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Capítulo 71

"Serás la más triste parte de mí. Una parte de mí que nunca será mía. Es obvio, esta noche será la más solitaria. Aún eres el oxígeno que respiro. Veo tu cara cuando cierro mis ojos. Es tortuoso, esta noche será la más solitaria."

-THE LONELIEST
(THE MANESKIN)


Min Yoongi asomó la mirada a la ventana de su habitación tras apartar las cortinas con una mano temblorosa. Sus piernas apenas se sostenían en pie y sin embargo había sentido la necesidad de saber un poco más sobre aquello que ocurría en el exterior.

Aproximadamente una hora atrás había escuchado los susurros de Hoseok y los hermanos de este entre las paredes. El modo en el que ese chico decidía y tomaba entre sus manos la responsabilidad de la seguridad del hostal era en cierta forma admirable.

Todos los Jung parecían preocupados ante la posibilidad de que los Lunas Rojas decidieran atacar de manera inesperada. Había demasiadas personas refugiadas entre aquellas paredes y en lo que a él mismo le concernía, demasiados niños que ansiaba llevar de vuelta a las tribus cuando ese estúpido conflicto entre los egoístas lobos de las manadas de la montaña terminase.

-Tenemos que estar preparados para cualquier cosa. - había escuchado decir a Hoseok, los susurros llegando hasta sus oídos con facilidad entre las paredes. - El hostal es hogar de guardianes, estamos bien protegidos pero no sabemos todavía quién podría decidir atacarnos y de qué forma. Si usarán únicamente sus colmillos o algo más. Quiero tres líneas de defensa alrededor de la casa, cada una de ellas separada por una distancia de cinco metros. Si quieren atacarnos, al menos que no nos pille desprevenidos.

-Como diga, señorito Jung. - había contestado una voz femenina. - Los guardianes disponibles nos reuniremos para formar la defensa. Le informaré de todos los eventos fuera de lo normal que sucedan.

-Esta maldita niebla ya forma parte de algo anormal, usad linternas si permanecéis en forma humana incluso si no están siendo del todo útiles. Al menos servirán para que vuestros compañeros os puedan distinguir bien cuando caminen cerca. Si veis llegar a alguien desconocido o mínimamente sospechoso, aullad. - Hoseok se tomó un instante para suspirar. - Estaré ahí en unos minutos, deja que me asegure de que los huéspedes se encuentran a salvo.

-¿Deberíamos llevarlos al búnker subterráneo, señorito Jung?

Hoseok pareció necesitar un tiempo para pensar en la respuesta.

-Lleva tan solo a los niños y voluntarios. Por duro que suene, si nos superan en número, necesitaremos la ayuda de todos aquellos que deseen darla.

Y así mismo lo hicieron. Yoongi fue uno de los que decidió quedarse en su habitación. Incluso con la debilidad actual que hacía de su cuerpo y su lobo algo casi insostenible. A pesar de las peticiones de la señora Jung, mantuvo firme su idea de no moverse del lugar que le había sido cedido momentáneamente como habitación propia.

-Me quedaré. - habló con dificultad.

-Está bien. - la mujer suspiró, apoyando sobre la mesita de escritorio una bandeja repleta de galletas de mandarina y zumo recién exprimido embotellado. - Entonces come algo. Los dulces siempre me ayudan a lidiar con los nervios… He hecho estos para los niños que acomodaremos en el búnker y si tú decides quedarte con todo lo que puede suponer, tal vez también los necesites. Sé que no deberías consumir demasiado azúcar durante tu estado pero… Un día es un día y hoy será uno bastante difícil.

La señora Jung sonrió. Aquella era una expresión que Yoongi había visto muchas veces en el último mes. La mujer parecía y de hecho olía agradable, lo había cuidado y mimado dentro de sus posibilidades. Incluso cuando inicialmente él se había mostrado reacio a tener el más mínimo contacto con cualquiera de esos lobos.

-Gr… gracias. - susurró finalmente Yoongi, antes de despedirse con una de sus manos.

Torpe, ese movimiento había sido torpe y absurdo. No estaba acostumbrado a su forma humana y mucho menos al tipo de socialización que estos tenían.

-No dudes en llamarnos si llegas a necesitar ayuda.

-Lo ha…haré.

Y finalmente ocurrió lo que desde el preciso inicio todos sabían que probablemente ocurriría. Horas más tarde y con la niebla espesa todavía envolviendo el viejo edificio. Los ojos brillantes comenzaron a verse desde el horizonte más cercano y los susurros de los Jung se convirtieron en garras, mordidas, aullidos y llanto. Estaban luchando todavía cuando Min decidió alzar su mano para empujar lejos aquellas nubes bajas que le impedían ver a los enemigos desde su posición en la ventana del piso superior.

-Fuera. - susurró. Re...gr.. regresa a tu lugar de origen.

Su movimiento ayudó en cierta forma a despejar el lugar de batalla. Ahora los lobos Jung se movían con mayor agilidad y rapidez, derribaban al enemigo sin tener que discernir su olor debido a la espesa bruma.

-Salvajes. - susurró, los ojos clavados en el lobo de pelaje gris que avanzaba en línea recta hacia los enemigos. - Son unos sal…salvajes, no nosotros. Ellos lo s…son. Los lobos de las ma… manadas no conocen la paz.

Yoongi lo recordaba desde aquella noche, como si lo hubiera visto en su forma lobuna en multitud de ocasiones anteriormente. Reconocía su espalda erguida, su pelaje brillante, su aroma y su forma de moverse sin hacer el más mínimo ruido. Aquella noche de hace unas semanas ese mismo lobo lo había retado, perseguido y apresado. Le había impedido llevar a cabo su venganza y por alguna razón que no comprendía también le dió un refugio, una cama y curó sus heridas.

