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Capítulo 32: Abran las fuentes

La furia de Hermione se extiende durante lo que resta del día y para la noche, ambas hacemos guardia fuera de la tienda, dejando a los chicos hablar adentro. Ella juega con su varita mientras que yo me dedico a ver al frente.

— ¿Sabes quién fue el creador de ese patronus?

—Ni idea—Reconozco, mirándola de reojo. Su enojo todavía está presente—Pero, ¿En verdad quieres hablar de eso? ¿No quieres, por ejemplo, hablar de Ron?

Hermione bufa para luego cruzar los brazos sobre su pecho. Le doy un codazo amistoso a lo que ella se queja.

—No quiero mencionar nada al respecto

—Oh vamos, has estado esperando por él prácticamente desde que se fue, ¿No crees que es tiempo de perdonarlo?

—Bueno, para ti es fácil

—Para ti también debería serlo—digo, con una ceja alzada—Ya sabes, porque no son nada mas que amigos

— ¿Qué es lo que me estás tratando de decir, Skyler?

—Ya sabes a lo que me refiero—Junto mis manos esperando no avivar su molestia—Ustedes dos, como pareja

Hermione comienza a boquear y si bien quiere decir algo, las palabras no le llegan a tiempo para refutar lo que he dicho. Gira el rostro hacia el otro lado y toma el libro que hemos sacado de la casa de la anciana Bagshot.

—No sé de qué hablas—replica, haciendo como si buscara algo de importancia entre las hojas del libro—Ron y yo jamás tendremos algo

—Por ahora

—Bueno, deberíamos estar hablando de algo más importante—refuta, intentando esconder el rubor de sus mejillas. Me pone el libro en el regazo y apunta a un recuadro justo en el centro—¿Ves esto?

—Si

—Es una carta de Dumbledore a Grindelwald. Mira la firma

Hago lo que me pide, notando como ese boceto que vi en la lápida de Ignotus Peverell está claramente dibujada en la última letra de la firma.

—Es la misma figura que vi en el cementerio del Valle de Godric

—Yo también la vi—me informa—En una tumba que le pertenecía a uno de los hermanos Peverell

— ¿A Ignotus?

—No—Menea la cabeza—Cadmus

—Oh

—Quiero ir a ver a Xenophilus Lovegood—dice. Frunzo el ceño sin entender

—¿Al padre de Luna? ¿Para qué?

— ¿Recuerdas lo que dijo Harry? Él llevaba uno de estos símbolos en la boda de Bill y Fleur. Quizá pueda decirnos lo que significa. Aparece en las hojas de ambos libros de Beedle el Bardo que Dumbledore nos heredó. Ya lo he comprobado

—No lo sé, Hermione

— ¡Vamos Sky! Esto se trata de algo que une a Dumbledore, Grindelwald y al Valle de Godric. Estoy segura de que debemos estar al tanto de su significado

Pienso un poco en lo que ha dicho, no sé si sea lo mejor pero sin duda es algo que no nos podemos dar el lujo de ignorar. Me levanto, tendiéndole una mano a Hermione para que haga lo mismo.

—De acuerdo. Digámosles a los chicos el plan

—Va—dice—Pero deja de insinuar que Ron y yo...

—Oh pero si yo no insinúo nada—respondo risueña—Sólo digo lo que es evidente

Hermione entrecierra los ojos.

—Te odio

—No, no lo hace señora Weasley

Entramos a la tienda, con las mejillas sonrojadas de Hermione y mi sonrisa dejándolos desconcertados. Me aclaro la garganta y les informo el siguiente paso a dar. Ellos no parecen muy convencidos a pesar de las explicaciones que les hemos dado.

— ¿No creen que sería una pérdida de tiempo?—pregunta Harry- Es decir, Aún nos faltan Horrocruxes por encontrar

—Podemos retomar la búsqueda después de saber el significado de ese símbolo—le digo—Además, los Lovegood están de nuestro lado. Son dueños de El Quisquilloso, ¿A que sí? Tal vez nos puedan ayudar en algo

—No lo sé

—Vamos amigo, anímate—dice Ron, secundando la idea. Aunque sé que únicamente lo hace para ganarse el afecto de Hermione de nuevo—La casa de Xenophilus no queda muy lejos de la mía. Mis padres siempre señalan hacia las colinas cuando los mencionan. No debe ser difícil de encontrar. Además, justo ahora son vacaciones de navidad, Luna estará en casa

Asiento, haciéndole ver a Harry que no hay nada que nos pueda dañar al ir con los Lovegood. Hace mucho tiempo que no veo a Luna y me gustaría hablar un momento con ella. Me gusta su compañía, es relajante hablar con ella y recibir sus consejos que, si bien son un poco alocados, al menos te sacan una sonrisa. Harry suspira derrotado.

—Bien. Iremos



Tenemos una excelente vista del pueblo de Ottery St. Catchpole desde la ladera ventosa hacia la que desaparecemos a la mañana siguiente. Hermione conjura hechizos protectores sobre mi barriga antes de aparecer en la cima de la colina, frente a la casa de los Lovegood y un poco alejados de la madriguera. Me muerdo el labio cuando pienso en Fred.

—Es extraño estar tan cerca y no poder hacer una visita y saber como está. Como están todos—digo con un suspiro. Ron echa uno de sus brazos sobre mis hombros mientras chasquea la lengua

—Es duro, pero cada vez estamos mas cerca de terminar con esto, ¿No es así, pequeñín?—Ron soba mi vientre haciéndome reír. Le damos la espalda a la madriguera para comenzar a avanzar hacia la puerta de Xenophilius

La casa de los Lovegood es extraña, la mas extraña que he tenido la oportunidad de ver. La construcción se alza hacia el cielo como un cilindro negro junto a una luna fantasmagórica colgando por la fachada. Subimos la escalerilla que da a la puerta, dejándonos a Harry y a mí detrás. Hermione toca a la puerta con una mueca por el olor que sale a través de las rejillas de la ventana.

La verja chirria al abrirse, dejando ver a Xenophilius Lovegood, descalzo y con un camisón sucio. Su largo cabello blanco está oloroso y enmarañado, como si no se lo hubiese lavado en mucho tiempo. No lo culpo por eso, el mío debe estar igual o peor que el de él.

Se sorprende al vernos, cosa que no espero pues él siempre ha demostrado fidelidad a nuestra causa. Sus ojos pasan de mi a Harry y viceversa, hasta que sus ojos se clavan en mi gigante estómago.

— ¿Qué hacen ustedes aquí?—pregunta. Su voz cortada, como si estuviese llorando—¿Qué quieren?

—Necesitamos hablar con usted—digo, acercándome un poco más—¿Podría por favor dejarnos entrar?

Cierra la puerta para después quitar lo que parecen más de siete seguros a la puerta. Cierra las rejillas de la ventana y nos cede el paso con cierto grado de timidez.

—He... he estado preparando algo de té—Anuncia—Suban a la segunda planta, en un segundo les llevaré una taza de té humeante especial

—Oh, no—digo, mientras él nos empuja hacia la escalera en forma de espiral—No se moleste. Sólo queremos...

—No es una molestia, ¡Claro que no! Ustedes son amigos de mi Luna

—Hablando de ella, ¿Dónde está?—pregunto mirando hacia todos lados. Su padre niega frenéticamente

—Volverá en un rato. Si. Lo hará

Entonces subimos hasta la habitación de arriba, sentándonos en un par de sillones cercanos a la ventana. Él sube enseguida con las tazas de té en las manos, ofreciéndolas a cada uno de nosotros.

— ¿En qué puedo ayudarles, entonces?

—Bueno, de hecho, es sobre algo que usó en la boda de Bill Weasley. Un símbolo

— ¿Habla de éste?—pregunta, sacándose el collar de entre las ropas. Harry asiente

—Si. Lo que me gustaría saber es si sabe lo que significa

— ¡Pero claro! Es el signo de...

—Las reliquias de la muerte—interrumpo, con la mirada perdida

Claro, aquél símbolo que hemos visto tantas veces en el Valle de Godric, en los cuentos de Beedle el Bardo y la carta de Dumbledore a Grindelwald son las mismas que la que me mostró Ollivander al estar encerrados en la casa de los Malfoy. ¿Cómo he sido tan tonta?

Todos me miran extrañados.

—Ahora lo recuerdo. He visto ese símbolo desde hace mucho, cuando estuve encerrada en la mansión Malfoy

— ¿Qué?—pregunta Harry

—El señor Ollivander estaba ahí, encerrado también. En los días que estuvimos en las mazmorras dibujaba ese símbolo una y otra vez. Le pregunté que era y sólo me respondió que eran las reliquias de la muerte

— ¿Te dijo el significado?

—No, no lo hizo

—Yo puedo hacerlo, si me lo permiten—Xenophilius se pone de pie, tomando un trozo de pergamino y una pluma. Entonces, comienza a dibujar el boceto justo como Ollivander me ha enseñado—Todo parte del cuento de los tres hermanos. Supongo que lo conocen

—Si—respondemos Hermione, Ron y yo. Lo he leído en el libro que me ha dejado Dumbledore, ese que recité en voz alta para mi bebé. Harry niega

—Por aquí tengo una copia—dice el creador de El Quisquilloso

—No se moleste—interviene Hermione—Aquí lo tengo yo

Coge el libro de cuentos y lo coloca en su regazo.

Había una vez tres hermanos que viajaban al atardecer por un camino solitario y sinuoso...

—A medianoche, mamá siempre nos lo contaba así—dice Ron, que ha extendido los brazos detrás de la cabeza para escuchar. Hermione le envía una mirada de enfado

—Gracias por la aclaración, ¿Me dejas continuar ya?

—Lo siento

Hermione bufa y se levanta el flequillo que le ha caído por la cara, entonces retoma la lectura:

Con el tiempo, los hermanos alcanzaron un río demasiado profundo para vadearlo y demasiado peligroso para cruzarlo a nado. Sin embargo, estos hermanos habían aprendido las artes mágicas, y con el sencillo ondear de sus varitas hicieron aparecer un puente sobre el agua traicionera. Iban ya por la mitad del puente cuando encontraron el paso bloqueado por una figura encapuchada. Y la Muerte les habló...

»Estaba enojada por que le hubieran sido escatimadas tres nuevas víctimas, ya que los viajeros normalmente se ahogaban en el río. Pero La Muerte era astuta. Fingió felicitar a los tres hermanos por su magia, y dijo que cada uno de ellos había ganado un premio por haber sido lo suficientemente listos como para engañarla.

»Así el hermano mayor, que era un hombre combativo, pidió la varita más poderosa que existiera, una varita que ganara siempre en los duelos para su dueño, ¡una varita digna de un mago que había vencido a la Muerte! Así que La Muerte cruzó hasta un viejo árbol de Sauco en la ribera del río, dando forma a una varita de una rama que colgaba, y se la entregó al hermano mayor.

»Entonces el segundo hermano, que era un hombre arrogante, decidió que quería humillar a La Muerte todavía más, y pidió el poder de resucitar a los muertos. Así que la Muerte recogió una piedra de la orilla del río y se la dio al segundo hermano, y le dijo que la piedra tenía el poder de traer de vuelta a los muertos.

»Entonces la Muerte preguntó al tercer y más joven de los hermanos lo que quería. El hermano más joven era el más humilde y también el más sabio de los hermanos, y no confiaba en La Muerte. Así que pidió algo que le permitiera marcharse de aquel lugar sin que la Muerte pudiera seguirle. Y la Muerte, de mala gana, le entregó su propia Capa de Invisibilidad.

—¿La muerte tenía una capa de invisibilidad? Oh, vaya

—¡Cállate Ron!

La Muerte se apartó y permitió a los tres hermanos continuar su camino, y así lo hicieron, charlando asombrados sobre la aventura que habían vivido, y admirando los regalos de La Muerte.

»En su debido momento los hermanos se separaron, cada uno hacia su propio destino. El primer hermano viajó durante una semana más, y alcanzó un pueblo lejano, acompañando a un camarada mago con el que tuvo una riña. Naturalmente con la Varita de Saúco como arma, no podía perder en el duelo que seguiría. Dejando al enemigo en el suelo el hermano mayor avanzó hacia la posada, donde alardeó en voz alta de la poderosa varita que le había arrebatado a la Muerte, y de cómo ésta lo hacía invencible.

»Esa misma noche, otro mago se acercó sigilosamente al hermano mayor que yacía, empapado en vino, sobre la cama. El ladrón tomó la varita y para más seguridad, le cortó la garganta al hermano mayor.
Y así la Muerte tomó al primer hermano para sí.

»Entretanto, el segundo hermano viajaba hacia su casa, donde vivía solo. Allí sacó la piedra que tenía el poder de resucitar a los muertos, y la volteó tres veces en su mano. Para su asombro y su deleite, la figura de la chica con la que una vez había esperado casarse, antes de su muerte prematura, apareció ante él. Pero ella estaba triste y fría, separada de él por un velo. Sin embargo, había vuelto al mundo, pero ese no era su sitio y sufría. Finalmente el segundo hermano, impulsado por un loco anhelo desesperado, se mató para reunirse finalmente con ella. -Así fue como La Muerte tomó al segundo hermano para sí.

»Sin embargo La Muerte buscó al tercer hermano durante muchos años, y nunca pudo encontrarlo. Fue sólo cuando tenía ya una edad avanzada que el hermano más joven finalmente se quitó la Capa de Invisibilidad y se la dio a su hijo. Y entonces saludó a la Muerte como a una vieja amiga y fue con ella gustosamente, e igualmente, pasó a mejor vida.

Hermione termina el cuento y cierra el libro levantando una ligera capa de polvo. Me froto los brazos incómoda por la cercanía del padre de Luna. Él no ha despegado la vista de mi barriga y dudo que lo haga en un buen rato.

—Ese es el cuento—dice, apartando su vista de mí y acercando la hoja donde ha dibujado las reliquias—La varita de Sauco—apunta la vara larga que atraviesa el boceto—La piedra de la resurrección—Apunta al círculo del centro—Y la capa de invisibilidad—dice, trazando con su dedo el triángulo que encasilla todo lo demás—Juntos hacen al portador el amo de la muerte

—Entonces...—Apuro, poniéndome de pie—¿Los Peverell tienen algo que ver con el cuento? Vimos Las reliquias de la muerte talladas en sus tumbas

—Si—responde caminando del otro lado del cuarto. Parece asustado e intranquilo—Se cree que Ignotus, Antioch y Cadmus son los hermanos de la historia, pero ¡Oh! Se ha terminado el té—Anuncia, viendo la tetera

—Pero si aún no hemos bebido ni un sorbo—Él hace una mueca ante la observación de Ron

—Está bien, no hay problema. Haré más

—No se preocupe—dice Harry—Creo que ya es hora de que nos vayamos

— ¡Ustedes no se irán!—grita, desesperado—No se irán

Corre escaleras abajo hasta la cocina. Esperamos unos segundos antes de bajar y ver como ata una nota a una lechuza.

— ¿Señor?

Xenophilius comienza a lloriquear.

—Son mi única esperanza. Ellos estaban enojados por lo que escribía en la revista y la secuestraron—dice—Se llevaron a mi Luna. Me la quitaron

Se acerca, levantando sus brazos y cogiéndonos a Harry y a mí por el mentón. Ve nuestra cicatriz y luego me toca el vientre.

—Debo entregarlos. Entregarlos a cambio de mi hija

Retrocedemos espantados. Ha sido un error venir y entregarnos como una carnada pero, ¿Cómo sabríamos que esto pasaría?

—Los quieren a ustedes, ¡No a ella! Quieren encontrarlos. A ustedes y al bebé—Susurra—Él se la llevó

— ¿Quién?

Sus ojos claros se tornan opacos mientras hace una mueca de dolor.

—Voldemort

La casa tiembla y las ventanas estallan esparciendo guijarros a diestra y siniestra. Harry me toma la mano y hace que nos escondamos debajo de la gran mesa de madera. Ron toma a Hermione por los hombros y hace exactamente los mismo. La parte alta del hogar de los Lovegood se cae a pedazos sobre nosotros y Xenophilius no hace mas que hacer señas y gritonear que por fin nos ha capturado. A través de las maderas reconozco la silueta de él. De Lucius Malfoy. Parece más delgado que antes y sus ojeras resaltan entre su rostro blanco. Me toman por los tobillos hasta que Harry aparta a los mortífagos para inmediatamente después juntar nuestras manos con las de Ron y Hermione y desaparecer de ahí.

Aparecemos en un bosque diferente, Ron se queja por la cobardía del padre de Luna pero yo sé que no es su culpa; está desesperado por tener de vuelta a su hija y saber que está bien. Harry le dice exactamente lo que pienso y Ron se aleja para conjurar los hechizos de protección.

—Iré a ayudarle—digo, caminando bosque abajo. Doy vuelta en un arbusto y la cara de un hombre me espanta

—Hola preciosa

Son carroñeros y están por todos lados.

Corro de vuelta a los demás. Ellos ya han visto a los carroñeros y corren para alejarse lo más que se pueda. No es difícil de adivinar que los carroñeros están del lado malo. Intento seguirles el paso, pero mi vientre abultado no me deja. Harry se detiene para tomarme la mano y apresurar el paso.

— ¡Corre!

— ¡Eso intento!

Atravesamos el bosque huyendo de nuestros cazadores. Ron y Hermione se detienen un tanto para lanzarles hechizos mientras Harry y yo seguimos corriendo. Damos vuelta en una ladera hasta que nos vemos rodeados. Harry busca camino por otro lado, dónde hay troncos caídos y ramas podridas. Los carroñeros nos siguen y después de un par de minutos mis pies se ven envueltos en un par de cadenas separándome de Harry y haciéndome caer sobre el estómago.

Grito y por un momento pienso que me he desgarrado la garganta. Mi vientre duele y si bien Harry quiere quedarse conmigo le grito que corra.

Y así lo hace.

Uno de los carroñeros llega hasta mí y sonríe, se arrodilla a mi lado y me pone de pie bruscamente.

—Oh, pero si es la chica embarazada

—No... por favor—rezongo tomándome el vientre. Esto arde como estar a mil grados en el infierno

Él chasquea la lengua, acariciándome el cabello.

—Pero si la diversión apenas comienza, cielito. Vamos—Me jala del brazo a pesar de que el caminar me duele—Nos reuniremos con tus compañeros

Me llevan hasta los demás, sin embargo no reconozco a Harry pues tiene la cara completamente inflamada. Un dolor me punza el estómago y grito una vez más.

— ¡Déjenla! ¡Déjenla!—gritonea Ron furioso. El carroñero ríe y me carga.

—Bueno, bueno. No soy tan despiadado

Cierro los ojos y sin sentir el movimiento, aparecemos frente a la mansión Malfoy, ese lugar del que he escapado meses atrás. Bellatrix se acerca a la reja, abriendo ampliamente los ojos por el asombro que le causa vernos. Nos reconoce pues mira mi barriga.

— ¡Los encontraron! ¿Qué le pasa?—pregunta cuando suelto un gritillo de dolor. El carroñero levanta los hombros

—Se lo diré sólo si nos deja pasar ahora



Nos mantienen arrodillados en el piso, Bellatrix se pasea frente a nosotros tarareando una cancioncilla altamente irritante. Mantengo los ojos cerrados, el dolor se intensifica a cada minuto que pasa. Siento la mirada de Draco sobre mí aunque sé que no puede hacer nada por ayudarme. Al menos no en público.

— ¿Los reconoces, Draco? ¿Verdad que son ellos?—pregunta Lucius esperanzado. La voz de Draco tarda en salir y cuando lo hace parece despreocupado

—No lo sé. Quizás si, quizás no

—Vamos, Draco—le dice Lucius—La chica estuvo aquí hace meses, ¿No ves su vientre hinchado? Corresponde al tiempo en el que se ha ido

Pero Draco no responde, sino que hace un ruidito de indiferencia.

—Puede ser

— ¡Basta de estupideces!—Vocifera Bellatrix. Me coge por el cabello y me pone de pie, no sin antes arrebatarles la espada de Gryffindor al carroñero—¡¿Cómo es que tienen la espada?! ¡Estaba en mi bóveda!

No entiendo de que es lo que habla, el dolor no me deja pensar con claridad.

Me empuja hacia las escaleras que dan a las mazmorras y caigo sobre un escalón. Reconozco los movimientos de Draco pues intenta acercarse aunque su madre no lo permite. Narcisa toma a Harry y Ron y junto a mi nos lleva hasta los calabozos, dejando a Hermione con Bellatrix. Nos entrega a Peter y éste nos lanza dentro del calabozo. Me recargo contra un pilar y cierro los ojos, con el sudor bajándome por la frente

— ¿Sky?—pregunta Harry asustado. Mi corazón da un vuelco al escuchar a Hermione gritar

—Tenemos que hacer algo, Harry. No podemos... dejarla ahí

— ¿Ron? ¿Harry?

Una voz dulzona llega desde el otro lado del lugar. Es ella. Es Luna.

Pero el gusto nos dura poco, Hermione grita aún mas fuerte y así mismo lo hago yo.

—Tenemos que hacer algo—espeta Ron desesperado. Harry sostiene mi mano en lo que soba mi estómago para calmar el dolor—Debemos salir de aquí

—Hay un acceso...—digo, pero Ollivander me interrumpe

—Draco Malfoy cerró el acceso cuando te fugaste

Aprieto la mano de mi hermano mas fuerte conforme el tiempo pasa. El sudor ha empapado mi cuerpo de una manera que no soy capaz de explicar. Un dolor punzante me hace gritar e inmediatamente después siento algo romperse. Miro a Harry horrorizada.

— ¿Qué pasa?

—Mi fuente—respondo sintiendo la humedad bajándome por las piernas—Se ha roto


[Editado]



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