ꕤ : capítulo 01.
MiYeon se encontraba cuidando de su revoltosa omega que no paraba de saltar por todos lados haciendo rebotar sus cabellos, sonriendo y riendo cuando la misma le traía distintos dibujos o cartitas con las mejillas rojas.
—Shua, cariño, ven aquí —pidió y rió, levantándose del sofá para ir con la azabache menor—. Te harás daño, quédate quieta por favor. —pidió bajo, abrazándola por la cintura.
—¡Alfa! —la omega soltó un lloriqueo, haciendo un pequeño puchero—. Ven a jugar conmigo, vamos a correr. —pidió bajo.
—Que te vas a caer —la tomó por la cintura, alzándola y obligándola a enredar las piernas en su cadera—. No puedes pretender que un colador te va a proteger, mi amor. —rió quitando el artefacto de cocina de la cabeza de la omega, despeinando el cabello de la misma con una de sus manos.
—¡Pero alfa! —Shuhua volvió a lloriquear—. Yo soy una heroína, tontita, hay que matar a los malhechores. —asintió, intentando bajar.
—Pero si tú te pusiste a llorar porque mate a una hormiga. —le recordó, batiendo las cejas, caminando a la cocina.
Shuhua hizo una mueca, alzando las manos.
—Vamos a la cama Miy, yo quiero abrazarte. —murmuró, se sentía muy cansada y adolorida.
—Vamos —asintió, dándose la vuelta para caminar a la habitación de la menor, acostándose en las blancas sábanas, besando las mejillas rojas de la Taiwanesa a causa de sus travesuras—. ¿Estás adolorida, amor? ¿En dónde? —acarició su espalda baja, examinando que no se hubiese lastimado al jugar.
—Aquí alfa, me duele aquí —murmuró, acariciando su vientre—. Duele mucho. —soltó otro lloriqueo.
—Pobre de mi omega. —la mayor dejó un beso en la frente de su omega, acariciando su vientre con cuidado, sin despegarla de su cadera.
Shuhua se quedó cerca de la azabache mayor, haciendo una mueca al sentir humedad en su ropa.
—Alfa estoy mojada. —murmuró sin saber que pasaba.
—Oh, pero si tu celo fue hace solo unas semanas —bajó su mano al sentir su camisa mojada—. Voy a tocarte —avisó antes de moverse, tocando la humedad. Alzó su mano, mirando la sangre cubrir sus dedos—. Oh Dios. —murmuró, abriendo los párpados más de lo normal.
—¿¡Qué pasó!? —alzó las manos, haciendo un gesto de miedo—. ¡Alfa me estoy desangrando! —chilló asustada, moviéndose inquieta—. ¿¡Me voy a morir!? —preguntó preocupada.
—No, no, calma —se levantó alzando a la menor por la cintura, caminando al baño por papel—. Es tu periodo amor, tranquila, no pasa nada ¿Si? —murmuró.
—¿Mi periodo? —preguntó confundida, cubriendo su rostro con ambas manos.
Nunca nadie le había hablado de eso.
—Sí amor, ¿No sabes si tu mamá tiene toallitas por aquí? Vamos a ponerte eso y no te vas a manchar más. —preguntó, mirando hacia varios lados y pasó un poco de papel higiénico sobre la mancha en su camisa para tratar de quitarla.
—Mamá tiene unos cositos aquí —abrió la gaveta, sacando unos tampones—. ¿En dónde se pone? —alzó las cejas, mordiendo su labio.
—No, esos no, cariño, esos luego, ¿Si?—empezó a registrar en la gaveta, moviendo las cosas que estaban dentro—. Oh, no hay, yo iré a comprarte unas toallitas, ¿Bien? Espérame —salio del baño para ir a la habitación de la menor por otra camisa.
—¿Me quedo aquí? —preguntó en un susurro, buscando papel higiénico—. Alfa no se detiene, alfa. —murmuró, asustada por el sangrado.
—Ya cariño, iré a comprar esas toallitas, te las pondrás y luego te explico, ¿Bien? —volvió con una camisa nueva puesta, avisando a Shuhua.
—Okay alfa —murmuró, quedándose encerrada en el baño—. Oh, se manchó mi faldita. —se quejó, mirando su ropa teñida de rojo.
—Hm, eso no importa —sonrió del otro lado de la puerta—. Dámela, la pondré en la lavadora junto con mi camisa. —pidió bajo, tomando su cartera.
Shuhua se quitó la falda, pasándola por el espacio de la puerta.
—Aquí tienes, cuidado. —advirtió, envolviendo su cuerpo en una toalla.
—¿Cuidado con qué, muñeca? —rió bajo—. No pasa nada, ¿Podrías darte una ducha sin cabello mientras voy a comprar tus toallitas? —preguntó, alzando las cejas.
—¡Claro! —chilló, metiéndose en la ducha sin mojar su cabello—. Apúrate alfa, sigue saliendo. —murmuró, viendo el agua.
—Muy bien, cachorra. —rió cerrando la segunda puerta que daba a la sala, bajando las escaleras, corriendo hasta una farmacia más cercana.
Una omega atendía en la farmacia, sonriendo al ver a la chica.
—Buenas tardes jovencita —saludó a la alfa con amabilidad—. ¿Qué necesita? —le preguntó, mirándola de pies a cabeza, tratando de adivinar.
—Unas toallas sanitarias, por favor. —pidió sacando unos cuantos billetes de su cartera.
—Claro, ¿Nocturnas o de día? —preguntó, dándose la vuelta para ver los paquetes de toallas detrás de ella.
—Nocturnas, por favor. —pidió, moviendo su pie, impaciente.
—¿Grandes o pequeñas? —murmuró, mirando varias clases de toallas.
—Grandes. —puso el dinero sobre el mostrador.
La beta decidió no preguntar marca de toallas, se veía que la azabache estaba apresurada.
—Aquí tienes. —asintió, dejando las toallas en el mostrador.
—Gracias, antes de irme, unos chocolates y unas píldoras para el dolor, por favor. —pidió suave, sacando más dinero de su cartera.
—Las píldoras y los chocolates —asintió, yendo por las cosas—. Y aquí tienes. —puso todo en una bolsa, entregándosela a la alfa.
—Muchas gracias. —dejó el cambio sobre el mostrador, la mujer había sido muy amable al no preguntar nada.
—Nos vemos. —batió la mano.
adaptacion © harryomega
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