Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Amistad

Abrí mis ojos ante el ruido de las llaves como siempre por la mañana y miro como Demian entra por la puerta con una charola de madera. Trae preparado un desayuno y al acercarse a mí me llena del olor de la comida. Sin cerrar siquiera la puerta de la habitación acolchonada, se sienta conmigo para depositar la comida en la mesa frente al sofá y me contempla con aquella cara de ternura.

– Feliz aniversario amor. – susurra depositando un beso en mi frente mientras yo me siento y restriego mis ojos.

– ¿Aniversario? – repito, confundida y mirando los huevos revueltos, tocino y hotcakes con miel. Ese era mi desayuno favorito. Incluso había agregado la barra de chocolate a la comida.

– Ya tienes tres meses en casa. – dice alegre. – Te dije que te adaptarías muy bien. Has sido muy buena estás últimas semanas. Desde que te pedí que fueras mi esposa, has sido aún más buena.

Aquello me recuerda la realidad en la que me encuentro. Tres meses en cautiverio concentrándome en no hacerlo enojar para seguir sobreviviendo. Ya hasta las heridas que tenía en el hombro cicatrizaron totalmente. Trato de sonreírle y él asiente comprendiendo que en mi mente hay muchas emociones justo ahora.

Señala la charola con la mano y me invita a probar de la comida. Tomando un tenedor como un poco de cada cosa quedando sorprendida porque saben igual a los de mi abuela.

– Gracias, Demian. – digo sinceramente. – Me recuerdan a los de mi abuela.

– Lo sé, sé que te gustan más las cosas hogareñas. Por eso aprendí a cocinar para ti. – dice sentándose junto a mí. – Lo que tú me pidas lo haré para ti.

– Tal vez... yo podría cocinarte ahora a ti. – digo mirando su rostro en busca de una aprobación.

Sé que la última vez traicioné su confianza y cometí el error de hablar, ocasionando que un inocente muriera. Es por ello por lo que cuando veo la duda en su rostro asiento comprendiendo su posición. Yo tampoco confiaría en mí, sobre todo sabiendo que lo traicionaré en cuanto tenga la oportunidad para escapar de aquí.

– Está bien, tal vez después. – digo comiendo y observando como él no hace nada más que verme ingerir los alimentos sola. – ¿Ya desayunaste?

– No, puedo desayunar más tarde cuando termines. – dice acariciando mi cabello. – Últimamente he tenido dolor de estómago.

– ¿Pasa algo? – pregunto dejando a un lado la charola. – ¿Necesitas ir al médico?

– Estoy bien. – sonríe evidentemente complacido por mi interés. – Pero gracias por preocuparte.

– Aun así, creo que deberías comer algo. – me encojo de hombros mirándole.

Sus pupilas se dilatan y veo como examina mi rostro. Se acerca un poco más a mí y entrecierra los ojos cuando una enorme sonrisa de niño alegre se dibuja en sus labios color rosados. Trago la comida en seco cuando avanza aún más y acaricia con sus dedos la palma de mi mano.

– ¿Acaso te estás preocupando por mí? –dice curioso en modo burlista.

– Eso creo. – digo sintiendo la vergüenza subir hasta mis orejas. Siento que el calor aumenta cuando él suelta una pequeña risilla suave y melodiosa.

No me provoca miedo, al contrario. Es tan dulce y tierna que me contagia la sonrisa y aquello me extraña. Él me envuelve en un abrazo amoroso y besa mi frente en repetidas ocasiones mostrándose feliz. Aquello me hace sentir culpable por no poder corresponderle, después de todo era un buen chico, tal vez algo enfermo de la cabeza, pero lindo.

– Me encantas. – dice dejándome libre para comer.

Cuando continúo me percató de que suena su estómago en un rugido feroz en busca de alimento. Le miro enarcando una ceja y él, apenado sólo se limita a restarle importancia. Tomo con el tenedor un poco de comida y levantó el cubierto hacia su boca, aquello saca un brillo en sus ojos que no había visto hasta ahora.

Se acerca y sus labios envuelven el tenedor para después separarse y masticar. Se ve en extremo contento y aquello me revuelve la consciencia con incomodidad. Desayunamos juntos pues era mucha comida para mi sola, al haber sólo un tenedor le comparto de vez en cuando y él mientras tanto me platica un poco de su vida. Como siempre, busca que lo conozca sólo un poco para entender varias cosas de él.

Una de ellas es que le teme a las alturas porque a los ocho años su padre lo empujo de un tobogán enorme hacia una piscina. Además, odia los payasos porque en las fiestas infantiles a las que iba estos no eran graciosos sino más bien macabros. Yo por mi parte escucho atentamente e incluso me olvido a ratos de la situación permitiéndome hablar con él de cosas que ni siquiera a mis amigas conté.

– Debió ser difícil perder a tu abuelo. –digo después de un rato en el que nos encontramos recostados sobre el sofá. – Yo nunca conocí al mío.

– Lo peor fue escuchar a toda la familia discutir por la herencia. – resopla molesto. – Nunca ha sido importante para mí el dinero, prefiero la familia. El amor de pareja...

