07
~*~
JungKook
— Déjeme a mí entrar primero, quiero comprobar que sea seguro y no salga lastimada. — asiente en respuesta y me río cuando la veo girarse.— no se preocupe, no me voy a desnudar, Alteza. — digo para calmarla, pero ella no se gira y niega.— Bien, entonces lo haré. — la veo removerse en su puesto y sonrío aún más. ¿Qué me pasa? ¡Es una princesa!
Luego de debatir conmigo mismo decido entonces que si se va a quedar así no tendré problemas con que me quite el uniforme. Así lo hago, y al entrar al agua me siento completamente libre de preocupaciones y miedos. Suspiro suavemente mientras cierro mis ojos, y me siento mucho mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo. Entonces la voz de ella suena asombrada a mis espaldas.
— Tu cabello. — frunzo el ceño, abro mis ojos y parpadeo varias veces volviendo a escucharla.— Esos tatuajes... — murmura aún más sorprendida y entonces me giro con extrañeza. Ella me ve y abre sus ojos como las tazas de la abuela Yong.— tus ojos...
Se ve maravillada, sus ojos verdes brillan con emoción y sorpresa, pero sigo sin entender. Entonces me acerco a la orilla y ella se pone de cuclillas para estar a la misma altura; aunque ella está un poco más arriba que yo.
— Con todo respeto, Alteza. ¿De qué habla? — pregunto confundido. Ella, con la boca abierta y sus ojos redondos y verdes levanta su mano queriendo tocar mi rostro, pero la cierra en puño al arrepentirse sin dejar de mirarme, ladea su cabeza y resopla.
— ¿No sientes algo diferente en tí? — pregunta con curiosidad y yo niego lentamente sin dejar de ver sus ojos al igual que ella los míos.
— No, pero... Mi abuelo me contó que este lugar tenía el poder de limpiar las purezas, que antiguamente una civilización que aquí habitaba la usaba para sanar heridas y eliminar sus frustraciones... Eran considerados la colonia medicinal, aquí se daba todo tipo de medicinas y brindaban ayuda a los que lo necesitaban... Alteza. — digo al recordar que estaba comenzando a hablar informalmente.
— Comprendo. — asiente.— pero sigo sin entender... — levanta su mano esta vez sin detenerse y posa su palma en mi mejilla, haciéndome sentir una calidez incomparable que me hace cerrar los ojos y volverlos a abrir para mirarla fijamente estando tan cerca de su rostro.— Tu cabello se puso blanco, tus ojos cambiaron a un azul intenso y... En tu espalda hay unos tatuajes pequeños, todos en una columna, en tú columna. — Susurra sorprendida. Yo la miro confundido, muy extrañado. Yo soy un niño raro, pero... ¿Tanto así? Hasta yo me asombro de un aspecto como el que ella describe.
No espero mucho tiempo y salgo del agua inmediatamente, asustado de lo que esas aguas pueden hacer. Tomo mi ropa del suelo y ella me detiene tomando mi brazo, sin dejar de verme los ojos, y por su rostro sé que no he cambiado de aspecto; dejándome aún más atemorizado.
— ¿Te puedes girar? — me pregunta suavemente y mi respiración se vuelve errática. Menos mal y me metí al agua con calzones, y aun así le estoy faltando el respeto a una sangre real. Entonces le hago caso, me giro y ella con su índice da punzadas en mi columna.— Es la luna... — susurra aún con sorpresa.— Sí... Luna llena. — apunta la parte alta de mi columna.— Luna menguante. — apunta debajo de la primera, dejando un hueso de por medio.— media luna, y luna nueva. — apunta las dos últimas y me hace sentir un escalofrío en toda la espalda.— esto es impresionante JungKook. — murmura cuando me giro nuevamente a ella. Levanta las dos manos y las coloca sin miedo en mis mejillas.— Eres hermoso... — susurra mirando mis ojos sin quitar la expresión que ha tenido desde hace rato.
— Alteza, creo que deberíamos mejor irnos de aquí. — tomo sus muñecas y aparto sus manos de mi rostro con suavidad.— mire lo que me hizo, no sabemos que puede pasar con usted. — le susurro en respuesta. Ella me mira seriamente luego de parpadear.— si esto es cierto, entonces lo demás que me contó mi abuelo también lo es. — así sin ropa tomo el bolso al liberar una mano del agarre, la tiro a ella de una muñeca para que me siga, y juntos caminamos hasta la cascada.— según mi abuelo, la cascada esconde detrás una amplia cueva donde hay una piscina de aguas cálidas, allí podrá tomar un baño sin resfriarse. — me asiente con su mirada fija en mí.
Entonces le indico y ella pasa rápidamente a través de la cascada, mojando su cuerpo un poco. Luego de ella le sigo yo y también me quedo maravillado. Es una cueva iluminada con cristales, y en el medio yace una piscina también iluminada. Es simplemente muy hermoso para la vista humana.
— No creí que en el mundo existiese lugares tan hermosos como este. — susurra asombrada y yo me pongo de cuclillas en el borde de la piscina natural, meto mi mano y sonrío.
— Está muy cálida, es impresionante, Alteza. — suspiro tranquilo y ella hace lo mismo.— me iré a la laguna para que se de un baño, la ayudará muchishimo. — me giro y salgo del lugar para meterme nuevamente en la laguna, esta vez sin miedo.
Las palabras de NamJoon llegan a mi mente como un rayo de pensamientos: "Recuerda, JungKook, que las respuestas siempre se pueden conseguir meditando las preguntas"
Entonces me coloco en el medio de la laguna y abro mis brazos, extendiendo estos a lo largo de mi cuerpo, como una flor que desea la luz del sol, así necesito yo las respuestas de mis preguntas. Cierro mis ojos con la cabeza apuntando al cielo. En un sueño donde aparece un bebé albino en brazos de una mujer de la misma apariencia, los ojos de ella son azules y su cabello es blanco, usa un vestido del mismo color en un ambiente tan oscuro como el de la noche de luna nueva; eso la hace destacar, la hace ser el centro de atención, la hace ser la pionera del sueño. Entonces aquí otra pregunta ¿Es real esa mujer? Eso sólo me lleva a otra pregunta ¿Hay más como yo? No lo sabía, sólo eran más y más preguntas, ninguna tenía respuesta.
Despierto de mi ensoñación sin saber cuánto tiempo ha pasado desde que comencé, y es la primera vez que pierdo la noción del tiempo en una meditación, otra pregunta más que se arroja al montón. Nado hacia la cascada y salgo hacia la superficie, en un punto de curiosidad y sentimientos de necesidad por respuestas decido nadar por debajo de la cascada.
En el fondo hay cristales pegados a la gran roca que conforma la cueva, miles y miles de rocas de todos los colores. «Si una roca de la cueva permanece en tu posesión significa que traerá suerte a tu vida, y solución a muchos de tus problemas» las palabras del abuelo resuena en mi mente mientras contengo la respiración de manera profesional. Veo los colores de las gemas y busco un color que me llame la atención más que los demás, decidiendo al final por una gema verde y pequeña — tampoco es que fuera avaricioso —, una esmeralda que logro sacar con facilidad. Sigo nadando y consigo una especie de entrada bajo el mar, yendo de inmediato entro en ella y nado hacia arriba, llegando a superficie me encuentro dentro de la cueva, pero un lugar distinto. Salgo de la piscina y veo a mi alrededor como todo parece una pequeña fortaleza.
Al acercarme a un pasillo me encuentro con unas escaleras hechas con la misma piedra, las subo y me encuentro con otro pasillo, y al cruzarlo veo en el borde de la piscina a la princesa.
— Allí estás. — me ve temerosa y se acerca sin importarle que esté medio desnuda. Quizás ni lo ha notado por el miedo.— me asusté. — dice con voz temblorosa y me abraza de pronto. Su mejilla se pega a mi pecho por unos segundos, luego se separa y me ve avergonzada. Quizás se dio cuenta.
— Alteza, estaba nadando bajo la cascada y encontré una entrada marítima que me llevó hasta una piscina al otro lado de la cueva. — apunto el pasillo por donde vine sin desviar mi mirada de sus ojos, y ella asiente al mirarlo.
— Esto es muy misterioso. — mira a todos lados nerviosa y suspira. Yo me giro y antes de que hable lo hago yo.
— Por favor cubrase, Alteza. Hace mucho frío. — digo con la mirada baja.
— Quiero seguir un poco en el agua. — dice bajito como en una queja. Entonces levanto la mirada del suelo.
— Entonces saldré, Alteza, y me avisará para... — me interrumpe tomando mi brazo y me tenso con su toque. ¿Qué está haciendo?
— Quédese, por favor. Con usted estoy segura. — pide en un tono suave y asiento lentamente. ¿Cómo me niego ante la petición de una princesa?
— Voy a vestirme y estaré en las escaleras que están en el pasillo, Alteza. — ella aprieta su agarre y yo me remuevo nuevamente.
— No me ha entendido. — dice bajito y la siento resoplar.— le estoy ordenando que se quede conmigo, y que también se de un baño.
Me quedo paralizado por no sé cuánto tiempo, una princesa pidiendo eso... ¿Me estaba la princesa pidiendo que me bañe junto a ella? Esto es una locura.
— Alteza, eso no es ético, no va conmigo si cree que me voy a aprovechar de usted. — murmuro ronco y la siento temblar a través de su agarre. Tomo valentía y me giro a verla, y en sus ojos verdosos puedo ver que tiene frío.— entre al agua, se está congelando. — pido algo temeroso. No quiero que se enferme.
— Si tú no lo haces yo tampoco. — habla firme aunque su labio inferior tiembla.
— Por favor, Alteza. Se va a enfermar. — intento caminar hasta la manta pero ella se niega, deteniendo mi paso con su agarre.
— Deja de llamarme 'Alteza' por favor. — pide en un susurro mientras ve fijamente mis ojos. Los colores verde y azul de nuestros ojos predominan la cueva entre tantas gemas.
— Usted es la princesa, merece el honorífico, Alteza. — le digo firme yo también.
— Fuera del castillo sólo llámeme HyeJin, por favor. — intento soltarme pero ella no me deja. De pronto la siento muy fuerte, haciéndome sentir confundido.
— ¿Alteza, si la llamo así dejará que camine? — pregunto mirándola intensamente. Ella lo piensa y luego asiente.— Por favor HyeJin, deje que busque la manta, está temblando. — ella no me suelta cuando vuelvo a intentar irme, entonces la miro confundido.
— Crucé los dedos, según la leyenda no cuenta lo prometido. — muestra sus dedos cruzados cuando saca una mano de su espalda.— Me gusta que me llamen HyeJin, y durante todo el camino hasta aquí me tuve que morder la lengua para no suplicarle que dejara de llamarme 'Alteza'.
— Por favor, va a enfermar. — pido mirándola con súplica.
— Ven conmigo, por favor. — pide también en el mismo tono, y camina de espaldas hacia la piscina. Y por una extraña razón mi cuerpo cede a caminar con ella.
Al estar en el borde de la piscina ella me mira y lentamente suelta su agarre, entra a la piscina y el agua cubre hasta su cintura, se agacha y el agua sube a su pecho para taparlo por completo. No dejo de ver sus ojos en ningún momento y cuando ella suspira veo un destello en éstos, dejándome más hipnotizado con su mirada. Sin darme cuenta ya estoy con un pie dentro del agua, dando otro paso para adentrar mi cuerpo hasta estar a poca distancia del suyo. No me puedo resistir a estar cerca de ella. Extraño.
— ¿Fue difícil? — pregunta ella sonriendo de lado, con esa alma juvenil de toda chica veinteañera. Sonrío un poco con la actitud liberal que ha adoptado, pero me parece extraño.
— No fue difícil, pero no es correcto que un hombre se bañe medio desnudo con una dama sin estar casados, mucho menos si es una princesa. — menciono en un murmullo.
— Fuera del reino soy sólo HyeJin, no una princesa JungKook. — acentúa mi nombre mientras sonríe. Y como un bobo asiento ante su mirada.
— ¿Ya no tiene frío? — ella niega lentamente y asiento.— Princesa, deberíamos salir pronto, no queremos enfermar. — digo en un murmullo.
— HyeJin, JungKook, recuerda que esto no forma parte del reino de Niza. — sonríe como una niña que ha hecho una travesura y yo la miro embelesado con su belleza, con el cabello mojado se ve aún más preciosa.
— Bueno, HyeJin, deberíamos salir pronto, no queremos enfermar. — repito acentuando su nombre y ella sonríe contenta con ello.
— No lo haremos, JungKook... ¿Recuerdas que dijiste que son aguas sanadoras, limpiadoras? — siento como si me hiriera con mi propia espada y sonrío asintiendo de acuerdo.
Ella se remueve un poco y frunzo el ceño.
— ¿Se encuentra bien? — pregunto preocupado y ella me mira asustada.
— Mi pie está atorado, no lo puedo sacar. — me ve preocupada y yo de inmediato me hundo bajo el agua y nado hasta ver su pie atorado entre unas rocas.
Con suavidad intento sacar su pie, logrando mi cometido poco tiempo después. Salgo a la superficie y noto mi cuerpo muy cerca del suyo, con mi mano echo mi pelo hacia atrás, la veo fijamente notando que tiene su rostro y pecho casi pegado a mí. Pregunto:
— ¿Se encuentra bien? — miro todo su rostro y ella asiente sonrojada. Igualmente me ve todo el rostro y por su gesto maravillado sé que sigo con los ojos azules y el cabello blanco.
Inspiro profundo y parpadeo comenzando a crear nuevamente una distancia prudente entre ambos. Ella me alcanza el brazo y nuestras miradas vuelven a encontrarse, es ella quien ahora se acerca a mí sin dejar de ver mis ojos, y con sus manos toma mis hombros. La veo sorprendido y siento sus manos recorrer suavemente hasta subir a mi cuello y llegar a mis mejillas.
— Gracias por lo que haces por mí JungKook. — susurra sin dejar de verme y no soy capaz de reaccionar. Levanto poco a poco una mano e intento apartarme, pero ella tira de mi rostro y sus labios chocan con los míos.
La emoción es indescriptible, siento una corriente eléctrica por todo mi cuerpo y este reacciona cerrando los ojos y disfrutando del cálido toque. ¿Qué estoy haciendo, Maldición? ¡Es una princesa! Me separo con lentitud mientras la veo a sus ojos esta vez demostrando conmoción en los míos, salgo inmediatamente de la piscina y ella viene detrás de mí, me giro y la veo arrepentido.
— Alteza, discúlpeme. — me hinco con una rodilla adelante y la otra tocando el suelo, agacho mi cabeza y corto nuestras miradas.
— ¿Qué está haciendo, JungKook? Yo fui quien lo besó, yo debería disculparme no usted. — dice suavemente en un tono incrédulo que me deja aún más desconcertado.
— No, Alteza. Siendo yo un fiel a mi honor no debí dejar que mi cuerpo tocara el suyo. Le pido mis más sinceras disculpas. — murmuro aún con la cabeza gacha. La siento colocarse de cuclillas y sus dedos toman mi barbilla para levantar mi rostro.
— JungKook. — susurra mi nombre con una suavidad tan cálida que me hace sentir en otro universo, uno en donde puedo besar esos labios que han dicho mi nombre, sin ningún tipo de remordimiento o prohibición por hacerlo. Pero eso es un universo que no existe, soy un simple caballero, y ella toda una princesa, y mis pensamientos son totalmente prohibidos que me causan un sentimiento de arrepentimiento indescriptible.— Es usted un hombre valiente, y créame que un beso no va a manchar su honor, yo quise hacerlo y lo hice, no se preocupe usted... Nadie lo vio, sólo nosotros, y aquí en esta cueva no soy más que una simple chica, no una princesa. — culmina con un parpadeo lento que me hace suspirar.
No tengo respuesta a ello, nada de lo que pienso puede responder a sus palabras. Mi mirada no se despega de la de ella, y nota mi frustración a través de mis ojos. Se incorpora y su pequeña mueca triste cambia a un rostro neutro igual que el mío.
— Le ordeno que se levante. — murmura firme sin dejar de verme. Con mi rostro neutro dudo un poco y luego accedo obediente a su orden. Me levanto quedando a unos centímetros más arriba que ella.— Usted es como un animalito, sólo accede a órdenes. — y esta vez, extrañamente, la noto molesta. Toma el uniforme y comienza a ponérselo delante de mi, sin importarle que esté medio desnuda frente a un hombre.
¿Pero por qué me siento así? Mi cuerpo debe girarse y sin embargo mi cerebro no da la orden. Camino hasta estar a un lado de ella y también comienzo a vestirme con el uniforme. No hablo. La veo molesta por las veces en que fracasa con los broches de su camisa blanca y con el cinturón de ajuste en su chaleco negro. De pronto sonrío suavemente, su rostro fruncido es aún más hermoso que el triste.
— Yo simplemente quiero ser como cualquier otra mujer del reino. — susurra luego de varios segundos incómodos. Yo me paralizo y detengo mi acción en abrochar el cinturón en mi chaleco, la miro fijamente y por primera vez desde mis disculpas vuelvo a hablar.
— Las mujeres del reino no practican con armas ni entrenan algún tipo de combate como usted quiere hacerlo. — respondo con toda la razón. Ella me mira y por primera vez noto sus ojos aguados, haciéndome sentir tan miserable como si una espada se incrustara en mi pecho.
— Quizás porque quiero que las mujeres sumisas y obedientes del reino aprendamos a ser autosuficientes. — gira su cuerpo hacia mí y quedamos frente a frente otra vez.— que no necesitemos el rescate de un caballero, que en cualquier ataque no busquemos a uno, y podamos defendernos por sí solas. — dice la última palabra cerca de mí y mi respiración se agita para luego calmarse cuando ella se aleja.
De pronto siento como entre ambos ya no está esa corriente eléctrica sino una tensión tan incómoda como cuando debemos los caballeros enfrentar el reproche del maestro Kim. Carraspeo suavemente y me siento a un lado de la piscina con mis piernas cruzadas y luego siento su presencia a mi lado.
— Lamento si lo he incomodado, JungKook. — susurra mirando fijamente la piscina, que extrañamente brilla en lo profundo una extraña luz que hace iluminar todo el agua.
— Descuide, Alteza. — susurro también mientras mi mano derecha aprieta en puño para acariciar mis nudillos con los dedos de la izquierda.
— Creo que hemos vuelto a la formalidad. — sonríe suave cuando yo giro mi rostro para verla.
— Es mi deber tratarla como se debe, Alteza, nunca debí dejar de hacerlo. — digo incómodo con la situación que ahora se presenta en ambos.
— Fue mi primer beso. — susurra como si no quisiera que la escucharan pero a su vez lo quisiera. Yo inspiro profundo sin saber que decir.
Maldición ¿Le acabo de robar el primer beso a una princesa?
Ella gira a verme inquieta, como si quisiera una respuesta de mi parte; pero no sé qué decirle ante eso, me siento tan fatal por eso. Trago fuerte y con un gran valor también me giro a verla, conectando nuestras miradas nuevamente.
— ¿Y por qué lo hizo, Alteza? — pregunto en un tono bajo, casi como un murmullo ronco.— ¿Qué no se supone que las princesas esperan al indicado para recibir su primer beso? — Ella suspira y baja la mirada. No quiero que se ponga triste, quizás debería ser más suave con ella, es solo una chiquilla.— Sólo quiero saber por qué me besó a mi. — susurro acercando mi rostro un poco más para tener algo de intimidad en el tema, y quizás conseguir una respuesta.
— No lo sé... — niega frenéticamente, mirando a través de sus largas pestañas mis ojos.— Sólo... Lo hice. — miro su actitud ahora cohibida y me siento triste por haberle hecho eso.
— No debería dejarse llevar por sus impulsos. — susurro en un consejo, ella relame sus labios nerviosa y nuevamente mira sus manos en su regazo.— Alteza, no debería ser yo quien le haya dado su primer beso, no debe usted pensar que soy una persona apta para pretender su amor. — miro a todos lados nervioso y continúo.— Soy un caballero, quizás los otros como yo puedan pretenderla; pues son hijos de los miembros reales o de los miembros del ministerio... Pero yo no, yo soy simplemente el nieto de un granjero, vengo de una familia humilde... Sí, se pelear y manejo todo tipo de armas, pero sólo porque debía aprender a defenderme de los ataques de los demás... Igualmente eso no quiere decir que sea un hombre que merezca el amor de una mujer como usted. — susurro lo último mirando sus ojitos brillosos y remojo mis labios.
Ella no dice nada y siento que la conversación termina y debemos mencionar otra cosa. Aunque ella es más rápida y habla antes de que pueda detenerla.
— ¿Eres el único en tu familia con esas características? — pregunta bajito, curioseando en mi vida como si quisiera buscar alguna excusa al tema.
— Soy el único en todo el reino, Alteza. — respondo siendo directo, y con una vara que uso para apartar las ramas; juego con el agua.
— ¿No has tenido curiosidad de saber cuál es tu origen? — pregunta más atraída al tema, pero yo no quiero responder.— JungKook, puede que todos te vean como el raro, pero yo sé que eres especial y que estás aquí por algo. — la miro de inmediato y asiente.— tu cabello cambió, tus ojos igual... Y los tatuajes... Es como si fuera un aviso de que tienes una misión.
— Lo he pensado Alteza, pero mis abuelos no conocen mi orígen, no hay un modo de saber qué soy. — niego mirando su rostro, ella frunce el ceño.
— ¿Tus abuelos no son tus abuelos reales? — pregunta confundida y yo trago saliva para volver mi mirada al agua mientras niego.
— Alteza, mis abuelos me encontraron en una cesta cerca de la cueva que utilizan los lobos en las noches de luna llena... una noche de luna llena. — resalto lo último y puedo ver de reojo como abre la boca en sorpresa.— estaba llorando entre las hierbas, rodeado de tres lobos... Mi abuelo los ahuyentó y me llevó a casa con la abuela Yong, ella me abrigó y arrulló hasta que pude dormirme. — cuento con detalle, y en mi corazón puedo sentir como al de ella le abarca una tristeza enorme con el relato.
— ¿Pero quién pudo haberte hecho eso? — pregunta en un susurro y me encojo de hombros negando ante esa pregunta que también ha ocupado mi mente desde hace muchísimos años.
— Supongo que mis padres no me quisieron y se libraron de mí, tal vez fui un problema y... Bueno igual no me importa, así como tampoco me importa mi orígen. — miento, le apunto la manta y ella la observa.— será mejor que descanse Alteza, mañana continuamos con nuestro camino, si salimos al amanecer es posible llegar al reino Vabsavai antes del anochecer. — la veo asentir suave y se levanta para caminar hacia la manta y acostarse sobre ella.
Tan sólo un corto tiempo pasó para verla profundamente dormida, dejando su rostro relajado ante la seguridad de que estaré velando su sueño como el buen guardián. Me recuesto sobre los bolsos y veo hacia el cielo a través de un pequeño agujero. Solo se puede ver la mitad de la luna llena, y al fondo los aullidos de los lobos a lo lejos en una cueva de alguna montaña cercana. Cierro mis ojos y pienso en la conversación reciente sobre mi orígen, en una imagen que he sacado de mis sueños y pesadillas, hasta que finalmente solo puedo pensar en ese momento... En ese beso. El toque de sus labios suaves, la calidez de estos y su textura. Un toque tan íntimo que hizo — y aún me hace — suspirar.
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