Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05

~*~

JungKook

Los vi caer, los vi morir, los vi pelear hasta el final, el dolor es indescriptible cuando los conoces desde hace mucho, cuando en los entrenamientos estaban al lado de ti, cuando era tu contrincante de prácticas. Es muy difícil sin duda, y los recuerdos de la pelea de hace poco tiempo atrás vuelven a mi mente.

(...)

Cayó uno. Es uno menos de los cientos que ahora hay en el salón. Corro hacia el maestro Kim, que ha sido atacado por uno a las espaldas mientras resguardaba a las personas.

— JungKook, ve y busca al Rey. — ordena y asiento luego de derribar uno más del montón.

Corro hacia el Rey y le quito dos enemigos de encima. Él me ve sorprendido y luego triste.

— ¿Haz visto a HyeJin? — suena preocupado y yo recuerdo. Mierda, la princesa estaba sola en el jardín.

— En el jardín, Su Majestad. — contesto mientras le doy un espadazo al tipo que venía a mi derecha. Veo otro correr hacia afuera y maldije en mi interior al ser consciente de que me escuchó.

— Ve por ella, JungKook. — ordena y asiento para verlo correr hacia el maestro Kim. Corro hacia la puerta que da al jardín y veo al príncipe sosteniendo su espada contra un enemigo a sus pies.

— Alteza. — digo haciendo una corta reverencia. El enemigo a sus pies es el mismo que iba por la princesa.

— Otro ha ido por mi hermana, ve tú y mantén a la princesa a salvo. — ordena mientras con su espada corta el cuello del tipo que queda sin vida de inmediato.

— Sí, Alteza. — hago otra reverencia y salgo de allí hacia el jardín, viendo en el camino varios cuerpos tirados.

Uniformes negros, y uniformes blancos. Quiero llorar pero no lo hago. Maldición.

Veo el escudo del reino Urem y aprieto mis puños. Son unos malditos traidores.

(...)

Luego de eso pasó todo lo demás, y aquí estoy, sobre el caballo mientras llevo a la princesa hacia el reino Vabsavai. Me detengo al ver las colinas.

— Bajemos, Alteza. — indico y ambos bajamos de Relámpago. Masajeo el cuello del caballo y le susurro palabras de aliento.— él debe estar cansado, llevamos un buen rato corriendo en su lomo, caminemos un poco, eso también nos hará bien a ambos, Alteza. — ella asiente y su mirada verdosa choca con la mía gris.

— ¿Estamos un poco lejos? — pregunta con suavidad y se abraza a sí misma, mirando a todos lados como un cervatillo asustado.

— Sí, por ahora, Alteza. — le murmuro mientras veo a lo lejos un muy pequeño punto de luz del reino Niza.

— ¿Qué? — pregunta asustada. Yo parpadeo y la miro con algo de pesar.

— Lo más probable es que la brigada de búsqueda deba estar detrás de nosotros. Ya deben de haber salido a buscarnos, Alteza. Pero no se preocupe, deben de estar aún muy lejos.

Ella asiente y yo continúo caminando mientras atraigo a Relámpago detrás de mí. Así estuvimos por un largo tiempo, uno en donde ya llevamos como mínimo veinte kilómetros de distancia desde que comenzamos a caminar.

~*~

HyeJin

— ¡Oye espera! — le grito una orden mientras camino detrás de él con dificultad por el amplio vestido verde.

Él no se detiene, sigue caminando con tranquilidad mientras esquiva las ramas de los árboles y quita otras del suelo con la espada. Intento subir montaña arriba pero mis zapatos me molestan, los tacones jamás serán para las montañas. ¿Pero qué se cree? Soy una princesa y ni siquiera me brinda alguna ayuda.

Suspiro cansada y me sostengo de la corteza de un árbol para mirar bien al suelo. Hay hormigas por todos lados, bichos y otros, no me sorprendería si aparece una serpiente. Está oscuro, empieza a hacer más frío, me abrazo a mí misma y vuelvo a intentar subir cuesta arriba. Miro a Jeon, está mirándome desde arriba con una ceja arqueada que puedo ver con claridad por la lámpara que lleva en su mano.

— ¿Se encuentra bien, Su Alteza? — pregunta con una repentina preocupación que me hace resoplar. Obvio no, tenemos como una hora caminando cuesta arriba.

— No, caballero Jeon... — levanta una mano interrumpiendo y abro mi boca sorprendida por tal atrevimiento.

— Llámeme sólo JungKook, Su Alteza. — dice suave y continúa.— Se ve cansada. — mira los alrededores y su pecho se desinfla tras un largo suspiro.— Descansaremos aquí, suba, hay un sitio oculto donde podemos pasar la noche. — se gira y tira de los agarres del caballo.

— Espere. — pido esta vez y él se detiene para girar su cabeza hacia mí.— Me duelen los pies, no sé si sabe que estoy usando tacones... Llevamos mucho tiempo caminando. — suplico con una mirada cansada y él parece inmutarse con ella.

— Espere un segundo, Su Alteza — dicta mirándome para luego desaparecer bajo la colina.

Espero un momento y luego él vuelve a aparecer solo con la lámpara, baja hasta mí y me mira a los ojos fijamente, dejando que yo viera los suyos con una gran admiración por la belleza de estos.

— Tome esto, Su Alteza. — me tiende la lámpara y la tomo de su agarre. Luego de eso él se agacha y me toma en sus brazos, cargando mi cuerpo al estilo princesa. Irónico.

Camina colina arriba mientras yo le aclaro la vista con la lámpara. Al bajar hasta donde está el caballo él me baja con delicadeza, lo veo desaparecer detrás de unos árboles y me asusto por un momento hasta que vuelve a aparecer. Coloca un tronco pequeño en el suelo y lo indica con su mano, lo miro nuevamente a sus ojos y parpadeo en silencio. Me siento. Por fin siento un alivio en mi cuerpo al descansar completamente de la larga caminata. Él saca algo del equipaje sobre el caballo y se vuelve hacia mí, sentándose directamente en el suelo con un pequeño frasco en sus manos.

— ¿Me permite, Su Alteza? — con cortesía me extiende su mano y frunzo el ceño. Mira la falda de mi vestido y me asusto de pronto.— está lastimada, déjeme ver. — con su mano extendida mueve sus dedos.

Yo levanto un poco la gran falda verde y extiendo un pie hacia él, lo toma en su mano y con la otra quita mi zapato con pequeñas incrustaciones de piedras preciosas, observa un rato mi pie descalzo y acaricia la parte superior con su dedo índice, me inmuta su tacto frío. Lo coloca en su pierna mientras destapa el frasco de líquido azul, se vacía unas cuantas gotas en su mano y luego procede a masajear suavemente mi pie. Me hace suspirar de vez en cuando la suavidad de su mano y me reprimo cuando me ve a los ojos. Prosigue con el otro pie y luego coloca en ambos una venda muy suave alrededor de mis tobillos y plantas de los pies.

— Su Alteza, traje algunas cosas para que se cambie. No podrá seguir con ese vestido. — me dice bajito mientras termina de vendar mi otro pie.

— ¿Delante de usted? — pregunto casi escandalizada, él me mira de inmediato.

— En ningún momento me atrevería a faltarle el respeto, Su Alteza. Usted es una princesa además de una dama. Obviamente no la veré, me giro o me voy lejos. — asegura mirándome fijamente. Yo trago fuerte e inspiro. No quiero que se vaya y me deje sola; tal vez pueda cambiarme con él de espaldas.

— No me deje sola, me cambiaré con usted de espaldas, sólo no me deje sola... Tengo miedo. — digo temblorosa y él sonríe casi imperceptible.

— Su Alteza, jamás la dejaré sola, por eso me asignaron su cuidado, la protegeré día y noche. — murmura ronco y yo siento mi corazón desbocarse con tal tono y cercanía, más esa mirada fija en mí.

Carraspeo suave y él se aleja con cuidado, dejando mi pie sobre el suelo con suavidad. Se levanta y abre el equipaje en el lomo del caballo, saca lo que creo es un traje como el de él, al agacharse me lo extiende y suspira sin darme la mirada, cuando tomo el traje de sus manos él me mira, sintiendo ambos el roce de nuestras manos. Doy un respingo. Sus manos están muy frías, y veo que él no está tan abrigado como yo.

— ¿Tiene usted frío... caballero? — digo intentando adaptarme sin honoríficos, cosa que me resulta fallida.

— No lo tengo, Su Alteza. — niega y carraspea su garganta para luego levantarse. Con dificultad me levanto también y lo miro sorprendida.

Su cuerpo no tiembla pero su piel está casi congelada, no entiendo por qué. Frunzo el ceño mirándolo luego de ladear mi cabeza.

