Capítulo 6: Recuerdos y disculpas
Letra en modo Italic (Like This) significa recuerdos
Durante los dos días siguientes la señora Weasley nos mantiene a raya. Nos da cosas que hacer durante el día, supongo para que Hermione, Ron, Harry y yo no podamos hablar sobre esa misión de la que ahora todos quieren saber.
Ayer, durante la cena, Sirius y Remus me han presionado para que hable del asunto. Les he informado acerca de la voluntad del profesor fallecido de que nadie más que nosotros debe saber en qué consiste el viaje y no quisieron intentarlo más.
Fred es caso aparte. Se ha molestado porque no ha conseguido nada de información acerca del tema y lleva un día sin hablarme.
Aun así, me las arreglo para ayudarle a la señora Weasley a preparar la cena ahora que está atareadísima con todo lo referente a la boda de su hijo mayor. Ella lo agradece y se ha disculpado por haberme gritado días atrás; le hago ver que no tiene por qué disculparse y nos hemos arreglado.
—Lamento mucho el haberte causado problemas con Fred, Sky. Sé que está molesto contigo—dice apenada mientras preparamos la cena
—Está bien, no hay problema
—No, no. Fui yo la que provocó esto. Lo menos que puedo hacer es hablar con Fred para que...
—No—la detengo cuando quiere ir hacia la puerta—No es necesario, en verdad. Ya nos arreglaremos
Los ojos de la señora Weasley se cristalizan para luego abrazarme con fuerza; sus grandes manos me aprietan la espalda y las mías se aferran a la suya. La quiero, sé que recibir cariño de su parte es como recibir el de mi madre a través de ella.
—Oh linda, soy una emocional. Discúlpame
—No hay problema
Continuamos con la cena, debemos apurarnos pues los demás ya no tardan en llegar. Han estado viniendo desde que Harry y yo estamos aquí por el asunto de que todos son guardianes de los secretos del cuartel de la Orden del Fénix, por lo que el hecho de ser interceptados por mortífagos aumenta.
Recuerdo la conversación que han tenido noches atrás y me estremezco.
—Seguramente Snape ya les haya dado la dirección a los mortífagos, ¿no?
—Quizá, pero aun así, antes de que pasara lo de Ojoloco, colocó algunas maldiciones por si a Snape se le ocurre volver ahí. Habría sido una locura seguir usando el Grimmauld Place como cuartel general después de lo que ha pasado con Albus...
—Usted también cree que el profesor Snape ha sido el traidor, ¿Verdad? La persona que reveló el día en que nos trasladarían a Harry y a mí, quiero decir
La señora Weasley hace una mueca, como si le hubiera dado un puntapié en el estómago. Toma un cuchillo y comienza a abrir a un pequeño pollo por el estómago. Miro hacia otro lado, sintiendo nauseas. Debería estar usando magia, pero se contiene porque yo aún no puedo hacerla.
—Sky, sé lo mucho que aprecias a Severus y que él te corresponde. Pero de cierta manera, ha hecho que desconfiemos de él, ya sabes, por lo de Albus
—Pero tuvo sus razones para hacerlo, ¿A que sí? No lo hizo solo para aprovecharse del colegio
—No lo sé, Sky. Tú estabas en la torre cuando sucedió, deberías saberlo cielo
Regresamos de la cueva del guardapelo esa misma noche. El profesor Dumbledore se siente débil a causa de la poción que bebió hace apenas unos minutos. Los tres corremos hasta el castillo cuando la marca tenebrosa se dibuja en lo alto de la torre.
Subimos a la torre entre lluvias de hechizos y contra hechizos; Harry y yo cogemos el brazo del director para llevarlo hasta arriba, donde él nos pide llevarlo. Justo después de eso aparece Draco, apuntándole con su varita directo al rostro. Él me mira, con la vergüenza tiñéndose en su rostro blanco; Dumbledore petrifica a Harry en lo que usa la capa de invisibilidad.
La cara de Draco se desfigura al notar como mi rostro refleja la decepción que siento de él. Si bien es sabido que es un pedante de lo peor, siempre mantuve esperanzas de que no fuese así por su propia voluntad.
—Sky...—Susurra, perdiendo la concentración en el director y girándose hacia mi
—Draco, ¿Qué haces? Baja la varita
—No puedo. Debo hacer esto
—Draco, por favor—suplico, a pesar de que él menea la cabeza y sigue hacia la dirección de Dumbledore. Intento ponerme en el medio, pero el profesor me aparta
—Aléjate, Lilian. Vete
—Pero profesor...
Las caras de Bellatrix, Greyback y el profesor Snape me detienen de mis palabras. Bellatrix reprende a Draco e intenta terminar el trabajo con su varita, pero Snape la detiene. Por un momento siento alivio, siempre he confiado en el abrumado profesor de pociones; todo estaría bien.
—Severus... por favor
Dumbledore se queja a mi lado y el profesor Snape lo mira, le pide ayuda. Sin embargo, él levanta su varita. Mi corazón se contrae cuando me mira. Susurra un 'lo siento' mientras hace un giro con su varita
— ¡Avada Kedavra!
— ¡No!
Cada persona actúa de acuerdo a ciertas razones y circunstancias, por lo que me aferro a creer que Snape tiene las suyas también. El recuerdo se desvanece y me tambaleo hacia atrás. Todo me da vueltas y me detengo solo por los brazos de Molly sobre mis hombros.
—Querida, ¿Te encuentras bien?
Asiento, tratando de calmarla. Supongo que el haber recordado todo eso me ha enfermado de sobremanera. Aprieto los ojos y espero a que el mareo pase; mis manos hormiguean y se sienten débiles, los rayos del sol que se cuelan por la ventana de la cocina me resecan la garganta y necesito sostenerme de la señora Weasley para recuperar la compostura. Abro los ojos y le sonrío.
—Estoy bien, no es nada
—¡Estás muy pálida!
—He recordado varias cosas del pasado. De mis padres—Miento, porque sé que así se quedará más tranquila—Eran fragmentos de cuando era pequeña.
—Debiste de haberte esforzado mucho—dice. Yo asiento—Ven, tomaremos una buena taza de té. Seguro que con eso te sentirás mejor
—Eso espero
Los demás llegan entrada la noche, las cenas no son a la misma hora en la que solían ser. Ayudo a Molly a servirles los alimentos y aparento una sonrisa cuando le dejo el plato a Remus y Sirius.
A pesar de que el té de Molly me ha ayudado bastante, sigo sintiéndome mal. Las náuseas no han querido irse, pero me mantengo serena para no preocupar a los demás. Sirius y Remus me ven con el ceño fruncido y cuando estoy por retirar mi mano, Remus la toma.
— ¿Qué es lo que sucede, Lily?
—Nada—Cierro los ojos, pues cuando ellos me llaman Lily, es porque intentan mimarme o tratarme como una niña pequeña. Vuelvo a mirarlos e intento cambiar la conversación—¿Dónde está Tonks?
—Ha ido a la casa de sus padres a visitarlos
—Oh
Sirius toma mi otra mano y deposita un beso en ella. Sonrío, agradeciendo su gesto.
—Puedes decirnos lo que sea, Lily. Lo que sea
—Lo sé, es solo que estos días han sido difíciles. Creo que comparto el estrés de la señora Weasley por la boda, ya saben
—Claro, esta casa ha estado de locos
—Si
Les beso la mejilla a ambos antes de retirarme a mi lugar. Esta vez me siento entre Harry y Ron a lo que mi hermano me recibe con una sonrisa y un beso en la frente. Molly llega con mi comida y la deja frente a mí. La aparto de inmediato.
El hecho de ver tanta comida junta me asquea, y si bien yo le he ayudado a prepararla, siento como mi estómago se revuelve con fuerza; no tardo en pensar que mi rostro está verde pues todos en la mesa me miran.
—Sky...—Harry toma mi mano por sobre la mesa y nota que estoy temblando. Mi vista se pierde en un punto del mantel blanco de Molly hasta que siento un bulto subiéndome por la garganta.
Mis piernas reaccionan como un resorte y corro hacia el jardín. Me alejo lo más que se pueda y vomito en una zanja que los gnomos han estado cavando para enterrar los adornos que ya se han puesto para la boda. Mi espalda se encorva dejando salir lo poco que he ingerido desde la mañana. Escucho a varias personas gritar mi nombre y luego de unos minutos, todos están a mi lado, asustados.
—Skyler, ¿Estás bien?—pregunta Remus altamente espantado. La cicatriz me punza y me borra la vista. Siento mis pies arder en lo que mi cuerpo comienza a sentirse tan ligero como una pluma
—Remus...—Susurro, antes de caer débil en sus brazos
— ¡Me dijiste que el problema se resolvería utilizando otra varita!
— ¡No! ¡No! Te lo suplico, te lo suplico...
— ¡Mentiste a Lord Voldemort, Ollivander!
—No lo hice... Juro que no lo hice...
— ¡Tratabas de ayudar a los Potter, de ayudarles a escapar de mí y de mis mortífagos!
—Juro que no... Creí que otra varita funcionaría con la chica
—Explica entonces qué ocurrió. ¡La varita de usó Lucius fue destruída!
—No puedo entenderlo... La conexión... existe solo... entre dos varitas...
— ¡Mentiras!
—Por favor... te lo suplico...
Me levanto con un sobresalto, la cicatriz me arde y mi frente está perlada en sudor. Quiero levantarme, pero una ráfaga de gente me llega haciendo que me abrume aún más.
—Oigan, déjenla respirar—reconozco la voz de Sirius a mi lado. Giro y lo veo borroso junto a quien parece ser Remus y Harry—¿Cómo te sientes, Lily?
—Mareada
Siento la cicatriz palpitarme a lo que miro a Harry sabiendo que él siente lo mismo. Me aprieta la mano y por primera vez después de despertar veo a los demás, que rodean la cama en la que estoy tumbada.
—¿Qué me pasó?
—Te desmayaste cuñada—responde George. Busco a Fred por el cuarto, pero no está. Suspiro y Harry pone su rostro muy cerca del mío
Toca mi cicatriz y de inmediato sé lo que trata de decirme. Asiento, confirmándole que el desmayo ha sido por el dolor que me ha provocado la cicatriz de rayo que llevo en la frente. Y no es del todo mentira; ese dolor ha sido el más intenso de todos. Harry maldice mientras continúa acariciándome la frente. Puedo notar la mirada de Hermione sobre nosotros, tal vez pensando en reprendernos después. Alguien carraspea en la puerta y nos giramos a ver de quien se trata.
Es Fred. Y está cargando una bandeja repleta de comida.
—Bueno, creo que es hora de dejar solos a la parejita. Y no, no puedes quedarte, Remus—dice Sirius, provocando un gruñido de parte de mi padrino.
Poco a poco Fred y yo nos quedamos solos. La señora Weasley parece satisfecha por algo y palmea el hombro de Fred antes de salir. Él se acerca, dejando la bandeja a mi lado
—Hey
—Hey
— ¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor ahora que estás conmigo—Fred sonríe. Se acuesta a mi lado y me abraza por la cintura
—Te he traído algo de comer. Mamá dice que debes alimentarte bien
—Gracias, pero no tengo hambre
Fred asiente y me besa el cuello. No es uno de esos besos que insinúan intimidad; es un beso que demuestra lo preocupado que está por mí y que necesita protegerme. Esconde su cara en mi cuello como niño pequeño, incentivándome a acariciarle el cabello. Entrelaza sus piernas con las mías y levanta el rostro para mirarme.
—Estás bien, ¿Verdad? Nada te va a pasar
—Nada va a pasarme, Fred
—Bien—Vuelve a recostarse, aunque lo hace tensando la espalda—Porque si te pasara algo, preferiría estar muerto
[Editado]
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