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AMBOS ESTABAN COMIENDO EN UN RESTAURANTE DE COMIDA ITALIANA UN POCO LEJOS DEL ACUARIO, KAVIN SE HABÍA IDO POR UNOS RAVIOLES mientras que Mayra optó por una lasaña, junto a un jugo de fresas naturales, y se sorprendió que, estaba realmente delicioso .
—¿Entonces, quieres el recorrido tradicional con los guías o vamos a nuestro ritmo?
—A nuestro ritmo, no quiero que alguien nos hable y estar estáticos en un lugar por cinco minutos hasta que decida que debemos avanzar —se encogió de hombros— además, quisiera leer las placas sin que nos estén apurando
—De todas maneras, no quería compartir tu atención—le guiñó un ojo, haciéndola sonrojar.
—No seas ridículo—soltó una risita nerviosa, comiendo más.
—No soy ridículo, solo soy honesto—admitió— me gustas demasiado, no quiero callarme y que MJ decida que es el mejor momento para intervenir
La hizo atragantarse, provocando que se golpeará el pecho mientras tosía, llamando mucho la atención.
—No digas estupideces sin avisar
—No lo son, es la verdad—admitió nuevamente— MJ también quiere disculparse y intentar algo contigo
—Da igual, tampoco estamos juntos para que te pongas de baboso
Kavin la miró sorprendido, abriendo y cerrando su boca tratando de sacar alguna palabra, las cuales estaban atrapadas tras su lengua.
—¿Qué?, ¿te comió la lengua el ratón?—preguntó burlona.
—Realmente estoy sorprendido de tu etapa de rebeldía, Mayra
—¿Rebeldía?—alzó una ceja.
—Antes, sólo desviabas el tema mientras su mejillas era del rosa de un chicle—comentó, acariciando con sus dedos la copa donde había agua mineral— ahora, solo eres un manojo de nervios que dice lo que realmente quiere decir.. estás más empoderada, me gusta la nueva tú
—Sigo siendo la misma, realmente no he cambiado
—Lo has hecho, no lo notas porque no puedes verte como yo te veo
—¿Y cómo es eso?—preguntó, no muy segura de querer saber la respuesta.
—Las palabras son muy cortas, los idiomas son muy pocos para siquiera comenzar a describirlo
Y asintió, terminando su comida, volviendo al silencio.
EL ACUARIO ESTABA LLENO DE PERSONAS DE TODO TIPO, DESDE BEBÉS HASTA ANCIANOS, FAMILIAS hasta grupos de amigos o incluso, novios o personas teniendo citas, tal como ellos dos.
Mayra admiraba los peces que estaban en los grandes estanques, disfrutando de sus colores y tamaños, como si fuera algo que nunca había visto.
—¡Mira esa barracuda, Kavin, mírala mírala!—exclamó mientras su dedo estaba sobre el cristal, haciéndole reír al de gafas.
Por primera vez, sintió paz interior, como si lo que estuviera haciendo estuviera bien, ver a Mayra de esa manera eufórica, inocente cargada de una niñez incomprendida que era sanada por pequeños momentos le hiciera saber que todo iba bien.
—¿Una barracuda?, ¿y cómo lo sabes?—alzó una ceja curioso, acercándose a ella— ¿has venido antes?
Y ella negó, sonrojándose por la vergüenza mientras llevaba su dedo a su mentón, mirando al pez tras el cristal como si este pudiera hablar— el señor que estaba antes aquí, dijo que era una y yo... recordé el libro que leí en una biblioteca y lo es, ¿es linda, no?
—No quiero saber lo que para ti es feo—bromeó.
—Bobo, lo que quiero decir es que... la naturaleza es sorprendente, es decir, si, es fea, sin ofender Rachell—le habló al pez— pero, esta hecha de esa manera porque...
—¿Sabes algo Mayra?, las mujeres inteligentes son muy atractivas—comentó interrumpiéndola, haciéndola mirar hacía otro lado— mírame cuando te hablo, por favor
—No, porque allá hay estrellas de mar—apuntó, tratando de cambiar el tema.
La rodeó, quedando frente a ella y tomó sus mejillas, buscando con sus ojos la mirada de la chica que lo evitaba a toda costa.
—¿Podrías mirarme ahora?
—¿Para qué o qué?—se hizo la desentendida— Kavin, nos estamos perdiendo al tiburón martillo...—chilló.
—Mayra, mírame por favor... —pidió suavemente y la chica hizo caso.
Sus ojos brillaban con terror y nerviosismo, como si conectar miradas delatara como realmente se sentía. Sabía que Mayra luego de lo que había pasado estaba insegura, evitaba todo lo que él quería decir con honestidad porque seguía pensando que eran mentira, cuando claramente, no lo era.
—¿Cuándo vas a creerme?
—Kavin, el tiburón martillo... quiero verlo
Y ahí estaba, evitando la pregunta cuando claramente la respuesta era clara: si te creo.
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