Capítulo 1
Un año después
—¿Keklyn?
—Sí mamá, la semana pasada puse el anuncio en internet y también en algunos supermercados, no sé por qué no ha ido nadie, de seguro... —dudo un poco, pero al final lo digo— ...estás pagando muy poquitito —siento que me observa y lentamente levanto la mirada.
—Puedo pagar más pero tendría que disminuir tu salario, tú verás.
Niego mientras seco el último vaso —Mejor me voy a trabajar. Nos vemos en la noche.
—Ten cuidado.
—Como todos los días.
Le lanzo un beso y salgo de la cocina. Rápidamente voy a mi habitación por mi bolso y abrigo, así como subí vuelvo a bajar.
—No te vayas a caer.
Dice mi madre al escuchar la forma tan brusca con la que he bajado por las escaleras, pero no tengo opción, voy tarde.
Salgo de la casa y camino lo más rápido posible, la tienda de la familia no está muy lejos, solo son cuatro cuadras por lo que me confío y casi siempre salgo tarde. En casi 10 minutos ya estoy afuera de las instalaciones y los dos trabajadores me están esperando.
—Ni adelantar tu reloj te sirvió para llegar temprano.
Volteo para verla —No funciona porque sé que va cinco minutos adelante y pues me confió, pero esta será la última vez, no se los prometo pero lo será.
—Ojalá.
Los tres ingresamos y cada uno toma su lugar; María es la cocinera, Andy el que le ayuda y lava los platos y yo soy la mesera y cajera. Aunque la cafetería es pequeña a veces se llena y yo no puedo hacer las dos cosas a la vez por lo que tiene que venir Andy a ayudarme y después a mí me toca ayudarle limpiando las mesas.
Antes de encender el letrero de «abierto» reviso las cuentas, las mesas, los productos y todo está en orden. Enciendo el letrero y poco a poco van llegando los clientes, la mayoría vienen por nuestro desayuno, hoy es el día belga así que no pueden faltar los gofres. Pasan las horas y a las diez de la mañana han entrado aproximadamente veinte clientes, hasta ahora todo va excelente nunca habíamos tenido tantos clientes para el desayuno.
—¿Será que ya puedo seguir lavando mis platos? —pregunta Andy mientras se quita el delantal de mesero.
—Yo creería que sí. Muchas gracias —le sonrió y él niega.
—Que gracias ni que nada, hoy salgo temprano.
—¡Y yo también! —grita María desde la cocina.
Los observo a ambos con los ojos entrecerrados. —Hoy quiero llevar a mi novia al cine, estamos cumpliendo cuatro meses de noviazgo.
Me explica Andy y no me queda más que darle el permiso. —Mi hijo tiene una presentación en la escuela, si quieres puedes venir.
Me comenta María y obviamente no me puedo negar a darle el permiso pero... —Dale saludos de mi parte porque no puedo ir, alguien tiene que atender la cafetería.
En las tardes solo vendemos pastelitos, panes, jugos, galletas y demás por lo que una sola persona se puede encargar de ello. La jornada laboral transcurre y tenemos casi el mismo aforo de todos los días, Andy y María se van a las cuatro y quedo yo aquí limpiando las vitrinas.
Escucho que suena la campanilla de la puerta, llegó un cliente.
—Buenas tardes, bienvenido a Celtic Land.
Él observa todo a mi alrededor, por último me observa y sonríe. —Vengo por esto —pone sobre la barra uno de los tantos anuncios que dejé en diferentes lugares.
—Ahí dice que después de la seis de la tarde son las entrevistas—él asiente levemente mientras yo hablo —... pero no hay problema yo te hago la entrevista.
Está ese horario porque la que hace las entrevistas es mi madre y ella viene a esas horas pero no le podía decir a la única persona interesada en el trabajo que volviera más tarde.
—Me esperas unos segundos en esa mesa —apunto hacia la mesa del rincón, la favorita de las parejas.
Mientras él va aprovecho para llamar a mi mamá para que venga o me diga que preguntar más no contesta, nunca he hecho ni tenido una entrevista de trabajo así que no sé qué decir. Busco rápidamente en internet y ya sé más o menos que hacer, busco una hoja un lapicero y voy hacia él.
—Y bien, mi nombre es Keklyn Maes Goffin y por ahora soy la encargada del lugar.
Ríe por un momento para luego responder. —Mucho gusto.
—¿Cuál es tu nombre?
—Alain, ¿eres de Bélgica?
Lo observo a los ojos. —Soy tan canadiense como tú.
Eleva las cejas y ladea la cabeza —Yo no soy de este país, pero bueno.
—Ah disculpa, mis abuelos si lo eran, mis padres y yo nacimos aquí. —solo asiente y desvía la mirada. —Hoja de vida, edad, otras ocupaciones, número de documento, de teléfono, referencias laborales y personales.
Al finalizar le sonrió ampliamente porque a mi parecer eso sonó un poco brusco.
Él me extiende un sobre de manila —En la hoja de vida están todos esos datos.
Entre cierro los ojos y sí, tiene razón. Reviso detalladamente los documentos: tiene 23 años, nació en Reino Unido y según el documento de extranjería lleva acá tres años, tienen una beca para estudiar repostería y no ha tenido experiencias laborales pero trae una carta de recomendación escrita a mano por su madre.
—¿Y por qué quieres este trabajo?
Él me observa y se pone la camucha de la chaqueta —¿De verdad? —asiento con la cabeza —Quiero trabajar para tener el placer de recibir mes a mes mi dinero y así poder ayudar a mi madre con los gastos.
—¿Algo más que me quieras decir?
—El menú está muy pobre, tienes una tienda grande y aun así solo vendes desayunos y una que otra cosa para merendar... creo que estás perdiendo dinero.
Que ganas de decirle: quien carajos pidió tu opinión acerca de mi menú pero yo le di esa libertad.
—Lo voy a tener en cuenta y gracias por venir, yo te llamo.
—Dime la verdad, ¿me vas a llamar?
—No sé, tengo que hablar con la dueña. Mañana tendré una respuesta.
—Estaré esperando con ansias esa llamada —dice mientras se pone de pie y va hacia la puerta —Nos vemos mañana, señorita Keklyn.
Solo le sonrió y no me atrevo a decir nada para no darle esperanzas.
Mi jornada laboral sigue y no entra un cliente más, a las seis en punto llega mi madre y le cuento todo acerca de Alain.
—¿Y entonces? —pregunta mi madre al terminar de leer la hoja de vida —Me imagino que lo contrataste.
Elevo las cejas y suspiro —No, estaba esperando tu opinión.
Mi madre niega en repetidas ocasiones, agarra su celular y posteriormente me imagino que busca el número de la hoja de vida.
—Aquí no está el número, ¿te lo dio? —evado su mirar y mejor me rasco la cabeza —Ay Keklyn, solo tenías que hacer una cosa, una cosa míni...
Y doy gracias al cielo porque la campanilla de cliente me acaba de salvar.
—Buenas noches, vengo por la entrevista de trabajo.
Observo a mi madre y tal vez no nos convenía Alain.
Me levanto de la silla y le cedo el puesto al joven. Voy y me hago tras la barra, pero este también es mi negocio y tengo que estar presente. Llevo una silla más y me siento junto a mi madre; ella casi hace las mismas preguntas que yo le hice a Alain solo que son más elaboradas.
Este le cuenta a mi madre que se ve obligado a trabajar porque la librería de su familia cayó en la quiebra, ese es el miedo más grande de mi madre, que su emprendimiento de toda la vida se vaya a la basura. Hago memoria y yo nunca he oído mencionar esa librería y eso que yo amaba leer y recorría todas las librerías de la ciudad en busca de promociones... bueno amo, pero ya no tengo tiempo ni la misma pasión como en mi adolescencia.
Mientras ellos hablan y mi madre pone caras de terror, reviso la hoja de vida del sujeto: nació aquí, estudió economía, tiene 25 años y pone como experiencias laborales la librería. Algo me dice que él fue el responsable de acabar con esa librería y eso me hace soltar no una risita sino una carcajada.
—¿Todo bien contigo? —pregunta mi madre y solo asiento. —Ella tiene un pequeño retraso mental.
Eso no es cierto, pero bueno. La entrevista continua y como sorpresa mi mamá decide contratarlo; ahora yo seré mesera, él que me maneje la caja registradora y todas las finanzas.
Yo no quería ser mesera.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro