Cap. 19 - En las malas, pero contigo
— ¿¡Dónde mierda está Amity!? —gritó Amelia en busca de respuestas.
—P-Pensamos que contigo —murmuró Emira, desesperanzada de que su hermana bebé no esté por último en la cajuela del auto tras no oír ningún quejido.
—No la vimos en la escuela —añadió Edric, cabizbajo, intranquilo, mucho más que su hermana gemela—. ¿D-Dónde pudo haber ido?
—La buscamos en varios salones, incluso fuimos con Raine al salón de música, pero nadie la ha visto en todo el día... ni siquiera a Luz —notificó la gemela, sumando una nueva preocupación por la nula información de la mejor amiga de su hermanita.
—Me tienes que estar jodiendo —masculló Amelia enfurecida.
Luz era su opción más viable de saber dónde se encontraba Amity, pero lo dicho por Em confirmaba de alguna manera que la Noceda tampoco estaba disponible. Llamó al celular de su hermanita, pero la línea no conectaba y al instante se cortaba.
—Tiene el celular apagado... —Volvió a mascullar la mayor.
Amelia sujetó el timón de su auto, estiró sus piernas y contuvo la respiración. En cualquier instante explotaría de la frustración, de no ser por visualizar a una persona conocida a través del espejo retrovisor. El corte de cabello, camisa blanca y estuche de violín eran irreconocibles.
—Uh... nuestra cita es en 10 minutos —notificó Edric, apuntando su reloj de muñeca—. ¿Amelia?
—Tápense los oídos —advirtió la mayor—, AHORA.
Los menores acataron y ella se asomó por la ventana para hacer funcionar al máximo sus pulmones.
— ¡RAINEEE! —vociferó la Blight, alzando ambos brazos para llamar más su atención.
— ¿Uh?
Del otro lado de la acera, en orientación contraria al auto de Amelia, Whispers caminaba tranquilamente en dirección a casa de Eda luego de su rutinario día de trabajo como guía de música en Hexside a tiempo parcial. En pocas palabras, aparte del trabajo en su tienda de instrumentos, servía a modo de suplente por si el profesor regular faltaba.
—Oh, Amelia, qué sorpresa encontrarte por... —saludó Raine acercándose al auto. La peliverde rápidamente salió de este para samaquearle de los hombros.
— ¿Recuerdas la vez que te guardé la fila para que compres el último modelo de tu violín? —cuestionó Amelia rápidamente.
—Creo que solo fui 5 minutos al baño —contestó de manera atolondrada.
— ¡Pues ahora quiero el favor de vuelta! —gritó, reincorporándose a una actitud más "tranquila" para no asustarle—. Escucha, no sé dónde carajo se metió Amity, y tenemos una cita ultra importante en la clínica dónde antes atendieron a Eda.
—Eso suena mal —meditó Raine—. ¿Pensaste en escribirle a su celular o al de Luz? Tal vez ella sepa dónde está.
— ¡Luz, es verdad! —Amelia marcó rápidamente a uno de sus contactos favoritos, sin éxito—. ¡Está apagado, por una mierda!
—Qué raro, mi hija siempre tiene su carga bien distribuida. —En ese caso, Whispers sospechaba que algo malo pudo haber pasado.
—Volvemos al punto —insistió Amelia—. Quiero que lleves a Ed y Em a la clínica y te encargues de ellos. Les daré el alcance ni bien encuentre a esa... mocosa —suspiró tranquilizándose, casi se le sale un adjetivo más fuerte.
—Uhmm... —La información fue mucha para digerir en poco tiempo. Pese a ello, Raine sacó su lado racional—. ¿P-Por qué no buscarla con el auto?
— ¡Por qué la cita es en 5 minutos! —exclamó Emira, asomándose desde la ventana derecha del auto.
— ¡Arranca de una vez! —añadió Edric desde la ventana izquierda.
—U-Uh... —Casi en contra de su voluntad, Raine, luego de unos segundos, ya estaba en el asiento del piloto, con las manos en el volante y el cinturón de seguridad apretado contra su torso—. Así no pensé que sería mi día, quería llegar a casa y ver mucha televisión.
—Por favor... —chilló Amelia, entregándole por la ventana su cartera con todos los documentos en orden de los menores—. Me veo tranquila, pero estoy a punto de entrar en pánico por no encontrar a mi hermanita. Por lo menos que ellos pasen los exámenes... me mataré si perdemos esta oportunidad.
— ¿No tendremos problemas con que yo no sea... exactamente familiar de ellos? —cuestionó. Sería incómodo que les nieguen la atención por aquella inoportunidad.
—Solo diles que su madre tuvo... —Amelia respondió serena, pero la actitud se desvaneció luego de que Edric chillara de fondo para que cayera en cuenta de lo que dijo—. E-Es decir, apoderada, sí. Diles que tuve un trabajo de último minuto y te mandé a ti, la pareja de la amiga de la madre de la e-esposa de la apoderada de los Blight.
—Parece trabalenguas —comentó una sarcástica Emira de fondo.
—Por favor, llámanos ni bien encuentres a nuestra hermana —imploró Edric.
—Lo haré, ahora váyanse —ordenó Amelia serena.
Raine, apretó el acelerador mientras la mayor de los Blight se maldecía por traer tacones en ahora la búsqueda de su hermanita.
—Juro que si otra vez se escapó con Luz para ir al centro comercial... —masculló con un puño apretado.
El enojo le duró poco, el temor comenzó a brotar, sobre qué... puede que le haya pasado algo malo a su bebé. En primer lugar, planteó llamar a Lucía. Agarró su teléfono, fue directo a su apartado de contactos favoritos, de paso suspirando al solo tener a 9 personas agendadas por su nulas amistades, y cuando su dedo rozó el símbolo de llamada... algo la detuvo, su consciencia. Era problema suyo, interno de los Blight, llamar a Lucía cada vez que pasaba algo malo denotaba su incapacidad de resolver problemas como una mujer madura, aparte de que a esa hora la Noceda trabajaba y mucho no podría hacer. Necesitaba valerse por sí misma, como antaño antes de conocer a la familia de Luz.
Con pocas opciones, se alejó de Hexside para dirigirse sin rumbo por varias calles más abajo, gritando el nombre de su hermanita, sin importarle algunas curiosas miradas de extraños.
— ¡Amityyy!
Pasaron 10 minutos, Eda tampoco contestaba el celular; Lilith trabaja y literalmente no conocía otro lugar en el ciudad dónde su hermana junto a seguramente Luz se escaparía. Poco a poco la ansiedad golpeó su pecho, el ardor en el cuero cabelludo se hizo presente y la típica migraña comenzaba a irritarla aún más. ¿Dónde rayos se metió Amity?, pasó de pensar en un buen castigo a preocuparse de sobre manera.
«Ring, Ring», timbró su teléfono. Apurada, Amelia dejó de caminar con sus ruidosos tacones para posarse debajo de un poste de luz. No vio el remitente, simplemente se precipitó con la esperanza de que sea su bebé.
— ¡AMITY! —chilló Amelia.
Del otro lado de la línea no percibió sonido alguno. Al principio no le pareció raro que sea de un número desconocido; después de todo, Amity tenía el celular apagado, por lo que supuso intentaba comunicarse mediante una cabina telefónica.
— ¡¿Hermana?! —insistió Amelia por la demora de una respuesta.
— ¿Amelia Blight, verdad? —preguntó una mujer de meloso tono.
— ¿Quién habla? —siseó molesta, sin ánimos de que le vengan a cobrar del banco o parecido. No cortó, la curiosidad de que sepan su nombre completo fue superior, así que dejó continuar a la mujer por unos segundos.
—Escúchame con atención o terminarás en una bolsa cerca de un río.
El tono de la señora cambió, agravándose, una amenaza prácticamente, que erizó cada mechón del largo cabello de Amelia.
—Que tu esposa no se meta en mi trabajo o me aseguraré de que haya peores consecuencias que un dedo roto para cada integrante de tu familia.
La peliverde arqueó una ceja. Tales palabras en tono amenazante surtieron un pequeño efecto que le dio mala espina. Inevitablemente lo relacionó con la pérdida de su hermana, pensamiento que podría hacer perder los cabales.
—No tuvimos un encuentro directo, pero su mera presencia afectó a mi negocio personal. ¡Imagínate!, descubrieron que mi mejor compradora se drogaba antes de cada partido, ahora tendré que tachar esta universidad de mi lista.
—No entiendo nada de lo que dice... ¿es una broma? —A esa altura la tensión por pensar que era una extorsión bajó una rayita, para Amelia sonaba inverosímil e inentendible sobre lo que la mujer le contaba—. Juro que si veo esto en un estúpido montaje de Tok Tok...
—De regreso al punto, infórmale lo que te dije a tu esposa. De parte de Terra... Snapdragon —ordenó la mujer.
—Voy a cortar —sentenció Amelia—. Y ese es el nombre falso más falso que escuché. No estoy ni un poquito de humor para bromas.
No obstante, a Terra le resultaba muy molesto que no la tomen en serio.
—Amity es el nombre de tu hermana, ¿o me equivoco? —preguntó, cómo un canturreo... como si amara mortificar a sus víctimas—. Tal vez un mejor castigo para ti y tu esposa sea atentar contra la integridad de... ¿dónde más duele? La familia, eventualmente.
La desaparición de su hermana resonó más como un atentado premeditado en su contra. Amelia entró en una pequeña crisis que le impedía articular contra ella y confrontarla.
—Tu silencio dice mucho —burló Terra. La peliverde sudó frío y se llevó una mano a la cabeza, un leve mareo la hizo tambalear—. Espero que se haya quedado claro que no pueden embarrarla una vez más. Oh, y ni una palaba de esto a nadie. Odiaría desquitarme también con la hermanita Luz de tu esposa.
— ¡Qué quiere decir!
Al límite, Amelia salió del trance tras la mención de la otra alma inocente de la que no tiene novedad. En todo caso Luz no aparecía, para la peliverde no le era muy difícil unir los cabos tras tamaña amenaza.
— ¡Hija de... ¡ —La mujer cortó en seco. Amelia no se podía sentir más frustrada por la unión de varios problemas, carcomía su cordura—. ¡UGH! ¡Mierda!
Tras gritarle al celular, Amelia notó que tenía un mensaje de voz no leído desde hace ya unas horas. Era procedente de Amity, y seguramente no se enteró hasta ese momento por haber salido rápido de casa y no percatarse tranquilamente de las novedades en su barra de notificaciones. Sin pensarlo, dio clic al contacto de su hermanita, dispuesta a escuchar el mensaje con mucha expectativa y miedo... pero con la esperanza de que le den una pista de su paradero.
«¡AMELIA, AYÚDANOS!», fue el único grito con la voz de Luz. A parecer de Amelia, era desesperado y de agonía, como si las capturaran o estuvieran torturando. Y si fue desde el teléfono de Amity... ambas corrían un grave riesgo. La amenaza de esa mujer resonó fuertemente en su cabeza.
—Mierda, mierda, mierda, mierda —murmuraba desesperada.
Los dedos de Amelia temblaban mientras que de su pálido rostro caían algunas gotitas de estrés. Lloraba en un estado alterado de su ser, pero ni ella se percataba de eso.
Prometió que no llamaría a Lucía, que ella sola sería capaz de arreglárselas, de último llamar a la policía si pasaban más horas sin señales de Amity, pero el ultimátum de la desconocida hizo que desista de lo último. Amelia hizo timbrar su celular, para su sorpresa la llamada no entró del otro lado, sino que notificó una escasez de señal a pesar de tener todas las barritas llenas. Solo podía significar una cosa, por lo que dejó su teléfono de lado por unos angustiantes segundos, hasta que vibró. Para su sorpresa, Lucía no la llamaba... ni la pequeña a quién por casi una hora estuvo buscando, sino que el nombre del contacto pertenecía a una Clawthorne.
— ¡Hermana! —llamó una vocecita detrás de la línea. No era Eda, Amelia reconocería la voz de su bebé en cualquier lado.
— ¡DÓNDE ESTÁS, AMITY! —grito en deshago. Las personas frente a la acera la miraron muy extrañadas—. ¿ESTÁS BIEN, NO TE HICIERON NADA? —habló apurada, con el corazón a punto de reventarle dependiendo la respuesta.
—En la casa de Eda... sí estamos bien —balbuceó, denotando nervios por saber la tremenda falta que cometió por no ir a la escuela... e infartar a Amelia—. L-Lo siento por desaparecer así de repente, pero... pero...
— ¡Voy de inmediato! —exclamó la mayor, corriendo en dirección al paradero más cercano—. ¡Más vale que tengas una GRAN excusa!, de lo contrario...
—A-Algo le pasó a Luz... y a mí —interrumpió Amity, notablemente con un tono cansado—. No podía dejarla sola. Lucía está en camino. Por favor... ven rápido... te necesitamos.
Ella la necesitaba cerca.
Media hora antes. Casa de Eda.
— ¿E-Estará bien? —preguntó Amity, regresando de la cocina con un vaso de agua.
Luz yacía dormida. Del torso para abajo tenía varias almohadas debajo de ella, mientras que la cabeza reposaba en el regazo de su madre, Eda, que la acariciaba tiernamente el cabello.
—Sí, solo descansará toda la tarde —informó tranquila. Exhaló con alivio, aprovechando que la morena dormía, le enseñó su celular a Amity—. Le escribí a Raine, hablará con los profesores de Luz para que le den chance de entregar sus trabajos una semana más.
—Bien... —murmuró la peliverde, tomando asiento en el sofá personal frente a Luz.
— ¿Tú cómo estás? —cuestionó Eda. Si bien su hija fue prioridad, no podía dejar de lado a la otra niña afectada—. ¿Seguro que no te lastimaste? Te veo más pálida de lo normal.
—Supongo que... —Amity alargó la palabra. Ni ella sabía cómo sentirse al respecto—... no lo sé, apenas proceso lo que pasó, supongo que solo estoy cansada. Pero no tengo heridas... prefiero estar al pendiente de Luz.
—Puedes contarme lo que pasó, ayudará a saber mejor la situación y poner una denuncia —señaló Eda.
—Está bien... —Con Luz dormida, le sería más fácil expresarse, ya que no deseaba que ella se viera afectada por recordarle lo sucedido.
Luz y yo llegamos al paradero del bus escolar como todos los días, pero no nos percatamos de que Hexside lanzó un anuncio dónde señalaba que el servicio estaría suspendido por un tiempo. Dije: "Ni modo, tocará ir caminando y llegar un poco tarde", pero Luz entró en una especie de pánico. Ya no se podía permitir faltar o tener tardanza, su beca deportiva podría verse damnificada, así que trazamos un plan. Iríamos por el barrio de Latissa.
—Bobas... —murmuró Edalyn. Si no hubiera pasado nada malo, les llamaría la atención por adentrarse tan temprano y sin compañía en el barrio más peligroso de la ciudad.
En un principio pareció buena idea, el tiempo iba a nuestro favor y si seguíamos corriendo conseguiríamos entrar antes de que cerraran la puerta. Hasta ese momento el único inconveniente era el mal olor de la basura en la calle y la accidentada acera maltrecha. Casi nos tropezamos, más de una vez, pero nada fuera de lo común hasta que cruzamos un pequeño parque vacío dónde... un hombre con gorro estaba sentado, como si no esperara. No se le veía la cara. Lucía alguna vez nos advirtió que jamás nos confiáramos cuándo nos crucemos con alguien que tenga una gorra tan temprano por la mañana o en plena madrugada. Era una estrategia sucia para no distinguir bien su rostro.
Nerviosas, dejamos de lado nuestro parloteo y serializamos nuestras expresiones, así como apretamos con recelo las hombreras de nuestras mochila. Rodeamos el borde del parque sin mirar atrás y trotamos a paso constante. Casi lejos, creímos que solo se trataba de un hombre serio o triste, inofensivo en pocas palabras, pero cuando le sacamos la mirada de encima... es como si se hubiera teletransportado. En un primer instante no lo vimos, pero sabíamos que estaba detrás de nosotras. Correr no fue una opción, quedamos petrificadas porque al ponerse frente a nosotras... nos puso en jaque. Ese hombre traía un arma, una navaja que acarició muy cerca de mi rostro. Apenas pude balbucear, cuando de pronto sentí que me arrancharon el celular que sobresalía de mi chaqueta.
Luz por otro lado...
—Eda, te juro que lo siento mucho —chilló la menor, a punto de quebrarse según su voz—, pero no tuve... la fortaleza para defendernos. El miedo me congeló.
—Hiciste lo correcto y mantuviste cierta compostura —halagó Edalyn—. Ven acá...
Con gestos, le pidió que se acercara. Amity, dubitativa, acató la orden, sentándose al lado de la mujer, que no dudó en rodearla con un brazo para apegarla y brindarle un besito en la frente. La peliverde entrecerró la vista, recostándose en la Clawthorne. El cariño era muy reconfortante.
—L-Lo siento —murmuró la menor, aún apenada por el incidente.
Pensaba que indirectamente era su culpa por sugerir aquel camino de mala muerte.
—Solo intentabas ayudar, no hay problema —comentó Edalyn, juntándose más—. Y fue bueno que no reaccionaras, nadie sabe lo que esa clase de gente puede hacerte si te resistes a un robo.
—Sí...
Nos quedamos petrificadas, mi cabeza daba muchas vueltas y caí de rodillas. Luego de unos minutos, mis piernas reaccionaron y pude reincorporarme. Llamé a Luz, la jalé de hombro para que me siguiera, ya no soportaba seguir en la misma zona, era peligroso y estábamos más vulnerables que nunca sin forma de comunicarnos con nuestras hermanas o contigo, Eda. Pero Luz... ni bien la toqué, ella me gritó. Me insultó. «A-Aléjate, hija de...»
—Puedes omitir eso —interrumpió Eda, visualizando que de seguir, el tono de Amity volvería a vulnerarse. Fue una estocada grave en el pecho el que su mejor amiga se expresara de ese modo.
Nunca me levantó el tono, o empujó antes, ni cuándo peleábamos quién sería Azura o Hecate en nuestros juegos de rol. Luz se negó hasta a que la tomara de las manos. Pese a tener el corazón partido por la agresividad de mi amiga y los nervios hasta las nubes por el reciente robo, puede plantarme un poco firme y pedirle una vez más que nos fuéramos a casa. La escuela ya no era prioridad, requeríamos con urgencia a un adulto. Pero Luz...
—Con que eso pasó... —suspiró Eda, masajeándose la sien con ambas manos—. Dios, con suerte no le quedarán cicatrices en las rodillas.
Por más que Amity la intentara llevar de la mano con dulces palabras, la memoria de la vez que casi abusan de ella junto a su hermana... terminaron por abrumar a Luz, y su peor pesadilla se hizo presente. «¿Qué hubiera pasado si solo estuvieras tú y Amity en esa situación?», alguna vez le cuestionó Lucía. Aquella vez Luz lo pensó mucho, incluso llegó a creer que tendría el valor de defenderla, pero la realidad fue muy opuesta. Solo se quedó inmóvil, sin vocalizar, sintiendo la mano asquerosa del asaltante armado mientras le manoseó bruscamente, las caderas, el trasero y el pecho en busca de sustraer su celular con funda de murciélago u otro objeto de valor. Amity fue la que tuvo más "suerte" bajo ese contexto, ya que no escondió muy bien su celular y por ello evitó llevarse un trauma extra.
Pese al agobio, Luz tuvo un segundo de lucidez para percatarse de que le gritó a Amity... a la frágil chica que juró proteger. Debido a la vergüenza de haber sido deshonrada y de insultar a su amiga, se echó a la fuga. La descorazonada peliverde trató de seguirla entre varias calles; sin embargo y obviamente, la morena era mucho más atlética que ella a esa altura.
Para buena fortuna de la Blight, Luz se detuvo en medio de otro parque, aunque esta vez perteneciente a una zona un poco más despejada de delincuencia. Corrieron una distancia aproximada de 10 cuadras. Amity cayó exhausta de rodillas en el césped sintético, mientras que Luz atinó a sentarse pensativa en un columpio... pero algo no andaba bien. La peliverde percibió un sollozo, que cada vez se intensificaba. Al estar con la perspectiva desde un ángulo más abajo, pudo percatarse de un líquido rojo que la asustó. Luz sangraba en ambas rodillas. El motivo de que ella se detuviera no fue cansancio o que quisiera hablar con su amiga, sino un tropezón en medio de varias piedritas que la dejaron muy lastimada. Y como Amity llegó casi 1 minuto después, no se percató de la caída.
Sin saber qué hacer, Amity se acercó a su amiga, reacia en un principio a que la toquen. La peliverde no se rindió fácilmente, por lo que cambió de estrategia. Tomó asiento en el columpio aledaño de Luz, columpiándose con una falsa sonrisa para que Luz se abra emocionalmente en lo que la afectaba, aparte del robo de celulares.
Amity no tenía en consideración el problema previo de hace tiempo dónde unos ebrios tocaron indebidamente a su amiga, y la morena sinceramente prefería quedarse callada para no preocuparla, pero finalmente, luego de casi 3 horas calladas en las que Amity jamás se separó de ella y le compró banditas para sus rodillas, Luz le confesó el asco... lo abusada que se sentía. La pequeña Blight fue su pañuelo en el que la morena se desahogó por casi media hora. Durante ese rato, Luz no podía evitar soltar jadeos de auxilio por que su madre o Lucía la lleven a casa.
Debido al dolor de la morena por lastimarse ambas rodillas, Amity también sirvió como soporte para ayudarla a retomar el camino a su hogar. El trayecto de media hora se convirtió en el de una hora por la dificultad de la movilidad de Luz.
Llegaron a casa. Con dificultad, la Noceda rebuscó su llave entre los bolsillos de su mochila. El ruido de la puerta alertó a la residente. Edalyn estaba en casa y las observó; primero molesta porque faltaran a la escuela, luego se vio consternada por el masacrado estado y lo pálida que su bebé se posaba frente ella. Luz se abalanzó contra ella, en un abrazo que buscaba consuelo de todo el horror soportado. Escondió el rostro en el pecho de su madre, que extrañada palmó la cabecita de su niña.
Un poco más calmada, Eda curó a Luz sus heridas mientras ella mantenía su cabeza recostada en el regazo de Amity, que acariciaba su cabello para tranquilizarla del ardor del alcohol medicinal. Sanada y vendada, la peliverde pudo notificarle a la mayor, superficialmente, de que las asaltaron. Edalyn instantáneamente prendió su celular y le marcó a Lucía. Acto seguido, se lo prestó a Amity para que haga lo mismo, pero con su hermana, que para su sorpresa tenía una llamada perdida de ella. Para ese entonces, la pequeña Blight recién se acordó de todo el tema hospitalario al que necesitaba asistir con sus hermanos.
«Amelia me matará...», fue su primer pensamiento. Nunca creyó que su hermana mayor viviera un completo martirio de miedo por su "desaparición".
—Solo espero que esas bobas no tarden —murmuró Eda, sacando de su burbuja de pensamiento a la Blight—. A todo esto, Luz creo que me dijo que tenías un compromiso con tus hermanos.
—Sí... y creo que acabo de sentenciar mi muerte —balbuceó, divisando de reojo como dos atolondradas jóvenes abrían la puerta principal de la casa.
— ¡LUZ! // ¡AMITYYY! —exclamaron a sus respectivas hermanas.
De parte de Amelia, fue un grito combinado con un sollozo que expulsaba todo su alivio tras recibir la amenaza telefónica de esa mujer desconocida, escuchar el audio de auxilio de Luz, y pensar que las habían secuestrado y eran llevadas en un avión a Papúa Nueva Guinea.
—Shhh... —siseó Eda, realizando una variada cantidad de ademanes para que no despierten a Luz—. Primero que nada, Lucía, ayúdame a llevarla a su cuarto. Te explicaremos lo que pasó.
Instantáneamente, la morena mayor ignoró a la Blight de su costado y fue sin pensarlo con su hermanita. La cargó en brazos, al igual que antaño cuando era más pequeña. También ignoró a Amity, que trató de acercarse para saludarla y despedirse de Luz; Lucía subió las escaleras mientras que Luz, entre sueños, sintió el tacto de su hermana protectora, aferrándose más a ella.
—Dios, mi bebé —chilló Amelia, yendo de prisa al sofá dónde Amity jugueteaba nerviosamente con sus dedos—. ¿Qué sucedió? ¿Estás herida? ¿Te lastimaron? ¿Dónde fuiste? ¿POR QUÉ MIERDA NO RESPONDES TU TELÉFONO?
—Herma-hermana ... —gimoteó la menor, estirando ambos brazos para que su hermana la consuele, la abrace como nunca.
Amelia al instante cumplió su petición, yendo a encerrarla en un abrazo mientras gotitas caían en el hombro de Amity.
—N-Nos asaltaron —confesó la menor, desahogándose ahora que se sentía segura en compañia de su hermana.
—Oh, Dios —jadeó la mayor, separándose un poco para inspeccionarle el rostro—. Dime por favor qué están bien...
—E-Ese idiota tocó a Luz... —Amity agravó su voz, iracunda por tal abuso contra su amiga; desconsolada por solo ser una testigo. El segundo sentimiento se sobrepuso al primero—.Y-Yo no pude ayudarla, no pudimos defendernos. P-Perdón, no quise asustarte. No quise faltar a nuestra cita en la clínica, pero Luz me necesitaba y...
—Lo entiendo... —jadeó consternada.
Amity esperó otro abrazo; en cambio, Amelia se despegó de ella.
—Iré por un poco de agua —avisó la mayor.
— ¿Qué hay de mis hermanos? —cuestionó la peliverde menor.
—Raine acaba de llamar —informó Eda, bajando por las escaleras con dificultad—. Dice que ya atendieron a Ed, es turno de Emira. ¿Cómo es eso que está con ellos?
—Se lo encargué de favor —contestó Amelia—. Amity no aparecía por ningún lado y tenía que encontrarla... pero tampoco podía permitirme que ellos falten a algo tan importante.
—Lo siento... —susurró Mittens de fondo, apenada por crear tanto caos en el psique de su hermana, que era lo que menos quería.
A pesar de ello, sintió que el ardor en su pecho fue mitigado, por lo menos un poco dentro de un plano muy raro para ella. No llegó a ir al hospital, por ahora su turbio secreto se encontraba lejos del alcance de alguien.
—De razón se me hacía curioso que no llegue a casa —suspiró Edalyn. Observando al par peliverde con la sombra de ojos corrida por el lagrimeo, decidió dar media vuelta—. Creo que necesitan privacidad para charlar. Pueden tomar lo que quieran del refrigerador, iré con Luz.
—Edalyn... —interrumpió Amelia, jalándola de la larga polera con estampa de gato que vestía—. N-Necesito charlar con Lucía.
— ¿Urgente? —Eda curvó una ceja—. ¿Por qué mejor no te quedas un rato con tu clon?
—Muy urgente.
Amelia serializó su tono. Le carcomía el recuerdo y cómo le afectó pensar que su hermanita bebé pudo ser víctima de una amenaza relacionada, al parecer, estrechamente con el secreto trabajo de Lucía. Uniendo los puntos, se daba una explicación del porqué ella mantiene herméticamente las actividades que realiza en su día a día. Primero necesita desvelar el secreto, luego ir con Amity. Ordenar sus prioridades, porque quería asegurarse que nada malo le pase a su familia.
— ¿Tienes alguna bebida alcohólica? —cuestionó la peliverde mayor.
—Hija, por más nerviosa que esté Amity, no le daré eso —reprendió Edalyn.
—Es para mí —murmuró Amelia, avergonzada, suspirando para que mientras Eda dude con traer lo pedido o no, ella ordene sus ideas para confrontar a la mayor de las Nocedas.
En la llamada, aquella mujer de nombre Terra... nombró Lucía, aunque no del modo textual, sino refiriéndose a ella como su "esposa". Antes de saber el contexto, la mención de esa palabra aceleró su corazón... luego también, pero por las razones incorrectas. Snapdragon, asimismo, poseía conocimientos sobre sus hermanas. Amelia se planteó que el asalto que sufrieron pudo ser por culpa de esa mujer; sin embargo, poseía nulas pruebas, solo su sexto sentido femenino... bien paranoico a esas alturas.
La intimidó al mencionar que lastimaría a su familia... Amelia no necesitaba más pruebas para tener en claro el tema. Sea la forma que sea, no existía marcha atrás una vez se encerró en la habitación Lucía con seguro en la puerta para evitar interrupciones, mientras esta colgaba una llamada telefónica. La peliverde cree haber escuchado un nombre: "Wiona". Aparte de levantar sospechas en la peliverde, un pequeño tic celoso se manifestó en su ojo derecho.
— ¿Cómo está Amity? —preguntó la morena extrañada por la repentina interrupción.
La mirada de miedo que le regaló la peliverde, Lucía supo perfectamente que era mujer muerta.
Qué bien se siente volver a escribir sobre mis chicas traumadas TT
Tenía este capítulo en pausa, casi la mitad escrito. Y cómo me desocupé de algunos asuntos en la universidad, dije: "¿Poqué no?", así que puse manos a la obra. Prometí que estaría para el fin de semana pasado, pero el tiempo no me dio, sorry por eso x"d
No prometo actualizaciones cada 2 semanas como antes, por lo menos no hasta avanzar más con Mamá Búho. Los tendré actualizados respecto al tiempo de actualización :DD
Por cierto, si tienen alguna duda de la historia, no sean tímidos y déjenla. Estaré más que feliz de responderles owo
¡Gracias por ver! Dale estrellita si te está gustando, también sería genial si pueden compartir la historia para llegar a más personas.
¡Nos vemos! <33
Los quiero mucho uvu
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