CAPÍTULO 15
Jack se levantó completamente entre las ruinas llameantes de aquel barco pesquero, justo para ver como su atemorizante y misterioso enemigo se acercaba a él con toda la intención de asesinarlo. Trató de usar la Omnisciencia para ver a través de la máscara de su adversario, pero al igual que el contenedor ésta parecía ser incapaz de ser penetrada por sus habilidades, así que desistió.
—¡¿Quién eres?! —inquirió aterrado.
Pero la calavera no le respondió nada, todo lo contrario, arremetió de nueva cuenta con otro de sus ataques de plasma azul.
Jack se arrojó antes de que el rayo celeste le impactara, el resto del bote comenzó a colapsar, así que se abrió paso entre la madera podrida y salió sin problema, solo para ser recibido nuevamente por él.
La calavera le asestó un golpe tan fuerte que logró mandarlo a volar en dirección a un montón de chatarra acumulada en el lugar. Jack rodó y terminó tendido en el polvoriento lugar, intentó levantarse pero le resultó casi imposible por todo el dolor que sentía sobre su cuerpo.
—Debiste quedarte en casa, niño —emitió su misterioso adversario, con una voz modificada y bastante amenazante.
Ya estaba a pocos metros de él. Entonces una llamarada de fuego le llegó de improvisto, Fire Shoot apareció al rescate de su amigo, intensificó su ataque, mientras la calavera se protegía con su plasma azul.
Cansado ya de lanzar sus llamas, Fire se detuvo, justo para verlo completamente ileso. La calavera respondió a su ataque lanzando de nueva cuenta una ráfaga de plasma azul, la cual el joven Defensor a penas y pudo evitar saltando y girando por el suelo. Rápido se puso de pie y contrarrestó lanzando veloces orbes de fuego.
La persona de la máscara de calavera recibió los impactos, pero aún cuando lanzaba quejidos de dolor no se detenía. Juntó sus manos y lanzó un rayo enorme contra él, Fire Shoot trató de contrarrestar el ataque con una ráfaga de fuego, pero aquello no le sirvió de nada. Acabó siendo impactado por el rayo y arrojado sin piedad hasta que chocó contra otro gran barco dejado al olvido.
Jack se puso de pie, con trabajo logró hacer levitar un montón de chatarra del suelo y la arrojó contra él como una avalancha imparable. La calavera soltó un grito antes de quedar sepultado contra una colosal pila de chatarra. Agitado y malherido se apresuró a socorrer a su compañero.
—Fire... ¿estás bien? —llegó hasta él y lo encontró casi inconsciente.
—No lo sé —respondió entre quejidos.
Un séquito de sonidos se escuchó frente a ellos, la pila de chatarra se estaba derritiendo—. Debes estar bromeando...
—¡Carajo, corre! —ambos se levantaron antes de que la calavera dispersara toda la chatarra en forma de una explosión de energía azul que casi los hace cenizas.
Ambos miraron como el hombre de la máscara de calavera se preparaba para un nuevo ataque contra ellos.
—¿Quién es este sujeto?
—No lo sé —respondió Jack al verlo acercarse—. Pero sea quién sea, no podremos solos contra él.
—Entonces déjenme echarles una mano —enunció Cold apareciendo repentinamente ante ellos.
—¿En dónde estabas? —inquirió Fire bastante alarmado.
—Ocupado con no morir ahogado —cubrió sus puños con gélido hielo y miró al hombre de la máscara de calavera.
Entonces éste arremetió con una ráfaga de plasma, a lo que el veloz Cold Shock respondió colocando una barrera de grueso hielo frente a ellos, lo cual los salvó de su ataque. Divisó entonces la figura de su adversario corriendo a toda prisa contra ellos así que se apresuró a lanzar un pisotón contra el suelo, y al instante afiladas estacas de hielo nacieron y recibieron al hombre calavera, gritó.
—¡Fire! —le llamó. Y el Alterado se alejó para permitirle a su compañero lanzar una colosal pantalla de fuego que alejó al enmascarado de ahí—. Salven a los niños, yo lo distraigo.
Le hicieron caso al instante, Jack se adelantó hasta llegar al contenedor, donde los niños yacían despiertos y asustados, pero aún aprisionados en aquellas máquinas.
Se acercó presuroso y comenzó a retirar los mecanismos del cuerpo de un jovencito moreno y cabello largo.
—Tranquilo, vinimos a ayudar —siguió arrancando los cables y ataduras que mantenían al niño cautivo, hasta que éste, asustado, soltó un grito y sus ojos se volvieron azules—. Tranquilo, soy como tú —iluminó sus ojos con aquella luz, entonces el niño pareció tranquilizarse más.
—Los sacaremos de aquí —habló su compañero mientras derretía la maquinaria de una niñita delgada y rubia.
Una vez liberados trataron de salir, y fue cuando encontraron a Cold Shock peleando incansablemente contra el hombre calavera.
—No podrá él solo —enunció Jack, apretó los dientes y pasó a mirar a los demás—. Llévatelos, yo lo ayudaré.
—¿Estás demente? —reviró alarmado.
—Solo hazlo, los alcanzaremos en la comunidad —dijo finalmente y sin más remedio, Fire Shoot abandonó el lugar en compañía de los niños.
La calavera golpeó directamente el rostro de Cold, lo barrió hasta hacerlo caer y le plantó un último golpe con un puño cubierto de plasma. El joven Alterado se hundió entre el concreto y metal del muelle, esperando el golpe final de su enemigo.
La calavera apuntó su mano contra él, cuando Jack lo atrapó, condensando toda su energía en una prisión invisible que lo contuvo. La calavera a penas y pudo girar ligeramente su cabeza para verlo con temor.
—Debiste quedarte en casa, imbécil... —apretó inhumanamente los dientes y arrojó a la calavera lejos del lugar, su imagen resplandeció ligeramente en la penumbra hasta que se perdió al caer a kilómetros de ahí.
Fue entonces que el agotado Jack Connors se tendió sobre el suelo, sosegado miró al firmamento y aún a pesar de todo lo ocurrido, sonrió.
—Jack... —oyó decir a su amigo, quien se levantaba poco a poco luego de semejante paliza.
—¿Sí, Cold?
—Vámonos ya, ¿quieres? Ha sido una larga noche.
—Sí... creo que tienes razón —respondió ya más tranquilo. Cold se acercó a él y le tendió una mano para poder ayudarle a levantarse, y una vez en pie, el par de Alterados abandonaron el lugar.
Las horas pasaron y cuando regresaron a la comunidad fue cuando todo cambió. La pobre tapadera de Los Defensores cayó aquella misma noche, justo al llegar a la comunidad, los demás residentes de La Ciudad de Abajo se enteraron de sus actividades como héroes de la superficie, creando así el mayor revuelo que en su vida hubieran podido experimentar todos.
Tardó mucho tiempo para que la gente los dejara tranquilos, puesto que el combate contra aquel misterioso enemigo los había dejado completamente desechos, ya no podían seguirse ocultando, ni siquiera de los propios habitantes del lugar, se encontraban en el peor escenario posible, pero aunque ellos no sabían, solo ere el inicio de sus problemas.
Lo verdaderamente relevante ocurría justo en la superficie, los altercados ocasionados por los héroes y vigilantes a lo largo de la ciudad y del mundo comenzaban a ser un problema para la Orden. En cuestión de horas la ciudad se sumió en un estado de alerta y todos los organismos de seguridad impusieron como prioridad cazar y eliminar inmediatamente a todo Alterado o individuo que se opusiera ante el régimen de La Orden Carmesí, no lo sabían, pero Los Defensores habían comenzado un fuego, uno, que ya no se podía acabar.
Mientras las calles se sumían en caos, la cede central de La Orden Carmesí movilizaba todas sus cartas para frenar la revolución próxima a suceder, claro, sin mucho éxito.
—Señor —habló el subordinado ante el hombre que miraba la caótica ciudad desde su ventana.
—¿Ahora qué? —refutó con molestia.
—Su... su hombre regresó, señor.
—Que pase —ordenó, y al instante las puertas del lugar se abrieron y el hombre de la máscara de calavera apareció frente a todos, lucía bastante mal. Aquel hombre no ocultó su descontento y bajó para encontrarse con él—. Chromeskull, dijiste que acabarías con ellos.
—Sé bien lo que dije —enunció con una voz mezclada entre la modificada y la normal—. Pero los subestimamos, creí que sería más fácil, pero... resultaron siendo mucho más difíciles de tratar.
—Dijiste que te encargarías —aseveró acercándose peligrosamente hasta él. El hombre de la máscara de calavera le miró con miedo—. Mira hacia afuera, la gente se está levantando en nuestra contra y todo gracias a ellos y a tu incapacidad para resolver el problema.
—Tampoco se te nota muy comprometido a detenerlos —escupió casi sin pensarlo, abrió los ojos y fue cuando el misterioso hombre de traje lo atrapó del cuello, después, lo levantó como si no pesara nada.
—Teníamos un trato, supongo que si no fuiste capaz de cumplirlo, entonces no te necesito más, ¿verdad? —apretó mucho más su agarre y sus ojos comenzaron a colorarse rojos.
—A-Ax... détente...
—Muy tarde.
—Yo... yo sé donde se ocultan —dejó salir ya con el poco aire que le quedaba. Entonces lo soltó, Chromeskull cayó de rodillas ante él—. Yo sé donde se ocultan...
—Esta es una aseveración un tanto desesperada ahora que estás a punto de morir, ¿no crees?
—No miento —se puso de pie—. Sé donde se ocultan, puedo llevarte, justo ahora. Si atacamos en este momento podremos detenerlos de una vez.
—¿Cómo sé que dices la verdad, y no es solo una estrategia para salvar tu pellejo?
—Créeme, si los atacamos ahora, la era de los Alterados finalmente terminará.
—En eso te equivocas —le dio la espalda y avanzó nuevamente hasta la ventana, donde pudo apreciar su reflejo y sus siniestros ojos carmesí clavados en la ciudad—. El tiempo de los Alterados a penas comenzó.
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