five
I saw heaven in your eyes, and I found love in your smile
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5 de junio. 17:05 horas. San Francisco, California
Magia, eso era lo que sentía el peli celeste, la fresca brisa de la pasajera primavera chocaba contra sus blancas mejillas, su corazón parecía que había estado corriendo por un largo rato, sus ojos no podían ni querían despegarse de la profunda mirada de aquel atractivo joven, mismos ojos que, estaban abiertos a más no poder, sus labios inferiores se separaron de los contrarios, formando así una hermosa carita de sorpresa y asombro en él, sintió algo, alguien le logró recordar que estaba vivo, sentía que tocaba el cielo al verlo, simplemente no quería que ese momento terminara; aunque, desafortunadamente, como la mayoría de las veces, algo de esta aburrida realidad interrumpió ese efímero momento, y ambas miradas tuvieron que despedirse e intentar mirar hacia otro lado
— Vaya, ya era hora, ¿No lo creen? — Decía el pelirrojo mayor con un aire de "superioridad" y una mirada un tanto asesina
Esto, naturalmente disgustó al peli celeste, le arrebataron ese, si bien, efímero, hermoso, idílico, y etéreo momento, y ahora ese hombre se atrevía a insultar a aquel atractivo joven y a su acompañante, que, si mal no recordaba, se llamaba Shura, lo había visto un par de veces, pero no tenía idea de que siguiera trabajando en esa casa
— Padre — Se puso de pie en un abrir y cerrar de ojos, estaba enojado, o bueno, quizá algo furioso. Aquel hombre de por sí, ya lo había hecho sentir muy mal, no permitiría que hiciera sentir así a el italiano y a Shura, siendo honestos, en esos momentos, aquellos dos, le importaban mucho más que sus supuestos "invitados" — Como obviamente no lo sabes , porque el tiempo que pasas en los jardines es prácticamente nulo, yo te podría explicar si gustas, la extensión de este jardín es enorme, sin mencionar que está dividido en 12 secciones, cada una alberga una variedad de plantas distinta, y por si fuera poco, algunos inclusive tienen un pequeño acueducto que es capaz de llevar el agua hasta al rincón más remoto del jardín; por lo que, supongo que estos jóvenes se habrán extraviado o algo parecido... —Volteó la mirada hacia donde estaban los mencionados, y les guiñó un ojo, dando así a entender que esas palabras simplemente eran para sacarlos de apuros — o acaso, ¿me equivoco, chicos? — Dijo con una amplia sonrisa que a cierta persona lo conquistó de tan solo verla
— Es increíble — Dijo para sí mismo, la enorme sonrisa de Ángelo tocó de extremo a extremo cada una de sus mejillas, y justo después de eso soltó un casi inaudible suspiro
— ¡Afrodita! — Interrumpió la rubia — Esas no son formas de hablarle a tu padre jovencita — Miradas asesinas se plantaron en el delicado peli celeste, y aunque tenía toda la intención de responderle de la "mejor" forma a esa mujer, al pensarlo dos veces, se dio cuenta de que eso no resolvería nada y solamente empeoraría las cosas, además, una de las voces en su cabeza le estaba advirtiendo eso mismo, por lo que, simplemente pudo tomar asiento nuevamente
El chico, estaba molesto, y eso mismo lo reflejaba la expresión en su rostro, pero, tuvo que reprimir esos sentimientos, tanto por su bien como por el de aquel par de "extraños" que le simpatizaron al instante — Lo siento, madre...me exalté un poco — Dijo entre abriendo esos lindos labios, para luego agachar un poco su preciosa cabeza y empezar a jugar con el cabello entre sus dedos
— ¿"Jovencita"?, estoy viendo claramente que es un chico — Ángelo durante su vida había conocido a todo tipo de personas, y visto todo tipo de estilos y personalidades, por lo que ver a Afrodita vestido de esa forma, no le pareció nada "extraño", ni mucho menos, de alguna forma, lo "incomodó" o algo por el estilo — Algo está mal aquí..., ah, en fin, supongo que no puedo sacar conclusiones tan pronto, literal, hace 2 minutos lo conocí... — Se decía a sí mismo el italiano
Al pelirrojo sueco, si bien, esos comentarios le molestaron un poco, sabía que no era un buen momento como para empezar una discusión innecesaria — Ah, en fin, ¿vas a dejar los postres en la mesa, Shura? — Dijo Écarlete
— Ah, claro... bueno, nos complace presentarles una deliciosa Panna Cotta, la base, es un exquisito flan de vainilla, mientras que la decoración está hecha a base de fresas, y como toque final, para acompañar el empalagoso y fresco sabor de las bayas, se le agregaron unas cuantas hojas de menta, ambos hacen una deliciosa combinación, la vainilla del flan está un poco rebajada con algo de leche para que su sabor no desarmonice con todo lo demás, la Panna Cotta es un postre tradicional del país del que es originario Ángelo, aquí presente — Decía orgulloso el español al presentar su exquisito plato
— Oh, ¿eres italiano? — Exclamó Afrodita con una hermosa sonrisa y unos deslumbrantes ojos, que pusieron aún más nervioso al italiano, aunque, siendo sinceros, ¿A quién no lo conquistarían los nervios al ver ese hermoso rostro de porcelana sonreír tan tiernamente?
— Ah, sí, de... Roma, más concretamente — Decía con cierta sonrisa el italiano mientras intentaba disimular su sonrojo
—Ya... veo— Y Dita, bueno, él estaba tan nervioso que apenas y pudo articular esas dos únicas sílabas, compréndanlo, eran las primeras palabras que cruzaba con quien lo cautivó desde el primer momento, estaba más rojo que las fresas de esos deliciosos postres, y extraviado en los hermosos y profundos ojos del mayor
Como era de esperarse, ambos jóvenes estaban hipnotizados con la mirada del otro, y ahora, de ese momento, nadie sería capaz de sacarlos, o, mejor dicho, casi nadie...
— Ejem, Ángelo... los postres — Las palabras del español fueron un casi inaudible susurro, pero ayudó que estuvieran acompañadas de una ligera sacudida al brazo del italiano. Shura, desde la primera mirada que cruzaron esos dos, lo supo, definitivamente Afrodita y Ángelo habían sentido algo, al igual que sus corazones, ¿qué lindo es el amor no creen?
Ángelo dio unos cuantos parpadeos y sacudidas a su cabeza para "reaccionar", e inmediatamente, chasqueó sus dedos en modo de respuesta al comentario del mayor, que, como de costumbre, rodó los ojos mientras intentaba no reírse, para luego, colocar la bandeja en el centro de la mesa y junto con su amigo, entregarle a cada uno de los presentes su respectiva porción de aquel delicioso postre
— Tome — Dijo Ángelo
Cuando le entregó la suya a Camus, aquel pelirrojo, se le quedó mirando fijamente unos segundos, y después este lo recibió con su clásica indiferencia glacial, básicamente, como siempre, frío y distante
El italiano miró unos segundos al francés — Wow, eso es seriedad — Se dijo así mismo, mientras intentaba reprimir una ligera risita, acto que, por suerte, tuvo éxito
Para así, devolver su mirada a los hermosos luceros azules de aquel chico que, por lo que pudo escuchar, se llamaba Afrodita, un nombre hermoso, y como el de cierta diosa, dado a una criatura poseedora de una belleza mística, e inclusive, se atrevería a decir que, hasta inhumana; ambos chicos estaban perdidos en la mirada del contrario, aquellos hermosos zafiros se toparon con los orbes celestes, y juntos, pasearon por un mundo de fantasía, un mundo que, Afrodita nunca había visitado, y que al ser llevado ahí por quien, en ese momento era un desconocido, pero que, sin embargo, sentía que lo conocía de toda la vida, lo cautivó, lo hizo olvidarse de todo, y solamente desear estar en ese mundo al lado de aquel joven, escapar de esa aburrida y tediosa realidad a su lado, solo quería eso, no pedía mucho
Tan perdidos estaban en su mundo ajeno a esta deplorable realidad, que no se dieron cuenta de que el ambiente en esa "reunión" se había vuelto bastante tenso, algunas miradas un tanto asesinas se posaban sobre los hombros de ese par de chicos, los padres del peli celeste tenían hirviendo la sangre, Mystoria estaba bastante sorprendido y algo indignado, mientras que, por otra parte, una muy lejana a ellos, estaba Camus, solo que, bueno, él era el único de los presentes que parecía "relajado" al respecto, aunque, a decir verdad, eso lo tomó por sorpresa, aunque a la vez, le brindó algo de tranquilidad y debido a eso, tuvo que hacer unos pequeños ajustes a su plan, ya tenía en mente cómo solucionar ese pequeño problema en el que, sin previo aviso, y sin su consentimiento, lo habían metido; aunque claro, esa situación, de "problema" no tenía nada, yo lo llamaría "destino", pero todavía es muy pronto para decidirlo...
De nuevo tuvo que traerlo de vuelta a la realidad aquel joven español — Ángelo, ¿nos vamos? — Dijo en un susurro casi inaudible
El italiano reaccionó dando un par de rápidos parpadeos, y seguido de eso, los orbes zafiros tuvieron que despedirse de los celestes — Ah, claro — Ángelo al ver las miradas de cada uno de los comensales, se sintió demasiado incómodo, especialmente por las expresiones de los progenitores de su linda serendipia, que parecían decir a gritos un "Te quiero muerto", o al menos algo semejante, como sea el caso, al parecer no estaba muy alejado de la realidad; sin embargo, no les tomó mucha importancia y simplemente dio la vuelta, no sin antes hacer una pequeña reverencia hacia esas personas
Shura y Ángelo salieron del pequeño quiosco* y luego de los jardines, para después llegar a la cocina nuevamente. El español se divertía viendo como su amigo intentaba reprimir unos cuantos sonrojos, y caminaba aun con cara de idiota enamorado pensando en "aquella dama", en el camino ninguno había dicho nada, ni siquiera habían cruzado mirada alguna, pero Shura no podía desperdiciar la oportunidad de molestar un poco a su amigo por el pequeño incidente con "la" peli celeste
Ya en la cocina, Shura lo que más quería era probar los exquisitos postres, por lo que, apenas llegó y se dirigió a la nevera por ambos recipientes, le ofreció asiento al menor y luego, empezaron a degustar esa delicia italiana-española. A decir verdad, el dulce de fresa con los pequeños toques de menta habían sido un rotundo éxito, la combinación era verdaderamente perfecta, equilibrada en su totalidad, ni muy dulce, ni muy "vacía" en cuanto a sabor y consistencia, simplemente perfecta
El mayor tenía una expresión algo cómica plasmada en su lindo rostro — ¿Y bien?, ¿me vas a decir a qué se debe esa cara de idiota?, es decir, ya lo eres, pero, es nuevo verte así, tomando en cuenta que ni con aquella joven, Helena, estuviste así de, "radiante" por así decirlo —Al terminar de hablar, arqueó una ceja y esperó casi impaciente la respuesta que le daría aquel italiano
Los últimos comentarios hicieron sonrojar aún más a nuestro querido Ángelo, porque, era cierto, nadie había logrado hacer que su corazón palpitase tan rápido desde la primera mirada que cruzara con él, nadie había hecho que sonriera tanto como lo estaba haciendo; aunque no dijo nada a ese comentario, sus expresiones eran más que suficientes para responder la pregunta de su amigo
Solo pudo sonreír ampliamente — Por favor, se nota a kilómetros de distancia que sientes algo por ella — Decía el español
— Simplemente tenía que cruzar miradas con ella, a partir de hoy trabajaré en su casa, supongo que al menos debemos conocernos de reojo — Decía el italiano mientras trataba tener un tono "serio", aunque, sin éxito alguno, o quizá sí, pero Shura no lo había conocido el mes pasado, sabía perfectamente cuando su estimado amigo mentía o intentaba disimular, porque nunca se le dio bien esa tarea
— Uy si claro, como tienes que ver perdidamente los ojos de alguien y sonrojarte como 50 veces seguidas para decirle un "Oye voy a trabajar en tu casa, solo te aviso, ¿vale?" — Decía el español con su inigualable tono sarcástico mientras intentaba no morir de risa
Ángelo se sonrojó un poco, Shura tenía razón, con todo y su a veces molesto sarcasmo, él era su amigo, su mejor amigo y quizá hasta el único, por lo que, no le podía mentir, ni mucho menos es como que Shura se dejase engañar; algo avergonzado desvió la mirada hacia... hacia algún otro lado donde no estuviera ese español
Y así siguió el día, con Shura haciéndole todo tipo de cuestionamientos que giraban en torno a "esa joven" y Helena, pero claro, como siempre, Ángelo intentando evadir el tema, sin embargo, el español solo quería molestar un poco a su amigo, después de todo, ya tenía sus respuestas, pero le daba algo de curiosidad saber qué palabras saldrían de los labios de aquel italiano
...
Mientras tanto. 17:15 horas
Afrodita estaba bastante emocionado, radiante de la alegría, la hormona de la adrenalina hizo su trabajo, y vaya que lo hizo bien, incrementó su frecuencia cardiaca en cuestión de unos pocos segundos, no paraba de sonreír, y dar uno que otro suspiro casi inaudible, y no era para menos, esos minutos habían sido los mejores de... probablemente toda su vida, fue algo como ver el color por primera vez, escapar del frío y monótono mundo en el que estuvo atrapado por años, o inclusive, como ver una reconfortante luz en la oscuridad, como un arcoíris al final de una horrible tormenta, eso había sido aquel joven para él, una serendipia, un descubrimiento o un hallazgo afortunado, valioso e inesperado producido de manera accidental, casual, o cuando se está buscando una cosa distinta
Sin embargo, me temo que, quizá a las otras personas les llega a molestar de cierta forma, la felicidad de los demás, o al menos algo semejante; las miradas asesinas de todos, bueno las de casi todos los comensales, estaban plantadas en ese delicado chico; Mystoria estaba completamente indignado, y... bueno, qué decir del señor y la señora Lindberg, más enfadados nunca se les pudo haber visto, mientras que Camus, él despreocupadamente miraba a la nada absorto en sus pensamientos con la cabeza recargada en su mano derecha
— Um, esto está delicioso, ¿no lo creen? — La rubia se decidió a hablar, puesto que el ambiente se estaba volviendo cada vez más incómodo
Écarlete soltó una pequeña risita — Sí, exquisito
Camus, debido a la presión y las miradas de su padre hacia él, tuvo que hablar — Sí, es una delicia culinaria, y como dijo el joven, proviene de Italia, más específicamente del Piamonte, una de las veinte regiones que conforman la República Italiana, y hablando más concretamente del postre, su sabor es exquisito, la combinación de vainilla, fresas y menta, es espléndida — Dijo con cierta "incomodidad", puesto que no tenía idea de qué decir
Y así estuvieron unos cuantos minutos más intentando "convivir" unos con otros, solo que no salió bien, o al menos no como lo esperaban los tres mayores, los padres de Afrodita hacían comentarios elocuentes sobre los talentos que tenía su "adorada hija", botánica, danza y ocasionalmente pintura, aunque, sin duda el "mejor atributo" de su "hija" era su increíble y hasta inhumana belleza, sin duda era una de las mejores flores que puede existir, "una joven doncella" de tan solo 21 años de edad. Pero claro, el señor Flourite no se quedaría atrás, tenía que dar a conocer los múltiples talentos de su hijo, idiomas, música, pintura, y su pasión, la fotografía, y todas esas virtudes reunidas en un joven francés de tan solo 19 años. Básicamente era otra estúpida reunión en la que los padres de ambos jóvenes presumían sus talentos, acompañados de su gracia y belleza, para luego, una vez terminado todo el 'espectáculo' volver a ignorarlos como siempre, y eso, eso era un acto sumamente hipócrita, es más, el simple hecho de tratar así a tu hijo solamente estando en público, ya da mucho de qué hablar al respecto. Y, como era de esperarse, esas horas estuvieron llenas de sonrisas fingidas, conversaciones nada interesantes, intentos de bromas que simplemente hacían a los menores de ambas familias querer salir de ahí, y un ambiente demasiado incómodo para el gusto de ambos
18:58 horas
Era una situación realmente incómoda y forzada, así que, tanto el sueco, como el francés menor, dejaron que sus progenitores hablaran entre sí todo lo que quisieran, después de todo, no era como que su conversación fuera interesante, y a pesar de que sus nombres salieran de sus labios, no les incumbía lo que sea que dijeran, a fin de cuentas, ya sabían lo vacías que eran todas y cada una de sus palabras, por lo que solo prestaban algo de atención por si tenían que hablar o interferir en algún punto. Para suerte de ambos, el señor Lindberg y el señor Flourite por alguna razón fueron dentro de la casa a "discutir asuntos importantes" y la señora Lindberg, pareciera que desapareció sin dejar rastro alguno; así, en un abrir y cerrar de ojos, ambos jóvenes quedaron solos en la mesa de aquel inmenso jardín, coloreado de un hermoso color malva, era primavera, o bueno, finales de primavera, época de que las jacarandas* florecieran en su máximo esplendor, por lo que cada pequeño rincón estaba cubierto de aquellas flores, de sus lindos y suaves pétalos que, poco a poco iban cayendo, mientras disminuían su velocidad para poder aterrizar gentilmente en el suelo
Afrodita estaba nervioso, y algo fastidiado debido a la extensa "plática" que tuvo que presenciar momentos antes, y lo que menos deseaba, terminó sucediendo, y es que, él sabía que, el quedarse a solas con aquel joven francés, solo significaba una cosa: problemas, muchos problemas; y eso, eso era lo único que quería evitar a toda costa, pero tal parecía que, no había escapatoria alguna, tenía que enfrentar dicho "contratiempo". Mientras que Camus, igual, estaba algo nervioso, pero ya tenía un plan maestro perfectamente calculado, y lo que más deseaba era que funcionara, y, sobre todo, que, como lo supuso, el sueco aceptara, su mente ya lo había engañado una vez, y no estaba dispuesto a averiguar si era capaz de engañarlo una segunda
Muerto de nervios, el pelirrojo encontró la manera de empezar una plática "normal" — Afrodita, ¿cierto? — El mencionado solo asintió — Iré directo al grano, claro, si no te molesta... sentiste algo por el chico de hace unas horas, ¿cierto? — Camus apenas podía respirar, a causa de los nervios
El sueco estaba sorprendido, no, qué digo sorprendido, más bien, se quedó atónito, inmóvil, sin palabras, ¿Había escuchado bien?, eso era imposible, simplemente imposible, solo intentó reprimir un ligero sonrojo, aunque, sin éxito alguno, sin previo aviso, uno de esos odiosos impulsos que te hacen actuar sin pensarlo varias veces, hizo lo suyo, dejó salir a la luz la verdad...— Ah, ¿hablas del amigo de Shura?... para nada — Dijo el peli celeste
El francés intentaba parecer tranquilo, pero, aunque lo aparentaba muy bien, tú y yo sabemos que no era ese el caso — Por favor, todos lo vimos, no tienes por qué ocultar la verdad, o... al menos no conmigo
Afrodita no pudo decir nada, simplemente escuchó atentamente las palabras del chico
— Veamos, tú como yo, sabes por qué estoy aquí, ¿cierto? — Decía entreabriendo sus labios aquel pelirrojo
El sueco sabía a la perfección porqué ese joven había puesto un pie en su casa desde la primera vez que lo vio, pero, ¿qué le diría?, "Sí, lo sé, y ni si quiera te conozco, aléjate de mí", no sonaba tan mal, y si era capaz de decirlo, pero, ante todo disimular, como dicen por ahí — Eh, sí — Apenas pudo articular esas dos simples sílabas
El escuchar esas palabras, hacía todo más fácil de lo que el menor tenía contemplado — Entonces, sabes acerca del intento de "relación" que nos obligarán a tener, ¿o, me equivoco? — Afrodita estaba tan sorprendido que solo pudo asentir — De acuerdo, entiendo, y ahora, tú quieres a ese joven... te enamoraste de él, ¿cierto? — Dijo algo aliviado, e incluso hasta de cierta forma "feliz" aquel pelirrojo
"¿Se puede saber qué pasó aquí?", decía para sus adentros el pobre peli celeste, hasta hace escasos minutos, pensaba que él era como cualquiera de las aburridas y vacías personas con las que había sido obligado a "convivir" durante toda su vida, y ahora resultaba que el joven Flourite era, quizá, más parecido a él, de lo que alguna vez llegó a creer
— Alto, ¿cómo sé que puedo confiar en ti? — Decía con cierta seriedad el mayor
— ¿No confías en mí? — Exclamó el pelirrojo
— Acabo de conocerte, ¿tú qué crees? — Decía Afrodita aun conservando su tono y su postura
— Ah, supongo que tenemos que empezar de nuevo... Soy Camus Fluorite, segundo heredero de la 'prestigiosa' familia Fluorite, he vivido rodeado de tediosas reuniones, así como, de eventos de todo tipo, llenos de deplorables, caprichosas y egoístas personas con 'extravagantes' gustos, todas y cada una, fingiendo lo que es considerado como una sonrisa forzada por muchos, y, bueno, hipocresía para unos cuantos más, te puedo decir que, a pesar de que materialmente hablando, lo tenga todo a mi disposición, no lo tengo nada, todo esto me parece un espectáculo o hasta un negocio interminable de "ganar-ganar", dinero, fama, prestigio, básicamente lo único importante en el círculo social en el que estamos metidos, y, bueno, hablando de mí, tengo 19 años, simplemente quiero poder disfrutar un poco más de mi vida juvenil, pero si quiero eso, primero tengo que salir de este 'pequeño contratiempo', entonces, ¿Qué dices? — Camus, lo había estado observando toda la tarde, y pudo percatarse de las miradas que se lanzaban él y sus progenitores, de las formas de hablar, y lo poco que dejó ver, su forma de pensar, por lo que no vio problema alguno en ser sincero con él
Y él peli celeste, bueno, él, estaba más que sorprendido al escuchar esas palabras, y por alguna razón, supo que decía la verdad, por lo que dejó que una gratificante sonrisa se formara en su rostro — Afrodita Lindberg, se podría decir que soy 'la primogénita' y 'la heredera legal' de todo esto, todo lo que lleva mi deplorable apellido, te puedo decir que, veo toda mi vida como si ya la hubiera vivido, como un desfile lleno de interminables cenas y fiestas, con la misma gente aburrida y egoísta, junto con esa irritante plática vacía, pero, nada de eso es interesante... tienes 19 años, tanto a ti como a mí nos queda una vida por delante, y no quiero que la desperdicies, así que, por lo visto, ¿Tenemos un trato? — Afrodita, tenía que ser sincero con el joven, ya que él pelirrojo mismo había sido así de honesto con él, y además, no sé veía que estuviera mintiendo, no parecía ser ese tipo de personas, además lo que lo había impulsado a confiar en él, fue su casi inquebrantable intuición, puesto que, como todo nacido bajo la constelación de piscis, la tenía demasiado desarrollada
Camus estaba sorprendido, se quedó pensando unos cuantos minutos o quizá eternos segundos, antes de estrechar su mano con la de él sueco, pensó en todo, en las "consecuencias" que habría, pero, no le importó, siendo sincera, ya no era como que todo le importase mucho
Afrodita también estaba nervioso, mordía sus labios como loco, pero quizá por algún secreto presentimiento supo que tenía que hacer eso, por lo que pudo tranquilizarse un poco, para así después, ver cómo su mano era estrechada por aquel joven francés
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*Quiosco: Construcción abierta constituida por una cubierta sostenida sobre columnas y en ocasiones rodeada de una barandilla que se construye en parques, jardines y azoteas.
*Jacaranda: La jacaranda es un árbol originario de las zonas tropicales de América del Sur, específicamente de la región del Gran Chaco entre Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay. Flores violeta, tubulares, bisexuales, de hasta 5 cm, crecen en racimos apretados en la punta de las ramas. Flores con gran cantidad de néctar que atrae a numerosas aves e insectos
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Casi 4,000 palabras, eso es un nuevo récord, disculpen si es muy largo, pero no quería seguir procrastinando las escenas que tendrá el capítulo seis; por cierto, disculpen si las escenas de Dita y Ángelo no salieron tan acarameladas, fue... difícil, en fin. ¿No les emociona esto?, a mí sí, y mucho, de hecho con cada escena me emociono, como sea, espero hayas disfrutado el capítulo, y si estás leyendo esto, gracias, daré lo mejor por qué ésta historia sea de tu agrado
Por cierto, ¿Soy la única que se ríe cuando se usan pronombres femeninos para hablar de Dita?
En fin, nos leemos pronto, y, por si lo necesitas, te mando un cálido abrazo
10/04/2021
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