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CAPÍTULO 2

Después de un trayecto de alrededor de un par de horas, el Blackwing logró llegar a la ciudad.
Muchas cosas habían cambiado en Nueva York después de la caída de La Orden Carmesí, todos los edificios que pertenecían a dicha organización fueron destruidos, permitiendo un gran avance y evolución en aspecto tecnológico y social, todos aquellos que formaban parte del régimen ahora eran prisioneros por sus crímenes en contra de la humanidad. Si bien muchas personas aún no aceptaban la presencia de los Alterados como parte de la sociedad, la mayoría de ellos ahora tenían el completo derecho de ser aceptados como un igual. Y todo gracias a un pequeño grupito de jóvenes que se ocultaban en las alcantarillas.

El Blackwing fue directamente hasta el océano, en donde a kilómetros de distancia de la metrópolis se encontraba Terra Ignis, la base central de Los Defensores. Una gran isla artificial creada en los tiempos del Gobierno para ser utilizada como un centro de control, pero que ahora era el hogar de los Alterados. La aeronave comenzó a descender en medio de un claro en el verde bosque que formaba parte de la fauna de la isla, los motores se apagaron y se abrió la compuerta trasera.

—Hemos llegado, gente —avisó Cooper mientras transportaba a Quick en una camilla pues la batalla le había lastimado una pierna.

—Hola jefe, regresaron rápido.— Comentó Alicia Stone, una bella y joven chica que trabajaba en el cuartel de Los Defensores desde hacía un año. Durante una misión la conocieron, pues inicialmente era una física que trabajaba para una de las empresas más renombradas del mundo, pero gracias a su gran intelecto la convencieron de ser la encargada de todo el cuartel.

—No tuvimos muchos contratiempos—respondió Jack atendiendo a la joven de cabello castaño. Iron se les unió en el camino y los tres entraron en el cuartel. Una enorme estructura diseñada por Cooper, con un aspecto futurista y altamente tecnológico, pero que se adecuaba al entorno natural sin problemas.

—Estuve monitoreando el funcionamiento de el reactor principal, no parece tener fallas. También revisé el ''currículum'' de los aspirantes a nuevos héroes y debo decir que son muy prometedores —comentó levantando sus gafas para poder observar a detalle su tableta electrónica.

—De eso era de lo que quería hablarte, hay un par de sujetos que nos vendrían excelente para el equipo —mencionó Iron cuando llegaron al salón principal.

—No aceptaré peticiones de gente que busca unirse a nosotros, no somos una banda Pop —respondió Jack sentándose en un gran sofá de color negro.

—Eso no lo dicen sus coloridos uniformes —bromeó entre dientes la joven asistente, levantó la mirada hacia el par de héroes frente a ella, emitió una carcajada, y ambos rieron por igual después de intercambiar una mirada burlona.

—En fin, deberías reconsiderar sus propuestas, hay un grupo de sujetos que están haciendo un gran trabajo protegiendo las calles.

—Basta Iron, tengo que tomar una ducha y descansar un poco, deberían de hacer lo mismo. —Se levantó del sofá y caminó hasta su habitación. No sin antes alcanzar a ver como Pepper se despojaba del uniforme de heroína, descubriendo su muy atractivo y semidesnudo cuerpo. Ella volteó lentamente de reojo, y toda la puerta se cubrió de su brillante energía roja y se cerró de golpe. Jack siguió caminando hasta su habitación bastante apenado, al entrar, igual que su compañera se quitó el traje, e inmediatamente se tumbó directo en su cama cerrando los ojos para poder descansar, cuando recordó algo al instante y se levantó. Caminó directamente hasta sus desgastadas y sucias ropas, y encontró lo que buscaba. Aquella carpeta de los laboratorios Roderstrak, tomó el gran archivo y lo abrió.

Las hojas que contenía aquella carpeta estaban tituladas como El Proyecto Inhumano, y en ellas se encontraban múltiples escritos bastante detallados sobre sobre los sujetos de prueba. Al igual que sus habilidades. El primer sujeto que aparecía era un joven de veinte años llamado Jaime Blood, quien fue sometido a un experimento de aceleración celular, la cual le otorgaría capacidades extraordinarias. Habilidades adquiridas; super metabolismo, sanación acelerada, fuerza sobre humana, y sentidos aumentados.

Mientras Jack mas leía no dejaba de sentir un terror al ver las imágenes de los experimentos, tanto fallidos como acertados. El segundo sujeto de prueba, Jannet Blood, hermana de Jaime. Sometida a distintas pruebas control psíquico, habilidades adquiridas; piroquniesis, sanación acelerada, fuerza y resistencia sobre humana, y capacidad neuronal avanzada.
Después de leer sus descripciones, y todo sobre los hermanos, siguió un apartado con un listado de Prototipos, los cuales fueron experimentos fallidos, que culminaron en un resultado poco satisfactorio o en la muerte. No había mucho, solo un pequeño grupo de nombres pertenecientes a los prototipos aún con vida; Wallace, Verónica y Dimitri, eran los únicos que ahí estaban.

Jack cerró la carpeta y se metió a bañar, poco después de un merecido y reconfortante baño, tomó su celular y encontró un par de mensajes de Gwen. Sonrió al ver que ella lo estaba esperando, se vistió con rapidez y salió de la habitación. Atravesó la sala principal y vio como Los Defensores pasaban el rato. Quick y Cold jugando pig pong, Barry y Cooper realizando un experimento, Iron mirando la televisión, pero Pepper no estaba.

—Me voy, chicos, nos vemos en un par de días. —Se despidió Jack y tomó una llaves.

—¡Acaba con ella, tigre! —gritó Quick con un trozo de pizza en la boca. Jack sonrió y salió al bosque.
Pepper estaba practicando, pues estaba intentando lograr levitar, y lo estaba logrando, fácilmente su energía le permitía mantenerse en el aire durante un par de minutos.

—¿Te vas sin despedirte? —habló en el aire, entonces pareció perder la concentración y cayó de sentón al suelo.

—Volveré en un día o dos —la ayudó a levantarse.

—¿Puedo convencerte de que te quedes? —lo miró con una leve sonrisa y pasó su mano por su mejilla.

—No hagas esto, Pepper, ya lo habíamos hablado. —Apartó suavemente su mano —. Además no me iré por siempre.

Ambos comenzaron a caminar a través del camino lleno de árboles, y un atardecer rojizo que pintaba el cielo. Jack caminó hasta una motocicleta y la montó, se colocó el casco y miro a Pepper.

—¿Saldrás con ella? —preguntó al tiempo en que un enorme puente elevadizo emergía del agua y le permitía el paso hacia la ciudad.

—Sí —Respondió mirándola con cierta incomodidad, ella suspiró y sonrió ligeramente.

—Sabes que no dejaré de intentarlo —comentó cruzando los brazos sin dejar de lado su sonrisa.

—Eso es lo que te caracteriza, Pepper, nunca te rindes con facilidad —encendió el motor, y condujo a través del puente dejando atrás la isla con rapidez.

—Sigo pensando que necesitamos un servicio de taxi aquí —comentó para sí misma y volvió al entrenamiento.

El viento de la tarde soplaba con tranquilidad y hacía que las olas dieran un panorama perfecto con el océano pintado de rosa y la ciudad acercándose cada vez más.

Rápidamente llegó a las calles, la motocicleta la había creado Cooper, así que tenía la particularidad de ser mucho más veloz que el promedio, pero segura a fin de cuentas. La ciudad estaba hermosa esa noche, las luces hacían que todo pareciera perfecto, y la gente se movía con completa naturalidad y seguridad.

Condujo un rato hasta llegar a un vecindario bastante lujoso, hacía tiempo que Jack no la visitaba, así que no recordaba muchas cosas, y mucho menos el aspecto del lugar donde vivía, al menos luego de mudarse de los departamentos.
Estacionó su motocicleta a una orilla de la calle, tomó el ramo de rosas que le compró de camino ahí, caminó hasta su casa y tocó el timbre. Rápido la puerta se abrió, y estaba Richard, el hermano menor de Gwen.

—Hola, amigo —Jack saludó al pequeño que jugaba con una consola de videojuegos portátil.

—¿Tú eres el novio de mi hermana? —preguntó sin dejar de jugar.

—No, no, Gwen y yo solo somos amigos —respondió con un toque de nerviosismo en su voz.

—Te lo pierdes, no creo que ella piense lo mismo —el comentario del niño logró generar una sonrisa en el rostro de Jack. Al igual que recordarle todos los sermones que Iron le decía siempre.

—¡Richard, déjalo pasar! —soltó Norma, la madre de Gwen, muy pocas veces Jack tenía la oportunidad verla a ella.— Hola, Jack.

—Hola, señora, ha pasado mucho tiempo.

—Y que lo digas, ¿no te he visto en cuánto, casi un año? Te veo más guapo que la última vez, ¿qué has estado haciendo? —preguntó al verlo completamente distinto.

—Muchas gracias, señora, usted también se ve excelente —respondió agraciado y con total respeto—. Estuve de viaje un tiempo, ya sabe, conociendo el mundo.

—Muy bien, jovencito, oye ¿te gustaría pasar? Creo que Gwen tardará un poco.

—No quiero ser un inconveniente.

—Tonterías, pasa —le abrió la puerta, y él entró.

—Thomas, él es Jack, el amigo de Gwen —le presentó formalmente a su padre, un hombre de cuarenta años aproximadamente, piel blanca y cabello rubio como ella.

—Mucho gusto, señor —saludó con cortesía a su padre.

—Jack, es un gusto —correspondió el saludo—. Dime, ¿te he visto antes, me pareces familiar? —analizó su rostro.

—Pues tal vez me recuerde cuando Gwen se mudó a mi edificio, creo que ustedes la acompañaban junto a la mudanza —respondió rascando su nuca con un poco de nerviosismo. Puesto que cada vez que salía con su alias de Sight procuraba utilizar el visor que amplificaba sus habilidades, tanto para las misiones, como para no ser reconocido.

—Recuerdas eso, tienes una buena memoria. —Reconoció el padre de Gwen, pero no era cuestión de buena memoria, simplemente Jack no podía olvidar el primer día que la vio llegar. Ese día observó a la chica más hermosa que en su vida había visto—. Debe ser eso, ¿por qué ya no vives en esos departamentos? Gwen nos contó que desapareciste repentinamente y que tu apartamento estaba acordonado como si hubieras cometido un crimen —cruzó los brazos y levantó una ceja lleno de intriga.

—Había plaga de termitas, por eso el departamento de salubridad me hizo mudarme de ahí en cuanto antes. Pero ya encontré otro lugar para quedarme. —Sonrió y miró una mesa a lado de él en donde habían varias fotografías y medallas del ejército.

—Bueno, espero que tú y Gwen se diviertan —añadió finalmente al verla bajar. Obviamente Jack no ocultó su sonrisa, y nuevamente su corazón empezó a latir con rapidez. Se había cortado el cabello, ahora le llegaba a los hombros, y resaltaba su rostro y su delgado pero muy atractivo cuerpo.

—Hola —saludó ella con una voz que lo dejó helado.

—Hola —no hacía más que mirarla—. Oh, son para ti —le entregó el ramo de flores, y ella se sonrojó, las aceptó con gusto.

—¿Nos vamos? —sonrió y él asintió algo exaltado.

—Después de ti —ambos salieron de la casa, Jack se montó en la motocicleta y ella atrás de él, Gwen pasó sus brazos y con ellos envolvió el torso de Jack, haciéndolo temblar nuevamente. Encendió la motocicleta y ambos se fueron.



En un oscuro y deplorable callejón de la ciudad de Nueva York, dos figuras yacían entrando en el interior de una fábrica abandonada, llegando a un lugar que estaba completamente deteriorado por todo el óxido y la madera podrida al igual que el sonido de las ratas hacía que el lugar de viera mil veces más tétrico.

—Maldición Jaime ¿qué hacemos aquí? —bufó ella al pisar un charco de agua estancada.

—Ya te lo dije, recibí un mensaje de alguien que quería vernos aquí.

—¿Y aceptaste la invitación de un completo extraño solo por que te lo pidió por favor? —se cruzó de brazos y volvió a caminar de un lado a otro.

—Nadie, a excepción de esos malditos Alterados sabe que somos libres, si esta persona sabe que estamos afuera debe ser por algo —terminó seriamente, entonces, un pesado y aterrador sonido comenzó a escucharse en todo el lugar, un sonido parecido al caminar de un animal. Cuando de un largo y oscuro pasillo emergió una gigantesca monstruosidad; casi tres metros de altura, de complexión musculosa y una piel áspera y escamosa como la de un cocodrilo.

—¡¿Pero que mierda es eso?! —exclamó la pelirroja sacando un encendedor metálico y extrayendo todo el fuego de éste y llevándolo a sus manos. Aquel monstruo los miró con sus aterradores ojos amarillos, y sonrió con una enorme mandíbula llena de colmillos afilados como dagas.

—No sabía que era hora de comer —dijo aquella monstruosidad con una cavernosa y gutural voz.

—Un segundo... yo te conozco, eras uno de los sujetos de prueba que había en las instalaciones Roderstrak.—reconoció Jaime Blood a la monstruosidad, sonrió.— Mierda, amigo, en verdad eres feo.

Se rió a carcajadas y la bestia rugió, rápidamente corrió hasta él y arremetió con un zarpazo enorme que fácilmente pudo arrancarle la cabeza, pero Jaime corrió a toda velocidad y se alejó del monstruo en un par de segundos.

—Wallace, ¿cierto? —ese comentario logró que aquella abominación se enfureciera aún más, y sin notarlo atrapó al velocista con una gigantesca cola como la de un Caimán. Lo arrastró por el suelo y lo levantó hasta colocarlo en su rostro.

—Espero y sepas sabroso —abrió sus fauces, pero una bola de fuego le impactó directamente en el rostro— Genial, creo que estaré ocupado con un festín esta noche —le sonrió a Jannet Blood, y cuando los tres estuvieron a punto de comenzar una enorme batalla, una extraña energía de color verde los envolvió a todos, y como una fuerza paranormal los hizo separarse.

Nuevamente, de entre las sombras salió una chica de cabello oscuro y con mechones color púrpura, a quien le brillaban los ojos del mismo color verde.

—Excelente, parece que se están conociendo —enunció una voz creando un eco en la oscuridad. Y aquella chica los soltó sin decir nada. Un joven sonriente salió de un pasillo, con los dedos de las manos entrelazados y una petulante sonrisa de dientes perfectos.
Aquel chico no era mucho mayor que los allí presentes, pero él no parecía poseer ninguna capacidad extraordinaria, o sorpresa al ver a los demás.

—¿Quién eres tú?— Preguntó Jaime hablando por todos.

—Yo, mis amigos, soy la razón por la cual están aquí reunidos —los miró a todos—. Mi nombre es James Maxwell, yo fui quien los liberó y los trajo aquí.

—¿Tú fuiste quien nos liberó? —preguntó Jannet, incrédula.

—Por supuesto, ¿a caso pensaron que la electricidad se fue repentinamente de los laboratorios por el mal clima?—había un tono sarcástico e inquietante en su voz, algo que no parecía infundar confianza en todos ellos.

—¿Para que nos llamaste? —terminó Jaime.

—Los traje aquí para que logren su cometido, para que logren alcanzar la meta por la que fueron creados —ninguna de las palabras que decía otorgaba una repuesta coherente—. El Proyecto Inhumano comenzó como una iniciativa para crear a un grupo de personas con capacidades super humanas, las cuales serían capaces de enfrentar toda clase de peligros que amenazaran al mundo. Y no hay mayor peligro que aquel que yace frente a ti —miró por un agujero en la pared, y más allá de la inmensidad del oceano, se podía ver Terra Ignis en el horizonte.

—Quieres acabar con los Alterados— Reconoció Jannet bastante sorprendida.

—No. Quiero salvar el mundo —terminó y miró a todos nuevamente.—. Pero no puedo hacerlo, al menos no solo —sonrió de una manera mucho más tétrica que antes—. Estoy formando un equipo, muchachos, ¿a alguien le interesa?











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