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03

~*~

HyeJin

Llego a la habitación donde mi madre espera ansiosa para la prueba del vestido. Es a veces muy tonto el que se emocionen por algo tan simple, es solo un vestido, uno como el que usé en mi cumpleaños, en el homenaje al Rey, en el cumpleaños de mi madre y en el baile realizado por la Reina KyungSoon. Todos son exactamente iguales.

— Hija ¿Qué traes puesto? — pregunta curiosa y con una sonrisa soñadora.— no importa, ven, te queremos probar el hermoso vestido que usarás mañana en el cumpleaños de tu hermano.

Y con esa misma desesperación típica de una madre me lleva de la mano hasta el centro de la amplia habitación, ayudando a quitarme el traje sin dejarme hablar en ningún momento.

— Mamá... — me quejo al ver como trae un amplio vestido de color verde esmeralda, con unos tonos algo brillantes en la falda, suponiendo así que eran diamantes llamados del mismo color del vestido.

— No te preguntaré qué hacías con ese traje de guerrero, pero por tu hermoso rostro triste sé que recibiste un reproche de tu padre. — suspiro. Quita los ganchos que sostienen el vestido y me ayuda a entrar en este. De pronto veo detrás de mí a una de las sirvientas ayudando a mi madre con el corsé ajustado.— El vestido está hermoso, este color hace resaltar tus ojos y tu piel. — con su mano acaricia mi brazo. Me veo a través del espejo y no puedo evitar sonreír. Es verdad, me veo muy bien.

Al poco tiempo ya estaba de nuevo en mi cama, acostada y agotada luego de la insistencia de mi madre en practicar mi caminata y baile con los zapatos diseñados por el pionero de los sastres en el reino, que además de diseñar zapatos también lo hace con ropa tanto de las damas de la realeza como de los caballeros pertenecientes a la misma. Solo quería dormir y poder prepararme para mañana.

Al ceder al sueño profundo que insistía en tomar mi cuerpo, tuve un sueño tan real y místico con unos ojos grises, cabello plateado y una espada con el mango dorado mientras el filo de plata resplandecía con la luz de la luna.

Me despierto, estoy en la oscuridad de la habitación, la luz de la luna asoma por la ventana mientras esa hermosa y resplandeciente me deja verla en su mejor etapa, con una luna llena que me deja mirándola con admiración.

~*~

JungKook

Cierro mis ojos. Me dejo dominar con la fuerza vital que abarca mi cuerpo al verla tan radiante y hermosa. Los abro, miro al cielo con admiración a esa preciosa guía espiritual, meditando las decisiones del día siguiente, los actos que debemos los caballeros presenciar en honor al Principe Jimin por su cumpleaños veinticinco.

Cierro mis ojos. Abro mis brazos para dejarme llenar de su energía. Mi torso permanece desnudo, mi cabello libre de esa trenza hecha con pequeñas ramas de plantas de la suerte — como la llama la abuela Yong — en forma de diadema que me llega un poco más arriba de las orejas. Mis piernas están cubiertas con un pantalón hecho de algodón — perteneciente de las ovejas del abuelo Sung, y siendo hecho completamente por la abuela —. Mis pies descalzos de las botas del uniforme.

Por suerte no me quedaba en el castillo como algunos de los caballeros, pero tampoco tengo mi propio caballo como los que viven fuera, en el pueblo, enfrentándome día a día a una larga caminata.

Inspiro, suspiro. Muchos podrían sentir frío, sin embargo yo estoy aquí, casi desnudo sin sentir la mínima corriente del frío que hace cuando hay luna llena. Abro los ojos y veo la luna nuevamente ser adornada con unas nubes que se ven grises y pequeñas, nada cubre a la luna. Hermosa.

Me incorporo luego de estar de rodillas por un tiempo, tomo mi ropa y voy adentro de la cabaña, Taehyung duerme, se ve pasible mientras yo mantenía una larga conversación espiritual con mi guía. Tal vez por eso me ven raro en el pueblo, por mi físico y por conectarme siempre con mi guía en la parte trasera de la cabaña, donde yacen las ovejas.

Me acuesto en mi cama, me tapo hasta el cuello y me giro hacia la ventana. Mañana será un largo día.

Caigo en un sueño profundo. Inspiro y suspiro suavemente en medio del sueño, donde una mirada verdosa atraviesa mis más profundos sueños. Una mujer albina se posa al lado de la rubia dorada. Y de pronto me veo rodeado bajo una mirada gris paciva y una esmeralda intensa.

Es así, JungKook... Las cosas son así. — habla la voz de una mujer, pero no sé cuál mujer.— debes esperar el momento, tu momento, llegará cuando tenga que llegar. — no la veo pero siento su toque en mi mejilla, siento su mano fría aunque reconfortante.— Pronto podrás estar más tranquilo.

— ¿Y eso cómo puedo saberlo? — pregunto con algo de temor a lo que se refiere esa voz de mi futuro, un futuro que aún no está claro.

Porque yo te lo estoy garantizando, JungKook, yo te doy esa seguridad que necesitas. Lo único que debes hacer es esperar... — su voz se va desvaneciendo en un fundido y yo sigo con muchas preguntas.

Y allí no pude saber más nada. Me despierto y estoy en la habitación, Taehyung a mi lado apenas está despertando, yo tallo mis ojos y miró la luz del día. Hoy los guerreros debemos estar en el castillo antes de que se ponga el sol, y eso me hace recordar que tenemos el evento del cumpleaños del principe.

— Levanta, perezoso. — le digo a Taehyung que despierta pero solo se tapa con la manta hasta el cuello.

— No... El abuelo me hizo recoger toda la cosecha ayer, estoy muy cansado. — alarga en una queja sobre la superficie cómoda de su cama. Yo niego en una sonrisa.

— Si estuvieras ejerciendo lo mismo que yo ya estarías apaleado sobre esa cama. — me quito la sábana y me levanto de esta para ir hacia mi ropa y ponermela.

— Eso quisiera... — murmura y se revuelve antes de verme con su rostro descolocado.— ¿Por qué siempre duermes desnudo? Hace un frío de los mil dioses y tú duermes desnudo... Sí que eres raro. — se sienta en su cama y me río fuerte.

— Eso piensas tú, yo no tenía frío, dormí cálidamente. — contesto y me coloco una camisa delgada.— ahora me iré... Debo pulir mi uniforme para la misma ceremonia anual. — digo con una sonrisa irónica y Taehyung se ríe también.

Y no había dicho nada que no fuera cierto, pues tenemos un traje especial para todo tipo de eventos. Consta de un uniforme de color blanco con hombreras de color mostaza, con líneas doradas a los lados laterales del torso, con botas negras de cuero, cada uno con las condecoraciones otorgadas en nuestro campo. La mayoría de nosotros tenemos más de seis medallas, yo poseo nueve medallas, cinco de las batallas que he peleado, una por la ascensión a Líder de la brigada de defensa, otra por valentía y honor, y la última por dominar cada arma y tácticas en las peleas de combate.

— Ven a desayunar, Kook. — la voz anciana de la abuela Yong me llama desde la cocina, y me acerco apresurado para darle un beso en la mejilla.— Ustedes dos deben tener hambre. — dice sabiamente y le doy otro beso. Voy hacia la mesa y me siento en mi puesto, espero por los demás y tras un poco de tiempo ya estamos todos en la mesa desayunando.

— Taehyung, hoy debes hacer riego a las verduras. — menciona el abuelo Sung y Taehyung lo mira con expresión cansada.

— Ayer terminé grave en mi cama... Caí como roca. — menciona con su voz profunda el pelinegro.

— Pues hoy dormirás como tronco. — menciona con una risa de por medio el mayor y todos nos echamos a reír menos Taehyung.

Al terminar de desayunar voy a calentar mis músculos con los instrumentos de prácticas que yacen en el granero del abuelo. Quito mi camisa y me quedo solo en pantalón, comenzando con golpes con mi puño y pie al muñeco de práctica, y terminando con un movimiento con la espada.

Ya en casa nuevamente me baño y me alisto para la gran ceremonia, el gran baile en el castillo — un baile en el cual no participaría como en los bailes anteriores —, colocando mi uniforme blanco y peinando mi cabello gris a un lado mientras algunos mechones caen en mi frente.

Estoy listo, es hora de irme.

~*~

HyeJin

Una vez más mi madre ajusta el corsé del amplio vestido mientras me hace menos espacio en mis pulmones para respirar. Coloco una mano en mi abdomen para intentar respirar con normalidad.

— Hoy es el día exacto para que consigas un prometido, HyeJin. — habla mi progenitora con entusiasmo, uno que yo no comparto en realidad.

Se escuchan las risitas de las dos chicas del servicio y yo resoplo.

— Madre aún hay tiempo para eso. — respondo suave y siento nuevamente que me falta el aire, pues ella acaba de prensar aún más el corsé.

— Lo normal, querida, es que ya a los veinticuatro estes casada, tienes veintidós, HyeJin. — me recuerda y reprocha como si fuera una anciana.— Es hora de conseguir un esposo. — ruedo los ojos sin que me vea y escucho las risitas de las criadas que ayudan con lo del vestido.

No sigo con la conversación y sólo espero que termine con su cometido. Y un tiempo después ya me encuentro con el vestido esmeralda, es amplio y muy... Verde, pero mi madre cree que es lindo y yo sólo lo uso por complacerla. Mi maquillaje es hermoso y delicado para resaltar el color de mis ojos y del vestido, sin duda alguna opacaría por el vestido y por mis ojos; aunque también por ser la princesa y hermana del cumpleañero.

Salgo al pasillo en busca de mí padre para preguntarle por mi uniforme, ya que cuando lo quité y dejé sobre el sillón de mi ventana, cuando me fui a bañar y salir, no estaba en el sitio; y sé que fue él quien lo tiró. Camino más rápido de lo que me pueden permitir los zapatos, encontrándome así con mi hermano al cruzar el pasillo de largas ventanas.

— HyeJin, que preciosa estás. — murmura en un alago sorprendido. Yo sonrío suave.

— Gracias, Jimin. Tu también estás muy guapo. — le miro con admiración y me concentro en su melena rubia y lisa.

Un cabello que le llega a la mitad de su cintura.

— Gracias, Hye. Nuestra madre te hizo usarlo ¿No? — apunta mi vestido, yo asiento y él ríe un poco.— Por lo visto ya quiere que tengas marido.

Yo ruedo los ojos al recordarlo y mi hermano vuelve a reír.

— No me lo recuerdes, Jimin. Se pasó toda la tarde pensando en los mejores candidatos. — susurro fastidiada y él me devuelve una amplia sonrisa.

Jimin es guapo... Muy guapo, y es el heredero al trono, siendo así el mejor partido de todo el reino, todos los padres querían que escogiera a sus hijas para ser su prometida; pero Jimin aún no está en busqueda de una esposa, el quiere comenzar a ser rey sin la compañía de una dama; y ya luego, podría comprometerse con la mujer que ame. O eso fue lo que me contó una vez.

Claro que es algo imposible considerando las leyes del Rey Park: Asumirá el trono aquel heredero por grupo sanguíneo, primogénito casado con su debida esposa tomará el mando del reino.

— Ten paciencia, mientras tú le digas que no te gustan se tardará la llegada del compromiso. — coloca una mano en mi brazo y suspira.— nuestra madre es más soñadora y poética, se rige por el amor verdadero; así que lo puedes manejar y ella a su vez lo hará con nuestro padre.

— Sabio consejo, hermano. — lo abrazo y él me corresponde mientras mi mejilla impacta su pecho cubierto por el traje azul que hoy usa.

— Por algo soy el mayor. — sonríe y me da un beso en la coronilla.

— Feliz cumpleaños, hermano. — susurro en la misma posición.

— Gracias, Hye. — me dice con cariño mientras siento como sonríe tiernamente, y sé que sus ojitos deben estar cerrados.— recuerda usar tu corona. — susurra contra mí cabeza.

— Si no lo hace nuestra madre, eres tú quien me lo recuerda. — él ríe y yo lo aprieto más.

Jimin y yo podríamos pelear a cada rato — recordando la discusión de ayer sobre infiltrarme entre los guerreros. — pero siempre es indiscutible que nos adoramos y nos cuidamos.

— Es hora de ir a la ceremonia. — me susurra sacándome de mi ensoñación. Yo observo alrededor y escucho el sonido de las campanas de bienvenida.

Están llegando los invitados y los anfitriones debemos estar abajo. Busco caminar pero Jimin me detiene, me apunta mi cabeza y luego lleva su mano a la suya, donde reposa su corona de príncipe. Salgo corriendo disparada hacia mi habitación y logro ver mi corona en un cojín de terciopelo morado. Me la coloco frente al espejo y busco mi mejor sonrisa — falsa — para la gran celebración.

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