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𝗔𝗖𝗧 𝗢𝗡𝗘. 𝘛𝘩𝘦 𝘔𝘰𝘯𝘴𝘵𝘦𝘳𝘴.

—A C T O          U N O—

Los Monstruos.

EXISTÍAN MILLONES DE SIGNIFICADOS O DEFINICIONES AL MOMENTO DE CITAR LA PALABRA "MONSTRUO" y es que mayormente el término era utilizado para hacer referencia a una criatura oscura cuyo aspecto era sumamente espeluznante, por lo que lograba ocasionar que los bellos en nuestra piel se erizaran; también podía referirse a aquello que nuestra mente humana no alcanza a comprender o simplemente podría ser una persona común y corriente con intenciones "buenas", que en realidad en el interior eran más que abominación a oídos humanos o no terrestres.

Las descargas eléctricas alrededor del peculiar sistema de una chica de residencia espacial, hacían que éste ardiera con locura al punto de que sus ojos lagrimearan y sus mejillas se empañaran de aquel líquido salino como respuesta a su dolor. La fémina aprieta sus dientes con ferocidad haciéndolos rechinar, a la vez que deja escapar por sus labios un sinfín de quejidos mientras se remueve en su lugar, tratando de que las cadenas que la ataban la dejaran libre de toda aquella tortura que estaba viviendo a manos de un terrible ser humano.

—Continúen—Ordenó un hombre de cabellos azabache mostrando imponencia a sus empleados—Sólo así aprenderá y me dará lo que necesito.

Carlton, un empresario sumamente poderoso y a quien no le importaba en lo más mínimo hacer un trabajo sucio o el medio ilegal que tuviera que usar con tal de obtener todo aquello que quería, emitió dicha orden.

—Pero señor, esto es peligroso, podría acabar con el sujeto 001, ¿de verdad hay que arriesgarnos?—Cuestionó la doctora Skirth con notable preocupación en su rostro y voz.

A pesar de su pequeño lapso de compañía para con la otra, la especialista había desarrollado un amor de hermandad hacia la mujer no terrestre, con quien esperaba aprender de su peculiaridad, sus características y el lugar dónde residió alguna vez. Ni en un millón de años Dora se imaginó que las cosas serían completamente opuestas a lo planteado por Carlton en un inicio, pues de sonar a hermosas fantasías de ayuda al prójimo terminó siendo lo siguiente: extraer su sangre, golpearla, experimentar con seres humanos y mucho más.

—Hay más como ella ocultos en el espacio, Doctora —Habló con simplicidad el hombre que a su vez sonrió tétrico—Traeremos a los que sean necesarios.

Una chica de piel azulada se encontraba dentro de un enorme cuarto conformado mayormente por ventanas de cristal blindado, mientras los guardaespaldas de la persona al mando custodiaban sus alrededores con armas en sus manos y bolsillos en caso de que las cosas se salieran mal.

La alienígena se encontraba sentada en una silla de plástico color oscuro, con sus manos y piernas atadas en la parte trasera y delantera respectivamente. Un collar de un material metálico rodeaba su cuello, brindándole las descargas eléctricas que tanto lastimaban su ser cada vez que lograba desobedecer a su "superior". Si debía ser sincera, se estaba cansando de esa lugar y de existir.

Pero tenía que ser fuerte, debía conseguir su libertad, había añorado eso desde hace muchos años antes de caer en ese particular planeta que escuchaba ser llamado como "Tierra". En cuanto la primera oportunidad se cruzara en su camino haría hasta lo imposible por escapar, incluso si eso implicaba eliminar la piedad de su vocabulario, porque ya nadie la merecía.

¿No?

—¡Preparen al simbionte!—Ordenó Carlton alzando el tono de su voz en la enorme habitación.

El ritmo cardíaco de la chica se aceleró, sus sentidos y miedos se manifestaron al instante luego de que las memorias de algunos Klyntar que le causaron terror, hicieran eco en su cabeza como un disco que repetía una y otra vez un contenido en específico.

—No sabes lo que estás haciendo—Le dijo.

Carlton la observó curioso y triunfante por su hazaña conseguida—Vaya, después de todo si puedes hablar—Sonrió con narcisismo.

Dos hombres uniformados introducían a la habitación un contenedor en forma de cilindro, donde una masa viscosa de color negro se retorcía incansablemente. Los ojos avellana de la chica se enfocaron en éste desconocido ser para el ojo humano, inspeccionando una y otra vez el constante movimiento del simbionte. Los hombres uniformados salieron, sellando la puerta detrás de sí. Ella forcejeó desesperadamente en un interno de liberarse, fallando olímpicamente en el intento.

Esas cosas eran de las muchas tormentas y pesadillas que la perseguían cada vez que cerraba sus ojos, recordándole la razón por la cual ya no tenía un hogar.

Ni una familia.

Carlton, junto a los doctores, observaba con intriga y expectación los movimientos de sus "sujetos de prueba".

—Quizás sí me dices donde encuentro a más personas como tú, yo podría liberarte—Ofreció Carl.

La fémina rió socarrona ante el intento fallido del azabache por negociar, cosa que lo enfureció—Seré del espacio, pero no una tonta—Dijo ella mirándolo furiosa—Y eres un enfermo al querer negociar con mi vida, ¿y sabes qué? No me importa morir, es mucho mejor que estar aquí o en cualquier otro maldito lugar.

El líder del lugar frunció el ceño con algo de gracia—Pará ser éste el primer encuentro entre humanos y vida alienígena, esperaba más—Expresó con fingido dolor mientras sus labios formaban un puchero.

—Pues me da igual si no cumplo con tus expectativas, tú tampoco lo haces son las mías—Fingió una sonrisa.

Carlton la ignoró, o al menos trató, pues no quería desenfocarse de lo que realmente importaba. Además, la chica le había dado justo en el ego, por lo que olvidar sus palabras sin duda alguna no sería tarea fácil—Su tecnología es fascinante, gracias a eso que tienes aquí... —Señaló su cuello, donde una pequeña pieza en forma de triangulo y de color grisáceo se encontraba incrustada—Entiendes nuestro lenguaje, ¿no?—Cuestionó con curiosidad sonando más como una afirmación para todos los presentes en el lugar—En la tierra, quien mejores ideas tiene, más ganan y más producen. Quiero lo mejor para todos—Su mano derecha fue a parar hasta su barbilla mientras pensaba un poco— ¿Cuál era tu nombre?

—Quieres poder, igual que todos—Corrigió ella—Y no tengo por qué decírtelo.

El azabache suspiró frustrado y chasqueó los dedos, dando el poder para ejercer el mandato de hace algunos instantes—Está cosa es irritante—Murmuró.

—Eres un hijo de... —Masculló entredientes la castaña antes de ser interrumpida.

—Comiencen—Ordenó ya cansado y fastidiado de la situación.

—Pero, Señor...

—¡Es una orden!—Exigió exaltado.

La Dra. Skirth caminó hasta un escritorio, donde observó fijamente el botón del teclado que sobresalía y liberaría a la extraña masa viscosa. Su visión va rápidamente a la chica, encontrando en su mirada el reflejo absoluto del miedo que siente en ese momento y la desesperación que anhela por escapar de ese lugar.

—¿Y bien?—Preguntó Carlton posicionándose a su lado al ver la duda plasmarse en su mejor científica.

Dora redirigió su vista al botón dando un suspiro con pesadez, antes de presionarlo.

La criatura viscoza de color oscuro se movió rápidamente hacía la chica cual cazador acechando a su presa, y como reacción ella comenzó a retorcerse ante el inútil intento de querer escapar. Aquella viscosidad se deslizó por la superficie del suelo hasta subir lentamente por su pierna derecha e ingresó instantáneamente a su sistema causando que se le erizará la piel. La chica gritó horrorizada cuando la masa viscosa se unió a ella para formar instantáneamente la simbiosis entre ambos.

"Esto se ve apetitoso". Habló el simbionte al observar uno de sus hígados.

"Vete al carajo, asquerosa baba negra". Le respondió ella con mucho asco. Demasiado a decir verdad. No es como que a menudo cualquier ser baboso o viscoso pudiera tener acceso o control de su cuerpo.

Una risa de parte del simbionte oscuro se escuchó en el interior de sí. "Venom". Corrigió. "Y tengo algo de hambre". Mencionó haciendo que la vista de la chica se pose, de manera forzada, en Carlton y compañía: esas eran sus presas ahora.

Debido a la simbiosis instantánea y permanente que ambos habían conseguido, Venom tuvo acceso absoluto a la fragilidad de la fémina, por lo que decidió tomar ventaja de ello para que ambos pudieran escapar de aquel espantoso lugar. La chica dio un grito en su posición al sentir un inmenso dolor en su cuerpo, a la vez que de ella se desprendía un aura de color azul que terminó rompiendo la habitación que la mantenía prisionera.

"Uy, mi error". Lo escuchó __________ decir desde el interior con cierta diversión.

Carlton y compañía se cubrieron con rapidez en respectivos puntos de la habitación, evitando que algunos de los trozos de cristal provenientes del vidrio se inscrustaran en sus cuerpos.

Las cuerdas que ataban a la chica se rompieron sin dificultad alguna gracias a la fuerza que el simbionte ejerció al tener el control. Cuando Venom estuvo apunto de quitarle aquel collar eléctrico, un fuerte estruendo resonó en el lugar, haciendo que el simbionte dé un grito agonizante por la intensidad del sonido, causando que la chica y los presentes cubrieran sus oídos con las palmas de sus manos para tratar de anular dicha sonoridad; y al final de todo eso, la castaña cayó de rodillas al suelo mientras se abrazaba y temblaba, pues gracias a su unión con el simbionte y sus poderes, podía sentir el mismo dolor que la criatura viscosa en su interior.

—¡Detente! ¡Para ya!—Exclamó ella entre el dolor. Y dispararon. Tres dardos se incrustaron en sus brazos y uno fue a dar a su cuello. No pasó mucho tiempo cuando el efecto de los sedantes la aturdió y su cuerpo perdió las pocas fuerzas que tenía, haciendo que se golpeé de frente contra el suelo.

Venom salió del organismo de la chica, se escabulló entre el suelo y un hombre uniformado terminó por encerrarlo rápidamente en un nuevo contenedor evitando así su escape, a lo que éste se removió con furia dentro del contenedor. Observó también, como la primera persona con la que se pudo completar una simbiosis diferente y peculiar era arrastrada sin ninguna delicadeza hasta una zona que era completamente desconocida para él.

Por otro lado, Carlton sonreía con satisfacción ante los recientes acontecimientos, pues había logrado que ella usará sus habilidades justo como la primera vez que la vieron hacerlo.

Tenía lo que quería.

No descansaría hasta obtener lo que quería.

Y no dudaría en usarlo para su beneficio.

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ᴅᴇғɪɴɪᴛɪᴠᴏ.

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©MANDALORIANA76

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