Cap. 8 - Una pequeña historia de trasfondo
—Uhhh. Lucía, no estoy muy... —musitó Raine, desviando levemente la mirada hacia la apagada televisión de la sala.
—Lo siento —disculpó Lucía, sentada en el sofá frente a Raine, apartando la vista.
Noceda no tiene la menor idea de cómo iniciar la conversación, por lo que los últimos cinco minutos se le quedó viendo con la mirada perdida.
—Y... —Raine alargó el conector, esperando que su cabeza maquine algo adecuado con lo que romper el hielo—... ¿a qué se debe tu inesperada visita?
—Pasar tiempo de calidad a tu lado, sí te dije —respondió Lucía, refiriéndose a la llamada que le hizo esa mañana.
Indirectamente, Whispers presionó el botón sociable con el que la morena empezaría la charla casual.
—Pienso que como parte de la familia, a fuerzas ya que eres pareja de Eda, debemos formar un lazo más íntimo que nos ayude a superar las adversidades de la vida —expresó Lucía en lindas palabras que ocultaban el verdadero motivo de su visita. Solo espera que Raine se lo crea.
—Oh... —balbuceó, dejando de juguetear con sus dedos por lo bajo—. Eso es muy dulce de tu parte.
—Aparte de que mi cerebro hizo click y me hizo ver algo de lo que me arrepiento: "¡Vaya! Desde que te conozco, he dedicado mi tiempo a ignorar tu presencia, Whispers" —dramatizó Lucía, arrancado una sonrisilla en Raine. Iba por buen camino—. Sabes, Luz tiene razón.
— ¿Razón en qué?
—Que si Eda...
Duele. Las horas, meses y años pasarán, y ella jamás superará su dolor. Camila, su madre, no sigue a su lado, nadie podrá rellenar el espacio en su corazón que representó su pérdida, pero ahora que quiere ganarse la confianza de Raine, deberá entrar un poco en papel.
—Que si Eda es nuestra madre, que tratamos con amor y respeto; tú eres nuestra... nuestro... ¿Mamá dos? No, espera, mejor padre. Mira el lado bueno, así Luz puede llevar a alguien cuando es el día del padre en la escuela.
—Lucía, para —refunfuñó como llamada de atención—. Creo que si quieres tratarme con más respeto... debes dejar de hacer eso.
— ¿Hacer qué? —chilló la morena.
— ¡Eso que siempre haces! —exclamó, dejando escapar un poco de su incomodidad—. Solo dime Raine. De acuerdo, en términos generales puedo ser otra madre o un padre. Lo meditaré... porque me gustaría acompañar a Luz en esa fecha del día del padre. —La comida gratis y el show de espectáculos es algo complementario que pesará en su decisión—. Pero ahora quiero que dejes tu curiosidad de lado... y empecemos a pasar tiempo casual. Por ese motivo viniste, ¿cierto?
—La verdad es que no —comentó, para extrañeza de Raine que ladeó su cabeza. Lucía luego se daría un zape por dejar escapar su indiscreción—. ¡Sí, para conocernos mejor! Bufff. ¿Cuál es tu color favorito? —desvió el tema.
—Oh, ¡amo la ronda de preguntas! —admitió Raine, aplaudiendo de emoción por concretar algo más cercano con la morena—. Uhmmm. Diría que es el naranja.
—Porque te recuerdo a Eda, supongo —canturreó, lo que provocó una coloración rojiza en las mejillas de Whispers. Lucía no tenía que ser una genio.
—Mi turno, ¿sabes cuál es la película favorita de Luz? —preguntó Raine, a la par que sacaba su celular para anotar aquella curiosidad en su bloc de notas.
—Creo que... la tercera película de Star Wars. —Lucía entrecerró los ojos, mirando al ventilador sobre su cabeza, dubitativa—. No lo sé, pero cada que la ve se pone a llorar como bebé.
—Tercera... —anotó—. Ya tengo regalo para su cumpleañooos —canturreó, agradeciendo la cooperación de Lucía, que dramatizó ofensa al poner una mano en su pecho y soltar un *Gasp* por ser usada descaradamente.
—Muchas preguntas por hoy, ¿te parece si ordenamos algo? —preguntó la menor, dejando su sofá individual para tomar asiento al lado de Raine, quien al tener el celular a la mano entró a su aplicación favorita de delivery, cosa que Lucía interceptó bruscamente con un manotazo—. ¡Hay que pedir comida mediante un juego! Estoy segura de que nos hará conocernos mejor. Juguemos al... Uhhh... "Almuerzo secreto".
Variante del amigo secreto que Lucía se acaba de inventar para distraer a Raine, mientras ella se encarga de sus verdaderos motivos.
—Enciérrate en el baño y pide una comida para mí —ordenó Lucía, guiándole de la mano hasta la puerta de los servicios higiénicos—. Pide la que tú creas me gustaría; yo haré lo mismo cuando sea mi turno. Si nos gusta lo que pedimos, oficialmente seremos amiguis.
— ¿No que eras una especie de hija para mí? —preguntó muy tarde, Lucía ya puso seguro en la puerta del baño—. Okay... Me gusta la idea de tener un almuerzo contigo, Lu.
— ¿¡Lu!? —chilló. Vergonzoso apodo que Raine le decía de chiquita—. A mí también me gusta pasar tiempo a tu lado. Ahora no salgas en unos... diez minutos.
—No creo demorarme tanto tiempo en ordenar —sostuvo Whispers detrás de la puerta.
— ¡Son las reglas! —recalcó ella, alejándose de la escena, no sin antes sacar el seguro externo del baño por unos segundos para asomarse y dejar en claro su postura—. ¡"Lu" es un apodo tonto!
Raine no pudo argumentar en contra de eso. No se demoraría, ya que tiene en claro la comida preferida de Lucía, misma que se mantiene desde la primera vez que la conoció hace más de cinco años.
Lucía suspiró, abrumada por engañar tan descaradamente a Raine, también incrédula de que se creyera su faceta de niña buena que desea entablar una relación madre/padre e hija con ella.
Noceda no llegó a casa de Raine meramente para pasar tiempo de calidad, sino averiguar algunas de las cosas relacionadas con el pasado de Eda. En concreto, papeles, certificados u fotos dentro de la casa de Raine, ya que, según Lilith, aquella casa de dos pisos legalmente no le pertenece a Whispers, sino que sirvió como escondite para hombres metidos en malos pasos.
Una vez que ellos desalojaron el hogar, alguien misteriosamente le entregó las llaves a Raine. Y si en ese mismo tiempo Eda conoció a Raine, a Lucía no se le hacía mucha misterio que tal vez su madre adoptiva sea uno de esos "hombres metidos en malos pasos". Ella quería averiguar lo posible sobre el pasado de Clawthorne. Las razones las seguía meditando, y en serio quería convencerse de que no lo hacía por efectivo, pero no se podía mentir.
No se lo dijo aún nadie. Lucí sacó muchas cuentas y se percató que en unas semanas estarían quebradas. Necesitaba obtener dinero desesperadamente para ayudar también a su esposa, metida en un nuevo infierno burocrático.
—Tengo unos diez minutos antes de que Raine me atrape —murmuró, dirigiéndose al lugar más privado de la casa—. Veamos...
Empezaría por el dormitorio, lugar sumamente pulcro y espacioso en el que Raine nunca dejó entrar a Luz porque lo desordenaría en menos de cinco minutos. Una cama de dos plazas de colchón firme, gran ropero con gran cantidad de ropa informal, computadora desactualizada junto a la cama. El resto del espacio era ocupado por una alfombra y una bicicleta estática de ejercicios al lado de la ventana, visiblemente desgastada aunque Raine casi nunca use.
—Según las películas, las informaciones de vital importancia siempre están dentro de los roperos —murmuró Lucía, convencida de que encontraría una caja o algo similar entre toda la ropa.
Casi la mitad de su tiempo se le fue en esa idea. No encontró nada más que vergüenza por andar de rebuscona entre las prendas interiores de Whispers.
Tardaría muchos días poder quitarse las imágenes mentales que rondaban su cabeza.
— ¿Raine usa bikini o ropa más holgada cuando pasa el rato en la playa? —entrecerró su vista, para posteriormente darse un cabezazo contra el suelo cerca a la alfombra—. ¡Te maldigo, déficit de atención mal tratado en mi infancia! —bufó en apagado tono, dando un golpe cerca dónde dio su cabezazo.
Para su extrañeza, se percató que esa parte del suelo se sentía diferente del resto.
— ¡Bingo! —Al hacer un lado la alfombra con bordado de gatitos, Lucía encontró una pequeña trampilla que abrió fácilmente—. Te agradezco, déficit de atención mal tratado en mi infancia.
Su suerte fue grande. No demoró tanto en encontrar algo secreto en el dormitorio de Raine; sin embargo, no era lo que exactamente buscaba. Ella deseaba saber sobre el pasado de Eda con ayuda de registros o fotos.
—Recibos, cartas, una pulsera... —enumeraba vagamente, rebuscando por información que reafirme la relación que tuvo Eda con alguna mafia—. Fotos...
Una pequeña ruma de no más de 20 imágenes apiladas. Algunas estaban demasiadas dañadas como para analizarlas, pero visiblemente se notaba que Eda no era participe de estas. Lucía, al no hallar relación con Clawthorne, hubiera dejado las fotos; sin embargo, de entre esas dos decenas recalcó dos fotos. Acercó la primera a su rostro para ver de cerca los detalles.
Los colores arruinados por el pasar de los años, y seguramente la humedad, no le dieron un mayor contexto debido a la ausencia de tonos, aparte que la idea que transmitía podía interpretarse de varias maneras.
Por lo que Lucía supone, fue tomada en un bar o discoteca. Varios hombres de mirada sospechosa sentados en una mesa circular no muy larga; bebidas para cada uno, la comida era traída por una joven en ropa interior y timorata sonrisilla.
La segunda foto fue una súbita vuelta de tuerca total, nauseabunda en todo sentido, al punto que el rostro de Lucía ardió de la vergüenza hasta que sintió un escalofrío recorrer toda su espalda. Era la continuación de la primera foto, que simulaba ser de "una fiesta", pero que no lo era bajo ningún concepto.
Lucía tolerará muchas cosas, porque las vio de primera mano en los años que trabajó como vendedora ilegal de sustancias, pero a estas alturas no tenía estómago suficiente como para seguir analizando la segunda foto: La mesera de tímida sonrisa era abusada por el grupo de hombres que fueron por una bebida y un lujurioso desahogo sexual con la primera que se les cruzara.
— ¿Lucía? —Alguien la llamó. El halo de luz del pasillo que la cubrió ni bien abrieron la puerta daba cuenta de que los diez minutos del juego culminaron.
— ¡Raine! —exclamó Lucía, escondiendo sin mucho éxito la caja detrás de ella. Con una mano cerró la trampilla y devolvió la alfombra en su lugar—. N-No es lo que parece. Estaba buscando pistas de... ¡tu comida favorita! Sí, es que soy muy competitiva y quiero ganarte en esto.
—Claaaro. —Obviamente, Raine no le creyó. Entre suspiros, recargó su espalda contra la pared del pasillo—. Ugh... Debí ponerle llave a mi habitación.
—Mira, yo...
—Lucía, regresa la caja a su lugar —interrumpió, nada feliz del acto de la chica, su tono de voz lo reflejaba—. Nunca quise que encontraras eso.
—Pero lo hice —se plantó firme, tomando una cuenta de banco con muchos ceros para restregarselo a Raine—. ¿Tienes algo que decir al respecto? P-Por qué tienes guardado algo tantas cosas de... dudosa procedencia.
—No creo ser la persona adecuada para responderte esto —sostuvo Raine, dando un leve manotazo para que Lucía aparte los papeles de su cara.
Por otra parte, mantiene esas cuentas, direcciones, sobres y boletas resguardadas consigo con la esperanza de que algún día sirvan como pruebas para condenar algo... o alguien.
— ¿Y Eda sí?
Raine simplemente agachó la mirada. Whispers quería decírselo, pero no deseaba que Lucía relacionara sus problemas personales con el pasado de Eda. Si bien tienen conexión en un punto importante de sus vidas, no es lo que la chica esperaría.
—Ella no está aquí, Raine. Por favor, dame algo de contexto de las cosas... y fotos que vi. Dime si tienen algo que ver con Eda —objetó Lucía, insistiendo que desembuche y responda sus dudas—. En serio anhelo seamos cercanos, sobre todo por el bien de Luz, pero no se podrá si nos guardan secretos. Literalmente no sé nada de Eda cuando era joven. ¡Puede que sea alguien mala! O peor aún... quien creó la pizza con piña.
Soltó la idea, esperando que el chascarrillo sea suficiente para bajar el tenso ambiente de la habitación.
—Tienes tanta... —Mordió su lengua. Raine no es mucho de bramar palabras soeces—...boberías en tu cabeza.
—Y tú tienes "Edaitis" —mofó la chica.
Raine curvó una ceja de la duda. No lo entendía, sonaba ofensivo y aún sentía que su relación con la chica no era tan cercana como para tener esas libertades.
—No es por ser mala, solo que... a veces siento que eres como un chicle —señaló, siempre extrañada de la rara comunicación y unión que llevaba Whispers con Eda—. Siempre la mencionas, siempre le escribes y...
—Somos pareja, Lucía. Y aunque no fuera así, nuestra cercanía tiene una razón muy... íntima—expresó, dejando que el agarre que tenía Lucía en su camisa se afloje.
— ¿Te importaría explicármelo? —preguntó la morena, convencida de que Raine se desviaría del tema y soltaría algo de Eda.
—Sí, me importa —refutó, quitándole la pequeña caja con sobres y fotos para esconderla en un lugar más seguro, como su cobertizo o la rara puerta secreta que lleva a un cuarto oscuro de su sótano.
—Por favor... —imploró Lucía bajo el marco de la puerta, dejando que Raine le quite las cosas que llevaba encima, excepto por una carta que ocultó mañosamente en sus largas mangas—. Ya sé que Eda estuvo en malos pasos con una mafia, Lilith me lo contó, solo deseo entender sus motivos, cómo fue que se salió y si nos puede afectar como familia.
— ¿S-Salirse? —cuestionó, entre un poco de alarma—. L-Lucía, dime por favor que tú no estás metida en...
—No, no lo estoy —adelantó la menor, antes de que se monte una escena similar a la que tuvo con Lilith hace semana—. Te lo juro.
—Bien, te creo —balbuceó, suponiendo que el juicio de Lucía se mantendría sereno al tener una hermana, una madre en camilla y mucho trabajo por delante.
—Pero aun así, Raine, necesito... ¡merezco saber la verdad sobre...! —Su pecho arde cada vez que miente sobre lo que realmente siente—...sobre mi madre, Eda.
Claro que se lo merece. Eda alguna vez le recalcó que Raine tenía derecho para explicar el pasado si es que las hermanas Noceda lo averiguaban o preguntaban insistentemente.
Whispers nunca se imaginó siendo la primera persona en expresarse sobre la vida antes de que Lucía y Luz lleguen a sus vidas. Si ese punto finalmente llegaba, esperaba que Eda estuviera tomándole de la mano como su soporte.
—De acuerdo, te contaré algunas cosas, pero primero... —De su bolsillo, Raine sacó su teléfono, intercambiando posición con Lucía para que esta vez ella sea encerrada más de diez minutos en el baño.
—Es tu turno. Ordena la comida que crees sea mi favorita —mofó Raine, sacando la llave de la repisa para que Lucía no imite su escape—. Te doy una pista, me gustan mucho las alitas.
—Creí que te gustaban las plantas —comentó Lucía.
No por nada el jardín trasero era un muy limpio y ordenado intento de invernadero en el que Raine pone su empeño diario desde muy temprano.
—Sí... ahora no estoy de ánimo para una ensalada.
— ¿Estabas en la misma mafia que Eda?
Fue directa, no sabiendo qué decir antes y aligerar el ambiente. Para su suerte, el tema estaba tan digerido en Whispers, al igual que las alitas que pidió, como para que una fría pregunta le agarre con la guardia baja.
—Respóndeme por lo menos con un sí... o con un no —imploró Lucía. Era lo mínimo que quisiera saber.
—Sí y no —respondió vagamente, terminando las últimas gotas de su bebida, para molestia de Lucía que se derritió en el sofá, cruzada de brazos—. Nuestra conexión es algo complicada. Y me dan... ciertos escalofríos recordar aquellos días. Ya lo superé, luego de años de terapia, pero el resentimiento quedó en mi corazón.
"Un daño grave en tu psique", pensó Lucía, lo que le hizo reflexionar sobre ciertas fotografías desteñidas y dobladas que encontró dentro de algunos fólderes manila.
— ¿Qué me dices de esas imágenes que tienes? —preguntó, Raine solo atinó a tragar saliva y enterrar sus uñas en los brazos del sofá—. Detrás tienen escritas palabras muy subidas de tono. La muchacha de la foto se le ve... ¿triste? En la primera foto llevaba una sonrisa. Ella tenía miedo mientras esos idiotas tocaban su cuerpo. Su penetrante mirada, siento como si... no lo sé. Su mirada pide ayuda y...
El color de ojos, la misma sonrisa timorata. Las hebras y largo del cabello eran demasiados diferentes, aparte que la foto no llevaba color como para notarlo; no obstante, el parecido facial era innegable y concordante con la persona que Noceda tiene enfrente, que escuchaba con atención y nervios las palabras que brotan de sus resecos labios.
—E-Eres tú, ¿cierto?
Raine asintió, dejando escapar un pesado suspiro que alejaba la presión de su pecho. Dejó de enterrar sus uñas en el sofá, para terminar de limpiar la basurilla de comida que se filtró en los cojines, cómo si ya no le diera tanta importancia a lo que Lucía acabó deduciendo.
—L-Lo que te hicieron... fue espantoso.
Raine asintió sin despegar los labios.
Por no decir menos, le parecía completamente desquiciado y enfermizo. Era demasiado para asimilarlo en corto tiempo, pero Lucía se hizo la fuerte, aceptando con amargura los hechos. Usaron el cuerpo de Raine como mero juguete de asqueroso placer y fantasías de terceros, que pujaban la mejor suma de dinero para que Raine pase tiempo... satisfaciéndolos.
Sus pechos planos, a pesar de ser biológicamente mujer, llamaron la atención de este tipo de negocios. Trataron a Raine como un objeto, que fungió en metódicas prácticas sexuales andróginas que cumpliría satisfactoriamente tanto hombres como mujeres.
Lucía ya no podía ahondar más en el tema sin querer darle un gigantesco abrazo. Ver a Raine tan sonriente era la completa antítesis de como ella creía alguien podía quedar psicológicamente después de que lo arrastraran a la zona más deplorable que pueden dejar a una persona.
— ¿Cómo Eda permitió eso? —cuestionó Lucía entre dientes rechinantes, apretando los puños en los brazos del sofá, incomprendida cómo es Clawthorne siquiera tenía la descares actual de juntarse con Raine luego de que su mafia sea la culpable de algo tan depravado.
Peor aún, cómo es que Eda duerme teniendo en su conciencia aquellas acciones.
—A-Acaso... ¿ella te tiene bajo amenazas? —Sería una razón válida, para Lucía, sobre porqué Raine y Lilith ponen tanto énfasis en esconder el pasado de Edalyn.
—Te confundes, Eda no tuvo nada que ver —sostuvo Raine, ganándose la atención de una Lucía que tomó mejor asiento en el sofá para escucharle—. Cómo sabes, soy de Brasil... de las zonas más pobres. No conocí a mis padres, tuve que ganarme la vida en trabajos pesados desde temprana edad. Varias... varias veces tuve que ponerme fajas y tratar de pasar como hombre para trabajar en construcciones. A mis 20, ellos descubrieron mi verdadero sexo, así que me ofrecieron algo "llamativo" y bien pagado en un bar cercano... —enfatizó. Lamentablemente eso cambió su vida—. Lo llamativo se fue al tacho una vez crucé la puerta del local donde me citaron y vi hombres armados. Me secuestraron. Fue en una trata de persona con unas... 10 chicas más, creo.
Las visiones de esa época de su vida las mantiene como un televisor de estática permanente.
—Pasaron muchas cosas... me obligaron a hacer muchas cosas. —Dejó escapar un suspiro. Detuvo su relato unos segundos para despejar pensamientos negativos—. Muchos años después me trasladaron a Seattle, que es dónde conocí a Eda en un... lugar de adultos. En un principio... bueno, compró mis servicios, era lo único para lo que me requerían. Ella luego me confesó que simplemente lo hizo por curiosidad. Le creo. El punto es que... Eda jamás me puso un dedo encima. Me ayudó a salir de ese mundo y a conseguir esta bonita casa. Mejoró mi vida. Por fin tuve paz, aparte que me pagó casi cinco años de terapia —concluyó Whispers, para asombro de Lucía que bajó las revoluciones e idea negativas contra Edalyn—. Jamás terminaré de agradecerle por cambiar mi vida. Desde el primer segundo que ella rechazó mi "tacto", y acarició gentilmente mi mejilla, supe que había algo. Siempre la amaré con todo mi corazón, por esa y más razones que prefiero ya no decir porque me estoy muriendo de vergüenza.
—Oh... —balbuceó Lucía. Sin percatarse se acercó tanto a Raine que tenía su mirada clavada en su rojizo rostro.
A la menor le alegra, particularmente, que Raine haya podido seguir con su vida luego de la atrocidad que le hicieron. Eda apoyó en ese cambio, y su mafia no tuvo nada que ver, momentáneamente, con ese caso. No es lo que esperaba saber ese día, pero se encontraba satisfecha de que le revelen algo del pasado.
—Gracias por contarme algo. Es más de lo que Lilith o la misma Eda hubieran hecho.
—Tienen su razones, yo solo soy una parte de la historia —explicó Raine entre pesados suspiros que dejaron ir los nervios pasados—. Eda te contará todo algún día, dale tiempo. No es fácil para ella hablar de una época que desea enterrar en el pasado.
—Lo entiendo... —En serio lo hace. Para Lucía tampoco sería cómodo hablar de sus épocas oscuras, sobre todo a su hermanita o Amelia.
"La imagen que tienen de mí podría distorsionarse", pensó, y con esa idea en mente, Lucía comprendió mejor las razones del silencio que Eda tiene acerca de su pasado.
Con tiempo, tal vez Clawthorne se lo cuente; pero tiempo, al igual que dinero, es lo que menos poseen actualmente.
—Me retiro —habló Lucía, fijando su vista en el reloj de la pared. Luz llegaría a casa en cualquier momento y mínimamente debe estar a su lado para confortarla—. Lamento rebuscar tus cosas... supongo que también lamento rebuscar las cosas de Eda.
Ella no es totalmente tonta. Lucía previamente rebuscó en su propia casa, desde la azotea hasta el sótano, incluso usó prestado el detector de metales de Hunter, pero fue en vano.
Eda sí que pulverizó cada pista del pasado de su residencia.
—A la próxima solo hazme saber lo que quieres saber y yo... hablaré con discreción. —Raine guiñó su ojo derecho, haciéndole entender que podía tenerle confianza—. Una última cosa, Lucía —llamó con voz serena, extendiendo su mano, cosa que alarmó a la Noceda—. Baja tu manga y dame el sobre qué intentas robar... si no es mucha molestia. Tiene algunas fotos no aptas para menores, además de ciertos papeles que siempre olvido quemar.
—S-Sí, claro —habló la chica. Sin oponer resistencia, también le entregó las cosas que llevaba en los bolsillos de su chaqueta—. Hasta luego, Raine. Gracias por la comida.
—Gracias por tu particular "tiempo de calidad" a mi lado. —Con ese último rastro de sarcasmo, Raine cerró la puerta.
Ya terminada la inusual visita por la separación de una puerta de roble, Noceda subió al auto de Eda, dispuesta a regresar a casa antes de que Luz llegue de su visita en el hospital. No sin antes, de su chaqueta sacar una foto que logró extraer mañosamente de los sobres manila y ocultó dentro de gorrito. Era un pequeño cuadro fotográfico, claramente hecho por una cámara de antigua generación.
Manchada y con el contraste destrozado por el pasar de los años, Lucía apenas distinguió que fueron fotografiadas dos chicas y un hombre de terno. Los rostros no eran visibles por una mancha negra que se extendía hasta la parte trasera, misma en la que Lucía encontró una inscripción, acompañada de un número telefónico.
"Besos y abrazos para la mejor del mundo". La consecuente sucesión de dígitos era incompleta por tres números; sin embargo, la curiosidad de Lucía la llevó a tratar de encontrar la combinación hasta que alguien detrás de la línea le conteste.
Bueno o malo, las temblorosas manos de Noceda denotaban el miedo de tal vez regresar a un mundo negro de baja ética y asqueroso códigos, que no obstante la recompensará con dinero, el suficiente para arreglar su vida y comprarle un adecuado regalo de cumpleaños a Luz.
Su hermanita, Amelia, Amity... todas las personas que le importan dependen de ella. Lucía hará lo que sea con tal de que ellas no sacrifiquen lo que les queda de estabilidad.
Ya lo hizo una vez, ponerse su familia al hombro, una segunda no tiene por qué ser diferente.
¿O sí?
Curiosidades:
—Raine actualmente no tiene trabajo, vive gracias a la renta de algunos cuartos dentro de un departamento cercano.
—Lucía sufre levemente de déficit de atención. Le cuesta centrarse mucho en un tema, aparte que por ello es muy directa con sus palabras sin casi darse cuenta. Con la adecuada medicación tiene una vida tranquila. La hiperactividad la conserva, aunque en menor medida, y fue la causa principal por la que su padre desde pequeña la quiso instruir en el boxeo para que canalice su energía se enfoque. Claro que... lo hizo de una forma nada ortodoxa y muy violenta.
Lamento la demora, una semanita, es que me puse a editar mamá búho y pues... eso me quitó mucho tiempo. Naoooo u.u
¡Feliz Navidad! Desde ahora Temple les desea, y espera que víctima de un cohete no sea.
No vemos los primeros días de enero con un nuevo capítulo OwO, ya que la siguiente semana le toca a mamá búho 🦉.
Por cierto, ya tengo listo 3 especiales listos para esta historia 💜
¡Gracias por ver! Dale estrellita si te está gustando, también sería genial si pueden compartir la historia para llegar a más personas.
¡Nos vemos! <33
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