Cap. 14 - Un momento extrañamente pacífico (2/2)
— ¿Por qué tardaste? —preguntó Amity a la recién llegada Lucía, luego de que se fuera por motivos sospechosos y que la mayor al parecer oculta con mentiras—. ¿Y quién en realidad era esa chica?
—Ugh... ya te lo dije —refunfuñó Lucía—. Amity, sabes que no me gusta repetir las cosas.
—Y a mí no me gusta que me mientan, tonta —contraatacó la peliverde, en confianza de hablarle tan suelto con la morena.
—Respeta a tus mayores, Menta Junior —reprendió Lucía de un pequeño jalón de orejas.
Amity no quería tomar muy bien el apodo, aparte de que Lucía no le decía el verdadero motivo por la que esa chica de lentes la estuvo buscando. Quiso seguir insistiendo, pero una mano en su cara interrumpió cualquier inicio de discusión.
— ¡Shhh! —Eda cayó a la menor de brusca manera, a Lucía la jaló del cachete, emocionada por el magnífico performance que Luz realizaba en el campo—. ¡Mi niña hizo una excelente atajada! ¡Seguridad, cariño!
—Dime que no me perdí mucho —habló Lucía por lo bajo, detestaba pensar que su hermanita se decepcione tras no verla jugar de manera sobresaliente.
—Casi acaba el primer tiempo —respondió Mittens, susurrándole o Eda pondría otra vez la mano en su cara—. Luz hizo... una grandiosa actuación. Se le ve más ágil y segura que de costumbre.
— ¡Pues es obvio! —chilló Eda, interponiendo su cara entra la conversación de las chicas—. Esta es una gran oportunidad de mostrarse frente a otras academias. Señor, no te pido nada, solo que mi hija logre sus sueños... y que firme contratos millonarios de por medio con grandes marcas de ropa.
— ¿Por qué de ropa? —cuestionó una Lucía de ceja curvada.
—Siempre quise ser modelo. —Eda posó coqueta a un lado, ganándose una risilla de Amity y una avergonzada rodada de ojos por parte de Lucía, que podría fingir no conocerla.
Eda continuó alentando un rato más, efusivamente en comparación a otros padre o hermanos que simplemente prestaban más atención a los bramidos de la Clawthorne que del partido en sí. Lamentablemente para la madre, su actual condición limitaba mucho su aguante frente a tramos largos de esfuerzo o agitación en sus pulmones.
Prácticamente su energía caía muy rápido, haciéndole imposible seguir alentando a Luz que, pese al apoyo de sus seres queridos, mantenía la mente en el partido. 1 - 0 ganaba su equipo. Cualquier error de ella podría marcar un registro o sepultar permanente su confianza como portera.
—Carajo —masculló Eda, tomando asiento en una de las bancas de plástico a su lado.
El pecho llegó a su límite y no se podía permitir más griteríos de apoyo a Luz. Afortunadamente, Eda sabía que algo así podía pasar, por lo que en el auto encargó que le traigan un objeto sorpresa.
—Descuida, traeré el plan B —se ofreció Amity, enfocándose de prisa en el lugar donde Lucía aparcó el auto.
—Eres tan amable, pequeña —comentó enternecida la Clawthorne. Dicho eso, Amity le pidió las llaves a Lucía y regresó sobre sus pasos hacia el estacionamiento cercano—. Ya, dime. ¿Qué traes?
— ¿Yo? —La morena volteó desconcertada. Cómo no había nadie, supuso que se refería a ella—. Nada... solo son cosas del trabajo, y ahora me doy un tiempo para pasarlo con mi hermanita.
— ¿En qué trabajas? —Edalyn se mostró punzante, y serena al tratar de hacerla confesar por jalarla de sus orejas—. Desde que llegué a casa no te he visto hacer muchas cosas interesantes más que ser atender en el King's Burguer del centro comercial.
La anécdota cuanto menos fue graciosa, ya que Amelia ganó un par de cupones para ir a comer hamburguesas en el centro comercial, justo la misma sucursal de la marca "King's Burguer" donde Lucía hace dos semanas consiguió empleo. Luz y Eda se rieron un poco del hecho; por el contrario, Amelia solo pidió una ensalada que al final terminó por cederle a Amity. Aún así, la menor no concluyó con su porción. Ese pequeño hecho levantó sospechas en Eda.
Luz tuvo un buen acto de caridad y le dio a su hermana el dibujo de una hamburguesa como propina.
—Tengo varios empleos pequeños por el momento —recalcó la morena.
La modalidad Part-Time es lo que ella usa. Lunes y miércoles una cosa, los demás días otras, y los fines de semana en la sucursal de hamburguesas. Todo en un mínimo horario de 5 horas por día o literalmente se volvería loca.
—Mira, sé que tienes muchas razones para no confiar en mí... en realidad no merezco que alguien confíe en mi... arruino muchas cosas y soy muy violenta a veces. Me distraigo con facilidad y... y s-siempre termino lastimando a los que... me rodean.
Los comentarios sarcásticos, y a veces la recia postura que toma respecto al cariño, solo son un sistema de autodefensa para Lucía. Es inevitable para ella no actuar de ese modo; lo detesta, sí, pero la mayor parte de su vida fue criada bajo el yugo de la violencia, apenas teniendo luces fugaces de amor gracias a su madre. Si alguien le pidiera que dejara de ser tan... "Lucía", probablemente ella les sacaría el dedo medio.
Al fin y al cabo, Lucía es el resultado poco estable de lo dura que resulta ser la vida. Luz logró salvarse de eso gracias a la amable ayuda de la familia Clawthorne, y de su hermana, que haría lo que fuera para que Luz no se sintiera tan quebrada como ella.
Amelia y los Blight son otro peso a la balanza que sumaron al desarrollo armonioso de Luz. Asimismo pasó con Lucía, aunque ella ya estaba lo suficientemente mal como para ser rescatada por hermosos sentimientos. El amor no salvará a Lucía del hoyo en el que su mente se hunde; la relación y amor que siente hacia Amelia... la morena considera que es un sueño utópico
Lucía no deseaba que su hermanita fuera una víctima de sus decisiones, pero el hecho de aún tener aquella tarjeta de invitación en la chaqueta daba a entender que a veces la necesidades de su familia superan el deseo de que esta la ame. Prefiere que Luz reniegue y muera odiándola, a que lo haga de hambre y tristeza porque Edalyn pasó a mejor vida antes de tiempo. Lo mismo con Amelia, solo que ella no moriría de hambre, sino de un estrés que la carcome lentamente.
—Yo no dije eso —reprendió Eda frente a lo que dijo Lucía, sobre que la consideraban un ser despreciable en el que nadie confía, porque ella sí lo hace—. Lucía, eres mi hija...
—Sí... no estoy muy de acuerdo —resopló la morena, expresando muecas serias en su rostro.
El toque sutil de maternidad fue suficiente para que el dolor de cabeza pasara a ser un retumbar, que se extendió hasta la parte baja de su abdomen. Lucía creía que en ese mismo instante vomitaría.
—Sé que todavía te duele la muerte de tu madre y... —continuó la mayor.
—E-Eso no es... verdad —interrumpió Lucía, tratando de contenerse al respirar con pesadez—. Y-Ya no hablemos del tema, no quiero hablar de mi madre.
—Uh... yo no la mencioné. —Edalyn no lo haría, sabe que es un tema de permanente tristeza en la morena—. ¿Te sientes bien? —preguntó, preocupada sobre los efectos negativos o consecuencias de todavía no haber superado la pérdida.
—La verdad... no —señaló Lucía.
Las muecas de desazón en su rostro combinaron bien con sus brazos cruzados, y el hecho de que Eda le dijera que no dijo nada respecto a Camila, le hizo pensar a Lucía de que tal vez se estaba volviendo loca.
—Las pesadillas regresaron... —murmuró la morena.
—Oh, amor... —Edalyn quiso posar una mano en el cabello de ella. Quiso brindarle un abrazo o alguna acción cariñosa que ayude a Lucía a tranquilizarse.
—N-No me digas así, por favor. —La morena se negó al tacto, dando un paso al lado—. ¡Ugh! Necesito un respiro de todo esto.
—Bien, bien. Demos una vuelta, regresaremos para el segundo tiempo.
.
— ¿Lucía, Eda?
La peliverde regresó al lugar donde todas estaban alentando. A lo lejos se percató de que las mayores daban un paseo, y supuso que un momento a solar para ellas sería lo adecuado para que reconecten. Decidió no interrumpir, por lo que ella sería la encargada de suplir a Eda.
— ¡Vamos, Luuuz! ¡Wuuu! —exclamó Amity. Alguien tenía que usar el megáfono.
La caminata le cayó muy bien a Lucía. El aire menos contaminado del área, un tanto alejada de la centralizada ciudad, se prestaba para darse un momento de relajación. La brisa era tierna, y la naturaleza la llenaba de paz. Sumado a eso, Edalyn se ofreció a escucharla por cualquier pequeña e insignificante cosa en el hogar que la estresaba. Lucía, después de mucho tiempo, respiraba tranquila y dejó escapar algo de su preocupación de manera segura, ya no con palabras groseras de por medio. Sin embargo, siempre existía algo que rompía con su calma.
—Muero de hambre —renegó Lucía contra su sistema, que no paraba de reprochárselo por quejas desde el estómago.
Ella y Edalyn se detuvieron en seco debajo de un árbol, cerca y al frente del lugar donde antes veían el partido junto a Amity.
—Entonces vayamos rápido a casa y pidamos pizza —comentó Edalyn.
Usó el árbol como respaldo, cayendo lentamente hasta sentarse en el césped. Sus piernas estaban un poco tambaleantes tras gastar la mayor parte de sus fuerzas durante los ánimos para Luz y la caminata de ese momento.
— ¿Puedes comer eso? —Lucía arqueó una ceja. Por lo vago que recuerda, "pizza" no estaba escrito en la dieta ideal para ella.
—Una vez al mes no hace daño —canturreó la Clawthorne—. Dios... nunca me había cansado tan rápido. Ayúdame a levantarme, luego estaciónate más cerca mientras recojo a Luz —ordenó.
El pitazo final del encuentro llegó hasta el oído de ambas. Inmediatamente, Luz las buscó con la vista en el lugar donde las dejó, pero solo encontró a Amity. La peliverde señaló hacia el fondo, y la morena menor por fin visualizó al resto de su familia. Eda y Lucía la saludaron a la distancia, entendiendo que ya podían prepararse para regresar a casa.
—Si tú lo dices, pero recuerda que Luz tal vez no esté tan de acuerdo que rompas la dieta —reprendió Lucía, pero la mayor poco caso le hizo.
Edalyn fijó su mirada en Amity, sentada a lo lejos. Se le notaba cansada, visiblemente agitada al abanicar desesperadamente la delgada mano contra su cara. Que el torso entero de la Blight se agite de esa manera tan rápida no era buena señal, ya que Eda tomaba en cuenta que la niña debería tener una resistencia física envidiable. Amity le recordaba mucho a ella misma y sus nulas fuerzas; la mayor no contemplaba muy bien la comparativa.
La actitud alegre de la niña peliverde fácilmente podía distorsionar el hecho de su salud. Eda se preguntaba si Amity era inconsciente de ello, o simplemente ocultaba algo para no preocupar a alguien. Verla tan delgada nunca ha sido síntoma de una excelente salud, sobre todo si es deportista. Una pizza, en esos casos, no era la mejor opción. En cambio, sí lo era un almuerzo hecho a mano y con menos grasa.
— ¿Pasa algo? —preguntó Lucía, no captando el hecho de Amity de la misma forma que Eda.
—Esa niña Blight... —musitó la Clawthorne, viéndola de perfil a un par de metros—. Cambié de opinión, cocinaré. Invitaremos a Amity, no creo que a su aterradora hermana le importe que la tengamos secuestrada unas horas más.
— ¿Por qué ese cambio de decisión? —cuestionó Lucía con flojera, ya que significaba tardar más en un almuerzo por el que ella mataría.
—Nada importante, solo pienso que a la niña le gustará la sazón de mi famoso pollo a la cacerola —canturreó, aparte de que sería una oportunidad para recobrar su sentido maternal de consentimiento hacia Luz al elaborar su comida favorita.
— ¿Estás segura de que no quieres descansar? La cabeza de seguro te duele, también la espalda, los pechos y... —Lucía preguntó y lo dijo no de intención sarcástica, aun así recibió un zape de la mayor en la nuca—. Bien, no hacía falta el abuso intrafamiliar.
—Te lo mereces por no saber cuándo cerrar tu hocicote
—Es que tengo haaambreee. Ya es la 1, ¿a qué hora comeremos? —chilló Lucía, arrastrando los pies pesadamente casi a la par de Eda, que no tenía tanta como la morena hambre, pero el cuerpo le dolía y necesitaba descansar durante el viaje de regreso si deseaba recuperar energía.
En ese estado de inanición, Lucía tendía a ser poseedora de mucho debilitamiento y sueño. La idea de volver a casa, ir al supermercado, bañarse y ayudar a cocinar simplemente la llenaba de flojera. Lo mejor era pedir comida. Pero la máxima autoridad ya decidió lo que se haría. Y si Lucía quería alimentarse, necesitaba estacionarse cerca al campo de juego, que es dónde se dirigía Eda para recoger a la Noceda menor.
Una vez Edalyn felicitó a Luz por los halagos del entrenador que la recomendó para ese partido, ambas mujeres subieron al auto que Lucía conducía y Amity ordenaba.
— ¡CHICAS! —exclamó Luz no bien abrió la puerta del coche. Amity juntó sus manos y los ojos se le iluminaron tras ver lo feliz y radiante, y bonita, que se veía la morena—. ¿LO HICE BIEN? ¡Fue un encuentro muy emocionante!
— ¡Lo hiciste estupendo! —chilló Amity, apagando el interruptor que la comunicaba con su cerebro para dejarse llevar por el corazón y abalanzarse contra Luz en un tierno abrazo.
Solo quería disfrutar el momento, luego su mente tendría tiempo para reclamarle que deje de ver a Luz de ese modo tan embobado y enamoradizo.
—Muy bien hecho, niña —felicitó nuevamente Edalyn, uniéndose al gesto al lado de la puerta del auto.
— ¡¿Lucía, me viste?! —preguntó Luz en un grito. Quería que Lucía también la llene de cariño y se una al abrazo.
—O-Obvio que sí, no es como que casi me lo haya perdido porrr...
Lucía deslizó la palabra con nervios. Ver a Luz tan alegre casi la hizo confesar que se perdió medio partido, pero la repentina mirada molesta de Eda y Amity le hicieron entender que su única tarea era extender la felicidad de Luz y no cortarla con una desilusión.
—Estuviste fabulosa, hermanita —confesó Lucía—. Solo me apena que otros entrenadores no te hayan podido ver.
La Noceda menor explicó que por esa vez no llegó ningún ojeador de otra ciudad, por lo que si hubiera hecho la exhibición de su vida, nadie importante la vería. Pero el hecho no la mortificó, simplemente porque ya se ganó un lugar en ese nuevo equipo. El entrenador dijo que la llamarán regularmente, las posibilidades de mostrarse frente a otras escuelas de fútbol aumentaban de manera exponencial..
Edalyn y Amity lanzaron una barra de ánimo a Luz, luego la mayor se dispuso a tomar una larga siesta; Lucía se detuvo en una luz roja para mimar a su hermana con palmaditas en la cabeza.
Pese a la atención en ella y los bonitos gestos, Luz no se sentía del todo segura al exponerse. Sería beneficioso para su carrera, pero como ella dijo alguna vez, odiaría que la hagan decidir entre su familia y el deporte. No está preparada psicológicamente, todavía, para dedicarse a lo que le apasiona si deja de lado el tema de su madre.
El viaje de regreso se sintió menos pesado que el de ida.
Para ganar algo de tiempo, Lucía no llegó directamente a la casa, sino que se detuvo en el centro comercial. Hace una hora debieron haber dejado a Amity en su casa, puesto al día siguiente tenían examen, pero la peliverde llamó a sus hermanos gemelos y estos le brindaron el permiso. Claro que la parte fea sería explicárselo a Amelia en un momento no tan estresante.
Pasaron las horas. Todas ayudaron a desempacar los víveres y prender las ollas de cocina, incluso Amity, que disfrutaba del ambiente ameno que la familia Clawthorne creó mientras se molían a bromas y pequeñas guerras de comida. Lucía agradeció que con la ayuda de todas la comida estuvo 20 minutos antes de lo esperado. Sin importar lo caliente de la sazón, la Noceda mayor sirvió la porción de cada una.
Fue entonces que Amity se halló en un lío. Luz comprendió que la seria actitud de su amiga era causada por "ese" problema personal que la carcomía, e insistió de que Amity comería en su casa porque Emira esa noche prepararía una comida especial. Si se llenaba con la cacerola que entre todas prepararon, no tendría lugar para la sazón de Emira y ella se resentirá, o llorará, Luz trató de agregar drama a pesar de bajarle puntos en la credibilidad.
Edalyn siempre miró la escena con sospecha, fijándose todo segundo en las muecas nerviosas que las niñas dibujaban. Sin embargo, cedió a lo que Luz dijo. Le sirvió a Amity un 1/8 de la porción normal, cosa que la peliverde agradeció internamente.
Era más digerible para Mittens, aunque con cada bocado forzoso, para mantener las apariencias, apretaba la mano de Luz por lo bajo, y se detestaba por eso. Aquella mañana se prometió no involucrar a Luz más en sus problemas, pero fue la morena quien la salvó en ese momento.
Amity se maldecía por depender de su amiga, cuando es ella la que tendría que enfrentar sus propios demonios.
Luego del almuerzo/cena del día, la Noceda mayor fue directamente a su habitación.
— ¿Lucía?
Luz asomó su cabeza por la puerta del cuarto, lista para descansar luego de que se diera un gran baño. Su día no podía terminar sin antes ir a revisar a su hermana mayor, que desde que terminaron de compartir mesa se mantuvo serena y simplemente se encerró en su habitación.
—Mamá me dijo que no te sentías bien —comentó la menor—. Y... cuando te fuiste, Amity me confesó que... taaal vez no viste todo mi partido como lo afirmaste en su momento.
— ¿Dónde está la enana? —preguntó Lucía, curiosa porque no pasó más de media hora desde que dejó la sala.
—Ya se fue... dijo que no se sentía bien del estómago y Edric vino a recogerla —contestó Luz cabizbaja. Le hubiera encantado compartir más tiempo con ella—. Respecto a mi partido...
—Estuve ahí, te ví —contestó la mayor, refunfuñando internamente por hasta los mínimos detalles que las menores comparten—. Estuviste genial...
—Gracias —chilló contenta, acercándose a la cama—, pero ahora solo me preocupas tú. ¿Te importaría?
Luz señaló un lado de la cama de dos plazas, justo el sitio más arreglado porque Lucía solía dormir solo en el lado derecho.
—Bebé —molestó Lucía. Ya rendida, palmó el colchón para que su hermanita tome lugar—. Espero que este no sea algún truco para que pida pizza como porción extra.
— ¡Claro que no! —exclamó Luz, molesta al inflar sus mejillas como ardilla—, solo quiero pasar tiempo contigo. Y... bueno, quedarme a dormir tal vez. Me hace recordar que de pequeñas compartimos cama. Era como una pijamada eterna.
—Recuerdo también que tenías complejo de coneja y me pateabas toda la noche —rememoró la mayor con mofa.
—Soñaba con Azura... —bostezó Luz, acurrucándose un poco más entre las sábanas.
Fue un largo día para ella después de todo y todavía se sentía media tonta luego de atajar un balonazo con su cara
—Soñaba muchas cosas raras...
—También... soñabas cosas muy feas —rememoró Lucía, casi sin darse cuenta de sus palabras—. Me preocupaba mucho que lloraras a mitad de la noche.
Y mojaba la cama, pero algo en su subconsciente le hizo entender que para Luz no sería un hecho muy agradable de recordar.
—Oh, sí... —murmuró Luz, avergonzada; no obstante, era un capítulo de su vida en el que ya pasó página—. Tenía miedo porque otros niños me molestaban al decir que en nuestra habitación había fantasmas, aparte del hecho de que... quería que alguien nos adoptara. Sigo sin entender bien las razones, pero siempre que una pareja llegaba, nos trataba lindo, pero luego de unas horas decían cosas muy malas de nosotras y...
Aquello le entristecía. Desde el punto de vista de una niña de escasos 6 años, el ser rechazada una y otra vez, que los adultos que suponían iban a ser tus nuevos padres se alejaran de ti sin medirte más palabras... dolía, quebraba sus sentimientos. Solo le quedaba desahogarse en los brazos de Lucía. La hermana mayor le prometía que las cosas saldrían mejor, que los adultos no estaban preparados para tan hermoso ángel en sus vidas.
Luz, al día siguiente, despertaba optimista y memorizaba las nuevas líneas de presentación que le diría a la próxima candidata para ser su nueva mami; pero pasaba la siguiente, y la siguiente, y la siguiente...
Luz sobrevivió esos años en el orfanato de la ciudad gracias a su hermana mayor. Jamás sabrá cómo pagar esa deuda, pero hace su mayor esfuerzo día a día para ayudarla en el hogar, ya sea con las tareas diarias, o brindándole soporte emocional, tal y cómo ella se lo ofreció toda su vida. En ese momento, Lucía lo necesitaba más que nunca, luego de que aceptara el trabajo en el que su familia podría correr un alto peligro.
—Pudiste ser adoptada mucho antes —señaló Lucía, sin dejar de acariciarle el cabello.
— ¡Pero no me quería ir de ahí sin ti! —reprochó, porque aquel constante pensamiento en su cabecita, desde que tiene conciencia, era la principal fuente de sus pesadillas—. No sobreviviría...
—Eres fuerte, te subestimas.
—Déjalo ya, es bobo hablar de algo que al final resultó bien para ambas —reprendió Luz—. Mejor centrémonos en ti y el porqué tiene más arrugas de amargura en la frente.
—De mí no hay nada que hablar. Si me ves decaída y con cara rara... es solo porque a veces me siento abrumada por las cosas.
Amelia incluida en la ecuación. Lucía se cuestionaba si le debiese contar sobre lo que hizo. Después de todo, inevitablemente sería algo que las demás descubrirán, sobre todo la Blight y su escalofriante sexto sentido. Decírselo de una vez amedrentaría los problemas, solo un poquito, aparte de que todo el monólogo de "confianza la una en la otra" calzaba perfecto. Claro que, seguramente, Amelia no se tomará para nadie bien el hecho de que su "esposa" trabaje para gente ilegal cuando ella está metida en un lío legal.
Aunque si Lucía no le da todos los detalles... "Una verdad a medias", se planteó la morena.
— ¿Estás viva? —Luz interrumpió el procesar de su hermana, picándole la nariz.
—Sí... todo bien, niña. No tienes porqué preocuparte por mí. La buena de Lucía siempre está bien y da todo de sí para cuidar a su cucaracha —sentenció la mayor, finalizando también el revoloteo del cabello de Luz.
—Entonces... ¿abrazo?
Luz dejó de acurrucarse entre las sábanas. Dio media vuelta, esta vez quedando frente a frente con su hermana para extender ambos brazos. Avergonzada, Lucía rodó los ojos, ya que a pesar de mantenerse estoica por fuera con todo el mundo, aquellos momentos con la menor derretía su corazón.
—Bien, dame un abrazo. PERO conste que será peor porque te molestaré más diciéndote bebota —soltó una broma, como mecanismo de defensa para hacerse ver fuerte... cuando en realidad necesitaba no solo uno, sino muchos gestos cariñosos de su hermanita.
—Te amo, grosera —ignoró Luz, sumamente feliz por aquel bonito día.
—Y yo a ti, cucaracha —respondió la mayor, cediendo poco a poco hasta caer rendida al apoyar su cabeza sobre el cabello de Luz, dejando también que sus brazos la rodeen protectoramente.
"Y lo siento", musitó Lucía imperceptible, justo segundos antes de que junto a Luz cayera rendida por tal agotador día.
Curiosidades:
—Lucía sufre de trastorno de estrés postraumático. Fue un tiempo a terapia, pero por problemas en la escuela y casa (junto a Eda y Luz), tuvo que dejarlo. A veces habla con Lilith sobre el tema. Aparte, tiene TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad), aunque eso último ella mismo lo dijo xd. Se vuelve grosera y un tanto agresiva, torna reacia su actitud como método de autodefensa para no dejarse influir por sus volátiles emociones.
—De pequeña, Luz decía "Luchía". Le costaba pronunciar un poco la "S", ahora pronuncia bien y le avergüenza recordarlo.
Y... lamento la demora x"d. Estuve en semana de exámenes y creo que olvidé mencionarlo. Sorry.
La buena noticia es que terminamos el 1er arco de la historia :D
Ya están establecidos los personajes, personalidades, relaciones entre ellos y problemas a superar. Cada uno tendrá su momento de brillar, y espero que las ganas que le pongo a la historia sean de su agrado TT 💜
La siguiente semana toca ¡mamá búho! 🦉
Por cierto, si tienen alguna duda de la historia, no sean tímidos y déjenla. Estaré más que feliz de responderles owo
¡Gracias por ver! Dale estrellita si te está gustando, también sería genial si pueden compartir la historia para llegar a más personas.
¡Nos vemos! <33
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