Capítulo 31: Reuniones furtivas
Para nuestros protagonistas los días comenzaban a sentirse como horas, el tiempo se les iba de las manos y cuando se daban cuenta de ello ya habían transcurrido dos semanas. Quince días perdidos, quince días en los que no habían averiguado información alguna sobre cómo conseguir un aborto, quince días menos para la llegada del juicio con el departamento de menores.
Sobre todo Ruth era la que menos se sentía el paso de las horas en su vida pero a la vez era la que más los sufría, ya que había pasado dos semanas viviendo en bucle, repetía una y otra vez las mismas torturas diarias. Despertaba a las seis de la mañana; desayunaba para complacer a sus padres; se iba al colegio con Baek en su motocicleta; se pasaba el primer turno de clases con revolturas de estómago por culpa del desayuno; caminaba entre sus compañeros aguantando la respiración cada cinco segundos para evitar los aromas fuertes de perfumes que también le provocaban náuseas; en el almuerzo solo ingería un zumo y dos cuñas de pizza hawaiana; cuando llegaba a casa se encerraba en su habitación para huir de los olores que se escabullían de la cocina hasta invadir por completo la primera planta; bajaba siempre a la misma hora a cenar y engullía toda la comida obedientemente para no levantar sospechas; le sonreía a sus padres para disimular; luego cuando les perdía de vista corría hacia al baño de la segunda planta para vomitar hasta limpiar su estómago; nuevamente se iba a su dormitorio con el cerrojo echado y se deprimía en su cama pensando en que era una inmadura miserable y mentirosa; por último le hacía una llamada a Baek buscando su consuelo hasta quedarse dormida con el teléfono en el oído.
Los mismos lamentos durante dos semanas, una rutina que la estaba secando en vida. Absolutamente todo lo que cocinaba Stella era odiado por el feto en su interior, parecía estar asesinando a su madre lentamente desde el estómago. Como si la pelirroja no tuviera suficiente con fingir estar sana frente a sus padres cuando en realidad la boca le salivaba y se le iba el aliento con cada paso que daba.
Deseaba tanto comer frutas, cada noche le contaba a Baek sobre sus antojos.
Esa mañana se encontraba en el Instituto, como siempre, estaban en el horario de receso y Ruth caminaba con prisa en dirección a la puerta trasera al fondo del último pasillo. Su amigo le había escrito para que se reunieran allí, según él le tenía una sorpresa. El área trasera de la escuela era uno de los pocos lugares en los que los estudiantes podían verse a escondidas y con un mínimo de privacidad. La chica atravesó las puertas dobles y se encontró con los altos muros grisáceos y pinceleados por el moho, ese era el escondite para alumnos traviesos. Miró a sus alrededores y a la derecha sus ojos cayeron fugazmente sobre dos chicos manoseándose sin escrúpulos.
«¡Diablos esos son el novio de Katherine y uno de los nerds del Club de Ciencias! ¡Al final son gays!»
La pelirroja agitó su cabeza repetidas veces espantando la inapropiada escena que quedó en su mente para entonces volver a echar una ojeada mientras se adentraba en la zona. Se desplazó entre los pequeños espacios que dejaban los muros para caminar hasta que sus ojos vislumbraron en una esquina aquella cabellera blanca que tanto le embelesaba. Sonrió de oreja a oreja en cuanto vio a Baek sentado en un banco esperándola mientras jugaba en su teléfono. Dando cortos saltitos se acercó a él y este la recibió con los brazos abiertos, miraron hacia todos lados cerciorándose de que no hubiesen testigos, entonces una vez comprobado que no habían moros en la costa Ruth procedió a sentarse sobre la pierna del peliblanco y besarlo tiernamente a la vez que se encerraban en un abrazo.
—¿Cómo amaneciste? —preguntó Baek preocupado por ella.
—Igual Cosa, igual... —respondió cambiando su semblante a uno de cansancio.
—Pero ahora mismo te veía feliz Cosa Quinn. —opinó él pellizcando una de las mejillas de la chica para luego depositar un casto beso en su cuello.
—Mi cuerpo está destrozado pero hoy me siento feliz porque mi mejor amigo dijo que me tiene una sorpresa —argumentó ella dándole una mirada comprometedora—: ¡Quiero mi sorpresa ahora Baek, dámela ya! —chilló esta con emoción, se impacientaba por querer saber qué le tenía guardado.
Entonces el chico la retiró de sus piernas para que esta se sentara a su lado en el banco, tomó su mochila que hasta ahora había permanecido en el suelo. A Ruth se le iluminaron los ojos con la idea de que su regalo debía de ser grande ya que la mochila de Baek se veía completamente llena y pesada. El peliblanco deslizó la cremallera y deslumbró a su chica cuando descubrió que en el interior todo lo que había eran bananas, manzanas, peras y fresas. La chica dio varias palmaditas por el entusiasmo y se abalanzó a darle un abrazo de agradecimiento a su amigo.
—Me has traído frutas. ¡Eres el mejor! No resistía más pasar tanta hambre. —exclamó con la boca hecha agua.
—Lo hice por eso, no podía seguir viéndote sufrir y que me cuentes de tus vómitos todos los días —Baek le acarició su cabeza mientras la observaba comer con ansias una manzana—. Deja las manzanas para último, come todos las bananas que leí en internet que las embarazadas necesitan potasio.
—Había olvidado esa sensación tan placentera de comer y sentirte a gusto, atracarme comiendo y no tener inmediatamente esas náuseas en mi estómago obligándome a expulsarlo todo. —explicó detalladamente sus sentimientos hacia la comida a la misma vez que disfrutaba de esas frutas como si de un manjar se tratase.
—De tanto vomitar seguro que pierdes todas las proteínas que comes. —dijo el chico negando con su cabeza.
—Te lo juro Baek que no aguanto más, tengo náuseas cada dos por tres. Siento que en vez de estornudos me salen arcadas. Este bebé me odia. —se quejó entre lamentos gesticulando con las manos.
—Es la primera vez que veo a una embarazada bajar de peso en lugar de subir. —comentó analizando los cambios físicos en su amiga.
—¡¿Se me nota que he adelgazado?! —Él asintió—. ¡Eso es muy malo! Si mis padres llegan a darse cuenta de que estoy bajando de peso a pesar de lo mucho que me alimentan van a sospechar. Se pondrán a vigilar todo lo que hago y lo primero que llegará a sus mentes es la idea de que me estoy volviendo anoréxica, motivo por el cual me obligarán a ir con un nutricionista. Entonces descubrirán lo de mi embarazo. —enumeró con pánico todo el desastre en cadena que se imaginaba en su cabeza.
El chico solo resopló y rodó los ojos— Ruth por favor deja de pensar en paranoias, relájate y come que estás hambrienta.
—Baek esto es muy serio, necesitamos conseguir un aborto lo más rápido posible —ella insistió y él solo asintió, todas las noches le hablaba de lo mismo por llamada y el peliblanco no tenía más palabras para responderle—. El tiempo está pasando y para sacarse un bebé hay un límite, ni siquiera sabemos cuántas semanas tengo. —le advirtió a la vez que comía una banana.
—No te ha salido ni la panza de embarazada Ruth, relájate. —replicó, ya comenzaba a sentirse hastiado de ese tema. Ella decidió obedecer así que continuó degustando de sus frutas en silencio—. ¿Sabes en qué estaba pensando ahora? —dijo él mostrando una sonrisa inspiradora.
—¿En qué Cosita? —preguntó ella arrastrando las palabras y esbozando la misma expresión picaresca de él.
—En que hace tiempo que no nos tomamos fotos juntos, ¿qué tal si lo hacemos ahora? —Ambos compartieron miradas comprometedoras.
Inmediatamente procedieron a acurrucarse sobre el banco y con la cámara del móvil de Baek comenzaron a tomar las primeras fotos frontales. Ruth cambió de una sonrisa a una mueca con la lengua afuera, entonces en ese momento el peliblanco se quedó con sus ojos clavados sobre ella observándola con detenimiento. En ese instante fue consciente de los riesgos que le estaba costando estar así en esa posición con su mejor amiga, compartir momentos íntimos y subidos de tono, no aptos para la edad que tenían. Pero también podía jurar que nunca había imaginado ser tan feliz, no se arrepentía de equivocarse una y otra vez mientras que lo hiciese con Ruth Quinn. Quería caer en los errores estando de la mano con ella y después poder aprender a salir de estos abrazado con ella. Hacía poco tiempo atrás se había puesto la meta de encontrar el verdadero amor que completase todos sus espacios en blanco, pero ahora la vida lo hacía sonrojarse cada vez que entendía que todos los colores de su existencia estuvieron justo a su lado, creciendo y madurando al mismo ritmo que él, esperando a estar lista para poder acoplarse juntos.
Ahora su nueva meta era convertirse en suficiente hombre para que el arcoíris que formaban unidos nunca fuese opacado por ningún día gris.
Entonces, para la próxima foto simplemente le robó un beso a su amiga y con los ojos cerrados presionó el botón de la cámara. Ya lo tenían, su primer recuerdo como lo que realmente eran, dos enamorados empedernidos en un rincón del colegio donde nadie se enteraba.
•••
Sonó el timbre del cambio de turnos y los alumnos solo disponían de diez minutos para dirigirse a sus casilleros e ir a hacer otras necesidades. Ruth se escabulló hacia su taquilla, donde guardó las frutas que le sobraron del receso, tomó el bol que contenía unas pocas fresas y peras para entonces caminar en zancadas hacia el baño de chicas. Tenía la intención de encerrarse en uno de los cubículos del baño para poder comer con tranquilidad.
Pero para su mala suerte le surgió un contratiempo... uno de cabello azul.
Justo cuando estaba a punto de entrar a su destino, una mano fuerte la asió del antebrazo obligándola a voltearse, encontrándose reprepentinamente con el indeseable rostro de Colum. El chico se posicionó muy próximo a ella, interrumpiendo su espacio personal. De un segundo a otro el semblante de Ruth se convirtió en uno pavoroso y preocupado, mientras que el peliazul le dedicó una insana sonrisa que hizo erizarse los pelos de su nuca.
—Querida discúlpame si te asusté. —dijo él intentando ocultar el cinismo en su voz a la vez que paseaba su dedo índice por el delicado rostro de la chica.
—Aléjate de mí, imbécil. —masculló ella queriendo evitar que otros escucharan su conversación.
Sin embargo, Colum ignoró su orden y precedió a arrastrarla con él hacia la puerta continua, el baño de varones. Ruth hizo su mejor intento de forcejear para soltarse pero no fue necesario porque él mismo liberó su brazo una vez que estuvieron dentro de aquella habitación a solas. La pelirroja le dedicó esquinazos con su expresión ofuscada para después dar los primeros pasos hacia la salida, pero Colum no la dejaría irse tan rápido. Se colocó delante de ella impidiéndole seguir su camino y la acorraló entre su cuerpo y los lavamanos.
—Colum te juro que como no me dejes irme en este instante voy a gritar tan alto que todos los que estén pasando por delante de los baños me escucharán. —advirtió esta a punto de ponerse histérica y con su brazo alzado en posición de defensa.
El peliazul observó con gracia el bol con frutas ubicado cerca de su rostro con el cual al parecer ella "pretendía" golpearlo para defenderse de cualquier cosa que le hiciera.
¿Qué daño le haría eso a Colum? ¿Lo noquearía con un «frutazo»?
—Ruth, querida, no entiendo por qué me odias tanto, ¿por qué me evitas y me apartas? —reclamó este fingiendo estar desentendido de la situación.
—¿Será porque la última vez que anduve contigo me drogaste en una fiesta donde terminé mostrando mi sostén y caí inconsciente? —espetó con el entrecejo hundido y lo golpeó en el pecho con el bol.
—Ruth ya ha pasado mucho tiempo desde eso, yo también estaba drogado y Keanu me propinó una paliza frente a todos. Para colmo, después de eso tu amiguito chino y sobreprotector vino hacia mí amenazóndome, queriendo intimidarme. —expuso ante ella con la intención de quedar como el víctima, y la chica se mostró un tanto sorprendida ya que nunca supo sobre esa amenaza.
—Entonces, si te han advertido tanto de que no te acerques a mí, ¿por qué me sigues acosando? Lo que me hiciste en esa fiesta fue horrible Colum. —sentenció con exigencia.
—Yo no te quiero hacer sentir acosada, solo quiero que me prestes atención, que me vuelvas a hablar. Me duele cada vez que me ignoras de esa forma tan insensible. —La pelirroja negó repetidas veces con su cabeza, sus palabras sobreactuadas y sus expresiones ampulosas no la convencerían esta vez.
—¡No tiene sentido Colum! —zanjó mirándolo fijamente—. Te han golpeado, te han amenazado, te han humillado, día a día te ignoro o te trato con desprecio... no tiene sentido que aún sigas interesado en mí, casi que ni nos conocemos. ¿Por qué lo sigues intentando? —Todo era para ganarse la gallardía de haber superado a El Clan en una apuesta y hacerlos doblegarse.
—Eso es para que veas que yo realmente te quiero Ruth... —soltó arrastrando sus palabras como un ronroneo.
Entonces, el peliazul se atrevió a sobrepasarse. Colocó la palma de su mano sobre la mejilla de la chica, con detenimiento e intentando seducirla se acercó a sus labios y con su otra mano libre la aproximó un poco más contra los lavamanos, quedando así en una posición un poco íntima y subida de tono. Ruth se encontraba a punto de apartarlo a él y a sus presuntuosos labios de un solo empujón cuando la puerta del baño se abrió súbitamente. Ambos voltearon a ver a los dos chicos de pie en la entrada, vaya coincidencia, estos eran amigos de Colum. El susodicho tomó una escasa distancia del cuerpo de la pelirroja y saludó a sus amigos.
—Colum hermano, disculpa que te hayamos interrumpido con tu chica. —comunicó el más bajito esbozando una expresión pervertida.
—Exacto, ya nos vamos para que puedan seguir en lo suyo. —El más rellenito hizo un ademán vulgar tratando dejar clara su indirecta y a Ruth se le formó un mohín repulsivo de solo imaginar la escena en su cabeza.
—¡Quédense! —anunció ella evitando que la dejasen sola una vez más con ese acosador. De inmediato los dos desconocidos se detuvieron—. Pueden hacer lo que quieran en el baño, ya yo me iba de todas formas. —les dijo con naturalidad y ellos obedecieron, Colum quedó estupefacto viendo cómo ella se acababa de escapar.
Apoyada en el umbral le dedicó una mirada asesina al chico y después cerró de un solo portazo. Aquello fue demasiada tensión para su delicado estado emocional.
•••
Finalizadas las clases del día, los miembros del Clan se marcharon hacia la residencia Demon, ya llevaban un tiempo sin reunirse a pasar el rato en el ático. En la entrada las sirvientas los recibieron y luego de ser atendidos por estas se perdieron escaleras arriba. Tiempo después se podía apreciar cierta paz en el ático, Ezra y Elijah jugaban ajedrez mientras que Keanu y Baek se dejaban atrapar por la tecnología. El futbolista separó el vaporizador de sus labios expulsando el humo, apogó la pantalla de su móvil y lo dejó a un lado, aburrido ya de sus redes sociales, entonces llevó sus ojos hacia la figura de Baek sentado en un extremo del sofá con la laptop en sus piernas y observando la pantalla con un rostro consternado.
Se sintió intrigado por saber qué tecleaba tanto su amigo en el ordenador. Se arrastró en el sofá hasta invadir su espacio personal y así poder husmear en la pantalla. El peliblanco dio un respingo y se apresuró en cerrar el ordenador a medias, impidiéndole descubrir lo que hacía, luego le dedicó una mirada inquisitiva a Keanu por su actitud tan entrometida.
—¿Estabas viendo páginas de adultos? —inquirió el trigueño sin importarle quedar como chismoso.
—No. —replicó Baek hundiendo sus cejas con más ahínco mostrando extrañeza.
—¿Buscabas videojuegos? —siguió probando sin siquiera apartarse de encima del chico.
—No...
—Entonces, ¿qué diablos hacías que te tenía tan concentrado? Estoy aburrido chino orejón. —anunció formando un puchero con sus labios mientras tiraba del brazo del peliblanco exigiendo atención.
—Por Dios Keanu, pareces un niño —se quejó regañándolo con su mirada—. Ve a molestar a Ezra y Elijah que están jugando. —señaló a ambos chicos sentados en el suelo con el tablero en medio y se mordió su piercing con hastío.
—Ellos no están jugando, están teniendo una batalla de nerds, o deporte para ancianos, como le quieras llamar. Yo soy de cosas más físicas. —Hizo movimientos extraños con su cuerpo presumiendo su musculatura y Baek rodó los ojos al escucharlo.
Keanu hizo un último intento por descubrir lo que escondía en la laptop, acercó sus dedos hacia la pantalla para lograr abrirla con rapidez pero Baek se le adelantó golpeando con fuerza sobre sus dedos y el trigueño alejó su mano inmediatamente. El peliblanco procedió a guardar el ordenador sobre uno de los estantes que se encontraba en el ático. Los otros dos terminaron su monótona partida y el rubio tomó asiento en el sofá mientras que Elijah se sentó en una silla en frente de los demás.
—Tal parece que nos vas a dar uno de tus comunicados ceremoniosos. —comentó Ezra analizando la posición de líder que mantenía el pelinegro.
—Es que voy a dar un comunicado... —respondió con un tono seco.
—Ya tienes en qué entretenerte Keanu. —dijo Baek jugando con su piercing.
Los tres esperaban desde el sofá la noticia que les traía el miembro más amargado de todos.
—La apuesta de ganarnos la virginidad de Ruth queda cancelada... ninguno lo conseguirá, está claro. —informó con los brazos cruzados y un semblante inexpresivo.
El peliblanco soltó aire de su boca sintiendo alivio— Se demoraron bastante, por fin.
—Yo creo que esta es la primera vez que me alegro porque se haya cancelado una apuesta. —comentó el trigueño aspirando de su vaporizador.
—Probablemente yo fui el único que estuvo a punto de ganar... por segunda vez. —habló el rubio esbozando una sonrisa triunfante y Baek se vio obligado a carcajearse sonoramente porque él era el único que realmente se había llevado la virginidad de su amiga sin siquiera apostar.
—¿De qué te ríes Demon? —preguntó el pelinegro frunciendo el ceño con desconocimiento.
—De que Ezra en serio piensa que nos ha superado esta vez. —respondió con intenciones de picar al susodicho, lo estaba retando con sus afilados ojos ámbares.
—No sé si te diste cuenta pero, fui su novio. —se defendió el susodicho acomodándose los anteojos para después sostenerle la mirada al peliblanco.
—Solo porque yo te dejé el camino libre, Ruth estaba a punto de caer rendida ante mis pies. —dijo Elijah con su semblante altanero para sentirse importante también.
—Por favor díganme que no están comenzando a discutir por esa niñata. —replicó Keanu con el rostro ofuscado y sintiéndose excluido dentro de esa conversación.
—Ezra, ser su novio solo te sirvió para quitarle las ganas de estar contigo. Te dejó porque la aburrías —espetó este abiertamente con una sonrisa burlesca. Luego llevó su atención hacia el pelinegro y con la misma actitud le dijo—: contigo solo cedió porque la ponías nerviosa acorralándola en todos lados.
—¿Estás tan seguro Baek? ¿De verdad que Ezra la aburría y que yo la acorralaba? o ¿más bien será que tu amiga es una chica fácil con ganas de saltar de uno en uno? Incluso ligó con el mequetrefe de Colum. —agregó Elijah con maldad, provocándolo, dispuesto a no permitir que el peliblanco lo dejara en ridículo.
Keanu se puso de pie con un movimiento brusco y bramó imponente— ¡Esta reunión se acabó! —Los otros tres le observaron sin entender su comportamiento intolerante—: No permitiré que ocurra otra discusión en El Clan a nombre de Ruth Quinn.
Para sorpresa del futbolista sus compañeros le obedecieron esta vez sin rechistar. Todos tomaron sus pertenencias y con semblantes incómodos se despidieron. Baek fue el único que permaneció en aquel sofá, fue en busca de su laptop para poder seguir con su investigación. Abrió la pantalla y el aparato encendió mostrando la misma página que había dejado abierta minutos atrás. Sacó su móvil del bolsillo de su pantalón de uniforme y apuntó en este el número telefónico que le salía en la pantalla. Con un tanto de ansiedad escuchó cada timbre que daba, no había pasado ni un minuto pero ya la espera lo estaba inquietando. Agradeció a todos los dioses cuando una voz femenina sonó del otro lado de la línea preguntando por quién la llamaba.
—Buenas tardes, disculpe que la moleste, ¿es la trabajadora social del orfanato Happy Kids? —inquirió el chico en un tono tremendamente respetuoso.
—Sí, soy yo. ¿Con quién hablo? ¿En qué puedo ayudarle? —Una sonrisa ladina se formó en el rostro pícaro del peliblanco...
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