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CAPÍTULO 14

La pista de baile estaba hasta el tope, todas las parejas compartían una sincronía inimaginable, como si la música los hiciera volverse uno mismo, o al menos eso sentía Iron, al tenerla frente a él, con aquella sonrisa que tanto lo hacía enloquecer.

—¿Qué ocurre? —le preguntó al verlo tan ensimismado en sus pensamientos.

—No puedo dejar de mirarte, eres hermosa —abrió los ojos tras percatarse de lo que dijo, ella mantuvo su sonrisa, tal vez había sido el momento, o aquella bebida que tomó hacía minutos, pero algo en su interior lo animaba a revelar sus sentimientos. Pero a la vez, su lado racional lo abofeteó—. Lo siento, no quise...

—Alex —lo detuvo antes de decir algo más—. No tienes que explicar nada, me gustas —reconoció finalmente. Él sonrió, y tras un intercambio de miradas la acercó y la besó finalmente.

—Mira eso —le dijo a Jack disimuladamente, él volteó y los miró, al instante una sonrisa se dibujó en su rostro—. Sé que no deberíamos ver pero... estoy tan feliz por ellos que me siento como en la secundaria —farfulló con alegría.

—Lo logró.

—¿Estás feliz por él, no es así?

—Claro que sí, ¿por qué no lo estaría? Es como un hermano para mí —la miró y ella levantó las cejas—. ¿Qué?

—Si tan felíz estás por él, ¿no crees que deberías hablarle? Ya sabes, charla entre machos —engrosó su voz y él se rió, para después suspirar en resignación.

—Sabes que no puedo, no... no estamos en nuestra mejor racha —se rascó la nuca.

—Tienes razón, tal vez no sea buena idea —bastó con una simple mirada entre Gwen y Alicia para que ambas entendieran que debían actuar.

—¿Podrías traerme una bebida? —le pidió a Iron.

—Seguro... —respondió extrañado pues su bebida aún seguía en una pequeña mesa que eligieron.

—Mira, puedes ir por... —arqueó los ojos—. ¡Solo ve con él! —comenzó a empujarlo.

—¿Qué? No, espera, Gwen —se resistía, pero una vez que se acercó a Alicia: ella le dio un ligero empujón que logró dejarlo aún lado de él.
Iron siguió sirviendo la bebida intentando no mirarlo—. Iron... escucha, yo... —él volteó a mirarlo, Jack suspiró—. Lo lamento, realmente he actuado como un imbécil en estos días, sé que todo lo que haces tú y los demás lo hacen por mi bien, no tengo ningún motivo para comportarme de esta forma, solo quiero que sepas que... en verdad lo lamento.

—Has actuado como un idiota en estos días, ciertamente —de igual manera meditó un poco—. Pero te entiendo, cargas con muchas presiones y más con esta situación, pero en serio, has actuado muy diferente, como si no fueras tú.

—Creo que esto es más difícil de lo que pensé.

—Jack, escucha, acepto tus disculpas, todo quedó en el pasado.

—Gracias, amigo —justo en ese instante la música clásica se detuvo, y todas las luces apuntaron a una persona en el segundo piso; una mujer, alta, de cabello negro igual que su vestido, con un escote pronunciado y una máscara con detalles dorados.

—Estimados invitados, muchas gracias por acompañarnos en esta noche de gala, ahora, creo que es momento de dejar las formalidades a un lado y disfrutar de la noche —soltó en un marcado y claro italiano, las luces dejaron de brillar y todo terminó en tinieblas, un juego de láseres y destellos de neón comenzaron a cubrir el lugar, niebla empezaba a emerger del suelo y la música cambió, ahora era electrónica—. Hagamos de esta noche algo inolvidable.

Los invitados, que anteriormente bailaban al son del violín, chello y más instrumentos sin iguales, ahora bailaban como adolecentes ebrios en un club de Nueva York. Aquello tomó por sorpresa tanto a Jack como a Iron, así que ambos comenzaron a abrirse paso entre la gente.

Jack miró nuevamente al segundo piso, donde se encontraba Issabella D'angelo, quien miraba a todos los invitados como si estuviera planeando algo.

—Necesito investigar.

—Voy contigo.

—No, ve con las chicas, estaré bien —caminó abriéndose paso entre la gente y el desorden, subió las aterciopeladas escaleras, se aproximó con firmeza a ella, cuando alguien lo detuvo.

—Evan... —pronunció sorprendido, él bajó la mano y se colocó en frente suyo.

—No lo hagas —tenía un traje azul oscuro y una máscara negra con detalles azulados.

—¿De qué estás hablando?

—No creas que no sé que están haciendo, buscan el Catalizador —sujetó con fuerza su brazo y Jack le dio un empujón.

—¿Y tú, pretendes golpear a los anfitriones para que te digan donde está? —ambos se miraron, ninguno apartó la vista, nuevamente parecía que la cosa terminaría muy mal.

—Caballeros, ¿qué hacen aquí? ¿Por qué no van y disfrutan de la fiesta? —Isabella llegó hasta ellos y ni se percataron.

—¿Conoce nuestro idioma, mi señora? —se adelantó Evan, tomó su mano y le dio un ligero beso.

—Conozco más de treinta idiomas —afirmó, mostrando una petulante sonrisa. Aproximó su mano hacia Jack y él la miró confundido. Evan lo golpeó ligeramente con su codo y Jack reaccionó, tomó su mano y le dio un muy breve beso—. Díganme algo, caballeros, ¿de dónde vienen?

—Nueva York —parecía que Evan se preocupaba encarecidamente de que Jack no dijera nada.

—Cielos, ¿entonces ustedes son los que transportan la Sangre? —susurró agitando su copa.

—¿La sangre, mi señora?

—Sí, la Sangre de Dios, oí que el producto solo está en Nueva York, esperaba que pudieran traer un poco para ver si podemos distribuirla.

—Oh, sí, eso... Lo lamento mi señora, sabe que no podemos llamar la atención con la competencia —didimuló al instante, Issabella los miró con cierta intriga.

—Sí... seguramente.

Mientras Jack y Evan hablaban, Gwen se encontraba en una orilla del salón, tanta gente bailando como dementes la había hecho sentir incomoda, así que salió de entre la multitud. Caminó hasta llegar a una hermosa terraza con un gran jardín lleno de flores y una fuente en el centro. Respiró profundamente dejando que el aire fresco llenara sus pulmones, cuando una serie de estallidos la alertó, eran fuegos artificiales. Aquellas flores de colores estallaban en el cielo mientras la música del carnaval de Venecia sonaba en todas partes.

—¿Hermoso, no lo cree? —enunció alguien, un joven con una mascara de color verde que había aparecido repentinamente en el lugar.

—Bastante... —respondió confunida, aquel sujeto la había sorprendido.

—Discúlpame, no quería asustarte —se acercó a ella mostrando una sonrisa, una sonrisa que Gwen pareció de alguna manera reconocer.

—Está bien, solo me tomó por sorpresa —retiró un mechón de cabello de su rostro e intentó actuar con naturalidad.

—Me llamo James —levantó su mano y lo reconoció, James Maxwell, el mismo sujeto del incidente en la escuela.

—Mucho gusto James, yo soy... Catheryne —sonrió nerviosa y correspondió el saludo, algo había en ese sujeto que la hacía sentir muy intranquila.

—Hermoso nombre —la miró detenidamente —. Dime algo, ¿nos hemos visto antes?

—Lo dudo mucho...

—No lo sé, hay algo en tu rostro que me parece... muy familiar. Estoy seguro que un rostro tan bello, aún cubierto con una máscara, sería imposible de olvidar —se acercó un poco más a ella y acarició su rostro.
Tomó su máscara pero ella se retiró alarmada.

—¿Qué haces? —comenzó a caminar nuevamente a la entrada del baile pero James Maxwell la alcanzó a sujetar de la mano.

—Te tengo —le dio un jalón, pero Gwen respondió dándole un puñetazo directo en el rostro. James se sujetó su nariz sangrante pero comenzó a reír.

—Es hora de actuar, muchachos —dijo por el comunicador.



—Un segundo... ¿si ustedes no son los que venden la droga, entonces quiénes son? —sentenció Issabella D'angelo mirándolos fijamente. Tanto Evan como Jack no sabían qué hacer.
En ese momento sonó su comunicador.

Es hora de actuar, muchachos —ella volvió a mirarlos, y sonrió, en un instante un grupo de guardias armados apuntó contra ellos.

—¿Qué está pasando? —le preguntó Jack.

—Pasa que uno tiene que pensar en su pueblo, este no es mundo para Alterados, nunca lo fue —se alejó de ambos—. Mátenlos...

Los hombres dirigieron sus armas hacia ellos y la música ni siquiera se detenía.

—¡Jack! —gritó Gwen entrando al salón.
Jack arrojó a los hombres antes de que pudieran apretar los gatillos, saltó hacia la pista de baile y todos se dispersaron dejándolo en medio. Más hombres comenzaron a salir de todas partes.

—A la mierda —Evan saltó y en plena caída colocó un dispositivo en su pecho, y al caer, ya tenía puesto su traje. Iron y Alicia se juntaron con ellos mientras decenas de hombres armados apuntaban contra ellos. Iron se transformó en un ser de piedra.

—¿Esto se fue al carajo? —preguntó Alicia junto a su grupo. Cuando Dimitri atravesó el techo y cayó frente a ellos mostrando sus imponentes alas y desenfundando sus cuchillas.

—Yo creo que sí —pronunció Jack, Dimitri lanzó un tajo con su enorme ala, pero Jack saltó, evitando agilmente el impacto. Arrojó a Dimitri con fuerza pero él hundió sus alas en el suelo evitando así el salir volando. Dimitri lanzó sus cuchillas y Jack las evitó con una barrera, así que él aprovechó y se lanzó contra Jack.
Propinó decenas de golpes que Jack contrarrestó y logró esquivar, con mucho trabajo. Dimitri giró y golpeó a Jack con su ala gigante, cayó al suelo, Dimitri saltó y cuando estuvo a punto de empalarlo con una de sus dagas Evan saltó, y le propinó un puñetazo tan fuerte que lo hizo atravesar una de las paredes del castillo.

Jack lo miró sorprendido, Evan le tendió una mano, Jack la recibió y lo ayudó a levantarse.

—Gracias, ¿supongo?

—Considera que estamos a mano, al menos por ahora —ninguno de los dos se dio cuenta cuando Quick y Pepper llegaron, mucho menos cuando los tenían rodeados. Decenas y decenas de hombres armados les apuntaban, Harold y Verónica salieron de un pasillo, Dimitri volvió a entrar y afuera no se escuchaba que hubiera un desfile.

—¿Qué están esperando? Acábenlos —pronunció Issabela D'angelo, y como fósforo en un barril de pólvora todo explotó.

En un segundo todo se convirtió en un caos, una batalla campal por la custodia de un pequeño objeto en manos de un velocista.

—¡Quick, llevátelo! —gritó Iron sin dejar de pelear. Todo se quedó congelado, el enfrentamiento se desenvolvía en fracción de segundos, salió del castillo y llegó hasta una calle deshabitada. Se inclinó para tomar algo de aire.

—Coop, tengo el Catalizador —habló por el comunicador, inmediatamente recibió respuesta.

Excelente, ya voy —cortó la comunicación, Quick miró hacia el castillo, se veía que el combate no cesaba, cada molécula de su cuerpo le gritaba que corriera y ayudara a sus amigos, pero debía esperar a Cooper.
Finalmente el Blackwing cruzó el cielo, cuando un rayo impactó justo en la espalda de el velocista, Quick cayó de bruces al suelo y Harold se acercó tranquilamente a él.

—Entregáme el Catalizador y prometo que no sufrirás mucho.

—La cosa es... que no lo tengo —bromeó a pesar del dolor que sintió y sentía por aquella descarga, Harold envolvió a Quick con electricidad y lo levantó, él no dejaba de gritar del dolor.

—¿Dónde está? —pronunció con un tono espectral, Quick no pudo más y dejó caer algo, el Catalizador. Harold sonrió abajo de aquella máscara y soltó a Quick, quien terminó inconsciente y lleno de quemaduras.

Se aproximó al Catalizador cuando una honda lo arrojó contra una casa, Jack había llegado junto con todos sus compañeros.

—Harold... por favor, podemos acabar con esto de manera pacífica, solo tienes que escucharme —le rogó sin soltarlo, Pepper se alarmó al ver a Quick en el suelo, y miró con furia a Harold.
Iron se aproximó y tomó el c
Catalizador del suelo, rodearon a Harold una vez que Jack lo soltó.

—Por favor... —volvió a decir. Harold se levantó y comenzó a emitir energía, al punto en que todos los objetos metálicos comenzaban a vibrar.

—Los mataré... ¡están muertos! —alzó su mano, cuando una ventisca le cayó encima, Harold terminó preso en una celda helada.
Cold Shock emergió de entre las sombras junto a Barry, parecía que a ellos no les había ido mejor.

¿Lo tenemos? —preguntó Cooper una vez que el Blacwing descendió.

—Lo tenemos —dijo Jack, miró a Harold—. Lo tenemos...







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