|F I V E|
—Buenas tardes, que sorpresa verte aquí —habló Jisoo con una gran sonrisa escrita en su rostro.
—Hola, buenas tardes —saludó Chaeyoung aún confundida.
¿Por qué me la encuentro en todas partes?
—¿Que deseas? —preguntó Jisoo mientras agarraba una libreta que se encontraba en el mostrador.
—Solo un café —respondió Chaeyoung mientras buscaba el dinero en su bolsillo.
—Okay —Jisoo lo apuntó en su libreta para luego ver cómo Chaeyoung le pasaba el dinero del costo del café—. Oh, no te preocupes, la casa invita.
—¿Eh? —si antes Chaeyoung estaba confundida, ahora lo estaba más—. No puedo aceptar eso, te meteras en problemas —extendió de nuevo el dinero.
—No te preocupes, no estaré en problemas, ve a sentarte ahora te llevo tu pedido —finalizó Jisoo para seguir en lo que estaba antes.
Sin más Chaeyoung buscó un asiento vacío con la mirada hasta encontrar uno al lado del gran ventanal del lugar.
Caminó hasta allá para luego sentarse y comenzar a revisar sus redes sociales, sonrió inconscientemente al ver fotos de sus amigos de Australia pasándola bien.
Mientras miraba su celular vió a alguien poner un café y panesillos en la mesa, alzó la mirada para ver a Jisoo con ropa normal, ya no traía su uniforme.
—Aquí está su pedido —anunció con una sonrisa.
—Pero si solo pedí el café... —habló Chaeyoung en voz baja.
—Oh, eso, es cortesía de la casa —explicó moviendo su mando restándole importancia—, ¿puedo? —señaló el asiento vacío al frente de Chaeyoung.
—¿No estabas trabajando? —aunque Chaeyoung no quería que sonara de tal manera, no pudo evitar sonar brusca con esa pregunta.
—Oh, solo ayudaba un poco en lo que llegaba la empleada —explicó para luego sentarse sin más.
—Claro siéntate —habló Chaeyoung sarcásticamente—, ¿eres muy amiga del dueño para trabajar y regalar cosas? —trató de sonar lo más amable posible.
—Dueña —corrigió Jisoo para luego soltar una pequeña risa—, y si, la dueña es mi madre —respondió.
—Entiendo —finalizó para luego tomar de su café.
—¿Dabas un paseo para conocer más la ciudad? —preguntó Jisoo haciendo conversación.
—Algo así, buscaba trabajo de medio tiempo pero no he encontrado ninguno —explicó para luego tomar un panesillo y darle una mordida a este.
—Oh, si quieres le puedo decir a mi madre para que te dé un trabajo aquí —ofreció Jisoo con una gran sonrisa.
—No te preocupes, no quiero ser una molestia —era una buena oferta pero no quería trabajar en la cafetería, eso solo significaba una cosa.
Ver más a Jisoo.
— No es una molestia, apenas llegue a mi casa le preguntaré, mañana te daré una respuesta —de nuevo esa gran sonrisa, tenía forma de corazón, era tan envidiable su personalidad.
•••
Después de aquella charla con Jisoo, decidí irme hacia mi casa aunque gracias a la insistencia de ella me tuvo que traer a mi casa.
Al llegar ví a mi padre hablar por teléfono, quería seguir caminando hasta mi habitación hasta que escucho su voz mencionar mi nombre.
—Chaeyoung —me giré en el mismo lugar en el cual me encontraba y miré a mi padre, tenía su celular un poco alejado de su oreja—, te quiero presentar a alguien hoy, vendrá a cenar —me sorprendió más su tono de voz que la visita.
—¿Y quieres que yo cocine? —alcé mi ceja, mi voz había sonado fuerte, pude ver cómo fruncía el ceño, como si quisiera golpearme por hablarle de tal manera aún con la llamada en su celular.
—¿Qué dices, hija? —unas leves náuseas comencé a sentir al escuchar como me había llamado, ni hablar de su risa, rodé los ojos al escucharlo —, yo haré la cena, solo te avisaba para que estés lista, diría que te pusieras bonita pero ya lo eres —hice una mueca.
¿Qué mierda le pasaba a mi padre? Comencé a tener una leve sospecha sobre la persona atrás de la llamada.
Rodé los ojos y levanté mi pulgar para luego subir hasta mi habitación, me tiré en mi cama mientras me quedaba mirando el techo perdidamente.
Suspiré por el aburrimiento que tenía, miré hacia mi costado para mirar el libro que tenía en mi mesita de noche.
Lo tomé para retomar mi lectura mientras me sentaba en la cama, tomé mis lentes, me gustaba usarlos para leer, se me hacía más fácil aparte de que me evitaba los dolores de cabeza que me provocaba leer sin ellos.
Escuché la puerta de mi habitación abrirse, ni siquiera me tomé el tiempo de quitar mi vista del libro para mirar a aquella persona que había entrado a mi habitación.
—¿No podrías ser mas educada cuando hable por teléfono? —seguí sin mirarlo, por su tono de voz deduje que estaba molesto.
—Lo siento, no puedo fingir ser otra persona como tú —respondí normal siguiendo con mi lectura, sentí como me arrebataron el libro de mis manos.
Levanté mi cabeza mientras miraba a mi padre enojada, no me gustaba que interrumpieran cuando estoy concentrada.
—¿Puedes tener al menos la desencia de mirarme?, ¿acaso no te educaron bien? —podía ver cómo se controlaba, lo notaba por su voz.
—¿Como puedes decir si me educaron bien cuando es lo mismo que haces tú?, vivo contigo, es obvio que tengo que aprender de mi padre —me dedique a darle una pequeña sonrisa inocente.
Pude ver cómo alzó el libro para luego pegarmelo en mi cabeza, cerré los ojos con fuerza mientras sentía el dolor en la zona golpeada.
—¡Ten más respeto conmigo! ¡Soy tu padre! —gritó para luego tirar mi libro en el suelo, reí sarcásticamente.
—Oh, ¿así que ahora eres mi padre? Que novedad —puse mi cara seria mientras me levantaba a buscar mi libro.
—Te quiero lista en una hora, espero y te sepas controlar con la visita —Me señaló con su dedo, su ceño fruncido y su labio apretado, sonreí de lado.
—Claro papá, no te quiero hacer quedar mal en frente de tu novia —puse mi mejor voz de niña pequeña, lo ví como se asombró para luego salir de mi habitación cerrando la puerta con fuerza haciendo retumbar la habitación, escuché algo caerse y miré en esa dirección.
Me acerque para luego agacharme y quitar despacio los vidrios rotos de la foto, sentí las lágrimas salir de mis ojos para luego recorrer toda mi mejilla.
—Te extraño mucho abuelito, me dijiste que sea fuerte pero no creo seguir aguantando.
Abracé con fuerza aquella fotografía en la cual se encontraba mi abuelo y yoz me importó poco el dolor de algunos vidrios clavarse en mi piel, solamente seguí llorando en aquella habitación, sola.
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