Capítulo 39: 90% Weasley
— ¡Oh, Neville! ¡Pero si estás todo golpeado!
—Esto no es nada, Skyler—me dice con una sonrisa mientras atravesamos el túnel desde la casa de Aberforth—Deberías ver cómo está Seamus
— ¿Cómo es que esto está aquí?—pregunta Harry—Es decir, jamás lo vi con el mapa del merodeador
—Es porque no existió hasta ahora—explica—Los otros pasadizos fueron bloqueados al inicio del curso. Este lugar se ha llenado de mortífagos y dementores
— ¿Y qué hay de Snape como director?—pregunto, ganándome una mala mirada de parte de Harry—¿Es... muy malo?
—Casi no lo vemos. En realidad, de quienes debes de cuidarte es de los Carrow. Dos hermanos que se encargan de la "disciplina". A los Carrows les encantan los castigos físicos
— ¿Cómo Umbridge?—pregunto. Neville levanta una ceja antes de abrir una puerta de madera
—Mucho peor
Neville nos ayuda a bajar del retrato mientras los demás susurran exaltados por nuestra presencia. Comienzan a acercarse con gritos de euforia y aplausos a manera de coro.
—¡Harry y Skyler! ¡Sabíamos que vendrían!—gritonea Seamus
Me sorprendo cuando me recibe con un abrazo y después de ese siguen varios más. Mi sonrisa se ensancha al distinguir a personas como Oliver Wood entre la multitud. Seamus levanta la mano para que alcance a verlo.
—Supimos que tuviste gemelas, lo dijeron en pottervigilancia, ¿Es cierto?
Mis pómulos arden ante la pregunta. Carraspeo, por el silencio prolongado que se forma en la sala.
—Si—respondo en un susurro. Seamus sonríe
— ¡Yo pude conocerlas!—dice Luna dando saltitos. No sé cómo es que ha llegado hasta aquí pero me abstengo de preguntar, sabiendo quizá que ha llegado del mismo modo que yo—¡Están preciosas!
—Bueno, después de eso—dice Neville—Debemos avisar a la Orden que han llegado
—¿Qué? ¿Para qué?
—Para luchar, claro—me dice Cho, la exnovia de Harry. Hago una mueca de disgusto. ¿Por qué carajos me estás hablando?
— ¿Cuál es el plan?—pregunta Neville. Miro a Harry sin saber que contestar. Harry hace una seña para que hable
Oh, gracias hermano.
—Bueno, estamos buscando algo—informo—Está escondido en el castillo y nos ayudará a derrotar a Quien-ustedes-saben
— ¿De qué trata?
—No sabemos—La multitud susurra, extrañada
—Bueno y, ¿Dónde está?—pregunta Dean
—Tampoco sabemos
—Eso no ayuda mucho—Se queja Seamus haciendo una mueca
—Lo único que sabemos es que tiene que ver con Ravenclaw. Tiene que ser pequeño y fácil de ocultar, ¿Alguien tiene una idea?
Luna levanta la mano, como si estuviese en una de esas clases de Historia de la Magia.
— ¿La diadema perdida de Rowena Revenclaw?
—Oh cielos, aquí viene de nuevo—le doy un codazo a Ron para que se calle
—Esa diadema es muy famosa—continúa—¿Nadie ha oído hablar de ella?
—Esa diadema ha estado perdida desde hace mucho tiempo, Luna—Ruedo los ojos al escuchar la vocecita de Cho Chang. Y no es que quiera ser pesada, sino que es involuntario—No hay una sola persona viva que la haya visto
— ¿Qué demonios es una diadema?—pregunta Ron ceñudo
—Es como una corona; una tiara—explico
Una serie de pasos apresurados se escuchan por el pasillo y desenfundo mi varita con rapidez. Suspiro cuando noto que es Ginny y, que además, viene acompañada de Fred.
Los ojos de él se ensanchan y sonríe ampliamente al verme antes de guiñarme un ojo.
—Hola—digo. Ginny saluda a Harry con un movimiento de su mano
—Hola, preciosa—Mis mejillas arden cuando escucho el carraspear de Ron
—No me ven durante tanto tiempo y me tratan como si fuese una pintura—gruñe el menor de los hombres Weasley
—Hay muchos como tú—dice Seamus—Pero sólo hay un par de Potters
—Cierra la boca, Seamus
— ¿Qué pasa?—pregunto, al ver como ambos están tensos y se aferran a sus varitas
—Snape sabe que Harry y tú estaban en Hogsmeade
Harry y yo nos miramos; él me toma de la mano y yo asiento. Después de tanto tiempo volveré a ver al profesor Snape aun cuando me entregó a los pies de los mortífagos. Mi estómago se contrae por el enojo y sé que ya no tendré piedad. Ni con él ni con nadie.
—Es mejor que vayamos—dice Harry—Es ahora o nunca. Ginny—la llama a lo que ella levanta el rostro sonrojado—¿Dónde está él?
—En el Gran comedor, ha convocado a todos los alumnos a una reunión
Harry me mira una vez más, apretando el agarre de su mano contra la mía.
—Bien, ¿Alguien podría prestarme una túnica?
—Yo te daré la mía—responde Neville rápidamente sacando su túnica de entre escombros—Toma
Harry se la coloca con rapidez haciéndome una seña con la cabeza.
—Ve con Fred, los otros miembros de la Orden ya deben de haber llegado. Yo iré con los demás y me esconderé entre la multitud
—Yo también quiero hacerlo—Harry niega
—No. Sé lo que te causa enfrentarte a Snape y no quiero que salgas más lastimada. Hazme caso y vete, por favor
Fred se acerca y me toma de la mano. Me rindo y dejo que me lleve a donde se supone que deben están los demás. Corremos por un pasillo, bajando las escaleras hacia el gran salón. Nos agachamos al ver pasar a los últimos alumnos de Slytherin que llevan dirección hacia la derecha. Por el otro lado veo entrar a todos los Gryffindors con Harry mezclándose entre ellos. Fred me hace una seña para seguir avanzando.
—Hace mucho tiempo que no pisaba estos terrenos—me dice mientras corremos escaleras abajo. Su mano tomando con fuerza la mía—Es extraño
Bajamos los últimos peldaños al mismo tiempo en que los otros miembros de la Orden aparecen frente a las puertas. Reconozco a Remus entre ellos y, soltándome de Fred, corro hasta él para abrazarlo con fuerza
—Oh Remus
— ¿Qué tal, querida?
—Te he extrañado muchísimo
—Y yo a ti, hija
— ¿Cómo está Teddy?
En los ojos de mi padrino puedo reconocer la tristeza, a pesar de que él trata de esconderla sonriendo.
—Está bien. Se ha quedado en casa de la madre de Tonks, dormirá toda la noche
— ¿Y las gemelas?—le pregunto a Molly cuando observo que ella también se ha armado para la batalla—¿Dónde están mis hijas?
—Se han quedado con Andrómeda—me dice, poniéndome ambas manos en los hombros—Tranquilízate, Sky. Ellas estarán bien. Están seguras
Suspiro, asintiendo levemente mientras me froto las manos sudorosas en la tela del pantalón.
— ¿Dónde está Harry?—pregunta Sirius ceñudo
—Está adentro, se ha colado entre los demás
— ¿Qué?—pregunta Sirius—¡No debe de estar ahí! ¡Si Snape se entera...!
—Descuida—le digo, tratando de aminorar la situación—Tenemos un plan
— ¿En serio?
—No—respondo a lo que ellos bufan, desesperados
—Si alguien trata de ayudar a los niños Potter—escucho a Snape decir a través de las altísimas puertas. Me acerco, con los demás formando una muralla a mi alrededor. Fred y George se colocan a un lado de mi—Será castigado de una forma congruente con la severidad de su trasgresión
Sus palabras me hieren y a pesar de que quiero evitarlo, su plática me atraviesa como un Sectumsempra
—Además—continúa—Cualquiera que haya tenido conocimientos de estos sucesos y que no lo haya reportado, se considerará igualmente culpable. Si alguno de los presentes conoce los movimientos de esta noche de los jóvenes Potter, lo invito a que hable ahora
Mi sangre hierve y mis manos se convierten en puños de un segundo a otro. Escucho pasos y la voz inmediata de Harry.
—Parece que a pesar de sus minuciosas estrategias de defensa, todavía tiene problemas de seguridad, director. Y me temo que son bastante extensos
Entonces abro la puerta, sin querer estar en el anonimato ni un momento más. Sus ojos negros se posan en mí, con una mueca de sorpresa marcada en su envejecido rostro. Mis ojos se cristalizan, pero no me permito derramar ni una sola lágrima. La Orden del Fénix entra detrás de mí, protegiéndome como un escudo.
— ¿Cómo se atreve a pararse en su lugar?—pregunto, escupiendo la rabia en mi voz—¿Cómo se atreve siquiera a mirarme a la cara después de todo lo que pasó? ¡Usted no tiene ni idea de lo que me ha hecho!—Todos se quedan callados, escuchando con atención—Siempre creí en usted, hacía lo que usted quería y pensaba lo que usted creía que era lo correcto, pero me equivoqué. Dígales, ¡dígales lo que pasó esa noche! ¡Yo confiaba en usted!
Las manos de Fred se cierran en mi cintura cuando comienzo a mostrar intenciones de querer acercarme.
— ¡Dígaselos! ¡Cuénteles a todos como miró a los ojos al hombre que como yo confió en usted y lo mató! ¡Lo mató como intentó hacerlo conmigo!
Desenvaina su varita con el suspiro de sorpresa de todos. Me separo de Fred y hago lo mismo aunque la profesora McGonagall se coloca junto a Harry, apuntando al señor director con su varita.
—Apártate Minerva
—Ya ha sido suficiente, Severus
Pero él no la escucha, sino que me lanza un hechizo que esquivo con facilidad. Lo contraataco en mi lugar mientras la profesora McGonagall se va acercando a él.
Intento acercarme, pero Fred no me deja. Mis hechizos zigzaguean hasta el profesor Snape y en un momento, mi ataque y el de la profesora se juntan, formando una inmensa esfera plateada; él hace un movimiento ondulatorio con su varita, golpeando a uno de los hermanos Carrow con el hechizo. El profesor Snape se cubre con la larga capa y sale a través de uno de los ventanales del salón. Intento alcanzarlo, pero Fred vuelve a detenerme por las caderas.
— ¡Cobarde!—le grito, como si pudiera escucharme aún—¡Maldito cobarde!
Corro a través de los alumnos hasta llegar al lugar donde los profesores se colocaban en el gran comedor. Salto el borde y presiento a los demás seguirme hasta ahí. Los alumnos estallan en gritos de alegría mientras yo intento buscar a Snape con la mirada.
—Está bien, Sky—dice Fred tratando de calmarme—Se ha ido ya
—Yo confiaba en él, Fred—digo en un sollozo—No puedo creer lo que hizo
Sus dedos acarician mi mentón, secando las lágrimas que bajan por ese lugar.
—No te culpes por eso, amor
La cicatriz me arde y por un momento la imagen de Fred se borra de mi campo de visión. Un dolor se me instala en el pecho haciéndome encorvar la espalda. Los oídos comienzan a chirriarme y cubro mis oídos por el dolor que los invade.
—Sé que muchos de ustedes querrán pelear—comienza, con su voz siseante y perturbadora— Algunos pensarán que pelear es prudente, pero eso es descabellado. Entréguenme a Harry y Skyler Potter. Háganlo y nadie saldrá herido. Entréguenmelos y Hogwarts quedará intacto. Entréguenlos y se les será recompensado... Tienen una hora
El dolor de la cicatriz se detiene, al igual que la tortura de escuchar su voz. Abro los ojos notando como es que Fred me sostiene y que toda la Orden me mira.
— ¿Qué están esperando?—apunta Pansy Parkinson hacia mi dirección. Harry corre hacia mi hasta quedar a mi lado—¡Atrápenlos!
— ¡Estudiantes fuera de la cama! ¡Estudiantes fuera de la cama!—replica Filch llegando hasta el lugar con su asquerosa gata en brazos. Oh genial, como si no tuviésemos suficientes problemas ya
—Tienen permiso para estar fuera de la cama, grandísimo idiota—responde McGonagall desde el pedestal del director
—Ou, disculpe, profesora
—Resulta que ha llegado en un buen momento, señor Filch. Voy a pedirle que escolte a la señorita Parkinson y al resto de Slytherin fuera de esta sala—Todos alaban la propuesta, inclusive la Orden
— ¿A dónde quiere que los lleve exactamente, profesora?
—A los calabozos, si me hace el favor
La profesora baja del pedestal y se nos acerca; los miembros de la Orden hacen lo mismo, creando una muralla.
—Supongo que tienen una razón para volver—Nos dice—¿Qué necesitan?
—Tiempo, profesora—digo—Todo el que pueda darnos
—Hagan lo que deban hacer, nosotros protegeremos al castillo
Ambos asentimos. Miro a cada uno de los integrantes de la Orden percatándome de que la organización se conforma un 90% de los Weasley. La mirada de Fred se encuentra con la mía provocándole una mueca.
Sé que el final se acerca y no quiero perder a nadie más.
Aún a costa de mi propia vida.
Fred me abraza y me besa sin importarle la presencia de los demás. Sus manos se aferran a mis caderas y muerde mi labio antes de separarse.
—Estaré bien—aseguro, juntando nuestras frentes—Sólo queda una cosa más por hacer y todo habrá terminado. Pero antes de eso, debes jurar que cuidaras de las pequeñas
—Skyler...
—Promételo, Fred—le ruego, tomándolo por las manos—Sólo así estaré segura de que lo que estoy haciendo es lo correcto
Él traga saliva y mira a su madre; esta asiente, llevándose una mano al pecho. Entonces Fred asiente de vuelta.
—Está bien, lo prometo—Lo beso cortamente, tomo su mano y la aprieto por un momento, orando para que todo salga bien. Recuerdo los rostros de mis pequeñas para luego suspirar y ver a Remus quien está al lado de Fred. Le sonrío a medias y le acaricio la mejilla.
—Cuídate, ¿De acuerdo?
Remus me devuelve el gesto, acariciándome también la nariz.
—Lo intentaré
Llevo una mano a mi pecho, sintiendo un nudo en la garganta. Me despido de él y Harry lo hace de Sirius. Nos separamos y les damos un vistazo a todos antes de girarnos, bajar los peldaños de un salto y correr hacia la salida en búsqueda del último horrocrux.
[Editado]
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