Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 17 - La culpa que carcomerá a una niña

— ¿P-Por qué no me puedo mover? —murmuró Amelia pesadamente.

Entreabrió sus ojos, casi quemándoselos al ser el foco del techo lo primero en lo que se fijó. La Blight notó que estaba en una cama, los muebles con estampas de arcoíris adornaban el entorno. De pequeña Amity pegó varios dibujos en el ropero de Amelia, y a ella se le hizo reconocible que definitivamente era su habitación.

Un minuto después de pensar en la nada, quietecita mientras rememoraba las últimas horas de sus borrosos recuerdos, Amelia espabiló. Emitió un pequeño jadeo, luego un suspiro, por último volteó a su derecha, encontrándose con una de sus hermanas menores.

— ¿Amelia? —saludó Emira adormilada, sentada en una silla aledaña a la cama.

— ¿Qué pasó? —preguntó la mayor asustada, tallándose frenéticamente ambos ojos—. ¿Qué día estamos?

—Tranquila, es media noche —calmó la gemela. Bajó considerablemente su tono, y con una mímica le indicó a su hermana que regule también su voz—. Shhh... la despertarás.

— ¿Despertar? —preguntó Amelia.

Nuevamente trató de levantarse de la cama para salir y asegurarse de que sus otros hermanos estén tranquilos. No recordaba exactamente cómo es que regresó a casa, solo la figura de Lucía consolándola se le hacía lejanamente borrosa. En ese estado de ebriedad pudo incomodar a sus hermanos, siendo Emira la única que la toleró lo suficiente como para quedarse a su lado. Teme ser un mal ejemplo para ellos, odiaría que la tranquila noche se vea afectada por sus pésimas decisiones.

Amelia quiso salir disparada de su cama, pero cierto bulto la mantenía firme en su lugar. Al estar cubierta casi por completo por blancas sábanas densas, posterior a destaparse , escuchó un sonoro bostezo debajo de estas. Halló la razón por la que no podía moverse: unos brazos que se aferraban a su blusa y una pierna sobre su muslo.

—Amity... —murmuró la mayor, acariciando tiernamente el rostro de su hermanita profundamente dormida.

—Llegaste hace unas horas, Lucía te trajo y digamos que... no estabas del todo cuerda —informó Emira, algo disgustada por alguna que otra actitud cariñosa de Amelia, llena de abrazos y besos en la mejilla, muy impropio de ella—. Te llevamos a tu habitación, quise dejarte sola para que duermas tranquila, pero Amity insistió en vigilarte. Dijo que te podrías ahogar con vómitos o algo así. Luego la encontré durmiendo junto a ti... no pude evitar sacar mi celular —murmuró divertida, aguantando el chillido de ternura.

Amelia bajó la mirada, dubitativa sobre si lo mejor era enfocarse en lo que le preguntará a Emira.

— ¿Puedo verla? —soltó la mayor, y la gemela no tuvo problema en enseñarle la foto con marco de corazones, para que cuando despierte Amity muera de vergüenza—. Ay, Dios... —maldijo en voz baja.

La sien de Amelia le dio un pinchazo, lo que causó que lanzara un bramido... lo que también provocó que, inconscientemente, pensara en alguien en específico, casi como su mayordomo casero, para que le que trajera una pastilla contra la migraña.

— ¿Dónde está Ed? —preguntó la extrañada mayor.

Le era raro que su familiar más susceptible no haya sido el primero en ir y abrazarla junto a Mittens.

—Viene en camino. ¿Recuerdas?, fue con su nooo... ble, ble, ble.

Emira misma se interrumpió mordiendo su lengua. Podrá ser burlona, pero si su gemelo le pedía algo de corazón, que no revele un secreto latente por más que sea a su otra hermana, respetará aquella decisión, esperanzada de que algún día él tome valor y acepte sus sentimientos.

—... amigo sin diente —cambió a último segundo.

— ¿El primo de Lucía? —Amelia arqueó una ceja. Poseía vagos recuerdos de Hunter, relacionados a las veces que este venía para salir junto a Edric y Luz... y a esa rara nariz que le sobresalía.

— ¿Quieres algo de comer? —Emira barajeó el tema—. Creo que hay sopa instantánea por algún lado, te la prepararé.

—No, no —negó Amelia.

Lamentará separarse de la comodidad y lo calentito que era estar en su cama junto a su hermanita Mittens, pero tenía que ser responsable con su otro tesoro, su otra hermana no debería de hacerse cargo de ella, sino al contrario... como siempre ha sido.

—Puedo sola, ve a tu habitación y descansa —ordenó la mayor—. También tengo que esperar a Edric, ¿sabes si cenó? Carajo... creo que dejaré la sopa instantánea para él y...

—No hay problemas, tonta —reprochó Emira, estirándose a modo de espabilar para luego dirigirse a la puerta semi abierta—. Edric me dijo que cenó pizza con Hunter. He insisto. Por el aspecto que traes... tú deberías descansar. Yo me quedé dormida toda la tarde, así que estoy "lechuga como fresca". —Amelia dudó sobre lo último—. Cómo sea, te prohíbo salir de la cama, no quiero a una Mittens malhumorada en mi cocinaaa —canturreó, saliendo de la habitación.

Pese a la positiva de Emira porque sus hermanas descansen, Amelia no se quedó tranquila; además, necesitaba ir al baño: aseo y el llamado de la naturaleza. Para su buena fortuna, lo máximo que Amity hizo cuando la apartó... fue bostezar, dar media vuelta y cubrirse perezosamente con más sábanas.

Amelia se golpeó la frente con la palma de su mano, reprochándose que ni siquiera se dignó en darse un baño luego de tales desventuras fuera de casa. Y aun así, Amity se echó con ella en un tierno gesto, contagiándose indirectamente de suciedad y peste a alcohol.

Dormirá en el sofá, es lo mínimo que la mayor de los Blight cree que se merece.

Media hora después, luego de que Amelia se quemara la lengua más de una vez y de que Emira limpiara el desastre de preparar una sopa instantánea, Edric llegó a la casa. En términos más normales, la mayor de los hermanos lo habría regañado por no medir el tiempo junto a su amigo; sin embargo, estaba en falta y su ella misma pisoteaba la autoridad que inflige en sus hermanos.

Amelia lo hubiera dejado pasar por alto, si no fuera porque cuando Edric se le acercó para abrazarla, percibió un aroma particular, muy lejano a los desodorantes y perfumes con los que él se baña.

— ¿Por qué hueles a...?

—Hueles a fresas —completó Amelia la idea de Emira. El aroma inundó gran parte de la sala—. Tú odias las fresas.

—Uhhh... —balbuceó Edric, acorralado.

El sonrojo era notorio gracias a su pálida piel, genética estilo Blight. Emira se percató, Amelia todavía tenía la mirada un tanto borrosa y no se lo sacó en cara.

Siendo cómplice con su gemela para evitar temas vergonzosos y personales, a pesar de que solo Hunter le roció un perfume de Lilith como broma, Edric logró zafarse del tema con una simple pregunta que golpeó el pecho de Amelia.

— ¿Y Amity? —soltó el peliverde.

—Durmiendo, así que baja un poco tu tono —contestó Amelia, tan cansada que no indagó en el tema de su hermano.

La mayor terminó su sopa, para luego desplomarse en el medio del largo sofá de la sala. Amelia subió los pies a la mesa central, pese a que siempre reprochaba aquel impropio comportamiento a sus hermanos. No le importaba en ese momento, solo quería reposar y dejar que su cuerpo vuelva a caer en un coma de sueño. No obstante, ciertos gemelos tenían planes, contrarios a dejar que su hermana mayor descansara sola.

—Chicos...

Fue lo que murmuró Amelia tras abrir los ojos y sentir un peso extra en cada brazo. Edric y Emira, sus escandalosos hermanos gemelos, la abrazaban por cada extremidad. Mantenían los ojos cerrados, apegándose más a ella.

Amelia no estaba incómoda, todo lo contrario, pero se sentía tan... sucia, desmotivada, hundida... sola e irresponsable, que solo cerró los ojos y dejó que ellos la mimen con un muy necesitado abrazo.

—Bien, lo admitimos —soltó Emira, dejando el brazo de Amelia para directamente abrazarla del torso—, nos preocupamos mucho por ti.

— ¡Mínimamente responde las llamadas! —reprochó el gemelo—. T-Te desapareciste casi un día entero cuando dijiste que no tardarías...

— ¡Lo siento! —exclamó Amelia, aferrándose más a ellos—. N-No sé cómo explicarlo correctamente. Luego de que Bump me llamó por el problema que tenemos con... ese idiota, fui... a reflexionar. Ir a un hotel y quedarme a solas sonaba como una buena idea en ese entonces.

—Lo que te dijo debió ser algo muy malo... —supuso Emira.

Amelia no contestó con palabras, pero sí con un pesado asentir. La gemela la volvió a abrazar, y esperó que su hermano haga lo mismo; sin embargo, Edric se postró con una perdida mirada en la completa nada, desconectado del entorno. Emira lo conoce bien, sabe que algo de lo que Amelia dijo lo llegó a chocar sentimentalmente, pero no sabe exactamente porqué.

— ¿Ed? —llamaron ambas peliverdes; Emira chasqueó cerca del rostro de su hermano.

El gemelo quería contarles que Alador le escribió esa mañana, pero era consciente de que aquello podría llegar a romper el ambiente de calma y apego fraternal que trataba de formar junto a su gemela para que Amelia se sienta más tranquila. Luego tendrá oportunidad de confesar, no deseaba que sus hermanas llenen más sus cabezas de estrés en aquel momento que se supone levantaría el ánimo en casa.

—Yo... —balbuceó el gemelo, reconectándose con ellas y presionando con recelo el teléfono que guarda en el bolsillo de su jean—. No es nada. Continúa, hermana... ¿qué tan malo fue lo que te dijo Bump?

Amelia exhaló pesadamente. Pensó en mentirles con información sutil, y de ese modo protegerlos bajo cierto punto de vista, pero ejecutar esa jugada, ocultarles información que los afecta como familia, solo provocaría más desconfianza y separación. Necesitaban mantenerse unidos. Faltará Amity en la sala; aunque Amelia visualizó rápidamente que lo mejor era hablar con ella a solas.

—Bump me dijo que por mero protocolo debemos cumplir varias todas las exigencias que ordene el juez a nombre de... ese idiota —masculló. Los gemelos no necesitaban más adjetivos para saber a quién se refería, ellos piensan lo mismo de su progenitor—. Hay varias cosas preliminares que necesito entregar antes de fin de mes, cómo enseñar los recibos del último semestre de la luz, el agua, sus boletas de calificaciones... fichas médicas. Dios, ¿hace cuánto no vamos al hospital? Agendaré muchas citas con psicólogos y médicos para que les hagan exámenes generales y... No, Em, no te pondrán inyecciones.

—Eso lo veremos —refunfuñó Emira erizada, alejándose de Amelia porque indirectamente barajearon la posibilidad de que alguna aguja se le acerque—. ¿Por qué te piden tantas cosas? Suenan a papeleo prescindible.

—Cierto, no le veo relevancia para que... él deserte y nos deje en paz—agregó el gemelo cabizbajo, con la mano contra el teléfono de su bolsillo.

Confesar o no, la cabeza de Edric se carcomía ante la idea de finalmente abrir su boca o dejar que primero Amelia terminara de aclararles el panorama.

—Yo tampoco le encontré el sentido al inicio, pero... ese bastardo removió viejos contactos para obstaculizarnos más el juicio por la herencia de mamá. Bump señaló que para fin de mes necesito demostrar, una vez más, lo apta que soy para... manejar la economía del hogar... sí. Las pruebas y el testimonio de todos será evaluado frente a un juzgado —informó Amelia en una casi mentira.

Alador lo hizo porque quiere la custodia de sus hijos menores, lo que en parte le sirve para desgastar a Amelia con burdos trámites y muchos periodos de estrés. La mayor no ahondará, por el momento, sobre aquel tema. Su reacción tras enterarse fue devastadora, no imagina como chocará en sus hermanos gemelos... o en Amity.

—Por ende... eso demostrará que estoy capacitada para protegerlos. —Amelia soltó lo último en voz baja, sintiendo que metió la pata por hablar de más.

— ¿Qué? —Edric arqueó una ceja. Mala espina le producía lo dicho por su consanguínea—. ¿Qué significa eso? Tú nos cuidas y proteges... a m-menos que él quiera...

—Amelia, tú estás más que capacitada —interrumpió Emira a lo que su hermano trataba de insinuar

Llegará el momento en el que tendrá que revelar la conversación que tuvo con su padre, aquello creaba un nudo en el pecho del gemelo.

—Lo vienes haciendo estupendo desde... prácticamente toda mi vida —añadió Emira, apenándose un poco por lo que su mente le ordenó decir, además por animarse con algunos saltitos mientras la tomaba de las manos—. E-Eres como... una tutora/guardiana para nosotros. No, retiro lo dicho. Reformulando, serías la mejor hermana mayor del mundo mundial para mí y Edric; en cambio para Mittens, vendrías a ser una tutora.

—Casi una madre para Amity... —añadió Edric, dejando que las palabras tiernas lo inunden, así como otros sentimientos encontrados tras ver que lo dicho por su gemela explotó una fibra sensible en el lastimado corazón de Amelia.

La mayor agachó la cabeza. Sus brazos se manifestaron como gelatinas cada vez que Emira trataba de arrastrarla para que deje de sentarse en el sofá.

—L-Lo siento —disculpó Amelia entre balbuceos manchados de un leve sollozo—. Es muy lindo que se expresen así de mí... cuando ya ven lo que puedo llegar a ser —se señaló a sí misma. Su mirada no dejaba de cristalizarse, contagiando a sus hermanos—. L-Lo siento... s-solo no me sentía en la capacidad de... de afrontar los problemas. Tantas cosas en mi cabeza... imaginé tantos escenarios por considerarme una terrible hermana, que simplemente... entré en pánico ante la idea de no ser suficiente para mis pequeños. N-No tuve el valor de volver a casa, no de este modo. Detesto que me vean... tan débil. Me quedé un par de horas en un hotel y... Whisky, música triste, Lucía... Mi Amity... —hipó con la voz entrecortada, perfecta combinación para que entierre el rostro entre las rodillas y deje escapar todo su desahogo.

Los menores cruzaron miradas, rojas por el inminente y contagioso desasosiego que lanzaba la figura más fuerte que ellos conocen, emocionalmente hablando.

—No vuelvas a decir eso —reprochó Emira en tono leve—. Harás que nuestro hermano llore.

Y ella lo acompañaría inevitablemente.

—Y-Yo no voy a... —murmuró Edric casi con la boca cerrada; de lo contrario, su tono se rompería en un lloriqueo.

Sin embargo, su mirada cristalizada y también atomatado rostro denotaba lo que de ley Emira presagió. Siendo el gemelo más sensible, le fue imposible resistirse a las emociones en formas de lágrimas mientras abrazaba a su hermana mayor del torso en un intento por buscar y darle consuelo.

—Por favor, te has hecho cargo de nosotros por cuánto, ¿diez años? —Emira fijó su mirada en el techo para concentrarse en los cálculos no tan exactos—. Éramos muy pequeños cuándo mamá se fue y dejó una imborrable marca en nuestros corazones... pero de algún modo, y creo que hablo por Ed y Amity, nunca hemos sentido que... nos haya faltado una figura materna. Nos criaste muy bien, nada cambiará eso.

— ¡Nadie tiene por qué dudar de tu capacidad de ser la jefa de nuestra familia! —Edric apoyó a su hermana en medio de su lloriqueo, mullido por tener el rostro enterrado en el hombro de la mayor.

—Mis cabezas huecas... —gimoteó Amelia con la mirada perdida, pero con los brazos listos para rodearlos por el cuello y atraerlos más hacia ella—. Prometo que no dejaré que nada malo nos pase. Los 4 siempre estaremos juntos y defenderemos todo lo que heredamos de nuestra madre.

— ¿Abrazo familiar? —sugirió Emira.

Ya estaban muy apegados, casi considerándose un abrazo; sin embargo, que Amelia deje de ahorcarlos para corresponderlos con los brazos abiertos era necesario, caso contrario no valía.

—Falta alguien —detuvo Edric—. Hay que ir por ella.

—No despertaré a Amity por un abrazo familiar —reprochó Amelia la idea de su hermano.

—Nosotros sí —sonrió Emira burlona—.Tengo una mejor idea, hagamos una pijamada en tu habitación para acompañarla.

—Sí, hace tiempo que no pasamos el rato juntos y comemos basura —insistió Edric, separándose para saltonear de la emoción, mientras que Emira jalaba a su hermana mayor del brazo.

"¿Cómo negarme a tanta emoción?", soltó la mayor en su mente. Amelia, por más cansada que estuviese, no les negaría la petición luego del firme soporte emocional que le brindaron. Además, todavía sentía algo de culpa por asustarlos en la tarde.

—Entonces preparen palomitas mientras ordeno mi habitación —ordenó Amelia—. Cancelé el servicio de Netflix, pero puedo desempolvar el viejo reproductor de películas.

El mismo que Edalyn le vendió módicamente hace unos años. Nunca le encontró un uso, hasta ahora.

— ¡Sí, señora! —exclamó el par de gemelos, yendo de prisa a la cocina.

Por otro lado, Amelia se dirigió al pequeño cuarto de limpieza, donde también guarda cientos de chucherías que Eda la convenció de comprar.

Ni bien el trío de peliverdes abandonó la sala, despavorida, la cuarta y menor hermana regresó al cuarto de Amelia para cubrirse de pies a cabezas con las sábanas... así nadie sospechará que escuchó gran parte de la conversación y desahogo emocional que hubo. Ella también lo sufrió, el llanto de sus hermanos fue compartido, solo que Amity tuvo que tranquilizarse en silencio.

En circunstancias normales habría irrumpido y unido al abrazo familiar; al día siguiente se avergonzaría de ello, aparte de que se negaría a más contactos tiernos de sus hermanos. Esa era su dinámica familiar de: amor - odio dramático y exagerado, que no es real, todo lo contrario, Amity ama a sus hermanos aunque no lo demuestre muy seguido. Pero ese amor que tiene por ellos se paralizó, así como sus piernas, cuando escuchó el término "médico" y "chequeo" brotar de los labios de Amelia.

La idea de que un experto la analice provocaba que sus brazos tiemblen; causaba que su nueva idea de pararse firme en medio de la sala a increpar lo innecesaria que sería una visita al hospital... se diluya.

Amity no se ve con la autoridad para ir en contra de lo que necesita su familia. Primero sus hermanos antes que ella, lo que finalmente significaba sacar a la luz todo los problemas que egoístamente trató de ocultar. Su familia sería afectada de todos modos, esta vez por su culpa.

Era un callejón sin salida para Mittens. Sus hermanos todavía sospechaban acerca de su condición, por lo que insistirán en que las visitas al médico se pacten en la brevedad posible.

Amity necesitaba ayuda, solo que no pensó que sería de esta forma y que su familia se vería afectada.

Mittens, sumergida entre las sábanas de la cama de Amelia, vio de reojo como el picaporte de la puerta se giraba y varias vocecillas entraban sin encender el foco, solo con las linternas de sus celulares para no "despertar a la hermana bebé". Fingió quedarse dormida, en espera que solo haya sido un mal sueño y que Amelia nunca se entere de la atrocidad con la que descompuso su cuerpo.

Unos días después.

—Los horarios nocturnos son confusos —soltó Lucía despreocupada, para luego bostezar largamente mientras se recostaba en la barra de bebidas del club nocturno en el que trabaja de fachada, en espera de que la mafia operativa se comporte como tal—. ¿No te aburres acá?

— ¿Qué? —Wiona arrugó la frente. Demasiada bulla de los parlantes le hizo acercarse a la morena para que le repitiera su pregunta—. Oh, sí. La mayor parte del tiempo, ¿pero qué más puedo pedir? Solo vigilo, me pagan, hablo con el jefe y veo que nadie nos intente joder.

—Suena muy simple. —Lucía levantó los hombros—. La semana pasada dijiste que conocería a ese jefe. ¿Acaso será hoy el gran día?

—Uhmmm...

— ¡Vamos! —insistió Lucía—. Si me meto en líos, por lo menos quiero saber la cara del hombre por el que... trabajo. Así sabré a quién le estoy mentando la madre.

—Te noto más animada que de costumbre —barajeó Wiona, para que ella no siga insistiendo con el tema—. ¿Qué pasó con... todo el draaama de que tu familia se decepcionará de ti y que te odiaría para siempre? Sobre todo tu hermanita...

—Me adapto de a pocos...

Después de todo, sus acciones siempre eran por el bien de sus seres queridos. Le guste o no, era la opción más rentable en corto tiempo. Haría todo por Luz, lo que también cubre a Eda; igualmente mantiene el pensamiento sobre Amelia y los chicos Blight, a los que tanto cariño les tiene pese a algunas veces expresarse incorrectamente a sus espaldas... sobre todo con Amity respecto a la relación cercana que mantiene con su hermanita Luz. Lucía lo superará... algún día. Mientras tanto Lucía, poco a poco ha ido trabajando en la idea de seguir manteniendo la farsa sobre su actual trabajo a Amelia. "Soy mesera en un club nocturno. Soy mesera en un club nocturno", le dirá a la Blight. La fachada de la mafia se compenetra perfectamente con su mentira.

—No creo que atormentarme con el tema de que mi familia me puede odiar... ayude a mi salud mental. Ya tengo mucho de lo que preocuparme. "Sí mantengo ese pensamiento a cada rato, enloqueceré y gracias a mi suerte terminará por volverse realidad" —expresó la morena tal fuera un antiguo consejo de vida—. Era un dicho que decía mi madre... Oh, bueno, lo decía a cada rato... supongo que tiene razón.

La vida misma se encargó de mostrarle a Lucía que sus mayores miedos pueden llegar a ser verdad con más facilidad si es que mantiene aquellos temores en su cabeza por laaargo tiempo. El ejemplo más actual: Temía que faltara dinero en casa, pues no solo ella, sino que los Blight también fueron afectados.

—Entonces... ¿solo voy a beber? —preguntó la morena, reanudando el tema sobre su función en aquella noche concurrida y de ruidosa música reguetón en el ambiente.

—Déjame pensar. —Wiona llevó una mano a su mentón—. Es una noche tranquila, pero puedo asignarte algo en la parte trasera del...

— ¡Ya está acá! —informó Steve, llegando de prisa a la barra de bebidas donde las chicas conversaban—. ¡Su auto se acaba de estacionar en la parte de atrás!

—... Pensé que llegaría la siguiente semana.

Wiona casi se atragantó con su cerveza. Tosió un poco, luego insistió con ademanes para que el joven se lo confirmara una vez más.

—Bueno, pues ya está acá —comentó Steven con soltura, indicando con el índice la parte trasera del local, aquella donde Lucía pensaba estaba alguna clase de almacén secreto, puesto Wiona no la dejaba pasar.

—Maldita sea... —masculló la de lentes, terminando su lata de alcohol de un sorbo. Antes de irse, Lucía la detuvo jalándola de su larga chaqueta crema.

— ¿Y me vas a dar trabajo o solo me quedaré parada como poste de luz? —insistió molesta Lucía. Su propia hiperactividad la obligaba a mantenerse en movimiento.

Bandejas y mucha gente entrando por la gran puerta principal. Siendo fin de semana, el aforo casi llegaba al tope, y algunos trabajadores ya presentaban problemas con los pedidos de cócteles en otras barras de bebidas. Mala idea fue dar de baja a Severine, la chica encargada de atenderlos. Un foquito rápido se prendió en la cabeza de Wiona, tomó una bandeja para entregársela a Lucía.

—Toma, ya sabes lo que debes hacer.

— ¿Qué? —La morena se perdió en tiempo récord del contexto. Fue más fácil entender el contexto una vez que Wiona le entregó una bandeja de metal y un largo delantal negro, pero no fue mucho de su agrado—. ¿Voy a ser... mesera? —masculló—, ¡pensé que mi trabajo era golpear gente!

—Solo por esta noche —habló Wiona muy rápido, ayudándole para que se amarre el delantal—. Según investigué, posees experiencia en locales de comida. Debe ser pan comido atender a los clientes un par de horas hasta que termine tu turno.

—Sí, pero...

—Solo no vayas a dónde no te llaman —advirtió Wiona, recibiendo un desganado asentir de la morena.

Más que un consejo, Lucía lo percibió como un consejo muy... macabro. Y ella, siendo imprudente a más no poder, le picaba toda la curiosidad de desobedecer. Además, no puede quedarse solo en la imagen de una mesera, ya que si bien su misión al involucrarse en aquel bajo mundo es ganar dinero en el menor tiempo posible, quería averiguar las conexiones de Eda con esa gente, y cómo es que logró salir sin aparentes daños colaterales... más que algunos posibles traumas que afectaron también a Lilith y Raine.

—Si no me llaman, no iré —parafraseó Lucía, aburrida, dejando de lado el delantal en la barra de bebidas mientras tomaba asiento y golpeaba su frente contra la mesa.

— ¿Bebida? —ofreció Steve.

— "No debo beber en el trabajo" —citó en primera persona el consejo que su hermanita Luz le dejó escrito en su mano antes de salir de casa.

Fue con tinta permanente, por lo que a Lucía se le hará difícil olvidarse de la recomendación.

—Sin embargo... —engatusó Steve, acercándole más el vaso y agregándole una sombrillita rosada decorativa—. ¿Cómo negarse a tal hermosura en modo playero?

—Dame eso —bufó resignada, relamiéndose sus labios por el dulce sabor de la maracuyá del primer sorbo.

—Un trago siempre levanta el ánimo... a las chicas desanimadas. —Steve notó la alicaída actitud de Lucía, misma que no la dejaba tranquila desde hace varios días—. ¿Algo que quieras decir?

—No lo sé —bufó la morena—. Todo esto se siente... muy común, ¿sabes?

— ¿Y eso está mal? —preguntó curioso.

—Sí. Digo, no.

La morena ordenaba sus ideas de a poco, el lugar y pinta de club nocturno era demasiado poco creíble para su gusto. No poseía la apariencia de un centro de ilegalidades que valga la preocupación casi paranoica de Lilith y Raine. Sí, las extorsiones estaban mal, pero Lucía esperaba... más cosas que llenen sus expectativas.

— ¡Es una mafia por el amor de todo lo malo! —exclamó Lucía—. ¿Dónde están las armas y demás cosas que salen en las novelas? Esto es... un simple club nocturno con... chicas desnudas bailando al fondo —señaló desviando la mirada, avergonzada y con cierta conciencia chillona recriminándole de que en cierta forma sostenía nupcias con la atractiva Amelia Blight.

—Yo no me quejaría por lo último —suspiró Steve, recibiendo el vaso vacío de la morena de un brusco empujón—. Te lo dijo Wiona en tu primer día: Somos más... recatados. El perfil bajo es nuestro fuerte y desde hace tiempo no existen incidentes mayores a algunas extorsiones con amenazas muy subidas de tono. Aunque eso no quita que en el fondo se hagan cosas... más siniestras.

—Hasta ahora no he visto nada de eso. —Lucía mantenía su curiosidad.

Ver algo de ese calibre supondría que la paranoia de Raine y Lilith respecto al tema no era exagerada.

—Es porque eres nueva —afirmó Steve—. No comas ansias. Trabajarás afuera como matona y en la seguridad del jefe, verás acción dentro de poco.

— ¿Y tú no quieres acompañarme? —molestó Lucía—. Tal vez requiera de uno que otro vaso con ron para no sentir tanto los golpes.

—Soy feliz siendo el chico del trago. —Steve alzó los hombros, limpiando algunas tazas gigantes con un trapo—. Mientras más lejos del entorno del jefe, mejor para mí.

—Jefe... —murmuró Lucía.

—Creo que hasta ahora no lo has visto, ¿verdad? —En respuesta, la morena ladeó su cabeza—. Wiona quería presentártelo en persona ya que serás su guardaespaldas, pero... un día más, un día menos, al final conocerás su cara.

Steve dejó de lado las jarras vacías de cerveza y tomó su celular para buscar alguna foto de su jefe en la galería.

—Hubiera sido más fácil si me daban si Instagram.

—Claro, el jefe de una gran mafia se tiene que exponer en redes —habló Steve con sarcasmo—. Nah, el hombre es un boomer sin ninguna red social. Algo que lo ayuda más con lo del perfil bajo.

— *Gasp* —exclamó Lucía, analizando detalladamente la foto. Un hombre arrugado, de nariz en gancho, graciosamente similar a la de Hunter; ojos azules y cabello rubio largo, bien peinado en una cola—. ¡Él es...! ¡ÉL ES...! No tengo la menor idea.

Sin embargo... se le hacía muy conocido.

— ¿En serio no sabes?

Lucía arrugó su nariz, denotando clara ignorancia respecto al nombre u ocupación del hombre para el resto de las personas no involucradas en negocios turbios.

—Momento... —Un foquito se prendió en el cerebro de la chica—. Recuerdo que... Wiona me dijo que él estaba metido en temas políticos. Normal que no lo conozca de cara, no veo muchas noticias, mi hermana es dueña de la televisión —comentó Lucía de un suspiro, nuevamente acercándose para analizar al flacucho hombre—. Uhm... se me hace muy común. Cómo que no tiene pinta de ser "el jefe" —enfatizó—. ¿No estarás jugándome una broma y esta es la foto de algún actor porno?

—Creo que tengo otra foto de él, pero dentro de este club para que me creas.

Por más que rebuscó durante unos minutos, en los que Lucía trataba de desviar con fuerza su mirada del fondo del salón con varias bailarinas, Steve no logró su cometido, aunque encontró algo que le serviría para mostrárselo a Lucía.

—Uhmmm... Nop. —Finalmente, Steve halló algo válido para sanar la duda de la morena—. No lo tengo como tal trabajando en este club. Pero mira, esta foto es lo más cercano. La tomé el primer día que llegué, hace unos 6 años. Es de un cuadro que antes estaba colgado en la pared.

En sí, la fotografía que Steve le acercó a la morena era de un plano general del antiguo salón de fiesta, antes de una gran remodelación. Tuvo que hacer un pequeño zoom, la Noceda visualizó con los ojos entrecerrados para captar correctamente los píxeles.

Manchada y con el contraste destrozado por el anticuado modelo de celular con el que Steve se mantenía, Lucía logró distinguir que fueron fotografiadas dos chicas y un hombre en medio de ellas. La chica de la derecha tenía el rostro tapado por una mancha, y el hombre de terno en medio era el mismo rubio de la foto anterior que le mostró Steve, solo que con menos arrugas. Lo increíble del asunto es que Lucía reconocería, por más ebria que esté, aquella gran melena anaranjada que sobresalía de la chica a la izquierda del cuadro.

—Eda... —murmuró Lucía con los ojos bien abiertos y las cejas levantadas, tanto que se formaron arrugas en su frente—. ¿S-Seguro que no conoces quiénes son? ¿Un nombre o algo?

La voz temblorosa de la Noceda fue producto de casi atragantarse con su saliva.

—Ni idea —Steve alzó los hombros con desinterés—. Y mejor no preguntar, no es bueno hablar en voz alta sobre los temas privados del jefe, peor divulgar entre archivos de su oficina.

— ¡Necesito ir a la oficina del jefe! —exclamó la morena.

—Uhm. Te van a cortar los dedos —advirtió Steve—. Mala suerte si son los pulgares...

—Hará falta una buena excusa —ignoró Lucía, centrada en la iniciación de su plan—. Ya sé. ¿La oficina del jefe está dentro en la parte de atrás, verdad? —Steve no asintió, ni negó, pero su cara asustada denotó afirmación para la morena—. Diré que me mandaste a traer más... maracuyás al almacén, pero me escabulliré y daré un vistazo rápido. ¿Sí? Gracias, eres el mejor, Steve.

Lucía habló y fugó de la escena tan rápido, que para cuando Steve salió de la barra para tratar de detenerla, luego de esquivar a varios chicos alegres que bailaban sin control en medio de la pista, la morena ya había logrado convencer al guardia del almacén para entrar sin problemas.

—Mis pulgares... —murmuró Steve triste.

—Mierda... —soltó Lucía asombrada.

Esperaba algo pequeño, 2 habitaciones llenas de vinos y con mucho papeleo a lo mucho. Pero literalmente la parte trasera del local consistía en un pequeño pasillo que daba a una escalera. Una vez bajó por esta y llegó al subsuelo, la Noceda quedó asombrada de que no era un simple almacén, sino larguísimos pasillos interconectados con decenas de puertas de metal que llevaban a otros salones. Averiguar el interior de cada uno le llevaría muchas horas.

—Es un puto laberinto —maldijo en voz baja. Hallar la oficina, y no toparse con alguien le sería muy complicado.

—Solo te dejo pasar porque me encantan las bebidas de Steve y las puedo tomar gratis —señaló el guardia detrás de la morena—. Tienes cinco minutos para buscar lo que te encargaron. Si demoras será una falta muy grave que tal vez pueda ameritar que te corten tus...

—Sí, sí, pulgares —añadió Lucía, separándose para iniciar con su búsqueda.

Tenía que hallar el almacén donde guardaban las latas de frutas para cócteles, de ese modo por lo menos tenía excusa si alguien le llegaba a preguntar por su presencia en aquella zona prohibida para novatos.

Para buena suerte de Lucía, algunas puerta traían inscripciones con el contenido de su interior. Cinco minutos después de que entró a un salón denominado "para cócteles", Lucía halló una lata gigante de maracuyá dentro de una estante polvoriento.

—Está muy sucio —agregó como detalle vago. Otro aspecto que notó, fue que el suelo del lugar tenía un rastro de manchas rojas secas en la madera—. Y... la cosa se puso intensa —murmuró disgustada.

Le picaba la curiosidad de seguir el hilo rojo hasta el armario. Traumarse probablemente fuera una opción. Pero antes de que saliera de la habitación llena de latas, captó una voz familiar que viajaba por los pasillos.

— ¿Wiona? —se preguntó la Noceda, cerrando los ojos para concentrarse mejor en el eco del ambiente.

"Señor, creí que había quedado claro", escuchó Lucía. Por el tono de voz insistente, deducía que Wiona no estaba de acuerdo con algún plan. El término señor hacía obvio de con quién trataba. " ¡No puede ejecutar un secuestro en medio de un evento televisado y con gran cobertura de los medios!"

" ¡Necesitamos mostrarnos otra vez!", habló el hombre sereno, dando un impacto seco contra una madera, probablemente una mesa. Lucía escuchó el golpe no tanto con eco; se sentía muy cerca de ella, como solo a una habitación de distancia.

Al no tener una imagen clara de lo que pasaba, el sonido de algunos golpecitos en la mesa y tacones de los zapatos del hombre contra el suelo, alarmó a Lucía sobre que la intercepten. La advertencia, que un principio ignoró, cada vez se volvía motivo de su nerviosismo, al punto que se miró indirectamente sus manos.

—Pulgares, pulgares, me gustan mis pulgares —murmuró Lucía, saliendo en puntitas de la habitación repleta de latas para no llamar la atención de Wiona o el hombre rubio—. No debería estar acá. ¿En qué pensaba? Tengo que llegar sana a casa... —maldijo su impulsividad, así como su modo parlanchín que la hacía hablar consigo misma cuando debería callarse y centrarse en irse—. Tal vez la chica de esa foto solo es una señora pálida y de cabello naranja... igual a Eda.

Por más que tratara de negarse, la descripción era única y calzaba perfectamente con su madre adoptiva.

Lucía espabiló jalando de sus mejillas para concentrarse en lo que sería mejor para su integridad en ese momento. Existía un par de opciones: irse con un tarro de maracuyás; o irse con 2 tarros de maracuyás, luego encontrar la oficina del hombre que conversaba con Wiona para tratar de averiguar rápidamente todo lo relacionado sobre esa foto de Eda.

Era demasiado arriesgado bajo cualquier concepto, ya que de plano tal vez no encontraría nada y solo expondría sus pulgares en vano. Pensando en que una falta grave, como colarse en la zona prohibida, significaría una expulsión, y por ende un hostigamiento a su familia para que no hable nada relacionado a la mafia.

Lucía suspiró rendida, apretó con recelo el tarro de maracuyás y dio media vuelta... tan absorta en sus pensamientos que chocó con varias cubetas metálicas de basura, derrumbándolas en cadena.

— ¿Qué carajo tratabas de hacer?

Ya en la superficie y sentadas en la barra de bebidas de un desentendido Steve, Wiona increpó a Lucía luego de encontrarla en medio de basura desparramada en el suelo y escoltarla a rastras para que ningún guardia lo tome como una falta grave.

—Uhhh... —Lucía balbuceó, solo atinando a entregarle la lata a Steve para que prepare algunos tragos—. Solo fui por ciertas cosas.

—Pues "estas cosas" te pueden meter un MUCHOS problemas —aseguró Wiona molesta, pero finalmente suspirando de que no haya llegado a mayores.

Su "preocupación" no era en plan buena persona que se preocupaba por la Noceda, sino que al ser su supervisora, cada consecuencia que generara las acciones tontas de la morena recaería también en ella.

—Olvídalo... solo borra de tu cabezota todo lo que viste allá —señaló Wiona, dándole pequeños golpecitos en la frente—. Tienes suerte de que el señor Belos sea medio sordo... y que se haya retirado antes de escuchar tu cagada. De lo contrario, podrían haberte cortado los...

— ¡Bien, ya lo capté!

Curiosidades:

—En un comentario me dijeron si podía poner la estaturas de las chicas. Aquí van :D

Si en algún momento mencioné medidas exactas, no les hagan mucho caso, estas son las que se deben tomar en cuenta.

Lucía: 1, 68. Le gusta decir que mide 1, 70 jaksja

Luz: 1, 50

Amelia: 1, 72. Y sí, usa tacones muy seguido, por lo que sube a 1, 76.

Amity: 1, 55

Con este capítulo, regresamos a las actualizaciones intercaladas, ya que la siguiente semana toca ¡mamá búho! 🦉

Por cierto, si tienen alguna duda de la historia, no sean tímidos y déjenla. Estaré más que feliz de responderles owo

¡Gracias por ver! Dale estrellita si te está gustando, también sería genial si pueden compartir la historia para llegar a más personas.

¡Nos vemos! <33

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro