Capítulo 1: El inicio del Ragnarok
Heimdall explicaba las reglas de los combates después de motivar a los espectadores, eran sencillas, luchas a muerte, en otras palabras, el ganador se decidía con la aniquilación del otro.
Inició la presentación de los contendientes.
Heimdall: —¡El primer combate! ¡Los dioses serán representados por él! ¡Ese hombre! ¡Ese gran hombre no conoce el temor! ¡Ustedes saben quién es! ¡El encargado de encadenar a Fenrir, y quien sacrificó su mano por el bien de todos!
Los espectadores humanos temblaban del miedo, algunos ya sabían de quién se trataba, y quienes no, no lo necesitaban, esas palabras bastaban. Una oleada de decenas de guerreros nórdicos avanzaron por la puerta, abriéndose paso entre ellos, el contendiente.
Heimdall: —¡Su Tyrfing puede rebanar los cielos y los glaciares! ¿Quién mejor para pelear que él? Esto es su vida, su dominio, lo que representa ¡El nórdico mas valiente y justo! ¡El legislador de la guerra! ¡El dios Tyr!
[Primer representante de los dioses, Tyr, Nórdico]
Tyr: —¡Ha¡ ¡Ha! ¡Ha! ¡Ése soy yo!—gritó animado estirando los brazos a los lados, los espectadores de los dioses aclamaron su nombre, él seguía recibiendo las ovaciones con alegría.
Se paró en medio de la arena, con su espada clavada en el suelo.
Al ver la robusta e imponente figura del dios, los humanos no hicieron nada más que temblar. Temía por su existencia, por su salvación. El miedo se apoderaba de cada partícula de su cuerpo, y los impulsos nerviosos hasta la médula les hacían castañear los dientes. El regocijo de algunos dioses menores no se contenía al ver a la humanidad temerosa, pero una atronadora y tranquila voz detuvo las carcajadas.
¿¿??: —¡Alto! ¿Dioses comportándose como humanos? Demuestren su honor... humanos, no deben temer, la persona que alegó a favor de ustedes habrá escogido bien a su peleador... Guarden paciencia, la cual es una virtud que nuestro creador les otorga si la aceptan, tengan fe y esperanza en que su destino puede cambiar.
Quien había hablado tranquilizó las almas de todos los presentes, y relajó la actitud arrogante de los dioses.
Espectador: —Señor... —dijo uno de los humanos dirigiéndose a él, apreciaba boquiabierto sus alas—. Usted....
¿¿??: —Yo soy Miguel, el líder de los arcángeles.
[Arcángel Miguel, Celestial]
Las tropas de Tyr se posicionaban alrededor de la arena, el silencio volvió a reinar para que Heimdall presentara al peleador de los humanos.
Una gran multitud vestida de ropajes blancos y holgados se abrió paso, algunos llevaban turbantes níveos en sus cabezas que resaltaban su piel morena, emanaban pureza y humildad, lo que el blanco representaba. No necesitaban hacer un gran estruendo para anunciar su llegada, de eso se encargaría por sí solo el anunciador.
Heimdall: —¿Siete millones de años de existencia acabarán así sin más? ¿Pasarán al olvido todos esos años de sacrificio?
Entre la gran multitud, un hombre de 1.65m fue resaltando entre los demás con ropajes albos, no era joven, su edad ya tenía mucha edad. Probablemente ni siquiera podría pelear.
Heimdall: —¡Ése hombre encarna la humildad y dedicación humana! ¿Quién más aparte de él podría pacificar esta atroz guerra entre humanos y dioses?
Un anciano calvo, de piel morena y anteojos avanzó dejando atrás a sus acompañantes.
Heimdall: —¡Uno de los políticos más grandes de toda la India!
Mohandas Gandhi sonreía pasivamente con las palmas juntas hacia el imponente dios de la guerra.
[Primer representante de la humanidad, Mohandas Gandhi, India]
Rabindranath Tagore: —Mírate... querido amigo... tras tu lucha por la India, ahora lucharás por todos nosotros.
Laksmidas Gandhi: —¡Hermano! ¡Defiende tus ideales!
Karsandas Gandhi: —¡Firme ante todo! ¡Por la India!
El anunciante del apocalipsis se paró entre ellos dos, se veían a la distancia con expresiones completamente diferentes.
Heimdall: —¡Están listos!
Dentro de sí, el nórdico presentador casi lloraba de emoción.
—Durante mucho tiempo esperé este día... finalmente mi cuerno... —pensó.
Tomó aire y exhaló hasta la última parte de su aliento en el Gjallarhorn, inaugurando el Ragnarok.
Heimdall: —¡Ahora¡ ¡Finalmente empieza la pelea por la salvación humana!
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