Capítulo 35: Padre al cuadrado
Sé que no debo hacer esfuerzos por levantarme, pero tampoco soy del tipo de chica que se queda sentada sin hacer nada cuando todos en casa están en movimiento. Fred me ha dicho que no es bueno levantarme, pues el medimago ha dicho que debo permanecer en cama al menos cuarenta días. No hay modo de que pueda cumplir eso.
Han pasado un par de semanas desde el nacimiento de las pequeñas en las que Dobby ha llamado a Kreacher para que, según él, lo ayude con el cuidado de las bebés. Nos hemos dedicado a descansar del viaje buscando los Horrocruxes y de la herida que Hermione tiene en el brazo a causa de Bellatrix. Ella llega hasta la habitación y coge a una de las pequeñas, la otra de ellas está en la planta baja, con Fred.
— ¿Segura que estás bien?—le pregunto, notando como el color de su cara ha perdido un tono y que le han aparecido unas ojeras gigantes. Aun con todo eso, Hermione asiente
—Creo que soy yo la que debería preguntarte eso, ¿Cómo te sientes?
—Bien. Un poco adolorida pero bien
—Asi que... Gemelas, ¿Eh? Creo que Fred hizo un buen trabajo después de todo
Mis mejillas arden como si un par de foquillos rojos estuviesen dentro.
—Bueno, no sabíamos que pasaría esto. De hecho no sabíamos absolutamente nada
—Pero ha sido bueno, ¿A qué sí? Todo valió la pena—Asiento. Hermione acurruca a la pequeña Lily causando que haga ruiditos graciosos—Le han puesto un nombre muy bonito...
—Ariana
— ¿Qué?
—No sólo es Lily. Su segundo nombre es Ariana
— ¿Por qué?—pregunta
—En la necrópolis del Valle de Godric vi una tumba. Le pertenecía a Ariana Dumbledore, la hermana del profesor
—Ya, claro. Algo he leído en ese libro sobre su vida
—Hablé con Fred y él estuvo de acuerdo. La pequeña Molly ahora es Jean
Hermione hace una mueca y mira a la pequeña. Sonrío hasta que ella procesa lo que he dicho.
— ¿Jean?
—Si
Entonces Hermione sonríe.
—Ese es mi nombre
— ¿Y de dónde crees que lo saqué?
La cara de ella enrojece y no sé si es por el bochorno o por agradecimiento. Sigue meciendo a Lily antes de que su cara haga una mueca.
—Tenemos la varita de Bellatrix
— ¿Qué?—Mis ojos se abren por la sorpresa. Hermione asiente
—Hubo una pelea en la mansión Malfoy. No recuerdo mucho, pero sé que Harry desarmó a Bellatrix y a Draco. Ya sabes, fingiendo como si en verdad le importase acabar con nosotros.
— ¿Y Ollivander? ¿Cómo está?
—Creo que bien. Un poco débil después de todo el tiempo que pasó encerrado. Griphook también está bien, Fleur ha estado atendiendo a ambos
Pobre Fleur, no puedo imaginar todas las molestias que le hemos acarreado aquí, en su casa. Durante estas semanas la mayoría de la familia Weasley se ha quedado a dormir en El Refugio, sin contar a Remus y Sirius que éste último no ha querido despegarse de las bebés ni por un segundo. A veces, cuando ambas lloran por la noche, Sirius se ofrece voluntario para cuidarlas aunque eso cambia cuando lloran por hambre.
El duendecillo Griphook ha estado débil, por lo que me ha informado Fleur cuando entra a la alcoba a cambiar mis sábanas. No sale del cuarto para nada y hasta ha hecho que Bill le suba los alimentos y los deje en la cama.
Hermione arrulla a Lily cuando está a punto de llorar.
—Harry quiere hablar con ellos. Cree que Ollivander puede decirnos algo acerca de las reliquias de la muerte. Ya sabes, porque una de ellas es una varita
— ¿Y Griphook?
—Bellatrix mencionó algo sobre su bóveda y la espada de Gryffindor, ¿no? Ella estaba convencida de que la espada estaba en su bóveda, pero esa sólo es una réplica, una muy bien hecha
— ¿Una réplica?—pregunto—Pero, ¿Quién podría engañar a Bellatrix de esa manera?
—No lo sé, tal vez... Snape
Mi garganta se comprime al escuchar las palabras de Hermione. Aún me siento herida por el profesor gracias a lo que ha pasado hace tiempo. Niego, acomodándome el camisón que llevo puesto.
—No lo creo, Hermione. El profesor Snape ya dejó en claro de qué lado está
—Lo sé, pero tal vez...
—No—le interrumpo—Yo ya no confío en él
—Skyler...
—Yo siempre lo he defendido ante los demás y hasta he afrontado distintas consecuencias en situaciones dadas por él, ¿Y qué hace? Entregarme en bandeja de plata a quien-tú-sabes
Hermione no objeta, sino que se entretiene viendo a Lily dormir. Suspiro e intento darle la vuelta al tema.
— ¿Cuándo hablará Harry con Ollivander y Griphook?
—Hoy
—Bien—digo levantándome lentamente de la cama—Quiero estar ahí
— ¿Estás segura de esto?
—Ya te he dicho que sí, Harry
—Creí que el medimago te había ordenado cuarentena
— ¿Y desde cuando recibo órdenes?—Harry me mira mal mientras nos dirigimos a la habitación de Griphook—Vamos, he guardado reposo durante semanas. Ya estoy bien
Harry busca el apoyo de Ron quien está a su lado, pero él sólo se encoge de hombros. Harry suspira.
—Bien, de acuerdo
Abre la puerta y entre Ron y Harry me ayudan a entrar a la alcoba caminando muy despacio. Griphook está sentado en un sofá, mirando hacia la ventana.
— ¿Cómo está?—pregunta Harry. Griphook ni siquiera se inmuta en girar el rostro, sino que junta sus arrugadas manos sobre el regazo
—Vivo—contesta. Harry me manda una mirada inquisitiva
—Tal vez no recuerde que fue usted quien...—comienzo
— ¿Les mostró su bóveda la primera vez en Gringotts? También entre los duendes son famosos, niños Potter—Harry y yo caminamos hacia la ventana para verlo a la cara. Griphook levanta una ceja al verme—Supe que acaba de dar a luz a un par de niñas—me dice—Felicitaciones. Me pregunto cómo se lo estará tomando el Señor Tenebroso
Mi sangre se congela por un momento. Él no tiene manera de saberlo, ¿O si? Miro a Harry ligeramente asustada. Él carraspea.
—No hemos venido por eso
— ¿Cómo está el elfo?—pregunta, cambiando el tema. Harry cruza los brazos
—Bien. El arma de Bellatrix no alcanzó a dañar a Dobby de gravedad
—Son un par de magos extraños—dice—Han... formado una amistad con el elfo. Qué curioso
Ron carraspea y de inmediato saca la espada de Gryffindor de algún lugar para luego pasársela a Harry. Los ojos del duende se expanden.
— ¿Cómo consiguieron la espada?
—Es una historia complicada, no lo entendería pero, ¿Por qué Bellatrix dijo que debería estar en su bóveda de Gringotts?
—Es una historia complicada, no la entenderían
Gruño por la respuesta de Griphook. Pequeño desgraciado.
—La espada se nos presentó sola—le digo—Lo hizo ante un momento de necesidad. No la robamos si eso es lo que usted piensa
—Hay una espada igual en la bóveda de madame Lestrange, pero es una réplica
—Lo sabemos—Admito—¿Cómo fue que lograron engañarla?
—Sólo un duende puede darse cuenta de ese tipo de detalles. Repito que la réplica era exactamente igual
— ¿Es verdad que Severus Snape la entregó?—pregunto. Griphook se limita a mirarme—Responda
—Lo hizo, si
— ¿Por qué?
—Desconozco los motivos, pero, deben saber que la bóveda Lestrange es una de las más... curiosas de todas
—Tenemos que entrar en Gringotts—dice Harry
—Eso es imposible
—Nada es imposible, Griphook—espeto—El nivel de complicación lo determina la magnitud del compromiso, y no veo que usted esté muy interesado en la causa
—No sin un estímulo—dice con una sonrisa ladeada—¿Por qué debería ayudarlos?
—Tenemos oro. Más del que podría imaginar
—No me interesa su oro, niños
—Entonces, ¿Qué quiere?
Lo piensa un poco. Trato de adivinar qué es lo que va a pedir pero no logro ver a través de su perversa mente. Al final observa la espada que descansa en manos de Harry.
—Quiero la espada, ese es mi precio
—Un precio muy alto, Griphook—hablo, apoyándome en al alfeizar—No me sorprende
—Lo pagarán si es que quieren entrar al banco. De otra manera... olvídenlo
—Lo pensaremos
Salimos de la habitación del duende con dirección a la alcoba de Ollivander. Harry me toma por las caderas para ayudarme a caminar. Agradezco que Fred está en el jardín porque de lo contrario me obligaría a volver a la cama. Harry golpea un par de veces la puerta hasta que la frágil voz de Ollivander nos cede el paso. Está sentado en una silla de madera cerca de la ventana mirando hacia la nada hasta que nos escucha llegar. Le sonrío tímidamente cuando Harry me conduce hasta la cama que está cerca de él y ayuda a sentarme.
—Señor Ollivander, tenemos que hacerles unas preguntas—comienzo. Él asiente
— ¿Cómo está ahora, después de haber dado a luz hace algunas semanas?
—Uh... bien—respondo algo extrañada—Bien, gracias
Ollivander asiente y fija su vista en un punto de la pared. Harry carraspea llamando su atención.
— ¿Usted... podría identificar estas varitas?—pregunta, sacando un par de varitas de su bolsillo trasero y entregándoselas. Ollivander las toma y comienza a olfatearlas
—Nogal, lienzo de dragón, treinta y dos centímetros, rígida... le pertenecía a Bellatrix Lestrange
— ¿Es seguro usarla?
—Sólo... háganlo con cuidado
Le devuelve la varita a Harry a lo que él la guarda en su bolsillo. Después prosigue con la otra.
—Espino, veinticinco centímetros, flexible... solía ser la varita de Draco Malfoy
— ¿Solía?—pregunto—¿Ya no lo es?
—Quizá no. Si alguien lo desarmó, la lealtad de la varita cambia
—De acuerdo...—digo, aunque parece mas una pregunta que una afirmación. Ollivander me mira y se apoya en el respaldo de la silla
—La varita escoge al mago, eso es algo que siempre nos ha quedado claro a los que nos dedicamos a esto. Las conexiones de las varitas con los magos pueden ser muy fuertes en diversas ocasiones
— ¿Qué sabe usted de las reliquias de la muerte?—pregunta Harry. Ollivander baja la mirada
—Usted me habló de ellas, ¿Recuerda?—le digo—En la mansión Malfoy, cuando la dibujaba en la tierra de la mazmorra
—Se dicen que son tres—comienza—Cuando todas ellas se juntan, el propietario se convierte en el amo de la muerte
—Y una de ellas es la varita de Sauco—Frunzo el ceño por la expresión que hace—¿Usted cree que eso es verdad?
—Bueno, no. No en realidad
—Miente—Afirmo—Si no creyera en ellas no hubiese permanecido dibujando las reliquias tantas veces, sin embargo lo hacía cada vez que se presentaba la oportunidad. Sabe que existe una de ellas, usted-sabe-quien se lo dijo al torturarlo. Eso es lo que buscaba y que usted no le podía dar, ¿Verdad? Buscaba la varita de Sauco, aquella que ni siquiera Gregorovitch le pudo entregar
—No es seguro que la vaya a encontrar
—Ya lo hizo—agrega Harry—Pude verlo
Profana el lecho como si fuese cualquier persona la que descansa ahí.
Sus manos rígidas y frías descansando sobre su pecho y aferrando con fuerza la varita. Aun lleva la vestimenta que le han puesto para el funeral y raramente brilla cuando la luz de la luna lo golpea justo en el pecho.
Los largos dedos pálidos de su visitante se posan sobre sus manos; una de ellas permanece bruna pero no es como si le importase.
Entonces la toma.
Voldemort toma la varita de Sauco en un berrido de victoria.
Lo sé, yo también lo he visto
Ollivander no dice nada, sabe que el hecho de que El-que-no-debe-ser-nombrado encontrase la varita repercutiría en muchos aspectos que difícilmente detendríamos. Harry me toma la mano ayudando a ponerme de pie.
—Es mejor que lo dejemos descansar
Caminamos hacia la puerta, Ron la abre pero Ollivander nos detiene antes de que salir.
—Los busca a ambos, niños Potter—dice—Si es cierto lo que dicen, y se ha apoderado de la varita de Sauco, me temo que ustedes no podrán ganar esta batalla
—Tendremos que matarlo antes—dice Harry antes de apurarnos a salir. Cierra la puerta de un golpe y suspira con cansancio al estar fuera
— ¿Qué haremos ahora?—cuestiona Hermione
—Tenemos que pensar muy bien nuestro siguiente movimiento—Harry se alborota el cabello—Empiezo a creer que hay un horrocrux en la bóveda de Bellatrix
— ¿Por qué estaría ahí?—Ron cruza los brazos, extrañado
—Es una de sus fieles seguidoras. Confiarle parte de su alma no parece una locura. Bellatrix se aterró al pensar que habíamos estado ahí. Eso quiere decir algo, ¿no? Tenemos que encontrarlo y estaremos más cerca de vencerlo a él
—Para eso tendríamos que aceptar las condiciones de Griphook—digo, acomodando mi camisón—No estoy muy segura, Harry, ¿Entregarle la espada de Gryffindor? Es una tontería
—Tenemos que hacerlo si queremos entrar. Aceptaremos—afirma—Mañana
Hermione y Ron asienten, pero yo me quedo estática, ¿Mañana?
Entonces, ¿Aquí es dónde termina mi viaje a través de los fragmentos del alma perdidos de Voldemort?
Es de noche y la cena en El Refugio ha terminado. De alguna manera Fred ha conseguido uno de esos baby carrier doble donde lleva cargadas a ambas bebés. No ha querido apartarse de ellas y sólo me las entrega cuando quieren comer. La escena da un poco de risa pues Fred parece más la madre que yo.
He hablado con Hermione y tomamos la decisión de que debo continuar con la travesía, y a pesar de que Harry y Ron no están de acuerdo, sé que es lo correcto. Ahora mas que nunca debo pelear para vencer al mago tenebroso mas grande de todos los tiempos. No puedo dejar que mis hijas crezcan en un ambiente donde los mortífagos son una constante amenaza y más cuando recuerdo la manera en la que él quería deshacer de ellas.
Lo único que desconozco es la manera en la que Fred se va a tomar la noticia.
Fred ayuda a levantar los platos mientras se balancea con el baby carrier.
—Disfrutas esto, ¿Verdad?
— ¿Bromeas? ¡Es lo mejor del mundo!—admite con una sonrisa radiante—Amo tenerlas cerca. Además, les gusta que les cuente chistes
—Ni siquiera les prestan atención—digo—Están muy pequeñas. Sólo duermen y comen todo el día
—Tu deberías hacer lo mismo. Tienes que descansar, Skyler
Hago una mueca, apoyándome en el reposabrazos del sofá.
—Debiste haber aceptado que te llevara la cena a la cama, cariño. Aún estás muy débil y no quiero que algo te pase
—Fred, tenemos que hablar
Él asiente, meciendo a las bebés sin prestarme mucha atención.
—Te escucho
—Yo... bueno—Trato de soltarle la noticia de una sola pero no puedo. No tengo el coraje suficiente—Esto... esto es complicado
— ¿Por qué?
—Fred, ¿Recuerdas el viaje que hice, después de escapar de la mansión Malfoy?—sus ojos me miran entrecerrados
—Si, ¿Qué con eso?
Me muerdo el labio, sintiendo como sus ojos claros se clavan como dagas en mi pecho. Evito el seguir miran dolo, jugando con mis manos tratando de distraerlo del verdadero motivo que me tiene aquí de pie frente a él.
—Vas a odiarme por esto, pero... creo que es momento de retomarlo
— ¿Qué?
Su ceño se frunce, tanto, que por un momento no logro distinguir si es que sigue mirándome. Se acerca un poco, tomando a las bebés para no lastimarlas con sus movimientos. Retrocedo un par de pasos hasta que mi espalda choca contra una de las sillas del comedor importado de Fleur
— ¿Estas bromeando?
—No...
Su cara se vuelve roja por el enojo y sé que la he cagado una vez más. Niega, riendo sin gracia.
—Esta es la peor broma de todas
—Fred...
— ¡No te irás!—grita, despertando a Lily y Molly. Las dos lloran asustadas
—Será por un tiempo...
— ¿Acaso piensas dejar a nuestras hijas solas? ¡Ellas te necesitan!
—Te tienen a ti, a sus abuelos y todos sus tíos...
Fred exhala un par de veces antes de seguir hablando. Sé que lo he llevado al límite a sabiendas de que él ya tiene suficiente de todo este asunto; se relame los labios e inclusive atina a mover uno de sus pies de arriba a abajo como si estuviese matando cientos de arañas. Lo que siempre hace cuando está enojado o nervioso.
—No puedo creerlo
—Esto es importante, Fred. Tienes que entender
— ¿Y qué? ¿Es que nosotros no somos importantes para ti?—Arruga los labios mientras intenta calmar a las pequeñas—Somos tú familia, Sky
—Lo sé—Me acerco, acariciando las pequeñas cabezas de mis hijas—Y no quiero que por ningún motivo pienses que no me importan. Si hay alguna razón por lo que hago esto es por ustedes
—No tienes que hacerlo. Ahí está Harry, él puede hacerlo
—Pasamos meses buscando algo, si Harry hubiese estado solo en esto a estas alturas ya estaría muerto. Él me necesita
—Nosotros también te necesitamos, pero eso a ti te importa un bledo
—Fred...
—Ya te fuiste durante todo el embarazo, prácticamente me prohibiste ser parte del crecimiento de nuestras hijas y ahora te quieres ir de nuevo, ¿Qué tanto dolor debo sentir para que te sientas feliz?
Y entonces la tristeza se convierte en enfado. Fred no tiene bases para culparme como lo está haciendo, sino que debe entender que no sólo nuestra familia está en peligro pues justo ahora deben estar muriendo decenas de personas a manos de Voldemort y sus mortífagos sin que Harry o yo podamos hacer nada para impedirlo. Quedarse un minuto mas aquí en El Refugio significan minutos perdidos para destruir los horrocruxes faltantes y derrotar al que no debe ser nombrado. Por supuesto que Fred piensa diferente y eso es justamente lo que nos hace tener este tipo de problemas. Lo único que puedo hacer ahora es mirarle disgustada y mostrarle que sus acusaciones no hacen mas que juzgarme injustamente.
—Yo también sufrí, cuando estuve en la casa de los Malfoy como prisionera por confiar en la persona equivocada; pasar meses merodeando por el bosque y ser capturada por una banda de carroñeros; ser presa de El-que-no-debe-ser-nombrado y casi dar a luz en una mazmorra. No sólo tú has pasado cosas horribles, Fred. Si hago todo esto es por ti, por ustedes. Ya te lo había dicho
Fred mira hacia otro lado sin dejar de mecer a las bebés quienes tienen una cara malhumorada por el volumen tan alto de nuestras voces. Fred se da cuenta, por lo que acaricia sus mejillas antes de hablar en susurros.
—Todos pelearemos en la guerra, no es tu obligación irte ahora
— ¿Pelear?—pregunto, indignada—¿Piensas pelear en la guerra?
—Pues sí, porque a diferencia de ti yo si pienso en los demás
Suspiro, pensando en que las palabras de Fred no tienen ningún sentido y de las cuales no vale la pena discutir. Miro hacia la derecha, siendo el retrato de la familia de Fleur mas interesante que la cara de enojo de Fred. Los minutos pasan sin que nadie hable por lo que no pienso seguir en la misma habitación que él mientras nuestros puntos de vista no simpaticen de alguna manera.
—Estoy cansada, piensa lo que quieras—Doy media vuelta no sin antes dejarles un beso en la frente a mis pequeñas—Partiré mañana, sólo quería avisarte
— ¡Bien!—grita—¡Pero si te vas, olvídate de regresar!
Sus gritos se pierden cuando me encierro en la habitación evitando así su entrada durante toda la noche.
[Editado]
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