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Capítulo 5: Amor y Experimentación

—Señorito Baek, ¿se le antoja algo más? —interrogó con exceso de amabilidad la empleada doméstica de la mansión de los Demon's.

Este negó con la cabeza— No gracias, te puedes retirar por hoy.

Baek tomó la servilleta a un costado de su plato y se limpió con ella las comisuras de su boca. Colocó los codos en la extensa mesa de cristal y apoyó la cabeza sobre sus manos, observando.

Otra cena solo en la mesa.

Un clásico.

En esta ocasión su madre no estaba lejos de él, pero aún así le pesaba hacer el esfuerzo de compartir con su hijo. Mientras más cerca, más distante, así era Gea Demon. El peliblanco soltó un bufido y se acomodó su piercing para luego ponerse de pie. Se dirigía al despacho de su madre, siempre que estaba en casa se mantenía allí dentro. Baek atravesó el comedor y el vestíbulo despreciando las mismas cosas de siempre, detestaba la decoración de la mansión, lucía tan remilgada y ensombrecida como Gea.

Si fuera por él definitivamente le agregaría muchas tonalidades azules a la decoración, le faltaba color a su hogar.

Si es que eso se pudiera llamar hogar.

Subió los peldaños de madera de la escalera y luego de recorrer el corredor de la segunda planta estuvo de pie frente a la puerta del despacho. Se encontraba entreabierta y no le faltó nada para entrar cuando escuchó unas risitas, continuo a estas un quejido, provenían del interior. Asomó sus ojos a través del reducido espacio que dejaba a la vista la puerta. Y lo que vio le provocó una hiperestesia nerviosa.

Un hombre trajeado, alto y de avanzada edad, un empresario tal vez, se encontraba con su madre en la habitación. Ella estaba presionada contra el escritorio, dándole la espalda a dicho señor el cual se posicionaba tras suyo, con su cuerpo extremoso apegado contra el de la señora y su mano derecha envolvía el cabello platinado de esta obligándole a tirar su cabeza completamente hacia atrás.

A Baek se le aceleró el corazón y tuvo que retroceder un paso, apartando la vista de esa escena. Hiperventiló de manera nerviosa unos escasos segundos hasta que no aguantó más y corrió hacia su habitación a la vuelta del pasillo. Cerró de un portazo tras entrar y pegó su espalda contra la puerta para luego llevarse las manos a las cienes con una notoria frustración.

Una de esas escenas una vez más no, por favor.

Las odiaba.

De hacía un tiempo ya sorprendía a su madre en ese tipo de actos a escondidas en la casa. Solo una vez ella notó la atención de él presenciando esa situación, y no hizo nada al respecto, solo lo dejó pasar al igual que él que como siempre el único remedio que tenía era apartar la vista y huir. Su madre acompañada de esos hombres de alta clase, no eran ligues normales. No eran las aventuras de una noche. No eran un futuro marido. Él lo sabía, él lo presentía, algo pasaba con su mamá y odiaba todo a su alrededor.

Baek apretó los ojos y gruñó con furia. Asió la guitarra en la esquina de su habitación y estuvo a punto de estrellarla de un solo golpe contra el duro suelo, pero a cambio de eso la lanzó a la cama matrimonial. El edredón azul que le cubría lo tomó entre sus brazos para hacer una bola con él y arrojarlo de igual forma. Dio fuertes zancadas con sus pies descalzos de un lado a otro por toda su habitación. De repente todo a su alrededor le incomodaba; las paredes rojas y azules le resultaban irritantes para sus ojos, el estante abarrotado con discos de música ocupaba mucho espacio, la colección de juguetes originales de superhéroes era demasiado infantil para su edad.

¡Nada le gustaba!

Necesitaba salir de ahí o terminaría remodelando manualmente su dormitorio en cuestión de minutos.

Se calzó con unas zapatillas comunes y colocó una chaqueta mezclilla sobre su polera multicolor. Guardó su teléfono  en el bolsillo de su chándal y tomó una de las patinetas que colgaba en su pared. Dio un portazo más tras salir y a la velocidad de la luz ya se encontraba chirriando las ruedas sobre el asfalto. Eran casi las diez de la noche pero no le importaba, en momentos como esos solo necesitaba una cosa, la única cosa que le sacaba de situaciones desesperantes.

Ruth.

Su mejor amiga era esa dosis de inocencia que necesitaba en su vida justo cuando las cosas se volvían a tornar feas para él y todo a su alrededor adoptaba esa aura oscura que tenían todos los seres humanos. Cuando el mundo parecía lo suficientemente perverso e insano para él, solo quería vivir dentro de la burbuja en la que vivía ella. En su vida perfecta, cronometrada y planeada la cual brillaba por su inocencia, en la que ninguna de sus acciones eran impulsadas por ocultas intenciones.

Ruth tecleaba en su Tablet con una sonrisita tonta en el rostro cuando la vibración de su móvil la interrumpió. Dejó el aparato sobre la cama y extendió su mano para agarrar el teléfono y observar la llamada perdida en la pantalla.

Baek le había timbrado.

Las llamadas perdidas en la noche siempre significaban que él aparecería a escondidas brincando el balcón de su habitación para pasarse la noche con ella porque no se sentía a gusto en su casa. Pasó mucho tiempo para que los padres de la chica notaran la presencia de su amigo en las noches, pero cuando lo descubrieron estuvieron de acuerdo con ello, siempre le tuvieron mucha confianza y cariño al chico.

Ella escuchó los toques en el cristal de la puerta de su balcón y salió de la cama para ir a abrirle a su amigo. Le observó y le pareció verlo un poco agitado y con la mirada turbada. Este le dedicó una sonrisa un poco nerviosa y se introdujo en la habitación soltando la patineta en el suelo y la chaqueta sobre la butaca. Saltó a la cama y cerró los ojos para intentar relajarse ahora que ya estaba en un lugar seguro.

—¿Pasó algo? —interrogó ella acostándose también en la cama.

Baek mantuvo sus ojos cerrados y resopló, la imagen de su madre con aquel hombre y las sospechas de lo que harían allí dentro le pasaron por la mente. Arrugó los ojos y respiró con fuerza una vez más.

—Nah —se encogió de hombros intentando lucir despreocupado como siempre—, estaba aburrido, mi mamá ocupada, lo mismo de siempre ¿no?

—Umju, lo mismo de siempre. —regresó su atención al Tablet.

El peliblanco abrió los ojos y observó a su amiga enternecida con lo que leía en el aparato. Movió su cabeza un poco para poder notar qué era lo que estaba mirando ella que la traía tan sonriente. Era un chat en el cual de soslayo se notaban algunos emojis de corazones y caritas tiernas.

¿Ruth estaba manteniendo una conversación por redes sociales?

¿Una conversación del tipo «Aw qué mono eres. Aw me sonrojo, jijiji»?

El chico hundió las cejas a más no dar y en un tono fuerte espetó sin rodeos:

—¿Con quién te estás escribiendo, Ruth?

Ella alzó la mirada, sintiéndose interrumpida— ¿Eh? —Apenas salía de su trance.

—¿Con quién te estás escribiendo? —repitió esta vez menos severo.

—Ah... con una vieja amiga. —sonrió muy alegremente, acción que resultó sospechosa para él.

—¿Una vieja amiga? —preguntó con recelo y alzando una ceja, no se lo creía en lo absoluto.

—Umju —asintió volviendo su atención al chat.

—¿Qué amiga?

—Por Dios cosa —se aquejó—, déjame escribir con tranquilidad. —bufó y volvió al aparato.

Baek chasqueó la lengua quedándose convencido de que ella no le diría la verdad, por lo menos no en ese momento. Pero él lo descubriría tarde o temprano, siempre lo hacía. Analizó una vez más el aspecto de ella... y se arrepintió de eso.

Tenía que trabajar fuertemente en controlar su curiosidad.

Ruth no llevaba sostén debajo de su pijama rosa. ¿Por qué siempre hacía eso? ¿Por qué nunca se cubría? ¿Acaso no era consciente de que tenía unas cosas llamadas senos? ¿En qué momento le crecieron?

El chico tragó duro al tiempo que cerraba los ojos y agitaba su cabeza en el intento de borrar el recuerdo de lo que accidentalmente acababa de ver. Posó su mirada en el techo fijamente, tratando de no mirar hacia ningún otro lado. La pelirroja cerró la pantalla y dejó el aparato a un lado para entonces apoyar por completo su espalda sobre el colchón y mirar hacia el techo al igual que su amigo, manteniendo un cómodo silencio.

—¿En qué piensas? —inquirió él mientras jugaba con su lengua y el piercing negro.

Suspiró profundamente— En todas las cosas que quiero hacer...

—¿Y qué quieres hacer?

—Experimentar Baek, experimentar...

—¿Cómo así?

—Cosa, quiero hacer todo lo que nunca he podido hacer. Quiero salir de mi cascarón, en verdad que tengo ganas pero no sé cómo avanzar. Toda mi vida viviendo dentro de esta burbuja ha hecho que el miedo y el conformismo vayan por delante de mis deseos. ¿Me ayudas a salir de esto? —culminó con una serena sonrisa.

Baek emitió una risita— Creo que ya lo estoy haciendo ¿no?

—Cierto —admitió recordando—, el otro día en el lugar de Denzel... —llevó sus manos al cabello blanquecino de su amigo, siempre le ha gustado su suavidad— ¿Y tú? ¿Hay algo que quieras?

—Sip.

—Qué bien, ¿qué quieres?

—Quiero exactamente lo que nunca he tenido.

Ella hundió las cejas intentando adivinar qué era eso pero no logró pensar en nada en concreto.

—Eso está difícil Baek, has tenido tantas cosas en la vida. Prácticamente... todo —agregó un poco dudosa.

Él negó con la cabeza— Hay una cosa que nunca he tenido —suspiró—... Amor.

Ruth esperaba cualquier respuesta menos esa. Aún no lo entendía del todo.

—¿Amor? —cuestionó sin comprender—, yo siempre te he dado amor, al igual que mis padres, y creo que tus demás amigos también.

Él se apresuró a negar con la cabeza una vez más— No me refiero a eso, Cosa —arrastró la última palabra—. Escucha, piensa esto —comenzó su explicación—: he tenido ese amor que me dices, pero pese a que sí estoy muy feliz contigo, el resto de mis amigos, y tus padres que me han acogido como un hijo. A fin de cuentas, todos tienen a alguien, tus padres se tienen a sí mismos, tú un día tendrás un novio o marido, mis amigos también. No podrán estar siempre dedicando su tiempo a mí. ¿Y con quién me quedo yo? Solo... como mismo he estado toda la vida. —culminó sintiendo un gran pesar al estar consciente de su realidad.

La chica lo analizó unos segundos— O sea que, ¿quieres una novia? —inquirió sin terminar de comprender aún a su amigo.

—Nooo —bufó y negó con la cabeza con más fuerza—. No me refiero exactamente a eso. "Novia" es solo un... ¿título? Por así decirlo, ya he tenido novias y no me han dado Amor. Yo quiero a alguien que me acompañe en la vida, alguien que me ame, que se entregue a mí. Por ende yo abrirme a ella, entregarme de igual forma. Quiero a una persona que le de a mi vida una formalidad, un propósito, un afecto que me llene, y que también esté junto a mí en todas mis locuras. ¡Eso quiero! —Por un segundo se le humedecieron los ojos añorando eso que nunca había tenido.

La mano que acariciaba el cabello de Baek se detuvo sin realizar ningún otro movimiento. Ruth quedó perpleja al terminar de escucharlo, y en parte sintió pena por su mejor amigo ya que en verdad necesitaba llenar todo ese vacío que le constituía su vida.

—Por cierto —volvió a tomar él la palabra—, eso de que quieres experimentar... por favor intenta hacer la mayoría de las cosas conmigo. Así le evitas una preocupación a mí y a tus padres.

Ruth frunció el ceño— ¿A qué te refieres?

—Ruth que hay cosas que vas a experimentar que debes de hacerlas con una persona a la que le importes y que te cuide. Por ejemplo; te emborrachas en una fiesta, cualquier otra persona te dejará tirada inconsciente y haciendo ridiculeces frente a todos. Sin embargo si te emborrachas conmigo en una fiesta yo velaré por ti y te enseñaré todo lo que debas saber.

La pelirroja se sintió conmovida ante tal demostración de protección por parte de su mejor amigo que se apresuró a darle un fuerte abrazo y un beso en la mejilla, a lo que él correspondió con el mismo cariño.

Amor y Experimentación... una mala combinación.

Súbitamente la puerta de la habitación se abrió para la sorpresa de ambos chicos. Y Stella, la madre de Ruth, también quedó sorprendida al encontrarse con Baek allí dentro. No tardó en juntar las manos y dar un respingo de alegría regalándole al chico una amplia sonrisa de emoción por verlo.

—¡Baek querido! —expresó simpáticamente y él le sonrió de oreja a oreja también.

Stella se adentró en la habitación y fue hasta la cama para darle un abrazo al chico y luego acariciar su cabello. Siempre lo ha considerado un hijo y él ha estado muy agradecido con el afecto y el cuidado que le brindaba el matrimonio Quinn.

—Mi princesita disculpa que la comida la haya preparado tan tarde, ya son las diez —se disculpó con su hija.

—No te preocupes mamita, yo sé que tú y papá estuvieron bastante atareados hasta ahora. —expresó para despreocuparla y la mayor le dio un beso en la frente.

—Entonces Baek aprovechemos que estás aquí y cena con nosotros —propuso con mucho entusiasmo por la idea.

—No, no Stella, no tiene que preocuparse por mí, ya yo cené en casa. —se apresuró a justificarse un poco apenado.

Chasqueó su lengua y le regaló un guiño al chico— No compares mi comida hecha con amor con la comida que preparan las sirvientas robóticas de tu casa.

El peliblanco no pudo evitar estallar en risas y darle toda la razón a la señora. La comida de su casa sabía a cualquier cosa menos a hogar o familia.

—Está bien Stella, me rindo, comeré con ustedes hoy. —Él le devolvió el guiño sin poder parar de reír.

—¡Te adoro! —chilló emocionada y lo exprimió una vez más entre sus brazos—. Antes de irme, princesita necesito hablar contigo afuera.

Ruth asintió y salió de la habitación con su madre dejando al peliblanco solo en esta. Baek aprovechó de su soledad para apresurarse en hurgar en el Tablet de su amiga, estaba decidido en averiguar con quién se escribía tan íntimamente al punto de ocultarle su identidad a él. Ruth y Baek se contaban todos sus secretos, esa persona sea quien fuese no iba a ser la diferencia. Tomó el dispositivo y encendió la pantalla. Ni siquiera le tenía contraseña, qué ingenuidad madre mía. Deslizó la pantalla de bloqueo y se mostró ante sus ojos el chat en el que ella se encontraba anteriormente. Miró la parte superior de la pantalla para leer el nombre del contacto, y este decía:

Colum.

¡COLUM!

¡C-O-L-U-M!

—¡Mierda! —farfulló con rabia asegurándose de que no escucharan afuera.

Sí que era rápido el tipo.

Baek lanzó el Tablet en la cama y se sentó sobre esta con los pies pegados al piso. Comenzó a dar repetitivas pisadas con su zapato al tiempo que movía su piercing con la lengua sin parar. Estaba pensando, ansioso, desesperado.

Debía hacer algo con el tal Colum ¡Ya!

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