Capítulo VI
Era domingo en la mañana, el sol comenzaba a asomarse y un auto deportivo rojo se encontraba estacionado en las cercanías de un pequeño y colorido barrio.
Jisung no había podido dormir en toda la madrugada por lo que había decido hacer algo no muy propio de él. El chico no era de salir temprano de casa o de interesarse en algo que no fueran las carreras de autos, pero esa mañana, se había alistado temprano y sin desayunar, se había dirigido al lugar donde horas antes había dejado a Minho.
Aún no sabía en cuál casa vivía el chico, pero se había propuesto seguirlo, sentía un extraño impulso, uno que lo había hecho un acosador de la noche a la mañana. Le intrigaba tanto aquel rubio, como se las arreglaba para vivir, cómo eran sus padres, porque su relación con Changbin era tan diferente a la de los demás, tenía miles de preguntas en su cabeza, y lo ocurrido el día anterior solo había provocado que le surgieran más y más; además, por lo que había observado, Minho no soltaría la lengua tan fácilmente ni lo dejaría entrar a su círculo más cercano. Así que ahí estaba, como todo un acosador esperando a su víctima y esperando la oportunidad para acercarse a Minho.
Las horas pasaron lentamente y el flujo de personas comenzó a ser mayor. Jisung no despegaba ojo del lugar por donde se había ido Minho; sin embargo, ya no estaba tan seguro de lo que vio ni de lo que escuchó, recordando la conversación de Changbin y Minho el día anterior en el bar.
-Estoy seguro que el enano de Changbin dijo que hoy Minho tenía que trabajar - dijo para sí mismo. Comenzaba a desesperarse pero en algún momento debía aparecer el rubio, solo debía esperar un poco más.
Alrededor de las nueve de la mañana, Minho se asomó por la esquina de la calle. El chico caminaba lento pero seguro con la ayuda de su bastón.
Jisung estaba bostezando ampliamente y ya estaba por desertar de su misión cuando lo vio acercarse. Se quedó observándolo detenidamente mientras pasaba a su lado. El rubio vestía unos shorts cortos color beige, un suéter azul cielo, calzaba unas tenis y medias blancas y cargaba un bolso café. ¿Cómo escogería la ropa para vestirse? Otra pregunta más en su cabeza.
Jisung esperó a que se alejara un poco antes de salir de su automóvil y seguirlo sigilosamente.
Minho caminaba tranquilamente, había salido con tiempo suficiente para llegar a su trabajo. Se detuvo en la intersección sin sospechar que alguien lo seguía unos cuántos metros detrás de él, escuchó el sonido del semáforo y con seguridad cruzó la calle, se sabía de pies a cabeza el camino. Caminó unas cuantas cuadras más hasta llegar a la biblioteca del distrito, subió las gradas de la entrada principal, entró en el lugar y saludó amablemente al guardia de seguridad y a la bibliotecaria.
-Buenos días.
-Llegaste temprano -dijo la señora levantando la mirada del libro que tenía en frente - ¡Oh cariño! ¿Qué te pasó en la cara? - dijo en un tono preocupado y levantándose rápidamente para acercarse al chico e inspeccionar más de cerca la cara del mismo.
-No es nada, me caí en el baño - mintió.
-¿Estás usando algún medicamento? - preguntó la mujer a lo que Minho respondió asintiendo con la cabeza.
-Estoy bien - afirmó. Escuchó cómo la puerta de la biblioteca se abría.
-Oh, buenos días - volvió a saludar la bibliotecaria a alguien que entró detrás del rubio pero nadie respondió.
-¿Ya ha llegado alguno de mis estudiantes? - preguntó Minho.
-Aún no cariño, puedes esperar donde siempre.
-Muchas gracias - dijo cortésmente y se dirigió a la sección de niños.
Jisung que había entrado detrás del chico y sólo había asentido con la cabeza cuando lo saludó la señora que se encontraba detrás del mostrador, buscó asiento en las mesas cercanas a la sección de niños, así podría observar mejor.
El tiempo transcurría sin que Jisung se percatara al respecto, había observado a Minho sin perder detalle. Pronto descubrió que el rubio impartía clases de braille a niños con discapacidad visual como él e incluso los padres de familia participaban de las lecciones para ayudar a sus hijos. Se sentía extraño, ver aquella faceta del rubio le provocaba muchas sensaciones especialmente ternura y admiración. Había decidido ir a hablarle después de que el rubio terminara su trabajo, incluso se ofrecería a invitarlo a comer y luego llevarlo a su casa, inventaría una excusa del porqué estaba ahí.
El chico aún se encontraba sumergido en sus pensamientos sobre cómo abordar al rubio cuando vio a Changbin entrar a la sección de niños, saludar a los presentes alegremente para luego sentarse junto a Minho. El rubio sonrió ampliamente al escuchar a su amigo, por alguna razón aquello molestó a Jisung.
Unos veinte minutos más tarde las clases habían finalizado y Changbin ayudaba a Minho a recoger sus cosas. Jisung se escondió detrás de uno de los libros que había tomado de las estanterías para disimular, cuando los chicos salieron del área de niños en dirección a la salida. Se levantó disimuladamente y los siguió lo suficientemente cerca para escuchar la conversación.
-¿Qué te pasó en la cara? - preguntó el pelinegro mientras examinaba muy de cerca a su amigo. Jisung frunció los labios en señal de disgusto por la cercanía de ambos chicos.
-Solo tropecé en el baño - volvió a mentir - Gracias por no mencionar nada frente a mis alumnos.
-No hubiera sido profesional, pero admito que me preocupó bastante ver tu rostro hinchado y esas heridas en tu boca, además... - dijo haciendo una pausa y agarrando la mano del chico.
Jisung tensó los músculos de su cara ante aquel toque - ... no me quieras engañar, sé que no te tropezaste, esas heridas no son de una caída.
Minho sonrió avergonzado.
-Nunca te puedo engañar Binnie - dijo suspirando - unos tipos me atraparon saliendo del bar y me empezaron a molestar, eso fue todo.
-¿Eso fue todo? - sonaba molesto - ¿Qué más querías que te hicieran? ¡Mira cómo te dejaron esos imbéciles! ¿Quiénes fueron? Y no me mientas Lee Minho, deben pagar por lo que te hicieron.
Changbin acarició dulcemente la mejilla de Minho. Jisung se debatía en su interior de ir y separar al pelinegro del rubio pero sabía que no tenía derecho a nada por lo que se contuvo.
-Binnie, ¿sabes que no puedo ver cierto? - dijo Minho sonriéndole - Así que no tengo idea quiénes eran.
Changbin resopló - Lo siento, yo no... por eso no quería dejarte ahí solo. ¿Cómo lograste zafarte de esos tipos?
Jisung se acercó un poco más, aquella respuesta le interesaba.
-Hmmm... - meditó el rubio antes de responder sinceramente - Un chico los vio y me ayudó.
-¿Qué un desconocido te ayudó? - preguntó incrédulo. Sabía que aparte de él, nadie más le hablaba a Minho y mucho menos ayudarle. Jisung se molestó ante aquella reacción.
-Si... Fue muy amable.
-Lee Minho, ¿cómo qué amable? - dijo ya enojado - ¿Y si te busca para después sacar provecho de ti?
Jisung no daba crédito a sus oídos, él no planeaba sacar ventaja de aquello, seguir al rubio y aprovecharse de él eran dos cosas completamente diferentes. La única ventaja que aprovecharía de aquella situación era poder conversar con él rubio, acercarse más a él, incluso más de lo que estaba aquel pelinegro. La lucha en su interior se hacía cada vez más grande, como deseaba ir y darle una buena patada al pelinegro para que dejara de ser tan estúpido.
-No lo creo Binnie, ni siquiera sé su nombre.
¡Mierda! Exclamó Jisung en su interior, ahora se sentía realmente estúpido. Nunca le mencionó su nombre a Minho, cómo se empezarían a hablar si el rubio no sabía que él fue quien lo salvó.¡Bravo Han Jisung! Eres todo un genio, se reprendió internamente.
-Eso es aún más extraño, no le hables ni te acerques a ningún desconocido - lo sentenció el pelinegro.
¿Qué? ¿Y ese quién se creía que era? Tenía que idear un plan para alejar al pelinegro o jamás podría acercarse a Minho.
Jisung se encontraba sumido en sus pensamientos que no había percibido el cambio de conversación.
... Y entonces me dijeron que ya había pasado el peligro, pero tengo que llevarlo regularmente a citas médicas - decía Changbin más tranquilo.
-Entonces, ¿No deberías estar con tu papá en lugar de aquí? - preguntó Minho.
-No, él mismo fue el que me pidió que viniera a acompañarte, sabe que nuestro día son los domingos por lo que no quería atrasarme - dijo el pelinegro tomando el brazo de Minho.
¿Qué está pasando? ¿Cómo qué los domingos es el día de ellos? ¿Por qué lo toca con tanta facilidad?. Toda clase de preguntas bombardearon la cabeza de Jisung nuevamente, pero de algo estaba seguro, Changbin había arruinado todos sus planes de acercarse aquel domingo a Minho.
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