— Pero está usted muy frío. — murmuro sin aliento. Mi boca se abre en sorpresa, pues el frío está fuerte en ésta parte del bosque y él simplemente se mantiene firme.

— Créame que no tengo frío, Su Alteza. — no parpadea mientras mira mis ojos y lo hace al bajar la mirada.— mi cuerpo se adapta al frío, es algo natural en mí, nunca... Nunca he tenido frío. — confiesa y lo miro como si fuera alguna cosa extraña.

— ¿Enserio? — asiente tranquilamente y parpadeo rápidamente.— Caballero eso es al... — me mira y me congela con sus ojos grises.

— JungKook. — dice interrumpiendo.— sólo llámeme JungKook, Alteza. Todos los miembros de la realeza me llaman por mi nombre, es más cómodo para mí y para ustedes. — mira todo mi rostro y luego se gira dándome la espalda.

— ¿Qué hace, JungKook? — pregunto tímidamente y veo sus hombros subir y bajar suavemente en un suspiro.

— Cambie su ropa, Alteza. Debe ponerse cómoda para el largo camino que nos espera hacia el reino de KyungSoon. — dice sin voltear en ningún momento.

Miro el traje en mis manos y luego lo vuelvo a ver a él dubitativa. Entonces caigo en la cuenta de algo.

— ¿Ah... JungKook? — lo llamo y él para el sonido que hace con sus dedos sobre la silla del caballo.

— Dígame, Su Alteza. — contesta sin voltear.

— Este vestido no me lo puedo quitar sola. — lo veo sobresaltarse en su puesto y de pronto me dan ganas de reír por la actitud nerviosa que toma al instante.

— Ah... Entonces... ¿Qué... Qué su– sugiere, Alteza? — pregunta en un tartamudeo y yo cubro mi boca aguantando las ganas de reír. Aunque eso se borra al pensar en la única solución.

— Creo que... Ah... Creo que tendrá usted que ayudarme. — murmuro también en un tartamudeo, y entonces lo veo girarse y mirarme como si me hubiesen salido dos cabezas.

— Su Alteza, yo... Yo no puedo hacer eso, es algo extremadamente prohibido. Le estaría faltando el respeto que se merece, no es algo digno, y es algo que nunca me atrevería a hacer. — dice y aclara todo con un tono suave que ya había adaptado al hablarme.

Me quedo pensativa un buen rato y entonces esa alma rebelde que siempre ha estado en mi decide salir a flote cuando pienso mucho mejor las cosas.

— Eso sólo sería cierto si alguien más lo supiera, JungKook. — me vuelve a dar la misma mirada de hace rato y yo no soporto mi risa avergonzada.— caballero Jeon, aquí solo estamos usted y yo, fuera del reino y usted quiere que le llame por su nombre. Francamente estamos de informal, no veo por qué me estaría irrespetando. — lo veo bajar la mirada nervioso y su respiración cambia de inmediato a una más rápida y cortada.— sólo tendría que quitar el nudo del corsé aquí en mi espalda. — me giro y bajo la manta de piel de mis hombros, dejándole ver las cintas cruzadas en mi espalda que terminan en un lazo en la parte baja de ésta.

Lo siento caminar con lentitud hacia mí luego de unos segundos en silencio. Cuando sus dedos toman las cintas del lazo lo siento suspirar silenciosamente, y de pronto siento mis mejillas teñirse y mi sonrisa aparece casi de inmediato cuando sus dedos comienzan a desatar el lazo. Lentamente y algo seductor la manera en que lo hace. ¿Por qué me siento así? Él es un caballero, yo una princesa, no debería de sentirme así con su cercanía ni su toque. Cierro mis ojos y me sumerjo en un pensamiento totalmente prohibido que ninguna princesa debería tener antes de casarse. Siento el frío en mi espalda y abro mis ojos, lo siento alejarse y subo la manta hasta que cubra todo mi cuerpo de él cuando el vestido comienza a caer.

— Puede cambiarse, Alteza, ya me he girado. — habla a mis espaldas y me giro para verlo como él había dicho que estaba. Mi sonrisa se borra. ¿Por qué me decepciona verlo así? ¿Acaso me estoy volviendo loca?

Inspiro profundo y comienzo a sentir el frío azotar mi cuerpo, entonces procedo a agacharme para tomar el pantalón del traje, luego la camisa abotonada y después el chaleco negro, al finalizar las botas de cuero. Entonces mi mente capta de inmediato que este es mi traje, el que mandé a hacer con JinSook.

— ¿Usted cómo obtuvo mi traje? Mi padre lo ha tirado, pensé que ya estaba perdido. — no dice nada y solo lo veo agachar la cabeza.— puede girarse. — le notifico y él se gira para mirarme fijamente, casi se queda boquiabierto sino fuera porque carraspea para acallar sus nervios.

— Lo tomé cuando lo ví en la basura, mi abuela lo limpió así que no se preocupe, Alteza. — niega con la cabeza sin dejar de mirar mis ojos.

— ¿Y por qué hizo eso? — pregunto nuevamente, en un tono bajito casi siendo un susurro.

— Ví su entusiasmo por aprender a defenderse... No me gusta que le aplasten los sueños a las personas. — susurra sin mirarme.— y... Pienso que no es mala idea que aprenda a defenderse, Su Alteza. El ataque de hoy demuestra que todos deben de aprender a usar una espada o su cuerpo para defenderse — su tono de pronto suena nostálgico y comienza a amarrar el caballo a una rama fuerte de un árbol. Muchas personas perdieron la vida en el ataque, algunos caballeros también, no me sorprende su reacción a ese recuerdo.

— Sé que algunos eran amigos suyos... lo lamento. — digo sincera y él levanta la mirada para luego girarla hacia mí.

— La verdad que ninguno era mi amigo, ninguno de los guerreros lo es. — prosigue a amarrar el nudo, obligándolo a dejar de mirarme.— soy el extraño chico al que nunca se quieren acercar, Alteza... Pero fueron compañeros, de preparación, de batallas... Obviamente es fuerte para todos perder a uno de los nuestros. — termina de amarrar la cuerda y la prensa para asegurarse de que está bien amarrada.

— Lo lamento. — pronuncio y él no dice nada. Se acerca a mí y me apunta el tronco.

— Estamos ocultos aquí, creo que sí podemos encender una fogata. — mira a nuestro alrededor y coloca las manos en la cadera.— debe estar congelándose, Alteza. — se pone de cuclillas luego de tomar algo del equipaje. Es un envase que huele fuerte.— nos ayudará a encender más rápido la fogata. — me dice como si leyera mi mente.

En un corto tiempo ya tenemos una pequeña fogata. JungKook había ido a buscar algo de leña para mantenerla encendida toda la noche, y luego de una larga espera en silencio mientras veo el fuego yo decido hablar, pues es incómodo mirarnos de vez en cuando sin decir nada.

— Cuénteme cómo llegó a ser parte de los guerreros. — pido colocando los codos en las rodillas. Él desvía la mirada de las llamas y me ve fijamente antes de volver a ver la fogata.

— Fue duro, Alteza, complicado en todos los sentidos. — se corrige y con una rama comienza a mover el carbón de la leña ya consumida por el fuego.— desde pequeño mi abuelo me enseñó a defenderme, entrené artes marciales desde los siete, y a los doce años comencé a aprender a usar la espada. — su mirada se queda fija en un punto ciego y continúa.— cuando cumplí quince años mi abuelo me enseñó a lanzar flechas y a pelear cuerpo a cuerpo, nunca entendí por qué conmigo era más rudo y firme que con mi hermano, cosa que entendí luego cuando a los dieciocho decidí unirme a la guardia del reino. — su mirada vuelve a mí y nuevamente nuestros ojos se encuentran, haciéndome sentir una corriente eléctrica muy fuerte en mi cuerpo.— fui rechazado por mi físico, como ya se habrá dado cuenta no me parezco a nadie del reino, mi aspecto es totalmente diferente... Su Alteza. — aclara intentando ver en mí quizás la misma reacción que todos los demás. Pero yo no lo veo como todos, para mí es un ser muy hermoso, su piel es como la de una porcelana fina, sus ojos parecen cristales de las gemas más preciosas, y su cabello parece hecho con las nubes de un cielo lluvioso.

— ¿Cómo logró entrar? — susurro extrañamente atraída por su historia... Y por su rostro hermoso. Gira su mirada de nuevo al fuego y decide continuar.

— Me revelé, exclamé por todo lo alto que no entendía por qué me juzgaban, bajo las miradas de burla de todos los demás jóvenes supliqué, imploré que me dieran la oportunidad de demostrar lo bueno que era. — suspira y saca un carbón aún encendido del fuego para jugar con este mientras seguía relatando.— fue el maestro Kim quien decidió darme la oportunidad de demostrar mi capacidad en combate, escogió uno de sus guerreros, el más fuerte de ellos. — sonríe con gracia por ese recuerdo.— el maestro Kim siempre ha sido de carácter fuerte y muy disciplinado. Recuerdo sus palabras al colocar a su guerrero frente a mí, el dijo: "¿Así que te crees mejor que los que están aquí esperando igual que tú? ¿Eres tan valiente para gritar en el santuario? ¿Tan fuerte como para dar una orden?... ¿Quieres pelear, no? Anda, demuéstralo." — imita en el mismo tono que solía usar el maestro Kim en sus entrenamientos, para luego reír suave con nostalgia.

— ¿Y qué pasó? — insisto y él me mira sonriendo como si fuera una niña de seis años con curiosidad.

— Pregunte a Park ChanYeol porqué no puede mover bien su pierna derecha, Su Alteza. — dice mientras sonríe cortamente, bajando la cabeza con algo de timidez.

— ¿Park ChanYeol? Es el caballero que me enseñó algunos movimientos con la espada. — le digo recordando. Exactamente recuerdo como de a momentos cojeaba un poco.

— Es un gran guerrero, de verdad es muy bueno en lo que hace, Su Alteza. — comenta seguro y mira el fuego otra vez.

— ¿Qué le ha pasado? — pregunto con mi tono neutro y sorprendido. Él se detiene y queda algo paralizado.

— Mi ataque final fue una patada en su pantorrilla derecha. Terminé derribando por completo su cuerpo, con ello me aceptaron en el reino y recibí una pequeña conmemoración el primer día, le pedí disculpas a ChanYeol; él las aceptó como buen caballero que es. — se detiene un momento e inspira profundo, luego continua su actividad en el fuego.— en un mes, me asignaron a mí como líder de la brigada de defensa, el puesto de ChanYeol... Debido a la fractura en su pierna él no puede pelear en combate, y luego de eso... Prácticamente soy el enemigo de todos los guerreros. Nadie habla conmigo desde que me asignaron al puesto, Su Alteza. — dice y me ve para sonreírme un poco, como si quisiese demostrar que está bien y que no le afecta eso; aunque yo sé que sí.

— ¿Desde cuándo está en ese puesto? — pregunto intrigada y él parpadea lento antes de carraspear.

— Llevo seis años en el puesto, Su Alteza. — me dice con una suave sonrisa que encaja perfectamente con su tono.

— Guau. — susurro conmocionada.— seis años estando solo la mayor parte del día debe ser rudo. — me mira y amplía su sonrisa.

— No del todo, Su Alteza. El maestro Kim ha sido como un padre para mí desde entonces, luego de ser consciente del rechazo de los guardias. — afirma y prosigue.— además mi familia es como el pilar de todo, me ayudan a no rendirme, a no decaer, a luchar, y a defender mi honor de guerrero y de habitante de Niza.

Me deja aún más embobada con esas palabras, es como el hombre perfecto que busca toda princesa, un hombre que sepa pelear, que sea respetuoso, responsable y de honor; además de lo principal en todas ellas menos yo: que sea hermoso.

JungKook lo tiene todo... Si simplemente hubiese sido príncipe.

¿Acaso me estoy lamentando? Definitivamente me volveré loca con tantas emociones en un solo día.

Cuando voy a preguntar algo él habla por encima de mi voz mientras se levanta para volver a acercarse al caballo.

— Creo que por hoy han sido muchas emociones, Su Alteza. Debe descansar un poco, yo voy a vigilar. — tira sobre el suelo otra manta de piel un poco más gruesa.— duerma tranquila que yo protegeré su sueño. — me asegura firmemente, y aún en ese oscuro bosque yo asiento, sabiendo perfectamente que estoy segura a su lado; algo sumamente extraño.

Bajo su mirada perlada me acuesto sobre la piel cálida y me quedo mirando el fuego fijamente cuando él vuelve a sentarse. Próximamente me sumerjo en un sueño profundo, uno con un bebé albino de ojos grises, un bebé que permanece desnudo en los brazos de una mujer morena.

『۰⸼ ۫ ৎ୭ ۫ ⸼۰』

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro