thirteen
I get lost in your eyes
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8 de junio. 06:32 horas. Manhattan, Nueva York
El hermoso puente de Brooklyn, maravilla arquitectónica norteamericana, construido a finales del siglo XIX, en sus inicios, el puente colgante más largo e innovador del mundo, ya que este fue construido mayoritariamente con acero sólido; estilo arquitectónico neogótico, de los más lindos a mi parecer, arcos apunteados y cableados adornan la parte superior de la impotente estructura, por las noches este es iluminado por series de tinteneantes luces que acentúan a la perfección su linda figura
Se encontraba cruzando dicho famosísimo puente, estaban por ser las 7 de la mañana, el alba -la primera luz del día-, lentamente se acercaba, las preciosas tonalidades azuladas empezaban a aparecer sobre de él, caminaba a paso lento una figura masculina, no hacía mucho que el cigarrillo que yacía en medio de sus labios había sido encendido, la gabardina negra de un hermoso satín contrastaba a la perfección con la fina camisa blanca que llevaba sobre sí, el cabello azulado, pero oscuro como la propia noche, la piel tan bronceada como la arena marina al ser tocada por la espuma marina, lindísimos pendientes dorados en forma de pequeños aros, lucía bien, pero su mirada no era la mejor, estaba más que cansado y era de esperarse, pues, la noche anterior, había acudido a una fiesta, una fiesta que duró toda la noche y casi toda la madrugada, su cabeza dolía, claro, luego de quién sabe cuántos tragos de alcohol, digo, cualquiera hubiera estado así...
Ahora pisaba el pavimento de su muy adorado distrito de Brooklyn, Manhattan era lindo, pero hasta a él mismo le extrañaba cuando iba a aquella ciudad, prefería la tranquila ciudad a la que llamaba hogar, además, adoraba ver el hermoso puente del mismo nombre, justo frente a la gran ventana de su apartamento -por cierto, dicho puente conecta ambas ciudades, por si las dudas surgieron mientras leían-, debido a esto, era evidente que su llegada a su edificio gran departamental, estaba próxima, apresuró el paso, solamente quería llegar a casa y ducharse, puesto que el aroma del alcohol solo le gustaba cuando estaba o deprimido, o excesivamente eufórico, y ahora no estaba ni lo uno, ni lo otro
Y luego de eso, pensaba dormir hasta... que volviera a ser la llamada "hora azul", pero esta vez la vespertina, pues sí, "¿A quién le importa si duermo poco más de 12 horas?, no he dormido en casi dos días", se decía mientras pasaba el umbral del gran portón para, segundos después, encontrar una desagradable sorpresa, "Mierda, ¿Esto sigue fuera de servicio?...... ¿Para eso yo y todas las demás personas que vivimos en estos carísimos departamentos les pagamos al inicio de cada maldito mes y ni siquiera pueden hacer su estúpido trabajo en poco tiempo?", oh, creo que solo será un cero a la izquierda mencionar que el joven Solari estaba un poco hastiado de todo, solo un poco; resultaba que el elevador seguía fuera de servicio, y nuestro querido italiano vivía hasta el penúltimo piso, ya saben, la vista es lo que más vale si se vive en un edificio
Se deben estar preguntando algo como "Bueno, pero a todo esto, ¿Cuántos pisos eran?", pues ciertamente no muchos, tan solo 6 o 7, ya ni siquiera lo recordaba, aunque, con el humor que tenía nuestro pobre chico... bueno, lo dejo a su imaginación
Después de que los minutos se convirtieran, al menos para él, en interminables horas, consiguió llegar al piso en el que desde hace unos cuantos meses residía, cruzó casi por completo el pasillo, hasta detenerse en su puerta, cabe recalcar que para este punto nuestro amigo ya estaba mucho más harto y cansado de todo que minutos antes, tenía sueño, frío, hambre y... bueno, al menos se puede decir que sed no; sacó de su bolsillo su preciado juego de llaves, se demoró unos segundos más en encontrar la indicada, cuando lo logró, abrió la puerta, y pudo ver la sala de su apartamento, desordenada, como siempre, giró su vista "¿Dejé las cortinas abiertas?, vaya, y eso que pienso en la seguridad", rio por su comentario; ya estaba decidido a dar el primer paso para entrar y poder cerrar la puerta, solo que, algo parecido a un pequeño paquete, y un sobre de carta a su lado
— Aaah, ¿Es en serio? — Rodó los ojos, habló casi gritando con un tono de molestia
Se agachó y recogió el paquete junto con la carta del suelo, esta última le llamó la atención, el sobre era bastante lindo, estaba meticulosamente adornado flores y caligrafía impecables, y sellado por unas cuantas gotas de cera de vela, y sobre de ella un armonioso y discreto sello, mismo que le había brindado el relieve a la cera ahora seca, así como se hacía en la edad media y en la época victoriana a la hora de sellar una carta postal, sonrió un poco, se detuvo unos segundos a leer el texto que tenía en la parte trasera dicho sobre, "Afrodita Lindberg Bloeme..... que lindos apellidos", dijo al leer el nombre del remitente, ahora, el destinatario, "Albafica Lindberg Evans....... joder que lindo nombre", lo último lo dijo, ahora sí, gritando, capaz y todo el edificio, o al menos el pasillo entero lo escuchó, y quizás sí fue así, pues se escuchó un estruendoso golpe en alguno de los apartamentos cercanos
El último nombre literalmente lo había dejado boquiabierto, le pareció bastante lindo, y es que, si de por sí, a primera instancia el apellido 'Lindberg' le había encantado cuando lo leyó en el nombre de Afrodita, el 'Evans' que llevaba por segundo apellido el otro joven, le gustó mucho más
Ahora que sabía que ni el paquete, ni la carta eran para él, dedujo que quizá por alguna extraña casualidad, la correspondencia del tal Albafica hubiera sido dejada en su departamento por error, rodó los ojos pese a esto, pero por una sola vez en al menos todo el mes quiso ser una "buena persona" y devolverle la correspondencia a su verdadero dueño, después de todo, se veía que tanto el remitente, como el destinatario tenían buen gusto artístico, y, ¡vamos!, no iba a perder la oportunidad de conocer a una persona así
Sobre del paquete venían todos los datos necesarios, los timbres postales, un montón de números, nombres, datos del servicio postal, y finalmente, la dirección tanto del remitente, como del misterioso destinatario
La fotografía que tenía uno de los timbres postales era de la construcción más representativa de la ciudad de la cual provenía dicho paquete, el Golden Gate, lo que provocó cierta sorpresa en el italiano, "¿San Francisco?, wow, increíble", decía mientras veía los muchos timbres y matasellos postales que tenía sobre sí el hermoso papel floreado que envolvía dicho paquete, siguió buscando algún lugar que dijera la dirección del chico a quien le tendría que entregar su correspondencia
"¡¡¡Aquí estás!!!....... ¿79? ¿Es en serio?....... Joder, ¡¿Qué parecido hay entre un 76 y un 79?!", se decía a sí mismo, pero, vamos, al menos el apartamento del misterio personaje no se encontraba tan lejos del suyo, ya que, si el caso hubiese sido el contrario, capaz y simplemente deja la correspondencia en dónde la encontró, o algo parecido
Dio unos cuántos pasos y llegó a su destino, en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de aquella puerta de abedul blanco, se detuvo a cuestionarse el porqué estaba haciendo todo eso, sin embargo, no se pudo contestar correctamente, puesto que ni siquiera él mismo sabía la razón de sus actos, supuso que sólo lo hacía por amabilidad o algo parecido pero una cosa es segura... Él no acostumbraba a ser una mariposa social y ser amable con quien quiera que se le cruzara
Escuchó todo muy callado, llegó a pensar que el tal Albafica seguía dormido, después de todo, tan solo faltaban 20 minutos para que el sol saliera, pero, independientemente de eso, decidió al menos tocar una vez el timbre, y si este no atendía a su llamado, simplemente dejaría la correspondencia en el lugar correspondiente
"Ding, dong", como una canción que conozco
Pasaron poco más de 10 segundos hasta que un tierno estornudo al otro lado de la puerta seguido de un "Un momento", anunció lo contrario a lo que se temía nuestro querido italiano
Se estarán preguntando el porqué del estornudo de Albafica, pues es que, segundos antes, se encontraba viendo por la ventana del apartamento que tenía un montón de macetas a su alrededor, siempre he dicho que una casa sin flores no tiene un lindo ambiente, además al residente de esta le encantaban las flores de todos tipos y tamaños, pero, no es un secreto que las rosas fuesen sus preferidas, solo que, seguramente alguna abeja distraída no hizo adecuadamente su deber, pues alguna de ellas tenía polen en exceso algo parecido, por eso el estornudo
Y, bueno, al otro lado de la puerta, digamos que los nervios se estaban apoderando del joven que ahí estaba, por un momento llegó a pensar que, al no obtener respuesta alguna al tocar el timbre, simplemente dejaría la correspondencia al lado de dicha puerta y podría ir de nuevo a su acogedor apartamento; ahora había tragado un poco de saliva, odiaba interactuar con sus vecinos, un "¿Por qué mierda estoy aquí?", cruzó su mente, pero ya era demasiado tarde, los elegantes pasos del contrario se oían a metros y luego, a centímetros de distancia
La puerta fue abierta, revelando una hermosa y delicada figura juvenil tras esta, tenía el cabello largo, muy largo, quizá la última vez que había sido cortado fue hace un largo tiempo, era celeste, pero no un celeste cielo, no, no había punto de comparación, pues, ese estaba demasiado pigmentado, quizá se parecía al plumbago*, tanto a la flor, como al color, un celeste des pigmentado pero que, aun así, no perdía su esencia misma
— Ah, ¿Desea algo? — Los inocentes ojos del sueco lo delataban mucho, pues parecía asustado, o sorprendido, tenía parte de la nariz rosada, recordemos que había estornudado segundos antes, la piel tan blanca como si de una estatua esculpida en mármol se tratase — ¿Albafica Lindberg Evans? — Esto sorprendió aún más al peli celeste —Ammmh, así es, soy yo
Albafica primero se había concentrado en la mirada de quien ahora se encontraba frente suyo, muchos dicen que los ojos son las ventanas del alma, y pensó que, en dado caso de que fuese así, qué linda y tranquila alma se veía que poseía aquel chico, luego bajó su mirada hacia lo que llevaba en manos, esto lo hizo arquear una de sus cejas, y es que, el papel con el que estaba envuelto el paquete que el italiano tenía, juraba que era el mismo que, meses antes le había enviado a su primo, Afrodita, por correspondencia
Sin más rodeos le entregó tanto el paquete como la carta al joven frente suyo, y mientras este las ojeaba, el italiano le explicaba por qué dicha correspondencia terminó entre sus manos — En fin, toma — Ya hacía unos minutos que el sueco había comenzado a sonreír tiernamente, tomó el paquete que le ofrecía la extendida mano bronceada del italiano, y luego el sobre con la carta dentro, gesto que ambos, desde un inicio, planearon usar como un pretexto para al menos tener el privilegio de tocar la mano del contrario, y dicho y hecho, sus manos se juntaron por un par de segundos, y, en efecto, la sensación fue increíble
— En dado caso, pues, muchas gracias joven... — Decía el de orbes azules hasta que fue inocentemente interrumpido por el italiano — Solari, Manigoldo Solari — Le dijo con una pequeña sonrisa, la cual le fue devuelta por quien tenía frente suyo, y un poco de rubor rojizo en las mejillas
— Albafica Lindberg. . . hace unos momentos dijiste mi nombre mucho antes que yo, pero uno siempre se tiene que presentar a sí mismo, especialmente cuando conoce a alguien tan interesante... — Este hablaba amablemente, y como de costumbre, con una sonrisa plasmada en el lienzo de su rostro, quien lo conociera podría llegar a pensar que algo no estaba del todo bien o había cambiado en él, pues, no tenía ese toque de frialdad que casi siempre usaba debido a la mucha soledad que había pasado durante años
Sonrió, ese nombre sonaba tan bien siendo pronunciado por los labios del peli celeste, además, este se había referido a él como alguien interesante, le pareció bastante lindo eso — Qué lindo tu nombre — El rubor volvió a hacerse presente en las mejillas del mayor — Digo lo mismo del tuyo
No pasaron más de 10 segundos para que la tetera empezara a hacer su característico sonido indicando que el agua dentro de esta estaba en su punto para que sobres con hojitas de té fuesen sumergidas en ella, Albafica tuvo que entrar a su apartamento a apagar la lumbre para que esta dejase dicho contenedor dejase de sonar, no sin antes invitar a pasar al menor, quería ofrecerle por lo menos una taza de té, después dee todo, si no hubiese sido por él, probablemente nunca hubiese recibido ni la carta ni el paquete; pero bueno, todos sabemos que eso no era más que un pretexto, ya que, aunque no aceptara o no, quería pasar algo de tiempo con ese joven que encontró al otro lado de su puerta esa mañana
Su casa era bastante linda y estaba muy bien ordenada en comparación con la suya, las paredes portaban orgullosas un lindísimo color blanco mármol, los muebles eran de abedul blanco, los dos sofás que había habían sido tapizados de un hermoso rosa pastel aterciopelado, las alfombras eran blancas y demasiado esponjosas, como si de pelaje de animal se tratasen, pero simplemente eran materiales sintéticos, lámparas con diseños renacentistas y prerrafaelistas, rosas por aquí y por allá que hacían la función tanto de decoraciones, como de aromatizantes, parecía una casa digna de la realeza misma
— Wow, que hermoso — Decía asombrado el menor — Oh, gracias, me alegro que te guste — Dijo el sueco mientras giraba la hornilla de la estufa — ¿Gustas té, o café?
— Té, no acabo de salir de una ruptura amorosa, no estoy leyendo algún libro ni pintando un cuadro, no necesito ahogar ni reprimir ningún sentimiento en café ahora— Dijo con una sonrisa ladina el menor, provocando una divertida carcajada en el mayor — Jajaja, exacto, nunca había escuchado algo tan sincero, me gusta tu sentido del humor — Manigoldo no respondió, o bueno, solo lo hizo con una linda sonrisa, y un agradable silencio se sentó en el trono de la habitación
— ¿Algún sabor en especial?, soy un comprador compulsivo de vez en cuando, entonces, tengo de todos los tés habidos y por haber — Decía con una sonrisa tan grande como la de los gatos en las noches de luna menguante
— ¿Tienes de menta? — No creo en ningún dios, pero si el caso fuera el contrario diría un "¡Oh dios mío!", pues a nuestro querido peli celeste casi le da un ataque al corazón, la menta siempre había sido su sabor/olor preferido en todo, dulces, bebidas, perfumes, inciensos, velas — Es algo difícil de conseguir, pero sí
— Es de mis sabores preferidos —Dijo por lo bajo el italiano — El mío igual, es... — Decía el peli celeste — Simplemente delicioso— Y como si pudiesen leer los labios del otro, dijeron exactamente lo mismo
Ante esto, ambos soltaron risitas divertidas, mientras Albafica preparaba las dos tazas de té, su acompañante charlaba con él, se sentaron a la mesa principal y degustaron unas de las deliciosas galletas de avena que la noche anterior el sueco había preparado
— ¿Es una mesa redonda? — Dijo sorprendido Manigoldo — Así es, una mesa redonda, como la que poseyó el rey Arturo, nadie posee ni jerarquías ni distinciones, la igualdad entre todos los individuos a la hora de expresar su opinión siempre es importante, ¿Cierto? — Decía el sueco — Además, en términos de decoración y hasta de practicidad, una mesa redonda siempre es lo mejor
Las ventanas estaban abiertas de par en par y sus respectivas cortinas parecían imitarlas, pasaron los minutos y el alba o el amanecer llegó, lo vieron juntos mientras hablaban de algún movimiento artístico, puesto que el libro que estaba sobre la mesa desde mucho antes de que ellos tomarán asiento trataba de ese tema, ¿Cuál era?, el prerrafaelismo, por supuesto, considerado antecesor del increíble impresionismo
Hablamos de hacia mediados del siglo XIX, cuando un reducido grupo de pintores ingleses forman lo que es conocido como La Hermandad Prerrafaelita, un grupo que rechazaba por completo "el arte frívolo de la época", se revelaban ante lo que ellos veían como hipocresía victoriana y sus derivados, por esto mismo, retomaron a Rafael de Urbino y a muchos de los pintores renacentistas, proponían un regreso al detallismo minucioso, y técnicas que llenasen de color hasta a la más grisácea galería, sin embargo, no solo se basaban en los artistas, sino que también temas provenientes del llamado Quattrocento, la época medieval, leyendas arcaicas, y, como dije, evocando a la belleza, paisajes griegos o, en su defecto, de la espléndida Roma aparecen inmortalizados en lienzos prerrafaelitas
Eran aproximadamente las siete de la mañana, el sol casi se había asomado por completo por detrás de los grandísimos edificios de la imponente ciudad norteamericana, desde hacía ya unos cuantos minutos, el silencio recorría de extremo a extremo la elegante habitación, las galletas de avena se habían terminado, ya solo quedaban unas cuantas migajas en el plato que alguna vez las contuvo, Manigoldo afirmaba una y otra vez que estaban deliciosas, y Albafica decía cosas como "Bueno, entonces, si algún día los paisajes dejasen de ser tan bellos como para inmortalizarlos con un poco de óleo y gotas de agua, para no morir de hambre, podría hacer unas cuantas galletas y venderlas"
Y así pasó la siguiente media hora, uno hablando sobre sí mismo y el otro escuchando atentamente, llegó a los oídos del sueco la nacionalidad de su acompañante, y demás cosas que le llamaron la atención, y por su parte el italiano se enteró del parentesco que existía entre el tal Afrodita y quien estaba frente suyo, quien conocía desde hacía menos de una hora, pero sentía que conocía desde siempre, empatizó muy bien con el chico peli celeste
Todo era tan simpático y agradable hasta que una inesperada llamada logró entrar en el teléfono del de piel bronceada, este rodó ligeramente los ojos, "Estúpida llamada" se repetía una y otra vez el sueco y también el italiano, ambos por separado, claro está; tuvieron escasos segundos para despedirse, pues el menor debía atender al idiota que se le había ocurrido llamar en tan mal momento
El peli celeste agradeció por lo de la correspondencia de nuevo, no sin antes hacer una sutil invitación a volver a tocar la puerta de su apartamento cuando quisiera, el de orbes oscuros hizo algo parecido, agradeció por la tan amable hospitalidad del sueco hacia él, la ligera merienda que a él le supo cómo un manjar, y la sumamente agradable charla, se despidieron con las manos alzadas en el aire, girando sus muñecas elegantemente
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Y Alba y Mani se conocen, por cierto, spoiler que no le hace daño a nadie: Mani no volverá a salir, lo de la correspondencia solo fue una excusa para que saliera en la historia, es que, lo amo, bueno lo ama Alba, pero yo amo que se amen, y eso, jsjs
En este cap hablé del Prerrafaelismo porque es un movimiento artístico muy hermoso, y amo eso
¿Saben?, me encanta escribir esta historia, pero supongo que a mi tiempo libre no jsajkajakjas
Ya casi llegamos a las 900 lecturas, ay no, lloro, eso es muy lindo para mí, gracias, son increíbles
Bueno, nada más, espero todo esté bien en sus vidas, y si no es así, pue, todo mejorará, lenta, o rápidamente, tomen agua, escuchen canciones de Conan Gray y de Olivia Rodrigo, porque esos dos son geniales, un abrazo, ¡los quiero!
17/08/2021
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