Preludio
— ¿Dónde estoy? — pregunté con la voz algo apagada, todo a mi alrededor estaba oscuro, no lograba distinguir nada, todo era soledad, todo era tinieblas, y ni hablar del frío alrededor, era demasiado abrumador.
— En el lugar al que perteneces — dijo una voz detrás de mí, logré reconocerla al instante, era la voz que por años me torturó, que por dos décadas convirtió mi vida en un absoluto infierno, más de lo que ya era de por sí.
Voltee a verle con seriedad, frunciendo el ceño al verlo frente a mí; largo cabello rojo que le llegaba a los hombros, ojos castaños y sonrisa cínica, era la típica sonrisa con la que me miraba cuando quería que hiciéramos algo malo, (de lo cual yo era el que siempre terminaba siendo castigado, nunca variaba la mecánica).
— Te ves bien, Scotty — dijo él mientras se acercaba hacía mí para apretarme las mejillas — ¿Qué dices si vamos a salir un rato?
— Prefiero alejarme de ti, si no te importa — dije de mala gana, él era mi amigo (o eso creí) pero por muchos años cometí el terrible error de hacerle caso a sus palabras, nunca consideré hasta qué punto podían afectarme las cosas que él me pedía que hiciera, solo le daba carta blanca para actuar, gracias a que él era mi único amigo, y yo siempre creí que me decía todo eso por mi bien, qué equivocado estuve.
— ¿Porqué tan receloso? creí que éramos amigos — dijo tomándome de los hombros para pegar mi frente con la suya, sonriéndome coquetamente — No me digas que estás así porque Jack te terminó.
— ¡Jack no terminó conmigo! — grité abruptamente, él me sonreía cínicamente — S-Solo estamos peleados, n-nada más.
— Mh, a ver ¿y porqué pelearon? ¿porque te fue infiel? — preguntó burlonamente, haciéndome jadear y agachar la mirada con pesar, mientras algo de dolor inundaba de golpe mi pecho — Escúchame, Scotty, ya es tiempo de que aprendas a no dejar que te pisoteen, a no dejar que te humillen, ¿o qué? ¿quieres seguir siendo un llorón el resto de tu vida?
— ¡Cállate! — clamé volteando a verlo con odio absoluto — ¡Cállate de una maldita vez! ¡no haces más que arruinar mi vida! ¡te odio, te odio!
— ¿Me odias? por favor — dijo rodando sus ojos para acercarse hacía mí y besarme la mejilla — tú y yo somos inseparables, Scott, eso lo sabes de sobra.
El ruido del despertador me sacó de lleno de aquel abrumador sueño. Rápidamente me levanté de la cama para ver la hora en el reloj junto a mi mesa de noche, 09:15 de la mañana, debía irme al trabajo, odiaba tanto que los medicamentos me provocaran somnolencia.
Corrí al baño para darme una ducha, el agua estaba sumamente fría, odiaba ducharme con agua fría, pero a veces era lo mejor, el agua fría me ayudaba a mantener mis sentidos lo más agudos posible.
Salí del baño con una toalla rodeando mi cintura, me vi de reojo al espejo de mi habitación, mi cabello estaba algo largo, me llegaba ya a la nuca, debía cortármelo, odiaba dejarlo largo, me hacía sentir que era una chica, eso me desagradaba por completo.
— ¿Cariño? — habló una voz que entraba a la habitación, se trataba de aquel chico de encantadora sonrisa que me miraba de arriba a abajo, era una mirada que toda la vida me enloqueció, pero que después de cierto "acontecimiento" solo me generaba mucha incomodidad y frustración, aún cuando yo deseaba volver a sentir la misma emoción de antes.
— Buenos días, Jack — dije sonriéndole tranquilamente, él se me acercó para besarme la boca suavemente, el pecho me dolió, de hecho, el pecho me dolía cada que Jack me besaba, no siempre fue así, pero empezó a serlo desde que él hizo algo que arruinó por completo nuestra relación.
Te traicionó.
No, no me traicionó, yo descuidé nuestra relación por culpa de mi trabajo, pasaba mucho tiempo en la oficina, él obviamente no toleraría algo así, de hecho, nadie toleraría algo así jamás.
— Ya te preparé el desayuno — dijo él sonriéndome galántemente.
— Te lo agradezco enserio — dije tomando su cuello y besándolo lentamente.
Aún cuando te fue infiel.
Cierra la boca.
— Es tarde — dije apartándome del beso — Debo irme ya, el señor Fellows me debe estar esperando.
— De acuerdo — dijo Jack tomando mi mejilla para apretarla un poco — Trata de volver temprano ¿sí? reservé para cenar en un lugar muy lindo.
— No te hubieras molestado — dije tímidamente.
— Insisto, te has esforzado mucho, mereces que te consienta.
— Si tú lo dices — murmuré agachando la mirada tímidamente, él besó mi frente para apartarse de mí e irse hacía la puerta para salir de la habitación.
— No tardes mucho, cariño — dicho esto, abandonó la habitación, dejándome solo con mis pensamientos.
¿Solo?
— Qué idiota eres — dijo una voz junto a mí, cosa que me hizo voltear la mirada, observando con fastidio a aquella figura pelirroja parada frente al espejo, mirándome a los ojos de forma incrédula, con aquella sonrisa descarada que me hacía sentir tan desagradable.
— Él me ama, acéptalo — dije mientras caminaba a mi clóset para tomar algo de ropa, debía ir corriendo al trabajo, no podía retrasarme en absoluto.
— ¿Amar? jaj, ama que gastes todo tu dinero en él, amigo mío — dijo de forma incrédula, mientras se acercaba a mí para abrazarme desde atrás y besar mi cuello, haciéndome jadear tratando de apartarlo de mí — Acéptalo, Scott, no significas nada para él.
— Te equivocas — susurró volteando a verlo con frialdad — Él me ama, ¡me ama, haría lo que sea por mí!
— ¿Enserio? pues, haz algo simple, vé y pídele que te lleve al trabajo, eso no suena como algo complejo, ¿no es así? — preguntó de forma maliciosa, yo realmente quería resistirme y no caer en sus juegos, pero él era persuasivo, lograba quebrarme casi de la misma forma en que me quebraban los besos en el abdómen.
Gruñí para tomar mi ropa y terminar de vestirme, me veía bien, lo admito, era bastante atractivo, a pesar de ser reservado y no muy alocado, realmente me consideraba atractivo, una de las virtudes más grandes que tengo es eso, mi envidiable atractivo.
Narcisista.
— Bien, me voy ya — dije mientras agitaba un poco mi cabello negro para que se secara, al mismo tiempo que caminaba a la puerta de la habitación, aunque me detuve en seco al recordar que no había tomado mis medicamentos ese día, qué idiota soy.
Pues sí, lo eres, y mucho.
Cierra la boca.
Caminé a mi mesa de noche para tomar mis medicamentos y beber dos pastillas, las bebía desde los once años, aunque a partir de los catorce tuve que cambiar de medicamentos varias veces, ¿porqué? sinceramente no lo sé, no recuerdo mucho acerca de esos años, solo recuerdo que en esa época, mis padres me detestaban, odiaban incluso verme fuera de mi habitación, y también recuerdo que fue la época en la que estuve más solo en mi vida, tanto así, que mi único amigo en todo el mundo, era él.
Lo sigo siendo, amigo mío.
— Me voy ya — dije sacudiendo mi ropa mientras caminaba a la puerta de la habitación, aunque voltee un momento para verlo de reojo, él me miraba maliciosamente, era una expresión que siempre lograba alterarme los nervios — Quiero trabajar en paz, ¿crees poder dejarme?
— No prometo nada — dijo cínicamente mientras alzaba los hombros — Realmente necesitas que alguien te cuide la espalda, porque tú no sabes cuidarte solo.
Suspiré pesadamente al oírle, era tan frustrante que me hiciera estas cosas, pero más frustrante, era pensar que sin él, yo no tenía a nadie con quién hablar, estaba solo.
Y aún lo estás, pero descuida, mientras me tengas cerca, estaremos juntos lo que nos quede de vida, tú y yo, nadie más.
-
Llegué al edificio donde trabajaba, era una oficina de publicidad bastante grande, una de las más grandes de Westvalley, de hecho, y ello implicaba que fuera una de las que más trabajo tenía a diario (sobre todo considerando la fama que tenía la ciudad, pero aquí entre nos, considero que todo eso eran inventos de la gente, es decir ¿Quién iría por la calle matando a diestra y siniestra? eso es algo muy absurdo si me lo preguntan a mí).
Jajaja.
Caminé a mi escritorio para retomar el trabajo que había dejado pendiente el día anterior, realmente me esforzaba por cumplir con mi trabajo, ¿porqué? porque sentía que era de lo poco para lo que ara bueno, además de que, moría por convertirme en el editor en jefe, la idea de dar ordenes me fascinaba, y ni hablemos del sueldo, que me excito tan solo de pensarlo.
— ¡Carson! — clamó una figura robusta y calva que caminaba hacía mi escritorio, yo rápidamente me levanté de mi asiento para recibirlo, mirándole con detenimiento y sonriendo calmadamente.
— ¿Sí señor Fellows? — pregunté al acercarme, él me miraba a los ojos con seriedad, me ponía nervioso que me mirara así, y de cierta forma, una parte de mí se sentía algo enojada por ello.
— ¿Has tomado las fotos que te pedí para el reportaje de la juventud de Westvalley?
— Ah, me temo que no, señor, he estado ocupado tomando fotos al— traté de hablar, pero el hombre robusto me interrumpió en seco.
— ¡¿Tomando fotos a qué?! ¡¿a algo que te pedí hace semanas que tuvieras listo?! — reclamó mirándome con odio absoluto, mirada que me hizo agachar apenado la mirada.
¿Lo ves? eres un pobre marica que no sabe defenderse.
— ¡Quiero que vayas ahora mismo y tomes todas las fotos que puedas a la secundaria de Westvalley! y asegurate de que sean buenas, si no logras tomar todas las fotos que te pido, le daré este trabajo a Josh, ¡¿te quedó claro?!
Suspiré pesadamente al oírle, sus palabras me llenaron de rabia y frustración, Josh Genderson, el bastardo que competía conmigo por el ascenso, era más molesto que tener arena en el pantalón.
"Desearía que se ahogue con su propia lengua un día de estos".
— Entendido señor — dije por debajo para apartarme y caminar hacía el ascensor, no quería ir a la secundaria de Westvalley, ese sitio me traía muy malos recuerdos, recuerdos que prefería ignorar completamente.
— ¡Espera! — escuché una voz conocida que detuvo el ascensor justo antes de que este se cerrara.
Me quedé helado al verlo de frente, ojos azules y encantadora sonrisa, cabello rubio y muy brilloso, era el sueño de todas las mujeres de la oficina, y de forma increíble, a él no parecía interesarle la compañía femenina.
— ¡Scott, hola! — dijo mientras entraba al ascensor junto a mí y me sonreía ampliamente, yo le sonreí de vuelta con algo de recelo, no me gustaba ser tan "abierto" con él, se notaba que buscaba algo más que solo ser mi amigo, y por más que yo deseaba mantener mi distancia, él insistía en mantenerse cerca, ¿cuál era su problema?
— Hola David — dije sonriendo de forma algo forzada.
— ¿Vas al colegio de Westvalley, no es así? — preguntó mirándome de reojo, yo asentí mientras llevaba mis manos a mis bolsillos.
— Así es, tengo que tomar algunas fotos para el reportaje de la "juventud de Westvalley" — dije con fastidio mientras miraba de reojo una figura pelirroja que me sonreía incrédulamente, sonrisa que no dejaba de ponerme nervioso.
— Deberías cogertelo, se nota que tú le interesas — dijo él de forma incrédula, yo rodé mis ojos de mala gana para voltear a ver a David, él me sonreía de forma muy galante, admito que hace mucho que nadie me sonreía así, ni siquiera Jack me sonreía de esa forma desde hace mucho tiempo.
Desde que cogió con su compañero de trabajo, ¿lo olvidas?
No, no lo he olvidado, lamentablemente, y todo gracias a ti.
Debo dejarte en claro la clase de porquería con la que vivías, no sería un buen amigo si no lo hiciera, ¿no es así?
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