Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Amigos cercanos

Observo detenidamente como Demian me deja en medio de la sala para abrir la puerta. El terror me invade al ver a la otra persona detrás de la reja que justo ahora mi secuestrador abre.

Puedo ver a un chico de tez bronceada y cabello castaño claro saludando a Demian con un pequeño abrazo y ambos se saludan sonriéndose como si hubiese pasado tiempo sin verse. Demian le invita a pasar y se hace a un lado dejando que aquel extraño se adentre más en la sala. Una vez cerrada la puerta éste se gira a mirarnos, recorre con su vista el lugar y se detiene en mí. No puedo describir el retumbar del latir en mi pecho, siento que me pitan los oídos y mi garganta se cierra.

– Tu debes ser Fernanda. – dice él chico con una sonrisa amigable. Sus ojos color caramelo se fijan en mi semblante tan tembloroso. Parece darse cuenta de mi incomodidad porque eleva una ceja curioso, lo cual empeora mis nervios.

No digo nada por el nudo en mi garganta y no es hasta que Demian vuelve a mi lado que puedo respirar. Me aferró a su brazo y me oculto levemente detrás de él buscando romper con la conexión visual que ese chico trata de entablar. Me niego a siquiera permitir que se me acerque.

– Si, ella es mi esposa. Fernanda, amor, él es Leo. – susurra el chico de profundos ojos mirándome con ternura.

No puedo dejar de observar el cómo Demian se siente cómodo en este momento, no le veo tan tenso como con Molly. Parece incluso más relajado que siempre, pasa una de sus manos por mi cintura y me pega a su costado mientras sigue entablando una conversación con ese chico extraño.

– No puedo creer que lo olvidaras. – se quejó el tal Leo. – Después de tanto insistir en presentarme a tu chica. – dice esto mirándome intensamente. Parece buscar mi mirada, pero le niego esto al esconderme bajo la cortina que he hecho con mi cabello estando agachada.

– Lo siento, hemos estado ocupados. – sonríe Demian tomándome del brazo con cuidado para hacerme caminar un poco hacia atrás. – Vamos al comedor, pediré algo de comer.

– Yo traje el famoso pay de Lisa, ya sabes. Esa mocosa resultó tan talentosa como mamá. – se encoge el chico de hombros y me sonríe.

– Lisa es la hermana de Leo. – me explica Demian y le miro a los ojos desesperada. Trato de pedirle que me deje ir a la habitación, pero él niega levemente con una sonrisa. – Descuida amor, él es mi mejor amigo. Le confiaría mi vida y la tuya también.

Esto último lo susurra dando un pequeño apretón en su agarre sobre mi brazo y busca consolarme. Su mano en mi cintura me guía al comedor, me ayuda a que me siente, moviendo la silla con cuidado y al dejarme, deposita un beso en mi frente.

– ¿Qué quieren cenar? – pregunta Demian mirándonos. – Fer y yo cenábamos comida italiana... ¿tú quieres?

El chico bronceado lo meditó unos segundos y asintió mientras miraba a Demian. Ambos rieron un poco y fue este último quién se alejó hasta llegar a la puerta de la cocina y mirarme desde ahí.

– No tardaré amor, iré por las charolas. Estoy seguro de que con eso podemos tener una buena cena los tres. – sonrió anchamente mi secuestrador alejándose poco a poco. – Ahora vuelvo.

Cuando no le veo más, mi rigidez y ansiedad vuelven con intensidad. Respiro muy lentamente con la intención de no hacer ruido, pero los temblores en mí ocasionan que mi respiración agitada sea lo único que suena en la habitación a la vez que Leo golpea con sus dedos la mesa.

– Y... que loco el día ¿no? – dice el chico tratando de sacar conversación. – Hoy tuve un día horrible, trabajo junto con Demian en la compañía. Creo que él irá aumentando y yo... bueno yo me encargo de otro departamento.

Sus palabras son ignoradas en mi cabeza buscando una excusa suficientemente buena para tener que evitar esto e irme. Quisiera que Demian le diga que se vaya y poder estar tranquila en mi pequeño cuarto acolchonado. Deseaba más que nunca en esta semana no haber salido de ese lugar.

Sabía que cualquier contacto con alguien le pondría en peligro, sabía que Demian era capaz de hacerles daño y yo no deseaba ser la causante de eso nunca más.

Mis manos se aferraron a mis piernas intentando calmarme. El chico seguía hablando, pero yo miraba siempre hacia abajo, fijando mi vista en la madera de la mesa frente a mí.

– Demian habla mucho sobre ti. Hace meses que no se callaba. – ríe Leo acariciando la mesa. – Es tranquilizador por fin saber que no está solo. Me preocupaba mucho su soledad. Creí que se estaba volviendo loco.

Esto ocasiona una risa proveniente del chico, se detiene y me mira fijamente. Parece estudiar mis movimientos y eso sólo me pone más incómoda. Su sonrisa sigue ahí, mirándome con la cabeza ladeada. Al parecer lo que dijo anteriormente le causa mucha gracia todavía.

– Oye, Fernanda. – me llama y yo no levanto mi vista en lo más mínimo. No quiero mirarle. –¿Estás bien?

Al no responderle le veo escudriñar más en mi rostro, como si pretendiera saber la respuesta a través de mi comportamiento. Me remuevo incomoda, a punto de salir disparada al cuarto del sótano donde no pueda hablar con él y soltarme a llorar del miedo.

– ¿Sucede algo?

No puedo verlo, pero siento sus ojos en mí, escucho a lo lejos los pasos de Demian y me pongo más tensa todavía al imaginar que Leo sospeche algo que ocasione un desastre.

– ¿Tardé mucho? – pregunta Demian sonriéndonos. – ¿De qué hablan?

– Sólo le comentaba que estamos en la misma compañía. – le resta importancia Leo. – No quiero que tu chica piense que soy una mala influencia para ti. Después de todo somos mejores amigos.

– Claro. Ella lo sabe. – dice Demian trayendo los platos. –¿Me ayudas amor?

Me pongo de pie y me acerco a mi captor quien me va entregando los cubiertos. Nos dirigimos a la cocina y me muestra tres vasos los cuales tomo con cuidado y camino hasta la mesa.

– Te ayudo. – se ofrece Leo poniéndose de pie para tomar los vasos de mi mano.

Con cuidado y rapidez me ayuda a colocar los vasos en la mesa y me mira acomodar los cubiertos frente al plato que ahora pone Demian llegando de repente. Los tres nos sentamos mientras ellos entablan una conversación sobre su trabajo, quejándose de un tipo que no les ha dejado en paz desde que los ascendieron.

Pasan las horas en una comida que yo ya he finalizado y espero en silencio a que ese chico se retire. Una vez que estamos en silencio veo como Demian bosteza colocando su brazo por detrás de mi silla y acaricia mi hombro derecho. Juega un poco con mi cabello mientras sigue conversando, acaricia y recorre la parte alta de mi espalda.

– Creo que ya es tarde. – dice Leo mirando su teléfono. – Fue un placer está cena, además me gustó conocer por fin a esa chica de tus sueños. Creí que Demian mentía, pero tenía razón, eres como un ángel.

¿Ángel? Eso me parece demasiado exagerado, pero tratándose de Demian era fácil saber que era cierto que se expresaba así de mi con otros. Suspiro mirando como Demian se acerca a mí y deposita un beso en mis labios los cuales no le corresponden, pero tampoco dura tanto como para permitirme hacerlo.

Leo se pone de pie y mira a Demian mientras sacude su ropa de las migajas del pay que acaba de comer. Demian hace lo mismo y yo me pongo de pie mirando siempre hacia abajo y evitando cualquier contacto visual con el chico.

Comienzo a tomar los platos y me dirijo a la cocina, dejó todo en el lavaplatos para dejarles despedirse y yo evitar verlo una vez más, pero este plan se viene abajo cuando le veo entrar con los vasos y dejarlos a mi lado en el fregadero.

– Oye... No se si no te he agradado, pero, me alegro por ustedes. Quisiera que pudiéramos llevarnos bien, después de todo no voy a quitártelo. Él es tuyo ¿okey? ¿qué dices? ¿amigos?

Guardo silencio mirándole ansiosa a los ojos, suplicando por reaccionar y decir algo. Sé que no entiende el porqué de mi silencio, pero no puedo permitirme hablar de más. El miedo está consumiéndome y siento que en cualquier segundo Demian va a entrar a la cocina y va a matarle si es que sabe algo que pueda afectar sus planes conmigo.

Asiento bajando la mirada en cuanto veo como Demian se acerca a nosotros con lo que quedó de pay y lo guarda en el refrigerador. Luce feliz, un sentimiento que sólo demostraba estando conmigo y eso me hace saber que en verdad confía en este chico. A ratos pude sentir que todo esto era algo normal y sólo éramos tres chicos comiendo comida italiana y conversando, pero al volver a la realidad es mucho más difícil de procesar.

Caminamos hasta la sala y al escuchar a Demian abrir la puerta veo a Leo una última vez. Sé que de haberle dicho la verdad o intentado hacerlo, no estaría saliendo vivo de esta casa. Lo veía como una salvación para mi cautiverio, pero no sería tan egoísta para ponerlo en peligro cuando él no sabía nada de lo que yo vivía en esta casa.

Observo como se acerca a mí y rosa su mejilla con la mía a modo de despedida. Su sonrisa parece sincera y está un poco confundido ante mi silencio. Sé que debe parecerle raro que no haya hablado en toda la cena, pero prefiero parecer una loca a que Demian le haga daño a alguien más.

Justo cuando pega su mejilla con la mía y da un pequeño abrazo amistoso, sus labios se acercan a mi oído y susurra algo que me hiela la sangre.

Yo sé lo que te hizo... – susurra apenas perceptible para mí.

Me petrifico totalmente y le miro aterrada pensando en que él también pueda hacerme daño. Ahora entiendo por qué no le sorprendió tanto que no hablará o que hiciera comentarios al respecto. Comprendo entonces porque Demian estaba tan feliz y tranquilo con su presencia.

Él lo sabía. Sabía que me tenía en contra de mi voluntad aquí, ¿desde cuándo lo sabía? ¿me ayudaría? ¿sería igual que Demian? Estaba confundida y aturdida por sus palabras. ¿Era una señal de ayuda o una de sentencia?

Cuando Leo salió de la casa y Demian puso llave de nuevo para cerrar la puerta se acercó a mí y me envolvió con sus brazos de manera amistosa, como si quisiera enterrar su cabeza entre mi cuello. Acariciaba mi cabello mientras depositaba besos en mi frente.

– Que bonito día, ¿No crees? – dice alejándose sólo un poco para mirarme a la cara. – Me alegra que pudieran llevarse bien. Es un buen amigo.

– ¿Él sabe lo que pasó? – pregunto después de un rato.

– Él sabía de mis planes desde antes de que fuera por ti. – asiente recordando alguna cosa en específico. – Pero no sabe lo que tuve que hacer por tu pequeño desastre mi amor.

La mención del asesinato de Molly me revuelve el estómago y me hace sentir terriblemente culpable. Entiendo entonces que ese tipo debe ser igual de enfermo mental que Demian y que al no haberle dicho a las autoridades los planes de su amigo de raptar una mujer, él estaba de acuerdo.

Aquello me aterró aún más. Estuve sentada en una cena con dos hombres criminales enfermos. Era demasiado peligro para mí y me ponía aún más ansiosa que antes. Debía salir de aquí si es que no quería morir.

Antes de regresar a la habitación acolchonada le pedí ir al baño, a lo que accedió rápidamente acompañándome a ésta sin mencionar nada más.

– ¿Te gustaría ir de paseo conmigo? – pregunta cuando salgo del baño y le miro sentado en la cama.

– ¿Paseo? ¿A dónde? – cuestiono rápidamente sintiendo la esperanza de que saldré y así puedo pedir ayuda.

– Hay una playa a unas horas de aquí. Podemos ir en el auto, caminaremos por la arena un rato. – sonríe acercándose a mi rostro. – Nos tomaremos un par de fotos... solos tú y yo mi amor.

Sus labios se acercan a los míos, pero desvió la mirada impidiéndole que me bese. Aquello parece enfurecerlo. Suspira molesto y tomándome con más fuerza de la necesaria por el brazo, me encamina a la habitación acolchonada. Una vez ahí me arroja al sofá y cerrando detrás de él comienza a caminar de un lado a otro desesperado. Comienza a exaltarse, balbucea cosas incoherentes y yo preocupada le miro atenta esperando a que explote.

– Lo siento... – me disculpo preocupada y nerviosa. No sé qué decir para tomar el control de la situación. – Demian esto es muy difícil para mí.

– Lo sé. – dice molesto. –¿Pero no puedes ver cuánto te amo? Hago todo por ti. Trato de tenerte feliz, Fernanda.

– Es que esto no ésta bien... – comienzo lloriqueando sin poder detenerme, desesperada. – Quiero ir a casa. Quiero ver a mis padres. Quiero mi vida de vuelta.

– ¡Esta es tu nueva vida y es mejor! – grita furioso jalando su cabello desesperadamente. – Me estoy volviendo loco tratando de que me quieras, aunque sea un poco, hago todo lo que puedo para que me ames. ¿Qué te falta? Demostré que puedo hasta matar por ti. – dice esto último dando un paso a mí. – Y ni siquiera puedo merecer un beso por todos los detalles que tengo contigo.

– Yo no te amo... – digo furiosa. – De esta manera no puedo.

– Aprenderás. – dice con una sonrisa maniática. Sus ojos se fijan en los míos y con una sonrisa tan fría y forzada se acerca a mi sin darme tiempo de moverme.

Sus manos me envuelven contra su cuerpo en un abrazo y acaricia mi cabello mientras tararea una canción que no reconozco, pero estoy casi segura de que ya me ha cantado. Dejo de luchar contra su agarre al rendirme y él me aprieta más aún para besarme. Mis labios parecen de piedra y los suyos tan suaves se mueven sobre los míos, con movimientos frustrados a falta de mi correspondencia.

Una de sus manos se aferra mi nuca para profundizar el beso y la otra sube desde mi cintura hasta mi cuello. Comienzo por atemorizarme cuando su mano hace presión y comienza a faltarme el aire. Entonces abro la boca en busca de oxígeno, pero su lengua se adentra en mí, invadiéndola.

Sorprendida le miro, pero él mantiene sus ojos cerrados tan tranquilos cómo si esto fuera normal. El beso lo vuelve brusco y necesitado, sus manos me acarician la espalda y se tumba conmigo en el sofá. Trato de no responderle y sintiéndome mal por no poder hacer nada, comienzo a llorar.

Lágrimas se escurren en mis mejillas y él las nota. Abandona mi boca permitiéndome oxígeno y deposita pequeños besos suaves en mis mejillas absorbiendo las lágrimas saladas. Sonríe satisfecho por mi cooperación al besarme y se retira de encima mío para mirarme con tanta ternura a los ojos.

Sus ojos parecen derretirse de amor cuando me mira de esa manera. Sus labios están rojizos por lo anterior y aun así, luce tan bien y sereno que me provoca escalofríos. Tengo miedo de que intente algo más conmigo.

– Hace tiempo leí que querías reservarte al matrimonio. – dice dando besos en mi cuello. – Así que te concederé ese deseo. Vamos a casarnos pronto de verdad.

No dije nada. Incluso mi reacción debió ser de confusión o miedo. Si él me obligaba a eso, podría pasar algo muy malo y ahora nadie podría ayudarme. Después de conocer todo lo que ha hecho por su obsesión conmigo, me preocupa pensar que tiene planeada alguna manera de casarnos legalmente.

– Sé que aprenderás a amarme. Lo sé mi amor, porque te amo tanto que puedo esperar. – susurra sobre mis labios. – Sé que entenderás que todo fue por tu bien. Y cuando eso pase, podrás ser libre conmigo.

– ¿Dices que, si acepto estar contigo por las buenas, puedo ser libre?

– Cuando confíe en ti y tú me ames, podrás salir y venir a casa cómo tu desees. – asiente feliz. – Así que coopera mi amor, a mí también me gustaría decirles a mis suegros que vamos a casarnos.

Lo medito un momento y asiento mirándole. Quiero que tenga la seguridad que haré lo que pide y así no sospeche mis verdaderas intenciones. Sonríe satisfecho, ocasionando que sus ojos se achiquen ante su gran sonrisa y deja un beso en mi frente antes de irse.

Cuando cierra la puerta deseándome buenas noches, me planteo seriamente una estrategia: ganarme su confianza y hacer que me deje ir, una vez fuera podré pedir ayuda.

Entonces mirando el foco que ilumina la habitación, sonrió con la esperanza de que esto funcione y no se dé cuenta de que lo utilizaré para escapar. Deseo por única vez en mi vida poder soportar el miedo y pánico que me provoca su presencia. Solo necesito hacerle creer que lo comienzo a querer, seré buena y paciente con él.

Dios de ampare de mí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro