando en cómo enamorarte. – hace una pausa mirándome a los ojos. – Pero sé que puedes llegar a amarme. Sé que puedes ser muy feliz conmigo porque nadie jamás va a amarte como yo lo hago. Nunca nadie va a hacerte sentir como yo lo hago. Lo juro.

Toma mis manos y las acerca a su pecho sin dejar de mirarme intensamente a los ojos. Tiene un brillo muy familiar cuando se expresa así, su voz se vuelve más ronca y provocativa. Sus ojos gritan por amor y la locura es tan visible ahora que me aterrorizan sus palabras. Se acerca otro poco y nuestras narices casi chocan.

– Prometo amarte hasta el último día de mi vida. Cuidarte de hasta tu propia sombra y hacerte inmensamente feliz. – suspira besándome corto en los labios. – Se mi esposa, Fernanda. Cásate conmigo.

Mis labios se congelan y la confusión me invade largos minutos dónde no me muevo, casi no respiro. Él lo nota y asiente comprendiendo la situación.

– Esta bien, sé que es demasiado pronto. Sólo que quisiera tener una vida contigo. Creer en ti y ser normales. – se queja molesto. – Quiero una esposa que no tenga que esconder bajo llave en casa. Te quiero libre, pero conmigo. Estoy cansado de tener miedo todo el tiempo.

Aquello me remueve la consciencia, ¿debería mentirle? Tal vez sí pudiera convencerlo de que me casaría con él, me dejará libre y podré pedir ayuda. ¿Estaría yendo muy lejos en la mentira y manipulación? Debía tenerlo a mi merced para que hiciera todo lo que le pidiera, pero ¿podría?

– Te daré tu tiempo, no te preocupes. – dice mirando al mar. – Puedo esperar tu respuesta.

– Sí. – respondo mirando su rostro sereno, en este momento quiero confiar en él.

– ¿Sí qué? – pregunta aun mirando al frente, luce desanimado y triste. Su mente parece estar en caos justo ahora, pero lucha por mantenerse tranquilo.

– Me casaré contigo. – aseguro tomando su mano, el temor ahora no me paraliza, puedo decir incluso que me siento confiada de que esto será mi pase para salir de mi cautiverio antes de lo que esperaba.

Demian entonces me mira con ojos muy abiertos y se le dibuja una enorme sonrisa casi al instante en que procesa mis palabras. Saca de su bolsillo una caja color azul oscuro aterciopelada y la abre para mí. Me sorprende la enorme sonrisa que ha aparecido en cuestión de segundos en su rostro.

– ¿Estás segura? No tienes que hacerlo si no quieres...

– Lo haré si me prometes que podré ver a mis padres y tener una vida normal. –le pido y él asiente a todo.

– Está bien. – acepta colocándome el anillo con una piedra muy hermosa.

Al verlo en mi mano me arrepiento de inmediato de mentirle. Se ve demasiado feliz y eso me estruja la moral. Sé que está mal lo que ha hecho, pero me ama. Y yo voy a traicionarlo para volver a casa. Guardando en lo más profundo de mi mente ese pensamiento, me aferro al plan trazado ahora.

– Seré tuyo. – susurra acercándose para besarme. – Sé que serás mía y ambos seremos muy felices.

Sus manos aferran mis brazos y al acercarse se queda a escasos centímetros de mí.

– Pero si me estás engañando... – comienza seriamente, ocasionando que sus ojos oscuros se vuelvan fríos y vacíos. – Te mataré y después iré detrás de ti. Estaremos siempre juntos.

Su aliento choca con mi rostro y me pongo demasiado nerviosa. Me heló la sangre la manera en la que me mira. Necesito convencerle de que no voy a traicionarlo. Aunque sea mentira... debo fingir amarlo.

Así que sin más opción que ceder, termino con la distancia y le beso. Sus labios me corresponden y busca con exigencia que continúe. Sus manos aferran mi cintura y yo enredo mis dedos en su cabello. La desesperación me recorre, quiero hacer todo lo contrario a lo que hago ahora, pero necesito que me crea, necesito ganarme su confianza.

– Seré una buena esposa. – digo separándome un poco. – Te haré feliz.

Aquello lo hace sonreír anchamente. Suspira alegre y me abraza durante un buen rato de forma protectora. Mirando el mar y sintiendo la brisa fresca pasamos las horas de la noche hablando y comiendo lo que preparó para ambos. Miro mi mano y en ella el anillo reluce. Es muy precioso, pero me hace sentir mal no poder corresponderle, tener que usarlo para ser libre.

No puedo amarte, Demian. No así.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro