Capítulo 24: Viejas confesiones de amor
Maratón
[II/III]
Despierto y cuando intento mover mis manos éstas están atadas a mis costados. Quiero moverme, pero estoy atada por completo a una silla.
Estoy confundida, pero ni bien abro los ojos sé quién me ha traído hasta éste lugar. Hasta la mansión Malfoy. Me niego a creerlo, pero el hecho de verlo parado frente a mí, junto a Bellatrix, Lucius, Narcisa y Draco Malfoy hace que negarlo sea más difícil.
Cierro los ojos, lamentándome por mi estupidez.
—Ya la he traído—dice en tono lúgubre—¿Dónde está él?
—Ha ido a buscar a Gregorovitch—responde Lucius, con la voz entrecortada y luciendo más delgado que antes
—Díganle que he hecho lo que me ordenó. Me voy
— Espera, Lucius—gruñe Bellatrix—¡No puedes irte! No hasta que mi señor haya regresado
—Hice lo que me pidió, ahora me voy, Bella. Tengo un colegio que dirigir
— ¡No profesor!—grito, queriendo zafarme—¡Yo confié en usted! ¡No puede dejarme aquí! ¡No puede hacerlo!
Bellatrix se carcajea.
— ¡Oh! Pobrecilla. Ha confiado en el pequeño Severus y le ha fallado ¡Pero que tragedia más triste!
Mis ojos se tornan borrosos conforme las lágrimas aparecen. Snape evita mirarme mientras sigo retorciéndome en la silla.
—Por favor, profesor—suplico—Haga algo
—Ya he hecho suficiente por hoy—dice y sale dejándome sola con ellos
Mi corazón se rompe, traicionado, malherido, desgastado... La sensación más horrenda del mundo es esa que te da cuando la persona que siempre defendiste ante los demás te apuñala por la espalda. Temo por mi vida y por la de mi hijo ahora que estoy rodeada de mortífagos.
Bellatrix se acerca, jalándome del cabello para verme la cara e inmediatamente después me suelta una bofetada.
— ¡Esto será divertidísimo!—Ríe, y baja hasta mi panza donde sus manos la aprietan—¡Oh! ¡Pero si aquí hay un bebé! ¡No puedo esperar para ver como mi señor se lo arranca de las entrañas!
—Bella, basta
— ¡Por fin está aquí, Cissy! ¡La tenemos! ¡La tenemos! Y ahora solo falta Potter ¡Harry Potter!
Su mano vuelve a impactar contra mi mejilla antes de que levante la manga de su antebrazo izquierdo.
— ¿Qué haces, Bella?—pregunta Lucius en un hilo
—Llamando a mi Lord, claro está
—No puedes hacer eso
— ¿Por qué, Lucius? La bastarda ya está aquí, no entiendo porque...
—Él está ocupándose de sus asuntos, no debemos molestarlo—dice Narcisa mirándome. Sus ojos pasando de mi cara a mi estómago
—Pe-pero...
—Draco, quítale las ataduras y llévala a los calabozos
Draco me mira dubitativo, pero aun así hace lo que su madre dice. Se me acerca y poniéndose de rodillas desata mis pies con cuidado y después mis muñecas. Me pone de pie y pone su varita en mi espalda, amenazándome.
—Andando, Potter
Cada paso que doy me duele hasta el alma. No sé cuánto tiempo ha pasado pues la penumbra se cierne sobre la casa de los Malfoy. Bajamos por una columna hasta llegar a una puerta desgastada que es resguardada por nada más y nada menos que Colagusano. Sus pequeños ojos me miran sorprendidos, levanta un brazo para aprisionar el mío, pero Draco lo impide.
—Déjalo, rata, puedo hacerme cargo
Peter no se opone, abre la puerta y nos deja pasar. Draco la cierra detrás de si no sin antes encender un candelabro que hay en la gran celda.
—Bienvenida a tu nueva casa, Skyler—Lo miro y él me sonríe. Me lleva hasta una columna y me ayuda a sentarme—Es bueno volver a verte, tonta Gryffindor
—Lo mismo digo, serpiente de alcantarilla
Draco sonríe y aparta el cabello que me ha caído por la cara; se coloca en una de sus rodillas descansando uno de sus brazos en ella.
— ¿Sabías que por tu culpa han estado torturando a mi padre?
—Si, digamos que lo he tenido muy presente estos días Un espasmo me recorre la espalda provocando que mis ojos se cierren por el dolor—Ha sido muy dificil para ambos, creo
Los ojos de Draco se cierran.
—Lo es
Busco sus manos entre la oscuridad, él me mira sorprendido, pero no hace nada por alejarse; sus mejillas teñidas de rojo por mi tacto sugerente.
—Tienes que ayudarme, por favor
—No puedo hacer eso
— ¿No puedes o no quieres?
—En verdad, no puedo. Si hago algo mal él se desquitará con mi familia y no estoy dispuesto a ponerte antes que a ellos—me dice aunque sus manos aprietan las mías—No quiero que te maten pero tampoco es que me agrade verte preñada de otro
—Draco...—me estremezco por el dolor y el menor de los Malfoy me toca la mejilla
— ¿Ves que hubiese sido más fácil si solo hubieras aceptado estar conmigo?
— ¿Qué es lo que sería más fácil? ¿Morir?
Draco ríe muy bajo, erizándome la piel. De entre sus ropas saca mi varita y la pone a mi lado.
—Toma. Es lo único que puedo hacer por ti. No puedo hacer más
— ¿Cómo...?
—La traías en el bolsillo trasero del pantalón. La saqué después de que Snape te trajera aquí
—Te has aprovechado, ¿Verdad?
—Un poco—Admite. Un quejido se escucha en la oscuridad haciendo que Draco tense la espalda—Me voy
—No, espera. Promete que vas a ayudarme, Draco. Tú no eres como ellos, tu no quieres matarme
—No—dice y se pone de pie—Pero tampoco quiero que maten a mis padres—Camina hasta la puerta y la abre—Así que por ahora sufre en voz baja, Potter
Entonces cierra con un portazo que resuena en la celda.
Recargo mi cabeza en la columna y me sobo la barriga con dolor.
Suspiro y una mano huesuda se aferra a mi tobillo. Suelto un grito hasta que veo un rostro y reconozco sus facciones envejecidas.
—¿Señor Ollivander?
[Editado]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro