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CAPÍTULO 8

Jack corría a toda velocidad por aquellos pasillos de acrílico blanco, observando a su alrededor la gran colección de celdas que había a su paso. Una alarma sonaba incesante y los guardias comenzaban a aparecer, afortunadamente, su Omnisciencia le permitía avanzar sin mayores contratiempos, podía anticipar los ataques o la presencia de ellos, así tomando rutas alternas que lo mantenían a salvo.

Siguió dejándose guiar por sus ojos hasta que llegó a la sección donde contenían a los especimenes aún con vida, rápido buscó entre las celdas hasta que se topó directamente con ellos dos.

—¡Chicos! —alzó la voz, golpeando los cristales de las celdas individuales. Rápido reaccionaron alzando la mirada.

—Tú... tú eres el Alterado que rescatamos la otra noche —enunció Fire Shoot tras mirarlo con asombro.

—Sí. He venido a devolverles el favor —sonrió a pesar del miedo atenazante que sentía al estar en aquella situación.

—Pero... ¿cómo? —se adelantó a preguntar el joven con poderes de hielo.

—Digamos que tengo refuerzos —mencionó al momento en el que sus ojos se volvieron blancos. Comenzó a mirar los paneles a orillas de cada celda.

—Ni lo intentes. Éstas celdas están hechas a prueba de alteraciones, no lograrás nada —habló Cold Shock de nueva cuenta, no muy entusiasmado.

—¿Quién dijo que iba a destruirlas? —utilizó una visión infrarroja para poder ver cuál era la clave de seguridad. Y sin problema alguno abrió la celda.

—¿De qué me perdí? —habló Quick apareciendo como un rayo.

—Te tardaste —habló Fire Shoot con una gran sonrisa sobre su rostro.

—Si bueno. Estaba algo ocupado, un Alterado me tenía entretenido, pero ya llegué y debemos irnos —mencionó agitado, mientras apoyaba a su amigo en su hombro y lo ayudaba a caminar.

Iron apareció desde un pasillo y rápido se encontró con sus amigos.

—Debemos irnos ahora, antes de que la Orden aparezca —apoyó a Cold sobre sí. Estuvieron a punto de marcharse cuando se encontraron con otro par de prisioneros.

—Ey ¿qué hacemos con ellos? —inquirió Quick tras observar las celdas, los prisioneros en ellas a penas y se movían, pero estaban vivos. Jack miró detenidamente dentro de la primera, donde estaba un muchacho desnudo de la cintura para arriba, se notaba que lo habían estado torturando y que prácticamente lo habían dejado a su suerte.

—Está inconsciente —comenzó a abrir la celda.

—Bien, colocálo en mi espalda, yo me lo llevaré. Pero tú tendrás que ayudar al otro —habló Iron. Jack se introdujo en la celda y cargó con dificultad a aquel tipo hasta que pudo dejarlo con Iron, quien lo cargó sin problema cual costal y comenzó a dirigirse a la salida.
Los demás comenzaron a marcharse, así que abrió la segunda celda, encontrando a una pálida joven de cabello verde en un rincón.

—¡Aléjate! ¡Aléjate de mí! —gritó la chica, estaba muerta de miedo.
Jack no reaccionó, pues quedó realmente impactado por la belleza de la prisionera, poco le importaba que estuviera delgada por la inanición o demacrada por las torturas, era como ver un ángel—. ¡Aléjate, vete!

—T-tranquila... puedo sacarte de aquí —hizo lo posible por sonar calmado, pero ella estaba completamente fuera de sí.

—¡Mentira! ¡Trabajas para ellos! —refutó aterrada.

—No, mira —dijo, al momento en el que sus ojos se tornaban blancos, ella se quedó pasmada—. Lo ves, soy como tú —ella solo se quedó mirándolo—. Escucha, sé que has sufrido mucho, y sé que tienes miedo, pero ahora debes confiar en mí —extendió su mano con la esperanza de que le siguiera.
Se lo pensó mucho, pero al final aceptó su mano y juntos corrieron a la salida.
La soledad de las calles los recibió con aire fresco y el sonido de las patrullas acercándose hacia ellos. Corrían sin parar, sintiendo sus corazones latiendo a mil por hora y el sudor cayendo por sus frentes.

Un par de patrullas aparecieron al final del callejón por el cual escapaban, rápido Fire Shoot disparó una llamarada descomunal que impactó contra el primer vehículo, dirigió su mano y siguió con el otro, cuando comenzaron a recibir disparos lejanos.

—¡Por aquí! —indicó Iron, se apresuró por un callejón, pateó la reja que lo protegía y se apresuraron a entrar.
Los agentes de la Orden comenzaron a descender de sus vehículos y rápido fueron tras ellos, por lo cual Cold levantó un muro de hielo que loa dejó atrás.
Rápido salieron a otra calle, pero más patrullas les seguían. Cold y Fire eran quienes le hacían frente a la Orden, pero estaban débiles y sus números incrementaban, así que en la primera tapa de alcantarilla que encontraron se apresuraron a entrar.
Quick se desvaneció, quitó la tapa y se regresó para llevar a los demás.

—¡Jack! —exclamó una vez que todos estuvieron dentro.
Pero él y la chica estaban muy atrás, estaba demasiado débil para seguir corriendo por sí sola.
Un vehículo blindado de la Orden apareció a toda velocidad y aceleró hacia ellos. Jack miró de reojo a aquella prominente bestia rugiendo y llegando cada vez más rápido.

Fire Shoot salió de la alcantarilla y lanzó contra el blindado un enorme orbe de fuego. El proyectil surcó las alturas y cayó cual meteorito contra el vehículo blindado, entonces estalló, pero la vorágine de fuego, metal y caos salió volando contra ellos nuevamente.
Así que en un último impulso; Jack arrojó a la tipa de cabello verde hacia la alcantarilla, se giró mientras todo a su alrededor se notaba lento y contempló su final, cerró sus ojos y extendió sus manos.

Pero los restos del vehículo blindado se detuvieron en medio del aire a pocos centímetros de Jack, abrió lentamente los ojos y sin dejar de temblar, atónito contempló aquel despojo de metal en llamas, flotando, como si una energía fantasmal la detuviera.

—¿Pero... qué? —exclamó pasmado.

—Tiene telequinesis —enunció Fire shoot anonadado.

—Es un Mega Alterado... —le siguió a decir Quick sin poder despegar los ojos de aquella escena.

Él era el más sorprendido de todos, no podía creer lo que estaba haciendo, pero en todo su cuerpo lograba sentir esa fuerza recorriéndolo como un río.
Se levantó sin dejar de observar el vehículo blindado que flotaba frente a él, dirigió sus manos y lo arrojó contra las demas patrullas de la Orden como si de una bola de papel se tratara.

Los soldados ni siquiera alcanzaron a reaccionar, movió sus manos y los arrojó como si un viento infernal los arrancara del suelo.

—¡Vámonos ya! —exclamó con fuerza y se arrojó al interior de la alcantarilla.

—Cold, necesitamos algo de nieve —mencionó Quick al observar la destrucción.

Cold respiró profundamente, abrió sus brazos de extremo a extremo, y aplaudió fuertemente. Al momento de chocar simultáneamente sus manos: una gigantesca avalancha de nieve cubrió toda la zona de destrucción y calles cercanas. Nada quedó, ni siquiera los Alterados, pues estos desaparecieron al caer la nieve.

Mientras la destrucción terminaba en las calles, la cede central de la Orden Carmesí en la gigantesca torre Maxwell comenzaba a recibir noticias de lo acontecido.

—Señor... l-los Alterados de la prisión 63 han... escapado —habló el soldado con un nudo en la garganta tras presentarse con la persona que estaba observando la ventana.

—¿Escaparon? ¿Cómo? —preguntó el hombre mientras cerraba sus puños.

—Recibieron ayuda. De otros Alterados... señor.

—¿Y mis agentes? —le miró por encima del hombro y el soldado tembló.

—Eliminaron a todos... pero uno de sus Alterados sobrevivió.

—Hazlo pasar.
No demoró ni un minuto cuando dos soldados entraron, y escoltaban a Spike, él estaba terriblemente herido y asustado. Lo arrastraron hasta colocarlo tras aquel hombre.

—Dime Spike, ¿qué sucedió? —se giró para mirarlo directamente, sus ojos eran fríos y calculadores, y a pesar de no mostrar ninguna emoción, Spike no podía dejar de temblar.

—Señor... un grupo de Alterados nos atacó y...

—¡No me digas lo que yo sé! ¡¿A caso crees que soy idiota?! —rugió enfurecido, todo el lugar quedó en silencio.

—No.. no señor —bajó la mirada sin dejar de temblar.

—Creí que estabas más capacitado...

—Discúlpeme señor, le juro que no sucederá otra vez.

—Claro que no sucederá otra vez... ¿Sabes qué le sucedió al último Alterado que me decepcionó? —avanzó lentamente hasta estar frente a él, entonces posó su mano encima de su cabeza.

—¡No señor permítame! ¡Por fa...!

Solo bastó con un ligero apretón; para que en cuestión de un parpadeo toda su cabeza estallara como una sandía, la sangre voló por doquier, manchando el suelo y parte de su ropa. Sacudió un poco su elegante gabardina y se giró para observar de nueva cuenta la ciudad.

—Señor... ¿ahora qué? —se animó a preguntar uno de sus soldados. Él solo suspiró.

—Una guerra está por venir. Necesitaremos más.

—¿Más qué señor?

—Más Alterados. Es tiempo de crear nuestro ejército.







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En multimedia Jack y su "Telequinesis"

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