Cap. 11
En el camino Lauren prepara en su mente un cuestionario para Kearrents, piensa cuidadosamente cada pregunta que hará pero antes debe hacer algo muy importante.
-Gracias… -murmura sin mirarlo.
-Solo hice mi trabajo. –dice Kea sonriendo mientras camina a su lado.
-Creí que los ángeles eran… -comienza pero no sabe cómo seguir –Creí que tenían alas.
-¿Ya habías conocido a uno antes? –pregunta mirándola de costado.
-Bueno… no.
-Entiendo –sonríe de costado –Pero si tengo alas.
-¿Y dónde están? –pregunta Lauren mirando su espalda y luego cruzándose de brazos –Ya sé, son invisibles. –murmura acercando su mano.
-No y solo las uso si es necesario. –Kea le explica volteando.
-No te creo. –dice dudosa juntando las cejas.
-Sígueme, te mostraré algo. –él toma su mano y ambos caminan hasta llegar a una plaza. Lauren se queda sentada en un banco mientras piensa en los profundos ojos marrones de Kearrents y en sus manos entrelazadas.
Entonces algo llama su atención, él trepa por un árbol y arranca un gajo grueso –Esto servirá. –dice mirando la rama, luego comienza a buscar algo por el suelo. Una roca.
-¿Qué haces? –dice ella mirándolo con atención, él pela la rama y lo hace como un bate.
-¿Alguna vez te preguntaste qué son las estrellas fugases? –habla mientras camina a campo abierto.
-Bah… cualquiera sabe qué son las estrellas fugaces. –responde acercándose.
-Bien, toma esto. –Kea le entrega la piedra entre sus manos y se aleja un par de metros.
-¿Qué hago con esta mierda? –dice un poco impaciente.
-Lánzalo lo más fuerte que puedas. –contesta él colocándose en la posición de un bateador.
-¿Lanzarlo? –repite confundida.
-Sí, fuerte.
Lauren mira la piedra y se encoje de hombros, entonces prepara su brazo derecho y tira la roca con todas sus fuerzas, la piedra recorre rápidamente la distancia y cuando se acerca a Kea, él la golpea con la rama haciéndola volar hacia el cielo oscuro.
-¡Sí, así se batea! –festeja dando un salto y luego camina hacia Lauren.
-¿Y? ¿Eso es todo? –pregunta ella alzando una ceja.
-Mira. -murmura él mientras indica con su dedo hacia arriba.
-Wau… -ella queda mirando el estrellado cielo y entonces ve pasar una estrella fugaz -¿E-esa es…? –balbucea muy sorprendida.
-Sí, es esa piedra. –lo confirma.
-Es increíble. –murmura Lauren al sentarse en el césped y admirando el cielo.
-Bueno, la peor parte se lo llevo a rama. –habla Kea mirando el pato roto, partido por la mitad, por el fuerte golpe. Él observa la rama y luego la tira lejos.
-Lauren… -dice él mientas se sienta a su lado con sus brazos apoyados sobre las rodillas -Quiero saber algo.
-¿Sí?
-¿Por qué Zariam y tú se odian tanto? –pregunta con un tono ingenuo.
-No contestaré eso, es un problema entre ella y yo, por favor no te metas. –dice seria.
-Debo saber porque pueden lastimarse entre sí y eso no puedo permitirlo. –Kearrents insiste pero ella solo guarda silencio con su mirada abajo -Mírame. –pide él.
-¿Qué? –en ese momento Kea toma delicadamente el rostro de Lauren conectando sus miradas.
Los ojos de Lauren son azules como el mar, con un brillo celestial y bien delineado por el maquillaje. Su corazón salta de la emoción aunque no puede creer que con una sola mirada él la haya enamorado tan profundamente.
En toda su corta vida jamás pensó enamorarse tan fuerte de alguien que acababa de conocer. Kearrents era como el prototipo del chico de sus sueños; hermoso, adorable, protector, simpático, sincero. Tenía todo lo que una chica quiere.
Y el que le haya prometido que la iba a proteger aumentaba los latidos de su corazón. Sin duda ella quiere probar sus labios y lo intenta una vez más. Avanza decidida con ese propósito pero Kea se aleja al mismo tiempo.
-¡Qué sucede contigo! –le grita ella molesta. Demasiado.
-¿Qué? -pregunta despistado.
-¡¿Por qué no quieres besarme?! –dice enojada.
-Ya lo hice. –le recuerda.
-No, en la boca. –ella no pude creer que el tipo no capte.
-¿Por qué?
-Eh… ¡¿Entonces por qué me miras así, a los ojos?! –Lauren no le queda nada de paciencia, está a punto de mandarlo al carajo.
-Estoy tratando de averiguar sobre ti pero es difícil leerte, al igual que Zariam.
-¿Leerme?
-Sí, así puedo ver por lo que has pasado y estás pasando. –dice mientras se recuesta en el suelo con los brazos detrás de la cabeza para mirar las estrellas.
-¿Qué? ¿Y si pudo saber que yo…? –piensa Lauren estando muy nerviosa, es posible que esté sonrojada.
-Solo sé que sientes tristeza y soledad. –le explica Kea mirándola de costado.
-¿Enserio? –habla ella arqueando una ceja, pero en parte es cierto.
-Vamos, es muy tarde y tengo que llevarte a casa. –él se levanta y le extiende la mano para ayudarla a levantarse.
La chica se queda mirándolo pensativa por un momento y luego toma su mano.
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