3. Luke
Sonreí viendo a Luke acercándose con unas flores hacia mí.
Nos habíamos conocido unos meses después de mi llegada. Había decidido que lo mejor que podía es no ir tanto a casa como me gustaría. Así que me quedaba con James en el campamento o a veces simplemente mi padre tenía el interés de que fuéramos con él.
Luke y yo nos habíamos hecho muy buenos amigos. Al igual que James y yo, que hace unos dos años, me había empezado a gustar, lo cual no estaba técnicamente en mis planes. Así que lo mejor que podía hacer era olvidarme de esos sentimientos y salir más con Luke.
—Unas flores hermosas para una chica hermosa —sonreí agarrándolas y a lo lejos vi a James con una expresión seria en su rostro. Se dio la vuelta con sus mejores amigos, yéndose.
Solté un pequeño suspiro, llamando la atención de Luke.
—¿Todo bien? —asentí con una pequeña sonrisa.
—Gracias por las flores Luke, son preciosas —él sonrió dándome un beso en la mejilla, sorprendiéndome.
No era lo mismo cuando James lo hacía.
Ni siquiera sabía por qué estaba pensando en él. Suspiré de nuevo, qué horrible era todo.
Debía dejar atrás todo lo que sentía por él, solo era mi mejor amigo y eso debía seguir siendo. Nada más, entre nosotros no podía haber nada más, prefería que fuéramos mejores amigos antes de ser algo más y que todo se estropeara, prefería ignorar mis sentimientos, antes de perderlo a él.
—¿Segura de que estás bien? —asentí con una pequeña sonrisa agarrándole del brazo.
—Anda vamos, creo que ya es hora de la comida y tengo mucha hambre —él rio bajito y caminamos hacia donde se encontraba las mesas con comida. Había fila y a unos metros estaba James con sus amigos hablando animadamente.
Miré a Luke.
—¿Hoy qué planes tienes?
—Supongo que iré a entrenar.
—¿Te importa si voy contigo? —él asintió con una pequeña sonrisa.
—Claro, me haría bien tenerte ahí —sonreí y él me dio la mano.
—Tal vez pueda entrenar contigo, necesito distraerme y además, tengo que practicar con el arco —él me miró divertido—. ¿Qué?
—¿Quieres entrenar con el arco aun siendo una de las mejores? —suspiré.
—Te detesto —él rio, soltando mi mano y me abrazó por los hombros. Miré de reojo a James que miró ese gesto con una expresión triste.
Sus ojos se encontraron con los míos.
Nunca me había gustado ver de esta manera a James, logró hacerme pequeña en mi lugar. Le miré de la misma forma. ¿Acaso había hecho algo mal?
Era raro porque ayer habíamos hablado y todo estaba bien entre nosotros, no entendía por qué hoy era diferente. Yo solo quería que todo estuviera bien entre nosotros.
—¿Pasó algo entre James y tú? —miré a Luke, ni siquiera yo lo sabía.
—No lo sé, supongo que más tarde iré a hablar con él para saber qué ha pasado —Luke asintió con una pequeña sonrisa.
—Tranquila, seguro lo arreglaréis y todo estará bien entre vosotros. Siempre habéis sabido como arreglarlo y ahora no será diferente —asentí con una pequeña sonrisa.
—Gracias Luke, supongo que tienes razón.
—Obvio que sí, ya lo verás —agarramos nuestra comida y fuimos a sentarnos junto a Grover y Annabeth.
—¿Estás bien Lex? —asentí a la pregunta de Grover, dándole un mordisco a mi hamburguesa, no iba a negar que tenía hambre.
—Te veo un poco apagada —habló Annabeth por primera vez desde que nos sentamos con ellos.
—Estoy bien, no tenéis que preocuparos de nada —dejé la mitad de mi hamburguesa en el plato y me levanté.
—¿A dónde vas? —me peguntó Luke confundido.
—Iré a dar una vuelta, no te preocupes, iré después contigo a entrenar —él asintió con una pequeña sonrisa.
—Pero ten cuidado —asentí y me alejé de ahí para ir al lago y sentarme cerca de ahí. Un lugar que casi nadie sabía, solo él.
—Estás aquí —giré un poco mi rostro para ver a James acercándose a mí.
Estaba a unos metros de mí, seguramente decidiendo si podía acercarse un poco más o no.
—¿Puedo sentarme? —asentí, volviendo la mirada al lago.
Por el rabillo del ojo vi como se acercaba y se sentaba a mi lado.
—¿Te hice algo? —le miré.
Él también me miró.
—No.
—¿Y por qué siento que si James? Si te hice algo ya sabes que puedes decírmelo, pero tampoco soy adivina para saber lo que te pasa o para saber que hice mal. Porque sé perfectamente que no hice nada mal.
—Lex no hiciste nada mal. Simplemente, no estoy en un buen momento por así decirlo y sé que no debería hacer todo esto contigo porque no me has hecho nada. Así que lo siento por si te hice sentir mal o cualquier otra cosa —murmuró él y yo le di la mano.
—Solo quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que sea James, no estás solo. Yo misma te lo prometí, ¿te acuerdas? Los dos prometimos estar para el otro, en las buenas y en las malas, y no pienso romper esa promesa.
Él asintió con una pequeña sonrisa.
—Lo sé Lex, simplemente esta semana no ha sido una de las mejores, ni siquiera sé yo porque estoy así, pero perdón por pagarla contigo.
Negué.
—Todo está bien, no te preocupes. Te entiendo, a todos nos pasa, no siempre podremos tener días buenos, a veces tenemos que tener días no tan buenos para aprender de ellos y para demostrar que podemos salir de ellos —él asintió y se pegó un poco más hacia mí para abrazarme por los hombros.
—Gracias Lex por todo lo que has hecho por mí, y por obvio, aguantarme tanto —reí bajito ante eso.
—No debes agradecer por nada, yo igual a veces puedo ser un poco complicada, pero siempre vamos a saber arreglarlo sin importar nada. Pero por favor no me alejes ni hagas cosas raras, somos mejores amigos y siempre podrás contar conmigo para lo que sea. Nunca dudes de nuestra amistad, ¿vale?
—Lo sé Lex, no tienes que preocuparte por nada, en serio, lo siento por haberte hecho sentir de esa manera. Sabía que te comerías la cabeza por todo esto y era algo que no quería que pasara.
Negué con una pequeña sonrisa.
—De vez en cuando es bueno comerse la cabeza —él volteó los ojos divertido.
—Se te va la pinza que lo sepas —los dos reímos.
—Dime algo que no sepa mi querido James —le abracé por la cintura viendo de nuevo el lago.
—Te quiero mucho Lex, nunca lo olvides —murmuró.
Sonreí sin atreverme a verle a los ojos.
—Yo también te quiero muchísimo James. Siempre vamos a estar juntos, ¿verdad? Nuestra amistad no se romperá nunca, prométemelo.
Él hizo que le mirara a los ojos y acarició mi mejilla delicadamente.
—Siempre vamos a estar juntos y siempre seremos mejores amigos pase lo que pase. No vas a deshacerte de mí tan fácilmente, así que quítate eso de la cabeza, porque lo hemos prometido y ninguno de los dos rompe sus promesas, por mucho que pase, no vamos a alejarnos. No pienso alejarme de ti nunca, ni aun cuando me odies y no quieras verme, yo siempre estaré ahí —asentí con una pequeña sonrisa.
—Entonces me quedó más tranquila al escuchar esto, porque no pensaba alejarme de ti nunca —le escuché reír.
—Lo sé y eso es lo que me hace muy feliz —asentí feliz.
Me alegraba saber que siempre estaríamos juntos.
NOTA DE LA AUTORA
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