Cap. 4 - El primo Hunter y la tía Lilith
Dos semanas después de la terrible noticia que desoló la jovial actitud de la Noceda menor.
El apetito era nulo en ella, se negaba a dormir en su cama, quería hacerlo en la de su madre mientras se aferraba al pequeño peluche de la Buena Bruja Azura que ella le regaló en su cumpleaños de ocho años.
Luz está desolada; Lucía poco o nada puede hacer para animarla, mas que permitirle a Amity que la visite constantemente.
Todo este tiempo, Luz no la ha podido ver. Nadie, de hecho, ha tenido contacto con Eda, ni siquiera Amelia, que cada ciertos días iba a la clínica para firmar uno que otro papel en compañía de Lucía, joven que, a pesar del duro momento, trataba de dar la mejor cara para su hermanita.
En el día número quince, luego de que se la llevaran por emergencias, se despertó cómo cualquier otro.
Luz muy pese a tener el corazón hecho pedazos, alistaba su mochila para la escuela. Amity pasó por ella a la casa, siente que hacerle un poco de compañía por las mañanas levantará un poco su ánimo frente a los exigentes horarios de clase. Lo que Luz no se esperaba ese día, era que su celular timbrara a medio camino hacia la parada de autobuses.
El timbrar provenía de un número desconocido. Luz, extrañada, y pese a la advertencia de Amity que pensaba se trataba de una broma, contestó.
Una voz susurrante, pero sumamente dulce fue lo que captó. Su madre, Edalyn, luego de varios días separadas, por fin tuvo las fuerzas suficientes para hacerle una llamada.
La menor no pudo aguantar las emociones de felicidad y alivio que surgieron una vez escuchó su voz. Amity tuvo que escribirle a Lucía para que se la lleve de regreso a casa. La peliverde cubriría a su amiga por ese día, le entregaría las tareas correspondientes e iría a su casa ni bien sonara el timbre de salida, para comprobar cómo es que algunos gramos de felicidad se impregnaron en la apagada actitud de su Luz.
En el día número dieciséis, el par de hermanas de acanelada piel tendrían que hacer una visita, postergada hasta esa fecha puesto no tenían forma de comunicarse con ellos.
La otra rama de la familia Clawthorne, la hermana mayor de Eda se fue de vacaciones por unas semanas a unas exóticas islas en Sudamérica, llevándose a rastras consigo al rubio joven de amargadas expresiones y voz chillona que adoptó como su querido hijo ya hace muchos años atrás.
Lo primero que hizo Lilith al bajar del avión, fue llamar a su hermana; pero al no recibir respuesta, timbró al celular de Lucía, quien le dijo que la visitaría junto a Luz para hacerle llegar una noticia.
Grave o no, Lilith esperaría que su hermana se meta en cualquier tipo de problemas, que abarcaban desde los legales hasta morales, pasando por deudas con personas equivocadas. No le sorprende, Edalyn Clawthorne era especialista en meterse en jodidos líos desde muy joven.
—Lucía, no puedo hacer esto... —comentó Luz, frente la robusta puerta de abeto de la casa perteneciente a Lilith Clawthorne, su querida tía.
Ella acompañó a Lucía para servir como soporte emocional que ayudaría a calmar por si las cosas terminaban en lágrimas. Esa era la idea, pero ella misma se arrepintió al segundo de saber que ni siquiera tenía el valor de tocarles la puerta.
—Cariño... —comentó Lucía, tomándola del hombro, lo cual para Luz significaba que sería madura y tomaría la iniciativa—, yo tampoco puedo hacerlo.
— ¿Entonces por qué Amelia no le dice a Lilith sobre mamá? Ella es mejor con las palabras que tú —argumentó Luz, muy segura que las capacidades expresivas de Lucía no eran las más adecuadas para explicar delicadas situaciones de este calibre—. Hasta yo soy mejor —susurró.
—También soy buena con las palabras —resopló la mayor.
—De una forma grosera, ¡muy grosera! —Luz no mentía.
Ella mejor que nadie sabe que Lucía se comporta de formas tantos especiales siempre que se enfrenta a contextos fuera de lo común o incómodos. Un ejemplo claro: la primera vez que Eda presentó a Raine como su pareja.
—No sacaré a Amelia de la universidad para que se lo diga —Mucho menos ahora que, aunque ella no lo quiera admitir, bajó sus notas, todo por estar más pendiente de otra familia—. Bien, yo les diré. Espero que tu tía y primo no se alarmen tanto.
—También son tu tía y primo —exclamó Luz en forma de reproche.
—Pfff. Solo porque un papel lo dice... —resopló la mayor de jocoso tono.
Llamarlos de ese modo tan familiar porqué un par de papeles lo decían no eran del estilo de Lucía; Luz, por el contrario, considera al chico rubio y a la hermana de Eda como partes esenciales de su familia.
—Lo siento —Lucía admite que se pasó en no tomar seriamente la situación. Lo menos que quiere ahora es hacer sentir mal a su hermanita.
Adueñándose de la responsabilidad "hermana mayor", Lucía tocó la puerta. Dos "toc, toc", y un pequeño llamado, "¡Lilith! Somos nosotras, Lucía y Luz". La dueña de la casa no tardó más de unos segundos en responder: "En un segundo"; demoró un minuto en bajar apresuradamente por las escaleras y abrirles la puerta.
Delgada, piel suave y pálida, cabello azul marino con finas hebras empezando a matizarse en plomo por el paso de los años; los ojos, mismo color que los de su hermana Edalyn, en tono gris. Lilith fundió a ambas chicas en un gran abrazo, bien recibido por Luz, que hundió el rostro en su torso y le correspondió el firme abrazo. La extrañó mucho, al punto que cada mañana pasaba por su casa y revisaba el correo por si llegaba alguna carta de ella. Por otro lado, Lucía se mantenía recta y tensa sin mover los brazos, añorando romper el abrazo lo antes posible.
Faltaba un integrante que dé la bienvenida.
— ¡HUNTER, BAJA Y SALUDA A LA VISITA! —Desde el marco de la puerta, exclamó la mayor en un potente tono que removió los tímpanos de las Noceda, que pasaron por lado para ingresar a a la residencia.
— ¡NO PUEDO! ¡DEJÉ DE JUGAR DOS SEMANAS Y ESTOY OXIDADO! —bufó el chico desde el segundo piso de la casa, completamente "indispuesto" en saludar a su familia.
— ¡Hunter, somo nosotras! —gritó Luz apoyando a su tía, sin embargo, el joven concentrado en el juego de su consola dio menos atención a la llamada que ni se dignó en responder.
—Qué niño tan grosero crías, Lilith —indicó Lucía en su habitual sarcasmo, que indirectamente motivó mucho más a la señora enrojecida de furia a tomar cartas en el asunto.
— ¿Me disculpan un momento? —Lilith no esperó respuestas de las menores, cuando ya iba encaminada a las escaleras que finalizaban en el segundo piso.
— ¿O-Okey...?
Ambas chicas han ido tantas veces a la casa de su tía que ya saben lo que pasará a continuación.
—¡Mocoso del demonio! —bramó furiosa entrando a la habitación de su hijo con una patada, poco importándole la privacidad—. ¡Baja y saluda a tus primas!
—¡Ellas no son mis primas! —respondió Hunter con el mismo elevado tono, encarándola mientras se expresaba de una forma brusca que siempre pone cabizbaja a una Luz que lo quiere mucho y sí considera parte de su familia.
—¡Legalmente lo son, así como también soy tu madre y me obedecerás sin rechistar! —Lilith dio un golpe bajo, o así lo sintió Lucía al escucharla hablar tan autoritaria desde el sofá de la sala.
—¿Acaso las paredes son de cartón en esta casa? —cuestionó Luz inocentemente a su hermana, que simple respondió alzando ambos hombros.
—Si no bajas a la cuenta de tres, ¡apagaré tu play! —amenazó directamente Lilith al juguetear con el cable cercano al tomacorriente.
—Ugh... bien —Suspiró rendido. Para su dolor, el juego era en línea al momento de pausar solamente su pantalla.
Desgastado de permanecer sentado casi diez horas en su ya desgastada, y sin espuma, silla gamer, Hunter bajó tambaleante las escaleras, seguido de Lilith, quien insistentemente peinaba su cabello para hacerlo un poco más presentable a la visita.
—Bien, saluda a las chicas —regalándole de reojo una miradita seria para que haga caso inmediato.
—Aish. Hola, Luz, Lu...
—No escuchamos nada. —Apresuró en decir Luz, sintiendo pena ajena por la forma como le gritaron a Hunter.
— ¿El bebé Hunter no puede dejar de jugar videojuegos? —Caso contrario a su hermanita, Lucía no dejaría pasar la oportunidad para ridiculizarlo.
—No me jodas, Lucía —masculló el rubio entre pequeños bramidos, que obviamente causaron un impacto negativo en su madre junto a él.
—Lenguaje, por favor. No quiero que entre familia se hablen así —comunicó la señora de tez pálida—. Chicas, saben que amo sus visitas, pero me agarran justo de salida y... ¿Y mi hermana?
Las hermanas Noceda tragaron saliva; Luz casi se atora.
—Uhhh... de eso queríamos hablarte, Lilith. —Comunicárselo en persona, por teléfono sería algo muy poco apropiado, y chocante, además que al lugar donde ella y Hunter fueron de viaje no tenía señal—. Edalyn está...
Lucía se plantó frente a su tía legal, un poco más alta que ella debido los habituales tacones que ella siempre viste. Tímida alzó su mirada, Luz la apoyó tomándola de la mano para que el valor recorra sus palabras, pero un pitido la detuvo en seco de confesarse.
—Sorry, Lu-Lu —Se disculpó Lilith, llamando a las hermanitas en su habitual apodo cariñoso que Lucía detesta, pero que es del agrado de Luz.
Su celular vibró y timbró en un genérico tono de alarma. Lilith posee un horario mis estricto en sus labores divididas entre el trabajo como directora del orfanato de la ciudad, ser madre, y ser ama de casa soltera; por lo que toma muy en serio las alarmas que pone para una correcta distribución de su tiempo.
—Lo que mi hermana haya hecho tendrá que esperar, debo ir al supermercado o me ganarán en comprar las verduras más frescas. —Y también las vitaminas y cremas que Hunter necesita para ciertas cicatrices de su rostro que tardan mucho en regenerarse—. No me rompas nada, Luz. No te metas en problemas, Lucía. Hunter, has que se sientan cómodas y préstales tu consola para que no se aburra —comentó antes de salir y cerrar la puerta principal de un portazo.
Tuvo que ponerle llave a la casa, conoce bien a sus chicos y sabe que son capaces de meterse en muchos líos si se les permite salir sin supervisión; Lucía también necesita supervisión.
Cada uno asintió con pesadez. Su tía, madre en el caso de Hunter, los conoce desde muy niños, Luz hasta seguía siendo casi una bebé para cuando sus caminos se cruzaron por primera vez.
—¿Quieren jugar videojuegos o algo? —sugirió el rubio de aretes negros en cada lóbulo de sus orejas.
— ¿Qué opinas, Luz? —cuestionó Lucía, tratando de barrer cualquier inquietud de su hermanita—. Por lo menos que los videojuegos sirvan para... que te olvides un rato de los problemas —susurró cerca su oído.
— ¿Qué más podemos hacer? Total, los sábados no hay buenas caricaturas y no puedo chatear con Amity porque fue al dentista —comentó Luz, subiendo los escalones, decepcionada que la ajetreada vida de su tía no les haya dado chance de hablar lo antes posible sobre la noticia del año: Mamá en el hospital.
—Por cierto, ¿y la tía Eda? —Ahora fue el turno de Hunter, que preguntó por la miembro de la otra rama de los Clawthorne que mejor le agradaba.
Tenían mucho en común, como sacar de quicio a Lilith.
—Ella... —Lucía balbuceó, expresándose en diversas muecas de incomodidad al no encontrar una mejor excusa. Primero hablar con Lilith, luego que ella se lo explique a Hunter; fue lo que le sugirió Amelia—. Edalyn está revolcándose con Raine...
Hunter abrió la puerta de su habitación, disimuladamente pateando una que otra pila de ropa bajo su cama para evitar la vergüenza frente a dos chicas.
—La habitación está peor que chiquero de marrano —burló Lucía en su lengua natal, para que solo ella y Luz puedan compartir una pequeña risilla cómplice
—Y bien, ¿qué quieren jugar? —Hunter ofreció uno de sus controles a la menor, que aceptó gustosa y eligió un bonito gatito como foto de perfil para su avatar.
— ¿Tienes algún juego de Star Wars? —cuestionó la menor, buscando de entre toda la amplia biblioteca.
—Uhmmm... no, y ya deja de fisgonear mis conversaciones. —El rubio no tuvo más remedio que quitarle el control a Luz, aparte que solo tenía un adicional y no sabía si habría más jugadores—. ¿Vas a ser parte, Lucía?
—Nah... mi mente está centrada en otra cosa.
Concentrarse en hallar las palabras correctas para que Lilith no se termine desmayando o algo por el estilo. Aparte, quiere darle más tiempo de juego a Luz, que despeje su mente de los problemas que las han rodeado las últimas semanas. Que su hermanita se divierta para variar.
— *Gasp* ¡Ahí dice que has jugado más de 24 horas las últimas 24 horas! —exclamó Luz del asombro, fijando su rostro muy cerca de la televisión tras ver las últimas estadísticas de su primo en aquel juego de disparos multijugador en zonas de guerra.
—Ya veo porque te salieron esas feas ojeras —mofó Lucía de fondo—. Jamás conseguirás novia si sigues pegado a la pantalla... y que decir de tu olor. Recuérdame regalarte un perfume en Navidad.
—Salí de viaje por dos semanas a esas islas sin internet, ¿okey?
Hunter se cruzó de brazos. Ya que, para empezar, él no quiso que lo arrastren a aquellas exóticas selvas llenas de bichos y peligrosos reptiles, dónde su madre insistía el uso de protector solar cada veinte pasos que daban bajo el abrumante sol. Pero Lilith tuvo razón en algo: Hunter necesitaba salir de casa, disfrutar un poco del aire fresco, y alejarse de una vez de eso maléficos controles de consola que absorbían su sueño.
—Cuando regresamos, en mi boleta salió que aprobé todos los cursos, así que Lilith me dejó jugar todo el fin de semana. A buena hora, porque mi nivel iba descender y no le podría seguir el ritmo a mi pareja.
— ¡Owww! —lloriqueó Lucía entre leves chillidos de felicidad fingida, mientras tomaba efusivamente a Luz de su blusa para que comparta su emoción—. ¿Lo escuchaste? Digo, es una rara forma de ser cursi, pero "Owww". Hunter quiere impresionar a su novia de los videojuegos.
— ¡No tengo novia! ¡Y no soy cursi! —apresuró Hunter en corregir alzando su tono, antes que el rubor de sus mejillas se haga presente y las chicas lo usen como prueba concreta que cayó en el amor—. ¡Me referí a un dúo! Ya sabes, alguien con quién pasarla bien.
Un compañero con el que disfrutas videojuegos horas y horas frente la pantalla, pero Lucía y su "nulo" conocimiento del tema harían de las suyas para avergonzarlo aún más.
—Los niños de tu edad no deberían pensar en esas cosas todavía. —Lucía arqueó una ceja, derramando sarcasmo con cada palabra en doble sentido.
—No soy un niño, ¡tengo dieciséis! —bramó Hunter en su defensa.
—Y Luz a sus catorce no hace tanto berrinche como tú. —Lucía se dio por vencedora.
—No le hagas caso, Hunter —consoló la menor, con un par de palmaditas en la cabeza de su primo—. Pero creo que es muy cursi de tu parte el que practiques para jugar con alguien... ¡Ahora dale iniciar a ese juego!
— ¿El FIFA 2015? —preguntó Hunter, suponiendo que su primita, la loca del deporte, señalaba el único juego de esta índole que poseía en su consola.
—Oh, ¿no tienes el nuevo? —preguntó Luz, refiriéndose a la actual versión del 2021.
— ¿Qué acaso el fútbol no es igual todos los años? —repreguntó el rubio.
— ¿Está Messi en su nuevo equipo? —Hunter fue claro al alzar sus hombros, no tenía la menor idea. Y Luz, guardando la esperanza, pensó que, si los equipos no estaban actualizados, por lo menos tendría la chance de jugar con su jugadora brasileña favorita—. ¿Existen las selecciones femeninas en esta versión?
—Uh... creo que no. —O eso decía el reverso de la caja.
— ¡Entonces no son iguales! —expresó la menor, encargada de desinstalar el obsoleto juego de la consola.
—Estás más irritante que de costumbre, enana —sostuvo Hunter, desde ahora temeroso que el siguiente juego que Luz quiera borrar sea el suyo—. ¿Te pasa algo?
—Es que... no era lo que yo esperaba para esta visita. —Su mente estaba preparada para afrontar una situación más deprimente, no para pasar unas horas sentada sin hacer nada—. Pero si tía dijo que podía jugar en tu consola, creo que es buen momento para perder algunas partidas online de tu juego de disparos... si es que no hay de otra.
—Bieeen, dame un segundo. —Suspiró Hunter con resignación. Sobre su cadáver Luz pondría un dedo sobre su juego favorito.
— ¿Qué vas a hacer? —cuestionó Lucía, recién cargando la información al ser un cero a la izquierda en tecnología, luego que Hunter se dirigiera a su puerta abierta llena de stickers.
—Le llamaré a mi dúo, preguntaré si me presta su cuenta para descargar el juego de Luz.
— ¿Podemos saber siquiera su nombre? —preguntó Lucía con sospecha.
Una vez le aplicaron la misma técnica, no saberse el nombre de quien se junta con personas cercanas de su entorno. La única y última vez que sucedió, tuvo la poco grata sorpresa que Amity resultó ser hermana de Amelia, que en ese entonces la odiaba a muerte.
—Nop —negó Hunter sin vacilar antes de salir de la habitación, pero no sin antes asomar su cabeza por la puerta—. Y, por cierto, no muevan nada o yo me daré cuenta —sentenció, para comenzar a buscar en su lista de contactos, deteniendo su pantalla en el único contacto que tenía la inicial "E".
—Pup. Desorden por aquí, desorden por allá. Pup. —Lucía hizo de las suyas en español.
Ningún niñato rubio y de ojeras le dirá a Lucía que hacer. La mayor tampoco es malvada, así que lo único que hizo fue mover la pantalla de la televisión con el control y algunos Funkos coleccionables de los estantes
—Luz, ayúdame a buscar algo sospechoso o vergonzoso con el cuál podamos meter en graves problemas a Hunter.
—No —manifestó Luz de manera seca, mientras masajeaba levemente su sien.
La mayor sabe que no solo el aburrimiento causaba tales represiones de hiperactividad en su hermanita.
—Ay, niña. Me estresas. Ahógate en tu preocupación, con suerte dejas de aburrirte. —Trató de ser bromista, como siempre, así tal vez Luz la golpee en el hombro y el contraataque con masivas cosquillas. Pero nada, Luz se mantenía inmóvil y con la mirada gacha, susurrando quejidos audibles para la mayor orillada en la cama—. Luz, ¿cómo querías que se lo diga? Lilith estaba apurada y estos temas deben hablarse seriamente en un sofá para que evitar desmayos o...
—Lucía, ¿cuándo...? —interrumpió la menor, sin darle la cara a su hermana mayor, que se preocupó por ella una vez captó el sollozo que se escapaba de su pecho. La vocecilla ahogada la atragantó en su pregunta, teniendo que dejar escapar un suspiro para poder regularla—, ¿cuándo podré ver a mamá? Me dijiste que no pasaría de unos días, ¡prometiste que la vería!
—Hey, cálmate...
Usó un suave tono, muy impropio de ella. El lugar no era el adecuado para que Luz deje que el dolor de su corazón la invada en forma de agrias lágrimas. Lucía se encargó de consolarla al sentarse junto a ella, rodeando un brazo alrededor de su cuello, y regalándole un besito en su cabello.
—Sé que lo prometí, Luz. Primero me dijeron que su condición era estable, pero llamaron a Amelia y notificaron que todavía no está apta para que le den de alta o reciba visitas y...
Un portazo detrás de ella detuvo su respuesta, el dueño de la habitación ni se percató que Lucía movió de lugar sus cosas
—Eso fue rápido —comentó la mayor, separándose y pasando de la tristeza que relacionaba a Eda y su hermanita, a la confusión por ver las anormales gesticulaciones de Hunter—. ¿Por qué tu cara está roja?
—Me dijo que sí... —Los balbuceos se escaparon de su boca, ganándose mucha más curiosidad por parte de las chicas, que ya comenzaban a cuchichear cosas sobre él. Cosas vergonzosas—. Ejem... Dijo que sí puedo usar su cuenta.
Una hora de descarga después. Luz por fin prendió el segundo control que conectó con la consola.
El solo vibrar de este la llenó de emoción de poder experimentar su tercer hobby favorito. Muy pocas veces Amity tenía el privilegio de invitarla a su casa y jugar en la consola de sus hermanos, mientras ellos salían con amigos o de compras.
Amity no era de jugar muchos videojuegos, tampoco es que quiera malograr la bonita consola de sus hermanos jugando títulos que no conoce. Así que, con tal de tener agradables momento de amigas, Luz declinaba la idea de jugar algo de acción o deporte, para vaciar toda su imaginación en mundo lleno de cubos donde junto a Amity, amaba construir castillos y elaborar historias de fantasía.
De igual forma, Luz casi siempre convencía a los hermanos de Amity de que la dejaran jugar algo más aparte que el juego de cubos.
Aprovechando poco más de una hora por semana, Luz se dedicó a mejorar sus habilidades en el simulador de fútbol, cosa que Lucía no sabía porque Amelia no se lo contaba, así que el resultado abultado del presente partido contra Hunter fue una gran sorpresa para todos.
— ¡Nooo! // ¡GOOOL! —exclamaron los participantes al unísono, mientras Lucía se burlaba con grandilocuencia del perdedor; y la vencedora hacía graciosos bailes sobre la cama.
— ¡JAJÁ! Mi hermanita te pateó el trasero —rió Lucía con énfasis, jalando pequeños mechones del cabello de Hunter para irritarlo más y más.
Sumado al hecho que una niña menor, que ni siquiera tiene consola de última generación, haya barrido el suelo cinco veces seguidas en un juego bajo su consideración "fácil", fue un duro golpe en su ego ligado a su lado gamer.
—Ughhh... —resopló el rubio tirando su control sobre una pila de ropa desparramada en el suelo, completamente rendido—. ¡Este juego es muy falso! —argumentó frente a su falta de habilidad. Luz, a sabiendas que él es un mal perdedor, le echó más leña al presumir regates avanzados de sus jugadores con mejor técnica —. ¿Cómo rayos puedes hacer esos movimientos raros y yo no?
—Porqué intentaste hacerlo con un defesa. En la vida real, ellos no son tan técnicos como un delantero. ¿Acaso no has visto como los brasileños mueven ese balón cerca del área? —Suspiró Luz con el anhelo de alguna vez poder ser tan hábil como ellos.
En la actualidad, una portera como ella, que aspira a ser profesional, necesita saber mover una pelota con los pies.
— ¡Solo es patear y mover un balón con los pies! —resopló el rubio.
— *Gasp* —expresó la menor, arrugando su nariz y delineando sus cejas en diagonal para abajo, completamente ofendida por la vaga y malintencionada descripción de su deporte favorito.
—Uy... Amigo, no debiste decir eso. —Lucía percibe una explosión en contra del rubio, y lo más lógico es ir preparando una correa por si Luz se le salía de control.
Luz no respondió a lo que su primo exclamó, simplemente se posó bajo el marco de la puerta, y sacó un pequeño balón de la mochila que siempre trae consigo.
—Tú y yo al jardín, ahora... ¡manco! —desafío Luz, intimidante como nunca, cosa que enorgulleció, aunque también preocupó, un poco Lucía—. Te enseñaré que no se trata simplemente de patear un balón.
Ya en la parte trasera de la casa, un típico jardín de unos 20 metros de largo adornado con un pequeño huerto donde Lilith siembre sus girasoles, gnomos de jardín que siempre disgustó a Lucía, y un cobertizo donde guardan cachivaches que Eda usa para cuándo pasan las vacaciones con Lilith, por lo que Luz sabía que ahí guardaba un arco de fútbol de tamaño promedio. Hunter casi muere en el intento, pero entre todos lograron sacar tremendos pedazos de metal y red para armar el desafío que Luz tenía preparado.
—Si dices que solo se trata de patear un balón, no tendrás problema de realizar el mismo tiro con el que te metí el último gol —comentó Luz, llevando el balón a doce pasos con respecto a la portería que ella defendería.
— ¿Hablas de ese dónde el jugador pateó a la izquierda con su pierna derecha y el balón se curvó hacia la izquierda? —Lucía no pudo más que embrollarse de tanta palabrería que Hunter expresó y Luz entendió, para su desconcierto, a la primera.
"A la cuenta de tres", notificó Luz, segundos antes que Hunter viera con extrañeza como ella tomaba una mirada fija en el balón y pose encorvada mientras extendía sus brazos hacia los lados. Para ser alguien delgada, el estar bien centrada y expandir sus brazos la hacía cubrir una buena parte de la red.
—Hey, no llevas guantes —advirtió Lucía en un pequeño murmuro cercano al oído de su hermanita—, tampoco rodilleras... o canilleras... mucho menos un casco. Dios, será mejor que no expongas tu muñeca de nuevo. Eres pequeña y te puedes volver a lastimar.
—Tranquila, es una simple pelota de plástico que no duele —sostuvo Luz, llena de confianza que no necesitaría protección adicional para ganarle a su primo—. Además, ni siquiera le dará a mi portería.
Razones no le faltaron a Luz para deducir que con la forma en como Hunter se paraba frente al balón, sería algo sumamente fácil, por no decir que lo único que hizo no fue atajar el disparo, sino acompañar a su hermana en una masiva risa que las tumbó al suelo para que siguieran regocijándose de la estrepitosa caída que tuvo Hunter al patear el césped antes que el balón.
— ¡No vieron nada! —exclamó el rubio, hecho una pequeña tetera hirviente de vergüenza y molestia—. Gracias al cielo que nadie más lo vio.
—Oh. No, no. Claro que no. Te respetamos y jamás grabaríamos algo que dañe tu imagen absolutamente respetable —El teléfono escondido que traer en su chaqueta y que grabó la caída solo fue coincidencia—... usa tus cosas nerds y guarda ese video en una nube —susurró en el oído de su hermanita, dándole el teléfono por lo bajo para que Hunter no sospechara.
—No pasa nada, lo lograrás a la siguiente —Luz extendió su mano, amistosa y siendo buena ganadora del pequeño uno contra uno—. Tapé bien los ángulos inferiores de mi arco, y para ponerla a los ángulos superiores debes tener algo de... "magia" para realizar un tiro tan certero.
— ¿Eso qué quiere decir?
—Que además de manco, eres cojo —explicó Lucía sin pelos en la lengua, siendo directa, actitud que Luz, con un golpe en el hombro, le hizo saber que no serviría para animarlo—. ¿Qué? Como tu entrenador dice: "Te digo la verdad para que no te ilusiones".
Pese el vergonzoso momento sufrido, Hunter pateó nuevamente el balón, que de un raro efecto cayó en el rostro de Lucía, que, pese a lo esperado, emitió una risilla, a la par que devolvía el balonazo al rubio.
Una pequeña escena cómica de juegos se armó en el jardín, y Luz, dubitativa, dejó que el peso del tema de su madre escapara un rato de su corazón y mente, acompañándolos a corretear de lado a lado tras el esférico.
Necesitaba eso, distraerse, divertirse y socializar... seguía siendo una niña después de todo.
Sin relojes visibles, y con los celulares dejados en el cuarto de Hunter, ninguno se percató que había pasado más de dos horas. Un bocinazo desde la entrada de la casa agudizó los sentidos de Lucía y Luz, pero sobre todo los de Hunter.
— ¡Mamá ya llegó! —comentó exaltado por el trajín del juego, y sin percatarse que no la llamó por su nombre—. Fue divertido, pero debo ayudarla con las compras.
—Sí que fue divertido... —Hace tiempo que no sentía tanta emoción por compartir con alguien, que por lo menos no se tratara de Amelia. Lucía se sentía vigorizada, en confianza, dispuesta a tener una seria charla con Lilith—. Llegó el momento... Luz, ¿por qué esa cara?
—Hunter le dijo mamá a Lilith... —Luz tiene el oído fino, captando con sorpresa como es que el rubio se dirigió a su prima—. Si él pudo, ¿para cuándo tú le dirás mamá a Eda?
—No empieces —suspiró la mayor, levemente molesta por el comentario de Luz; no obstante, no se podía permitir distracciones—. Sabes, creo que lo mejor será que hable a solas con Lilith.
— ¿Segura?
Esa no era el plan inicial, ya que, si fuera así, Luz se habría quedado en casa, o acompañado a Amity al dentista, y no estaría ahí sirviendo de soporte moral.
—Sí... —Más personas presentes solo la llenarían de nervios—. Distrae a Hunter enseñándole cosas del juego, hablaré con Lilith mientras la ayudo con las compras.
—Está bien... —Un abrazo, suficiente para que Lucía entre más en confianza—. Suerte, hermana.
— ¡Lilith! —llamó Lucía, entrando por la puerta trasera que daba a la cocina.
— ¡Oh, Lucía! —saludó la mujer, quitándose los auriculares que traía puesto. Nada mejor que ordenar tus alacenas escuchando canciones de los 80—. Pensé que seguías jugando con los niños. En serio te agradezco que tú y Luz hayan hecho que Hunter se separe de la bendita televisión.
Lucía no respondió, mas su clara intención de recostarse contra la pared indicaba que necesitaba algo de ella.
— ¿Deseas algo? Tal vez una fruta para que te rehidrates. Puedo darte una galleta.
—Edalyn... —Fue lo que musitó Lucía, suficientemente audible para captar la atención de Lilith.
— ¿Edalyyyn...? —Alargó la palabra, preparada para ya hacerse la idea en lo que su querida hermana se metió—. Déjame adivinar, ¿problemas con los medicamentos? O tal vez de apuestas, porque problemas en su relación con Raine, lo dudo.
Aunque no se notara por su tranquilo tono, Lilith trataba de ser optimista. Sabe que Edalyn se ha metido en líos peores, y teme que, de alguna forma, sus hijas se hayan visto perjudicadas, de ahí el temor de Lucía por referirse al tema.
— ¡Oh, carajo! —Mordió su lengua, harta que los sentimientos verdaderos por el cariño, que niega, que le tiene a Eda le haga difícil la misión de expresarse correctamente sobre su enfermedad—. Edalyn... ¡Ella está en graves problemas!
.
Próximo capítulo: Problemas con el padre de los chicos Blight, y el trasfondo de la historia de Eda.
Curiosidades:
-Amelia estudia derecho, le faltan dos años para acabar la carrera; Lucía ha dejado de estudiar momentáneamente, y no sabe si retomar sus estudios o ir de lleno a buscar empleo. En todo caso, le avergüenza decir que estudiaba química, ya que muchas veces Eda la regañaba por explotar cosas, gastar bromas con bombas de humo o derretir los juguetes de Luz.
-Lilith fue directora de un orfanato, el mismo donde llegaron Lucía y Luz hace años.
-Eda es muy apegada a su hermana, aunque de cierta manera manipuladora, ya que usaba la buena fe de Lilith para que la encubra de algunos asuntos turbios donde se metía. Claro que, esto fue antes de adoptar a las hermanitas Noceda.
-Hubo una época donde a Eda le fue difícil romper el hielo con Luz. Intentó de todo, pero nada parecía dar resultado, Luz hasta se negaba que la carguen. Pero todo cambió cuando en una visita random de Raine, que en esos años aún no era pareja de Eda, se dirigió a la sala y prendió la televisión, que justo sintonizaba la semifinal del Mundial Brasil 2014.
Raine no es tan fan del deporte; sin embargo, siempre disfruta de un buen espectáculo entre grandes potencias del deporte.
En unas de esas que fue por algo de beber a la tienda, dejó libre el sofá principal de la sala. Luz, de siete años, aprovechó la situación para sentarse en este y echarse una siesta.
Siesta que nunca logró a darse.
Cuando Raine volvió, quince minutos después, Luz no permitió que la hagan a un lado, puesto la catarata de goles que hubo en tan corto lapso, la emoción y sorpresa que los comentaristas pusieron en ese histórico partido, sumado a que Eda también veía fútbol (excusa para ver chicos musculosos sudados) fueron el enganche suficiente para que, al mes siguiente, Luz rompa el hielo con Eda y ambas se sienten dos veces por semana a disfrutar del espectáculo.
Luego Lucía sugirió la idea que la inscriban en una academia. El resto es historia.
.
Ufff... capítulo larguito xd. Por cierto, ya tengo listo 3 especiales para esta historia 💜
La siguiente semana toca mamá búho <33
¡Gracias por ver! Dale estrellita si te está gustando, también sería genial si pueden compartir la historia para llegar a más personas.
¡Nos vemos! <33
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