CAPÍTULO 16
Desde que llegaron, Pepper no se separó ni un instante de Quick, quien fue internado en la enfermería de la base.
Seguía inconsciente pero sus heridas y quemaduras ya estaban sanando.
—Fue mi culpa —comentó con un ligero llanto.
—¿Qué? No, ¿de qué hablas? —Alicia monitoreaba el lugar y al igual que ella se mantenía al pendiente de Quick.
—Todo esto pasó porque intentaba protegerme, ¿y cómo acabó? —acostó su cabeza sobre su pecho.
—Lo hizo porque le interesas, para nada fue tu culpa, a demás, es un héroe, siempre estará el prójimo antes que él mismo. Descansa, Pepper, ya despertará.
Alicia salió de ahí, Pepper estiró su mano y acarició tiernamente su mejilla mientras escuchaba el sonido del monitor cardíaco.
—Te prometo, que de ahora en adelante, siempre estaré para ti, siempre —volvió a colocar su cabeza en su pecho e intentó dormir.
Luego de la caída de La Orden Carmesí y el derrocamiento de Howard Maxwell como el mayor regente de Nueva York, la mayoría de los edificios destinados a cumplir las atroces tareas del Gobierno rojo fueron destruidas para abrir paso a nuevos edificios, nuevos lugares que simbolizaran un cambio.
Cuando la original Torre Maxwell cayó en la Revolución, el heredero de la empresa, James Maxwell decidió nuevamente restablecer la compañía, limpiando el nombre Maxwell de todos los pecados que éste acarreaba. O al menos eso era lo que pensaba la gente.
Luego de todo lo que Gwen le había contado a Jack sobre James y lo ocurrido en la feria de ciencias y en el baile de los D'angelo ya no estaba tan seguro de que fuese una persona completamente inocente. Por lo cual su misión era adentrarse en la cede de Industrias Maxwell, irrumpiendo en el castillo del príncipe, para así descubrir si guardaba o no un secreto.
Desde una calle lejana observaban la actividad en la torre, solamente ellos dos.
—Podríamos distraerlos —sugirió ella a la par que bebía de su café. Tan solo en la entrada había dos guardias vigilando, y tras los vidrios, difícilmente, pero se veían más.
—Sí, pero de igual forma llamaríamos la atención de los de adentro —intentó usar la Omnisciencia, pero nuevamente un ligero dolor se manifestó en su cabeza, y las llamas verdes aparecían nuevamente.
—Creo, que tengo una idea... —observó un edificio a un costado de la torre y sonrió.
Entraron en él, eran unos departamentos cualquiera, llegaron hasta la azotea en cuestión de minutos y fue cuando Gwen propuso su plan.
—Quiero que me impulses —su sonrisa denotaba completa confianza.
—¿Qué?
—Sí, voy a saltar y quiero que me impulses para así llegar a la cima —apuntó a dicho lugar.
—No lo sé... que tal si... —volteó y ella ya corría hacia él.
—¡Hazlo! —saltó de la cornisa del edificio y rápidamente Jack la elevó, como si hubiera saltado de un trampolín, logró llegar hasta la cima completamente ilesa—. ¡Tu turno!
Jack emitió una ligera risa, tomó algo de distancia y corrió sin más, saltó de la corniza y se impulsó hasta llegar junto a ella.
—Fue divertido —admitió sonriente. Ambos caminaron a la única puerta de aquella azotea, tras abrirla se toparon con un sin fín de escalones.
—Será mejor darnos prisa —Gwen se colocó la capucha de su sudadera e intentó empezar a bajar, cuando Jack la detuvo colocando la mano en su hombro.
—Espera —miró un ''mapa'' colgado de la pared, era una guía completa del edificio, se acercó y lo miró con detenimiento—. Aquí —apuntó en un sector ubicado en el piso 32—, es la sala de control, hay que apagar las cámaras, así no causaremos un alboroto.
—Buena esa, guapo —le guiñó un ojo y comenzó a bajar, Jack sonrió nuevamente y la siguió.
Luego de un interminable recorrido por las escaleras del edificio finalmente encontraron el piso 32, Jack abrió lentamente la puerta y observó el lugar, era un largo pasillo lleno de oficinas de cristal, el lugar era realmente moderno.
—Vamos —susurró y ambos salieron lentamente, caminaron por el lugar observado en todas direcciones, no se veía nadie. Hasta que encontraron en una pequeña oficina a dos guardias casi al punto de dormir.
—Cielos, para ser una empresa de renombre como lo es Maxwell realmente tiene pésima vigilancia —dijo ella algo impresionada, volteó a verlo—. ¿Crees que puedas ponerlos a dormir?
Nuevamente lo intentó, pero al verlo cerrar los ojos y apretar los labios con disgusto le hizo darse cuenta que no pudo.
—Lo siento, sigo bloqueado —negó con la cabeza.
—No importa, hay que improvisar —caminó despreocupada hasta la sala de cámaras.
Para cuando el vigilante se dio cuenta ella ya estaba atrás de ellos. Gwen sujetó sus cabezas con rapidez y los hizo chocar, ambos terminaron inconsistentes.
—Diablos, ¿y eso? —la miró asombrado, ella mostró un rostro pícaro y él se estremeció.
—Cooper es buen maestro, y yo aprendo rápido —se sentó frente a uno de los monitores y tras teclear un par de comandos en la computadora todas y cada una de las cámaras de vigilancia se apagaron.
—Impresionante.
—Gracias —respondió sin despegar su vista del monitor—. Ahora, ¿dónde estás...? ¡Listo! —se levantó a toda velocidad.
—¿Se puede saber a dónde vamos?
—Un magnate egocéntrico como Maxwell no le permitiría a simples trabajadores revisar sus archivos personales, así que los debe de mantener ocultos.
—¿En dónde?
—Fácil, su oficina privada —llegaron hasta un elevador al final del pasillo.
—Sabes, te estás volviendo muy buena en esto.
—De las fallas se aprende, amor —las puertas se cerraron y comenzaron a ascender.
Finalmente llegaron al sector que llevaba a su oficina, nuevamente solo encontraron un pasillo inhabitado, así que prosiguieron a la oficina con suma tranquilidad.
En un segundo los recuerdos estallaron en la mente de Jack como una bomba, recordó haber atravesado un pasillo idéntico, solo que con caos resonando en las afueras. Gwen abrió la puerta y su corazón se contrajo.
Aquella oficina... era como si hubiera regresado al pasado, miró en todas direcciones sin dejar de sudar. Parpadeó y en un segundo vio todo lleno de fuego, el lugar se caía a pedazos, y el cadáver de alguien yacía en el suelo, un hombre, alguien que conocía.
—¿Jack, estás bien? —lo arrancó de su ensimismamiento.
—Sí... estoy bien.
—¿Las visiones otra vez? —preguntó mientras se acercaba a su escritorio.
El asintió bastante preocupado—. Creo que deberías ir con Cooper, él podría ayudarte.
—Le conté sobre ello... pero cada vez empeora, es como si mi propia mente me estuviera advirtiendo.
—¿Sobre qué?
—Sobre algo que va a ocurrir, algo malo...
—Lo encontré —Gwen pudo desbloquear el tablero digital oculto en el escritorio, sin más comenzó a buscar por todos los archivos.
—¿Algo útil? —su rostro pasó a ser uno lleno de frustración.
—No, aquí no hay nada, solo archivos y datos empresariales. Aunque... —encontró una carpeta con el título Clasificado, instantáneamente la seleccionó—. Vaya...
Jack se acercó a ella y observó decenas y decenas de carpetas llenas de información sobre tantas cosas que era imposible quedarse en una.
—No puede ser —pronunció impactado.
—Esto... esto es aterrador... —siguió revisando—. Mira esto, aquí hay información que ni siquiera los gobiernos tienen, Alterados, Modificados, Dotados, ¿qué es esto? —encontró fotos y vídeos en cada uno de los títulos que decía.
—¿Qué diablos es eso? —las imágenes eran irreales, lo único que alcanzaba en la mente de Jack para describirlas era: experimentos, todos eran experimentos.
—Teletransportación, viajes interdimencionales, esto es...
—Una locura... —ambos depositaron su vista en un archivo alejado de todos, titulado Horizon Tech (Proyecto Ultra). Gwen estuvo a punto de seleccionarlo, cuando el monitor se apagó, se levantó completamente confundida y miró en todas direcciones.
—Veo que completaste el rompecabezas —sonó una escalofriante voz en toda la oficina.
—Maxwell... —soltó Jack mirando en todas direcciones.
—Claro que fue uno de principiantes, cualquier mamífero subdesarrollado lo hubiera podido completar —siguió hablando sin mostrar ninguna emoción.
—¿Qué es toda esa porquería, Maxwell? —preguntó Jack alzando la voz.
—Nada que sea de tu incumbencia —declaró con algo de egocentrismo en sus palabras.
—¿Cuál es tu plan, Maxwell, vengarte?
—La venganza es un acto muy primitivo y desafortunadamente muy breve, no, yo planeo reparar todos los errores que han cometido.
—¿Y lo harás construyendo un arma de destrucción masiva?
—¿Para ti eso es un arma? Vaya que no tienen idea de lo que está pasando, la máquina solo es una herramienta que me ayudará a ejecutar mis planes. Pero bueno, no tengo porque explicarlo, nos vemos luego.
La comunicación terminó y tras eso una alarma comenzó a sonar en todo el edificio, Jack alcanzó a escuchar decenas y decenas de personas yendo a toda velocidad a la oficina.
—Mierda, hay que irnos —se acercó rápidamente al ventanal y alzó su mano esperando destruirlo, pero éste solo vibró.
—Es cristal de grado Gamma, se utiliza en las celdas de los prisioneros con habilidades sobrehumanas —comentó Gwen y la puerta comenzó a recibir varios golpes.
—Ese desgraciado ya nos esperaba, lo planeó todo a detalle —la puerta ya comenzaba a romperse—. Tendremos que improvisar —nuevamente alzó su mano, y la puerta, junto con algunos guardias salieron volando.
Ambos cruzaron el umbral con rapidez, Jack comenzó a arrojar y dejar en el suelo a todos los guardias que se acercaban, y si alguno llegaba a seguir en pie, Gwen acababa con él.
Siguieron rápidamente por todo el edificio hasta finalmente llegar al primer piso, donde rápidamente enfrentaron a unos cuantos guardias para lograr salir.
Corrieron a través de las calles hasta finalmente detenerse en un lugar concurrido, exhaustos se detuvieron a descansar.
—Maxwell nos esperaba... —soltó Jack recuperando el aliento.
—¿Pero... cómo? —instantáneamente Jack recordó a aquella chica que había mencionado Evan, la Bruja, de las llamas verdes...
—Creo que tengo una corazonada —comentó con algo de temor en su ser.— Hay que volver a la isla.
Desde hacía horas que Cold estaba en Central Park. Aquel evento ocurrido con su televisión había sido claramente un mensaje, no sabía con exactitud de qué tipo, pero si se quedaba a esperar a quien lo había enviado con suerte todo se resolvería.
Sentado en una banca miró hacia su derecha y a la izquierda por millonésima vez y nuevamente no había nada inusual, agachó la cabeza y bufó con desesperación, ya era bastante tarde, se levantó y comenzó a caminar.
Pasó lentamente y se detuvo justo a la mitad de un puente, se quedó unos instantes ahí y miró el agua.
—No creí que vinieras —escuchó una voz femenina atrás suyo y volteó con rapidez.
Sonrió ligeramente y suspiró, era Jannet Blood.
—¿No conoces los mensajes de texto? —cruzó los brazos.
—¿Y que cualquiera pudiera descubrir lo que planeaba? No gracias, además, confiaba en que lo entenderías —se puso junto a él y contemplaron el lago.
—¿Ya confías en mí? —preguntó esperanzado.
—Escucha, en estos momentos no sé exactamente en quien puedo confiar. Pero estoy seguro de algo, ellos no planean nada bueno, si consiguen la última pieza todo se irá al demonio.
—¿Y tú sabes dónde está? —respondió con un ligero bufido.
—No lo sé con exactitud, pero escuché a Maxwell hablando sobre un ¿Disco duro? Que estaba en Alaska, tal vez esa es la última pieza —. Escuchar el nombre de Maxwell lo sacudió de pies a cabeza, pero ante todo no se mostró incrédulo.
—En ese caso debemos apresuranos —dio unos cuantos pasos y volteó, ella no se había movido—. ¿Qué esperas?
—Tranquilo héroe, esto es una ayuda mutua, no voy a unirme a tu banda Pop.
—Usamos uniformes por ser un equipo, no una banda —negó repetidas veces—. Bueno, el punto es que... puedes confiar en mí y en mis amigos, no te haremos daño.
—Ustedes no...
—¿Lo dices por tu hermano?
—Jaime —suspiró con pesadez—. Es alguien difícil y muy peligroso... solo, encuentren la última pieza y salven al mundo.
—¿Qué hay de ti?
—Me las arreglaré, siempre lo hago —estuvo a punto de irse, cuando Cold la sujetó de la mano.
Durante unos instantes pensó que recibiría un golpe, pero aquello no ocurrió, al contrario, ella no lo soltó. Él se acercó un poco y besó delicadamente su mejilla.
—Si necesitas algo... lo que sea, no dudes en llamarme —ella lo miró por unos instantes y asintió ruborizada. Se soltaron y siguió caminando—. Siempre hay vacantes en Los Defensores.
Y ahí se quedó, con la imagen de la sonriente Jannet Blood y con la sensación de por primera vez haber sentido calor en su pecho.
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Una enorme disculpa por la tardanza en este capítulo, pero tuve muchos contratiempos, espero seguir actualizando con más frecuencia.
Si te gustó por favor deja un voto y un comentario.
En verdad te lo agradecería.
Y si te gustan mis historias por favor sígueme.
Gracias por leer y por esperar, un abrazo a todos.
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