– Sí, también lo considero más importante. – asiento comprendiendo.

– Por cierto... – comienza acariciando mi mano donde sigue reluciendo el anillo de compromiso que me regaló. – Ahora que nos vamos a casar, que queremos formar una familia... ¿quisieras vivir afuera?

– ¿Puedo ser libre? – pregunto rápidamente esperanzada. Me siento bruscamente, ocasionando que su cabeza se resbale de mis hombros hasta mis piernas y él sólo eleve la mirada, curioso por mi reacción.

– Dentro de casa, solamente. – advierte de inmediato. – Pero con más libertad que aquí. Podrías ir al baño tu sola y remodelar la casa si gustas.

Sabiendo que era demasiado para ser verdad le indicó que sí con la cabeza y bajo la mirada decepcionada por no tener la libertad que deseo. Pero comprendo que esto es un gran avance para mí, que dentro de un poco más de tiempo podré incluso salir del hogar y demostrarle que soy capaz de lograrlo.

Acaricia mi barbilla lentamente y se levanta para plantarme un beso en los labios. Se separa un poco y mira directamente a mi boca.

– Estando libre por la casa podemos hacer cosas de esposos. – dice pícaramente. – Cocinar, dormir juntos, hacer el amor cada noche...

– Quisiera esperar al matrimonio. – le recuerdo, fingiendo que lo espero con ansias.

– Está bien amor. – dice finalmente sonriendo. – Pero ya no dormirás aquí, sino en nuestra habitación.

Aquello a pesar de no convencerme del todo, acepto lo que viene, esperando que respete mi decisión sin propasarse conmigo. Su mano baja por mi mano y acaricia mis dedos mientras intento fingir que no me dan escalofríos de solo imaginar dormir con él en la misma cama.

...

Al llegar la noche Demian retira la basura acumulada durante el día como siempre y cuando comienzo a acomodarme para dormir en el sofá lo veo permanecer en la puerta, cruzando los brazos. Me mira tiernamente como si fuese un bebé indefenso, escaneado mi cuerpo y mordiéndose un dedo mientras sonríe anchamente. Entonces, sin aún meterme a las sábanas él me pide que me acerqué extendiendo una de sus manos hacia mí. Con temor doy un par de pasos hacia él y extiendo lo más que puedo el brazo para que las yemas de mis dedos choquen con las suyas.

Da un jalón leve para acercarme más a él y cuando mis manos chocan con su pecho, baja la mirada lo suficiente como para que sus labios se acerquen a los míos. Acaricia con sus manos mi cintura y me carga por los muslos enredando mis piernas a su cintura. La impresión me hace aferrarme a él ante el miedo de caer, por lo que mis manos se sujetan de sus brazos y hombros.

Me planta un casto beso en los labios, recargándome contra la pared para aprisionarme y baja hasta mi cuello, lamiendo con la punta de su lengua. Al inicio me toma desprevenida, intentando no molestarlo no me muevo e incluso cierro los ojos tratando de no pensar demasiado en lo que hace. El miedo comienza a consumirme y el pánico incrementa cuando mete una de sus manos por debajo de mi blusa, sus dedos fríos se escurren por mi piel y esta se eriza.

– No, Demian. – pido que pare sujetando su rostro obligándole a mirarme. – Por favor.

Sorprendido por verme sujetarlo de aquella manera y con la respiración acelerada debido a la excitación, se detiene y veo la preocupación cruzar su mirada pues me examina entendiendo que no me encuentro cómoda con esto. Me baja para tocar el suelo sin separarse de mí. Toma mi mano y la besa con arrepentimiento genuino.

– Lo siento, Fernanda. Es sólo que... – comienza y calla preocupado. – Te amo, perdóname. Sólo que... te deseo demasiado, no tienes idea de cuánto.

– No estoy lista. – digo bajando la mirada avergonzada por tener que hablar sobre esto, sabiendo que nunca lo estaré en esta situación.

– Lo sé, lo siento cielo. – retrocede un paso y acaricia con uno de sus dedos los labios que se encuentran demasiado rojos e hinchados por los besos de hace un momento. – Solo vayamos a dormir, prometo no tocarte está noche.

"Esta noche"

Pensar en que existe la posibilidad de que intente tocarme de otra manera me eriza la piel y me preocupa en extremo mi seguridad. En mi cabeza comienzo a imaginar mil maneras de salir de este tipo de momentos, reconociendo que, si él de verdad quisiera hacerme algo, no podría evitarlo.

Después de decir esto, comienza a caminar hacia la puerta y me indica que camine por delante suyo. Lo hago obedeciendo sus órdenes sin decir nada, intento no alterarlo, por lo que ya no he pedido que me deje ir. Sé que eso lo enoja, así como el contradecirlo. Ganándome su confianza sé que lograré escapar, por lo que debo recordarme mentalmente que debo hacer absolutamente todo al pie de la letra.

Al llegar a la habitación, el gato blanco se cruza entre mis pies y Demian lo toma en brazos como bebé, haciéndole mimos. Sobre la cama hay un pijama de short y camisa para dormir, al parecer se tomó el tiempo de preparar esto. Miro la ropa y después al chico que me indica que me lo ponga. Por lo que la tomo y pienso en caminar hasta el baño para vestirme, pero él me lo impide.

– Shshshhh. – se sienta en la esquina de la cama soltando al gato que sale de la habitación por el pasillo.

Demian comienza a desabrochar su pantalón y mientras, sin despegar su mirada de mí, con el dedo índice pide que me acerque.

– Desvístete aquí. – pide seriamente quitando su cinturón.

– Pero Demian... – comienzo, susurrando asustada por lo que me pide, pero él se levanta hasta mí y tapa mi boca con su mano.

– No haré nada amor, sólo quiero ver tu hermoso cuerpo frente a mí. – dice sonriéndome tranquilizadoramente. – Prometo que no te tomaré. Ahora, quítatelo.

Sintiéndome en extremo avergonzada y confundida medito mis opciones. Si no lo hago por mi propia cuenta sería capaz de tocarme para quitarmela él mismo. Sintiendo tanto miedo, me muevo a como mi cuerpo reacciona, comienzo a desabrochar los botones de mi camisa. Después, deslizo el short por mis piernas y lo dejo a un lado de mis pies. Estando en ropa interior intento tomar el pijama para vestirme lo más rápido que pueda, pero su mano me detiene.

Me mira directo a los ojos cuando una enorme sonrisa de niño travieso se dibuja en sus labios. Me acerca a él, estando sentado en la esquina de la cama. Sus manos acarician mis piernas, marcando caminitos por mi piel con sus dedos y suben hasta mi cintura. Disfruta el momento y me recorre por completo con sus ojos brillantes y expectantes.

– No dormirás con sostén ¿o sí?

Me quedo en silencio asimilando lo que dice, sabiendo que lo que viene será vergonzoso y en extremo incómodo. Me mira directo a los ojos exigiendo una respuesta, por lo que niego con la cabeza y él sube sus manos al broche del sostén para con un movimiento deshacerse del seguro en mi espalda. Le ayudo a quitármelo, para colocarme rápidamente la camisa y me libera de su agarre cuando se acomoda en la cama.

Mi instinto me grita peligro, todo mi sistema está en alerta. Sé que no puedo confiar en él por más que su rostro se vea tierno e inocente, trato de convencerme de verlo como realmente es: un asesino. Me siento en la esquina del colchón y tomando valor para estar tan cerca de él, me escurro entre las sábanas y mi rostro se esconde en la almohada.

De repente siento su mano acariciar mi espalda y de un momento a otro ya está pegado a mí. Siento su pecho contra mi piel, su corazón latiendo fuerte y claro. Su respiración detrás de mi oreja me da escalofríos.

– Sé que podrás amarme. – dice en apenas un susurro. – Entenderás cuanto yo te amo y seremos muy felices, cariño.

– Si, Demian. – digo siendo obediente. Tratando de mantenerlo feliz para que no haga nada más.

Pero en apenas un segundo se levanta y su rostro se acerca al mío. Luce un tanto preocupado y mirándome fijamente a los ojos se acerca a mis labios con desesperación. Al parecer dije algo que lo frustra hasta el punto de no soportarlo y tener que decirlo.

– ¿Podrías intentar llamarme con apodos de pareja? – pregunta, cauteloso. – Suena muy seco que solo digas mi nombre.

No contesto. No sé qué decir. Ni siquiera sé si soy capaz de hacerlo, no cuando me aterra su presencia. Lo considero unos segundos que parecen eternos, después de todo son palabras vacías. No tienen por qué significar nada para mí, solo seria para mantenerlo tranquilo.

– Esta bien. Descansa, cielo. – dice algo triste. Su voz suena apagada y algo malhumorada.

Mi mente viaja a gran velocidad asimilando todo lo que sucede. Lo que ha dicho y lo que mi supervivencia me dice que haga. Necesito mantenerlo bajo mis encantos, necesito que crea que todo marcha bien para que no sospeche de mí.

– Buenas noches, cariño. – digo mirándolo de reojo.

Él entonces me mira también y con una sonrisa de niño pequeño, me besa corto en los labios para después abrazarme de forma protectora. Luce tan indefenso y tierno en estos momentos, que no me incomoda tanto su cercanía. Hasta cierto punto comprendo su falta de amor debido a todo lo que me ha contado. Al observarlo dormir, soy consiente de lo realmente hermoso que se ve, de la bonita cara que tiene este chico. Es muy común pero a la vez tan peculiar. Sus cabellos oscuros caen sobre mi hombro y se remueve cada tanto, suspirando en mi cuello.

Dejo que me abrace hasta que siento como su respiración se regula y se acompaña del sonido de mi corazón tratando de calmarse. No puedo dormir. No puedo pensar en nada que no sea el salir de aquí rápido antes de que termine cayendo en su juego enfermizo.

Miro su rostro angelical preguntándome ¿cómo un hombre aparentemente tan bueno, puede ser en realidad un enfermo asesino? Demian era bueno conmigo siempre, sólo que al enojarse perdía la cabeza. Él estaba enfermo. No sabía si podía culparlo por esto. Tal vez no era tan malo...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro