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Capítulo 8: La fiesta de Keanu

—Tú quédate afuera, que no te vean. —ordenó entre susurros Baek hacia su amigo Denzel.

—¿Por qué? —replicó este susurrando también.

—Porque si los padres de Ruth te ven, en primera no les va a gustar saber que otro chico aparte de mí está con ella, y en segunda se van a asustar con tu pinta de marihuanero. —reprochó el peliblanco sin poder alzar la voz.

—Ah... ¿Por qué susurramos? —Tres veces seguidas en un segundo hizo el mismo mohín con sus labios, era una manía provocada por el piercing de su nariz.

—¡Porque nos pueden escuchar! —Intentó sonar fuerte entre susurros—. Vete, vete, quédate en la esquina. —Lo echó de ahí a empujones y Denzel obedeció.

La puerta de la casa de los Quinn's se abrió ante Baek y este se apresuró a sonreír ampliamente transmitiendo esa inocente ternura que siempre se preocupaba por mostrarle a los padres de su amiga. Stella fue quien lo recibió en la entrada, tan cariñosa como de costumbre le brindó un abrazo al chico para luego dejarlo pasar al interior. Estaba cayendo la noche y el matrimonio Quinn sabía por qué Baek se encontraba ahí, él llevaría a Ruth a esa famosa fiesta del sábado, la fiesta de Keanu Swift por el inicio del curso.

Baek entró y chocó las palmas a modo de saludo con el señor Vernon que se encontraba cómodamente en su sofá viendo la televisión. Subió las escaleras directo al cuarto de Ruth y sin tocar previamente la puerta, se adentró.

—¡Hola cosa mía! —saludó con mucho entusiasmo pero se vio abruptamente interrumpido por un zapato que apareció en el aire para atacarlo—. ¡Pero qué mierda...!

—¿Qué haces? ¿Por qué entras sin tocar? ¡Saaaal! —chilló con histeria la pelirroja.

El chico se vio asorado y con cara de espanto le echó una ojeada para ver cuál era su problema antes de salir corriendo de la habitación y pegar la espalda contra la puerta. Estaba en ropa interior, la pilló a medio vestir, eso fue lo que pasó.

—Te dije que vendría a buscarte a esta hora, deberías estar lista ya. —replicó este desde el pasillo pero no recibió respuesta.

Dos minutos más tarde la chica abrió la puerta y después de dedicarle una mirada severa aflojó su semblante para así sonreírle.

—Solo me faltaba ponerme el pantalón.

Baek, al igual que aquella vez en la tienda, la miró de arriba a abajo sin poder asimilar aún cómo es que ella lograba pasar de verse como una ordinaria a verse como una Diosa de Vírgenes Rebeldes. Y que él nunca haya notado tales rasgos de su amiga más allegada. Ah claro, ella antes se vestía como novicia. El chico intentó disimular ante ella la notoria atención que le prestaba a su aspecto, pues sería incómodo e incorrecto que su mejor amigo se le quedase mirando con la babita afuera. Sobre todo el escote, vaya escote que traía.

Ruth también observó detalladamente a Baek y sacó la misma conclusión que siempre: su amigo era una diva. Vestía con pantalones mezclilla claro y un poco holgados. Una polera de rayas multicolor y sobre esta una chaqueta de cuero negra que le quedaba algo ancha. Para los pies, sus clásicas zapatillas negras de corte alto. Esa noche se había cambiado su piercing negro para usar otro de plata, y maquilló sus ojos con un discreto lápiz negro. En su espalda traía una pequeña mochila, ¿qué llevaba allí dentro?

—Ahora es cuando me explicas cuál es tu plan para que yo salga por esta puerta sin que mis padres vean la ropa que traigo puesta. —El susodicho le dedicó una sonrisa pícara, obvio que él podía hacerla pasar desapercibida.

—Esto... —De la mochila sacó una chaqueta mezclilla que llegaba hasta la cintura y de mangas largas—: te la pones sobre la blusa, con los botones cerrados, entonces Vernon y Stella nunca se enterarán de que su hija se va de parranda a un recinto lleno de adolecentes sudados y eufóricos, vistiendo una diminuta blusa que casi muestra sus pezones. —se burló con mucha diversión.

Ruth le jaló una oreja— No muestra mis pezones. —masculló intentando justificarse.

—Con las orejas no, por favor. —Se apresuró a safarse de su agarre, no quería que le crecieran más aún.

La pelirroja tomó la chaqueta y se la colocó para luego observarse en el espejo, le quedaba bien la verdad pero no tanto.

—Es de mujer... —comentó ella respecto a la chaqueta. O sea Baek ¿por qué tienes ropa de mujer?

—Es de mi ex —Asintió Ruth recordando a semejante odiosa—. Ya nos podemos ir, Denzel está afuera esperando y no confío en sus habilidades de sigilo.

Juntos partieron hacia la entrada de la casa y antes de salir se despidieron de los adultos prometiendo dejar a la pelirroja en casa sana y salva a la medianoche.

Cenicienta le dicen...

Afuera, ya lejos del campo de visión de los padres se encontraron con Denzel, que de la ansiedad provocada por la espera no pudo evitar prender un cigarrillo desde antes de que ellos llegaran. Ruth tuvo que inspeccionar el aspecto de Denzel unas cuantas veces. En primera, ¿cuándo la raíz de su cabello dejó de ser azul para entonces ser roja? Sus uñas, tenía las uñas pintadas de esmalte rojo. Sumamente cargado de piercings y aretes, además de una cadena ajustada a su cuello y anillos en cada uno de sus dedos. En fin, que si un rayo venía del cielo, Denzel lo atraparía. Y el toque final, no traía zapatos, pero eso no significaba que estuviese descalzo, sino que andaba en patines, ¿quién iba a una fiesta en patines? Ya la chica lo visualizaba pisoteando los dedos de los pies con las ruedas a todos en la fiesta.

—¿Qué tal Quinny? —saludó jovialmente chocando los puños con ella.

—¿Qué horas son? —inquirió ella mientras se quitaba la chaqueta para volverla a guardar en la mochila de su amigo.

—Las 8:15 pm. —respondió el trigueño.

—La fiesta comenzaba a las 8:00 pm. Baek, estamos tarde. —Le dedicó una mirada preocupada a su amigo y Denzel soltó una risita mientras el otro se aguantaba para no hacer lo mismo.

—Cosa... —intentó explicarle a la inocencia de esta—: a las fiestas es mejor cuando se llega tarde créeme —Ella asintió entendiendo, pues son contadas las veces que ha ido a una fiesta—, además la casa de Keanu está a solo veinte minutos de aquí, llegaremos antes de las nueve, eso no es tarde. —explicó para despreocuparla.

Pues como mismo dijo el peliblanco, llegaron antes de las nueve. Desde una cuadra antes pudieron captar la estruendosa música Pop-Rock que se escuchaba proveniente de la casa; menos mal que en ese vecindario las viviendas eran muy apartadas unas de otras porque sino ya hubieran denunciado a los Swift's. El jardín estaba atestado de adolecentes, en su mayoría estudiantes del colegio privado de Pennston. Los invitados sostenían en sus manos vasos desechables que contenían bebidas color rosa o amarilla. La amarilla era cerveza, ¿y la rosa...? Ruth no sabía qué tipo de bebidas se consumían en esos eventos. La mansión de Keanu era incluso más moderna y colorida que la de Baek, pero no más grande.

—Baekieee. —arrastró el nombre como un chillido una voz que se acercaba desde la entrada de la casa.

¿Baekie? ¿En serio le acababan de arruinar el nombre de esa manera?

Ante ellos apareció una rubia despampanante que no tardó en enroscar sus brazos en el cuello del peliblanco y besarlo. Rose, era una estudiante de tercer año, y el ligue temporal y super efímero de Baek; si normalmente la rubia era pura adrenalina y excentricidad, no se pueden imaginar esa noche con unos tragos de más arriba. El chico de inmediato la tomó de la cintura para corresponderle el beso de igual forma, mientras sus dos amigos se quedaban expectantes. Denzel y Ruth se esforzaron por ignorar semejante baboseo. Rose le dio a beber al chico de su vaso y luego este lo agarró para terminarse la bebida de una sola vez, y ahí iba el primer trago de la noche...

—Baekie, El Clan está allá arriba junto con otros amigos. Vámonos con ellos —propuso en un tono meloso pero luego hizo reparo en la compañía que traía el susodicho. Miró a Ruth de arriba a abajo con ojos negativamente chispeantes, y la pelirroja frunció el ceño dedicándole la misma mirada retadora, no se iba a dejar intimidar por esta—. Trajiste a una chica a la fiesta... —soltó el primer comentario venenoso al aire estando a punto de armarle un escándalo al chico.

—Ah sí, ella es Ruth, mi mejor amiga —Ah, mejor amiga, escuchar eso calmó las sospechas tóxicas de Rose solo un poquitín, no se confiaba de ninguna mujer cerca de un hombre del que ella guste—... y este es mi amigo Denzel.

—Cierto, en el colegio ya corría el chisme de que andabas muy unido con una pelirroja de primer año. —recordó.

—Entonces, los chicos están arriba —repitió y ella asintió. Baek se mostró dudoso por un momento—: ¿Denzel, puedes cuidar a Ruth al menos hasta que ella encuentre a sus amigos?

—¿Cuidarme? —Esta hundió las cejas sintiéndose un poco ofendida.

—Baek traje María. —le comentó el trigueño en el oído a su amigo ignorando la pregunta. Rose se mostró muy alegre y exaltada con esa mención, al igual que el peliblanco que se le entornó el rostro de picardía.

—¿María? —Ruth no entendía esos conceptos y los chicos comprendían su inocencia, a diferencia de la rubia que solo se carcajeó en su cara.

—Como quiera que sea no puedo dejar a Ruth sola y hay gente esperándome —expresó aún tomando a la rubia de la cintura—. Denzel mantente con ella hasta que se encuentre al menos con Jenny, y supervisa cualquier bebida que tome, no se puede pasar con los tragos, que no haga nada indebido. —redactó una serie de mandamientos mostrando su gran preocupación por el cuidado de esta.

—Define indebido. —Y ahí estaba Denzel con su ilimitado libertinaje.

—Baek vete al carajo a dónde tengas que ir, yo no necesito una nana. —refutó la pelirroja con el semblante ofuscado y prosiguió a alejarse de sus amigos para irse hacia dónde sus pies la llevasen.

¡Qué diablos le pasaba a su amigo! Ella estaba ahí para salir de su rutina aburrida, de los estrictos de sus padres, para conocer el mundo; no para que él se comportara igual de sobreprotector que Vernon y Stella y la tenga toda la noche sentada en una silla diciéndole: se mira pero no se toca.

—Ruth ven aquí... —advirtió este con autoridad.

—Déjala Baekie, no es una niña... —interrumpió ella restándole importancia a la pelirroja.

—Rose no te metas —zanjó y esta se mostró ofendida. Él dio zancadas hasta llegar a Ruth y la asió del brazo —. Hey, hey, no te puedes ir así. Entiende que yo estoy a cargo tuyo y si te pasa algo después tengo que encarar a tus padres. Además si te...

—Ya cállate —espetó histérica y alzando la voz por la música—, me prometiste que me ibas a ayudar a hacer todo lo que quiero, dijiste que lo hiciera todo contigo pero sin embargo cuando llega el momento lo que haces es tratarme como una niñita —le reprochó todo en cara mostrando su creciente decepción— ¡Vete al diablo Baek! —Le hizo a un lado para irse lejos una vez más pero él la agarró de su cintura para no dejarla escapar.

La miró directo a los ojos, enseriado— Discúlpame —admitió con total sinceridad—, tienes razón, no estoy cumpliendo con mi palabra. Ven con nosotros allá arriba. —La tomó de la mano.

—¿Me vas a llevar con tus amigos?

—Claro. —Le regaló una amable sonrisa.

Pasaron entre la gente con dificultad y los cuatro subieron las escaleras. El salón de estar de la segunda planta de la mansión también estaba abarrotado de personas, pero un poco menos que en el jardín y la primera planta. Habían dos amplios sofás y varias butacas, un bar lleno de bebidas a la disposición de los invitados y en general una fina decoración de cerámica china. Al parecer los padres de Keanu son apreciadores de ese tipo de arte tradicional. Más apartado del gentío se encontraba un largo corredor totalmente a oscuras, debía de ser la parte de la casa a la que no se podía pasar.

Precisamente en los muebles ubicados en el centro del salón, se sentaban los miembros del Clan, y alrededor de ellos más y más personas, la mayoría desconocidos, eran muchas caras para identificar. Los amigos de Baek lucían sus espectaculares atuendos de niños ricos. Para ser más exactos, Keanu se veía egocéntrico, Ezra muy simple, y Elijah un punto medio el más aceptable de los tres. El futbolista estaba sentado en el medio de un sofá fumando de su vaporizador y con dos gemelas bien presumidas a sus lados congraciándose con él, entonces el chico vio a Baek llegar desde lejos acompañado con los otros tres y se apresuró a recibirlo.

—¡Ahí está Baek! ¡Mi chino orejón! —aclamó poniéndose de pie con exceso de alegría, ya tenía unos tragos arriba— ¡Ruth, muñequita! Qué bueno que viniste.

El estado de alegría de Keanu le impulsó a ir hacia la pelirroja y lanzarse sobre ella cubriéndola por completo con su fornido cuerpo para luego estampar un incómodo beso en su mejilla. Baek se vio en la necesidad de separarlo rápidamente de su amiga o el trigueño haría alguna otra estupidez. Se acercaron todos a los sofás y prosiguieron a saludar a los presentes. Ezra le regaló un discreto guiño a Ruth, y Elijah por su parte se le quedó mirando fijamente. Ninguno de El Clan bajaba la guardia con ella, en cualquier momento Ruth se comenzaría a extrañar de los sospechosos comportamientos de estos chicos.

Elijah miró pensativo a Denzel— No sabía que los hippies también andaban sobre ruedas. —soltó un comentario dispuesto a picar al susodicho.

El trigueño le dedicó una mirada retadora— Al menos los hippies no tienen tanta amargura en su vida, y con las ruedas se puede saborear la libertad mientras que los amargados solo saborean su propio veneno —refutó de vuelta—. Y por última vez Murder... no soy hippie.

—Elijah ya déjalo —replicó el peliblanco y este emitió una risita.

—No te preocupes Fox, el rojo es tu color. —Le guiñó un ojo a modo de burla y el otro chico solo bufó intentando ignorarlo.

Keanu presuroso se dirigió al bar para regresar con bebidas para sus amigos que acababan de llegar. Le entregó una a cada uno, y Ruth se quedó por un momento observando el líquido amarillo dentro de su vaso desechable. Todos bebían sin preocupación alguna por ello.

Ella sentía culpa... Pero también se sentía atrevida, y eso en verdad le satisfacía.

Solo era un vaso de cerveza Ruth, no hay nada de peligroso en ello.

Comenzó a beber al ritmo de los demás y encontró placer y tranquilidad en eso. Estaba haciendo algo que quería hacer. Con lentitud y vacilación se terminó el primer vaso, luego vino un segundo, y un tercero... y así hasta que ya iba por la quinta bebida. Baek, pese a la coqueta distracción que estaba sentada sobre su regazo, no dejaba de mirar con el rabillo del ojo a Ruth, ya había bebido mucho más de lo que estaba acostumbrada a hacer y eso le preocupaba.

