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SÁBADO. SÁBADO ERA EL DÍA QUE MAYRA HABÍA PROPUESTO PARA LA CITA ENTRE ELLA Y KAVIN, la primera de 5 que ayudarían a que Srisawat se diera cuenta de que el de gafas era honesto con sus sentimientos.

—Creo que ya es momento de perdonar—se habló, mirándose al espejo mientras terminaba de ponerse tinta labial rosa— ¿no lo crees?—le habló a su reflejo.

—¿Crees que sea lo correcto?—escuchó a Somchai a sus espaldas— ¿te gusta mucho como para perdonarlo?

—Bueno, supongo que todo lo que vivimos entre ambos fue real—se acomodó la gorra— son solo 5 citas, luego de eso, veo si es real o no

—Desde que entraste a Köcher anda deprimido—se encogió de hombros— es un poco deprimente verlo solo, siempre anda con dos chicas... ¿te imaginas tuvieras una gemela?

—No digas tonterías y dime si me veo bien—volteó a verlo y se apuntó.

—Ponte el abrigo azul, afuera hace frío—le regañó como una madre— te vas a enfermar y no voy a ser tu enfermera y no lo dejaré entrar tampoco para que cumpla ese rol, quizás hasta se vista de enfermero

La castaña soltó una risita, yendo hacía el closet para tocar el abrigo acolchado un abrigo que había comprado MJ. Soltó un suspiro, pensando que tampoco estaban claras las cosas con el pelinegro.

—¿Qué sucede?—su hermano se sentó en la cama— ¿No me digas, es otro...?, por dios Mayra, eres una coqueta

La hizo reír, sacándolo y se lo colocó, subiendo el cierre y negó luego con la cabeza.

—Bueno, antes lo era...—suspiró— ¿qué debo hacer?

—Depende, ¿el segundo chico es de los F4?—y ella asintió, con una mueca en la cara— ¿Te gustaron Kavin y MJ?

—¿Cómo...

—Darla habló el otro día con él cuando te estaba buscando, obviamente, no le dijo nada—se encogió de hombros— bueno, deberías hacer lo que tu corazón te diga

—Solo late, no dice nada más que tutun, tutun—soltó la fémina.

—Cierra los ojos por unos segundos, deja en blanco tu mente y luego, sabrás la respuesta.

La fémina le hizo caso, cerró los ojos y se relajó, tratando de blanquear su mente —lo cuál, no pudo pasar—, debido a las intromisiones de diferentes pensamientos.

—Eso es imposible, no puedo dejarlo en blanco

—¿Y qué resuena ahí?

Abrió los ojos, viendo la sonrisa de su hermano.

—Dime May, qué estás pensando...

—En escapar

—No, sabes que no es eso

—Somchai...

—Mayra, cuando dejes de mentirte a ti misma, serás mucho más feliz—le dio un beso en la frente— y sea lo que sea que hayas decidido, te apoyaré—sonrió antes de irse— por cierto, sería muy tonto si él se rindiera ahora

—¿Por qué?

—Porque de toda tu vida, nunca te vi tan hermosa y radiante—soltó volteando unos segundos, afirmándose del marco de la puerta— estás en tu mejor momento, no olvides

Y se fue, dejándola sola con un solo pensamiento: Kavin.

EL ACUARIO ERA UN LUGAR BASTANTE CONCURRIDO POR NIÑOS Y PAREJAS QUE pasaban un momento agradable, en cambio, Mayra estaba ahí, sentada en la entrada con el estómago rugiendo de hambre.

—¿Qué horas son?—sacó de su bolso el celular.

Eran un poco más de media hora antes de la hora acordada, e incluso, decidió abrazarse a si misma para darse calor por el viento helado que corría, al parecer, el día estaba deprimido.

Los minutos pasaban mientras que la castaña miraba como las familias, grupos de jóvenes e incluso, parejas entraban y salían entre risas, empujones cariñosos, manos entrelazadas o incluso, besos de mejilla... suspiró, nunca había se había sentido tan sola en su vida, ni siquiera cuando estudiaba y dejaba la vida social de lado para priorizar sus calificaciones.

—Lamento demorar un poco, ¿llegaste hace mucho?—la voz de Kavin sonó a su lado, entrelazando sus manos.

—No no, llegué hace un par de minutos—sonrió tímidamente mientras volteaba a verlo— aún falta tiempo...

—Lo sé, pero.. estaba ansioso, así que, llegué recién—admitió— ¿quieres que almorcemos antes?

—No tengo tanta hambre, creo que puede esperar...

—Yo si tengo, ¿estas segura que no quieres algo?, tu estómago te lo va a agradecer—apuntó luego de que sonara.

—Podemos comer algo dentro del acuario, ¿no?

—Bien, ¿vamos?—preguntó sonriéndole— hoy, dejáremos nuestro problema de lado, no importa nada que no seamos nosotros y nuestra felicidad, ¿si?

Vacilante, Mayra decidió asentir, dándole un apretón de mano.

—Kavin, tengo que decirte algo...

—Soy todo oídos...

—Yo ...—soltó sus palabras nerviosa mientras que, al mismo tiempo, un montón de niños gritaron eufóricos cerca de ellos, amortiguando sus palabras.

—¿Qué?—alzó una ceja— ¿podrías repetir?

—Yo te perdono, Kavin...

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