¿Se emborracharía?

Ezra tomó asiento junto a la pelirroja y le sonrió afable, como siempre. Se dio un trago de su bebida para entonces así comenzar la conversación con la chica:

—Qué bueno poderte ver fuera del colegio —comentó—. Oye ¿qué tal si me das tu número de teléfono?

Ruth asintió dispuesta y se entregaron sus móviles para intercambiar números.

—¿Has pensado en mi invitación del otro día?

Ella lo miró extrañada— ¿Qué invitación? —La cara de Ezra pasó a ser de pura vergüenza— Oh lo siento, lo siento, es que esta cerveza me tiene un poco mareada. —Comenzó a reír sin razón alguna haciendo alusión al vaso que traía en su mano.

—Entiendo, no estás adaptada a beber —afirmó para sí mismo—. Creo que te sería mejor parar por un momento. —Se dirigió a quitarle el vaso de las manos y la chica reaccionó enseguida.

—¡No, no quiero! Dámelo Ezra. —exigió comportándose de manera que captó la atención de todos pero rápidamente volvieron a lo suyo. No les extrañaba, ahí todos estaban exaltados.

—Está bien, toma toma. —Le devolvió su vaso.

—Entonces, como te iba diciendo Ezra... ¿Mourín? ¿Mourín era?

Este negó con la cabeza— Marin.

—Exacto, Ezra Marin... tu invitación, ¿te parece bien el lunes después de clases?

—Perfecto. —Sonrió triunfante y se dio un trago largo para luego rellenar el vaso de Ruth con una botella que estaba cerca.

—Oh por dios qué ganas de orinar dan estas bebidas.

Ruth se paró presurosa y con la vejiga a punto de explotar. Debía de encontrar el baño, ¿dónde diablos estaba el baño? Presionando su entrepierna para poder aguantar se fue en busca del baño pero se sentía tremendamente mareada por el gentío. Se encaminó por el pasillo a oscuras, ignorando el hecho de que era el único lugar el cual no estaba inundado de personas. Aunque precisamente por eso decidió coger por ahí. Vio puertas por todos lados, ¿o era que estaba viendo doble? ¿qué rayos le habían dado a beber? Una pequeña puerta blanca y apartada del resto le pareció convincente y creyendo que por fin había encontrado el dichoso baño, se adentró con prisa.

Al pasar hacia el otro lado, el cuerpo de una persona la presionó contra la pared tomándola de súbito. El lugar estaba a oscuras y se notaba que el espacio era bastante pequeño. Definitivamente no había encontrado el baño. Su corazón comenzó a palpitar frenéticamente cuando analizó su situación. Mareada e incapaz de defenderse, totalmente a oscuras sin poder ver con claridad en ese lugar sin opciones de escapatoria, y con un desconocido más alto y fuerte que ella encerrándola entre su cuerpo y la pared. Tan cerca que su respiración y su suave cabello le chocaban en la cara.

¿Quién era?

¿Cómo se libraba de él?

¿Qué le iba a hacer?

Para su suerte, el susodicho jaló un cordel que caía del techo y la luz se encendió permitiéndole a ella por fin saber en qué tipo de lío se había metido. Dejó escapar un gran suspiro catártico para todos sus miedos.

Era solo Elijah comportándose como su naturaleza se lo exigía.

Y lo que había encontrado era el cuarto de desahogo.

¿En qué momento él había abandonado el salón y llegado allí primero que ella?

Tenía a solo un centímetro de distancia al imponente Elijah Murder con su mirada impertérrita sobre ella, sin parpadear y respirando con pesadez. La intimidaba, él sabía que lo hacía, todas las personas se sentían intimidadas por Elijah cuando lo tenían cerca.

—¿Te perdiste? —preguntó con voz firme y ronca sin mover ni un gesto de su semblante.

—C-creo que sí. —respondió ella tragando saliva sin poder sostenerle la mirada.

—Y yo creo que es demasiado obvio que esta parte de la casa no está accesible para personal no autorizado. —acusó sin titubear.

—L-lo siento... solo estaba buscando el baño. —Sin mucha firmeza, decidió mirarle a la cara.

—Usa el baño de la puerta de en frente y vete de esta zona antes de que Keanu o cualquiera se de cuenta. —Entonces dio dos pasos atrás para liberarla.

—Gracias.

Ruth de inmediato se volteó dispuesta a abrir la puerta para retirarse lo más rápido posible pero la mano fría de Elijah en su cintura la hizo detenerse. Volteó su rostro hacia él.

—Esa ropa... —Por primera vez desde que lo conocía no habló con firmeza—: te favorece— Y la soltó para dejarla ir.

O sea ¿qué? ¿Esa era su manera de decirle que le gustaba como se veía?

Por Dios, qué chico tan raro, ¿qué hacía él solo encerrado en un cuarto de desahogo?

Después de hacer sus necesidades en el baño, regresó con los chicos ya estando con la mente más fresca y clara. Al estar de vuelta en el sofá se fijó en que el pelinegro ya había regresado igualmente, y no tardó en posar sus ojos sobre ella. Tomó asiento donde mismo estaba antes y Baek se acercó a su oído.

—¿Dónde te metiste? —espetó enseriado.

—Solo fui al baño.

—Tú no sabes dónde está el baño.

Ella se encogió de hombros— Lo encontré.

Baek chasqueó la lengua exigiéndose restarle importancia al asunto y volvió a lo suyo. Keanu le relataba a todos una anécdota suya durante un partido de fútbol y los presentes le prestaban gran atención. Ni que fuera interesante lo que hablaba, ahí estaba una expresa demostración de las clases sociales. Keanu era un joven apuesto, adinerado y miembro del equipo de fútbol americano, así que por ende todos le prestaban atención aunque lo que hablara fuera solo estupideces para vanagloriarse a sí mismo.

—Tengo una propuesta... —proclamó Elijah poniéndose de pie. Tomó una botella vacía que estaba sobre la pequeña mesa—: juguemos a Verdad o Reto. —Movió la botella entre sus dedos ladeando una sonrisa pícara.

Baek le miró con advertencia y el pelinegro le retó con la mirada. Al chico no le agradaba nada esa situación, iban a acabar con Ruth en medio de ese juego.

—Sííí, eso es justo lo que estaba necesitando. —expresó Rose con exaltación estando sentada sobre el peliblanco.

—¡Ruth! Al fin te encontramos.

Como un milagro para Baek, apareció entre la multitud Jenny acompañada de su hermano y de Colum. Le desagradaba Colum, pero con tal de que ellos se llevasen a Ruth lejos de sus amigos lo más pronto posible no tendría problema con ello. Los chicos se acercaron a saludar, pero antes de eso Jhonny se dio el lujo de tomarle un par de fotos a los presentes, a lo que Rose se apresuró a saltar como un resorte.

—¡Ay me encanta ese chico! —acometió sobre el moreno tomándolo de los hombros— ¡Yo quiero fotos! Quiero salir el lunes en las revistas del colegio —comentó emocionada de sobre manera— Me tomas unas fotitos ¿siiii? —Hizo un puchero intentando ser tierna.

—Por supuesto. —Jhonny esbozó una pequeña sonrisa, incómodo por tener invadido su espacio personal.

La rubia comenzó a posar sintiéndose toda una reina del espectáculo y la mayor sensación dentro de los presentes, hasta que acometió hacia Baek. Oh Dios, uno de El Clan saldría el lunes en los artículos de La Cotilla Semanal con la ex capitana del equipo de porristas sobre su regazo y besándole, ¡qué chisme!

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