Quizás por eso, tan solo pensando en el favor que le debía a Hoseok y en el hecho de que en esa casa se encontraban niños a los que ansiaba proteger con su propia vida, alzó su mano y la extendió hacia el frente mientras cerraba los ojos.

Las nubes se revolvieron en el cielo y la niebla pareció correr hacia atrás en un instante. Todos los lobos que rodeaban el hostal se quedaron quietos, nuevamente expuestos para enfrentarse cara a cara. Entonces los gritos fueron sustituidos por miedo cuando el viento barrió sin amabilidad a cada Luna Roja presente que se encontrase cerca del hostal de los Jung como si fueran simples hojas caídas sobre el césped verde. A medida que Min Yoongi cerraba los dedos de su mano en un puño, las extensiones y prados del lugar fueron rápidamente cubiertos por su protección. El viento hizo y seleccionó a su antojo, siguiendo sus órdenes como si ambos fuesen uno solo.

Una magia ancestral que obligó a Jung Hoseok a girarse hacia la ventana de la habitación del chico con el cabello erizado y la sensación de estar rodeado por un extraño escudo implacable, todavía en su forma lobuna. Yoongi pudo ver a través de los ojos que lo observaban con una mezcla de miedo y admiración. Y cuando su corazón pareció precipitarse, decidió cerrar rápidamente las cortinas y regresar a su cama.

Le había regresado el favor a Jung Hoseok. Ahora sería libre de este y de cualquier deuda que este pudiera pretender reclamarle.

Los escudos estaban levantados, la zona protegida. Hizo por ellos aquello que no logró hacer por sus hermanos de las tribus. A pesar de que el responsable de la masacre que había asolado su hogar, todavía no había sido apresado y juzgado.

El ataque hacia los Lunas Rojas que rodeaban a Taehyung y a Jungkook fue tan rápido como lo hubiera sido un suspiro. Y también supuso un imparable efecto domino entre los presentes. Ver a Jeon Joy, su líder, ganar terreno, animó a cada guardián y voluntario que rodeaba el área de batalla.

-"No os detengais hasta que el enemigo comience a retroceder. Si se rinden, serán apresados y juzgados."

Quizás precisamente por ese motivo concreto, más allá de donde ellos se encontraban situados, las Lunas Azules comenzaron a tomar el espacio que habían ocupado las filas de las Lunas Rojas anterioremente hasta acorralar al bando contrario. Uno a uno, se enfrentaron a quienes los habían retado y ganaron en cierta forma, a pesar del dolor y la miseria. Aquellos que se rindieran serían juzgados con justicia frente a un consejo que debería ser nuevamente elegido tras la batalla. En cambio, los que quisieran seguir luchando lo harían hasta la muerte si fuera necesario.

Mientras el alfa sureño se colocaba y envolvía sobre el cuerpo de Tae para evitar que cualquier tipo de daño llegase a rozar lo más mínimo a su pareja, el sonido de los lobos estrellándose los unos contra los otros llenó el espacio a su alrededor una vez más. Los cuerpos no parecían dejar de caer contra el sucio suelo repleto de tierra y sangre.

-"Todo va a ir bien. Respirad." - el sonido de la voz de Kim Namjoon supuso un alivio para Jungkook y Taehyung. - "Aguantad en esa posición. No intervengas, habéis hecho más que suficiente sacando a los inocentes y apartandolos de la zona de guerra. Eso es lo más importante. El que los inocentes no sufran por los pecados y decisiones de otros."

Taehyung se removió levemente, sin embargo mientras sus manos sostenían en una especie de abrazo al lobo de su pareja, solo se desplazó lo suficiente como para poder ver más allá. La zona en la que sus progenitores luchaban sin descanso.

-Mis padres…

-"Estamos bien. No te muevas. Puedo sentir lo débil que está tu lobo a través de nuestro vínculo." - Seokjin fue quién habló en esa ocasión. - "Obedece."

Taehyung hizo caso por una vez, escondiendo su nariz en el pelaje de Jungkook se aferró a este y susurró.

-Siento no haber podido ser demasiado útil en esta lucha.

Jungkook tan solo gruñó en respuesta. No estaba de acuerdo con aquella autocrítica. El padre de Tae tenía razón, ellos habían sacado juntos y llevado a un punto seguro con la ayuda de Jimin y Taemin a una gran cantidad de personas. Esa ayuda era más que suficiente.

-"Nunca has creído en la violencia y la guerra. Estar aquí es más de lo que muchos hubieran hecho."

Sonidos de mandíbulas, sangre y gruñidos. Y el leve susurro de Kim Taehyung, quién ahora sostenía entre los dedos de sus manos el cabello azabache del lobo de Jungkook con mucha más fuerza que antes. Él nunca tendría que haber estado en ese lugar, luchando una guerra así, no cuando su ideología le había enseñado a respetar la paz y el diálogo. El sureño no lo había dicho para convencer o consolar a su alfa, lo dijo porque realmente lo sentía de esa manera.

Los golpes, la sangre y el dolor no tenían nada que ver con el norteño. La guerra no se ligaba a Taehyung de ninguna de las formas posibles. En ningún maldito aspecto.

-Mis padres… - susurró. - Mis padres han venido y están bien. Ellos van a ayudarnos. Sé que lo harán, los dos saldremos de aquí con vida.

Jungkook no se movió, en lugar de eso, afianzó su cuerpo todavía más en su posición, tratando de no poner demasiado peso sobre la figura humana del hijo de los Kim mientras gruñía a cada lobo que conseguía romper lo más mínimo la barrera formada por Seokjin y Namjoon cerca de ellos. Había sido una lucha desigual desde el mismísimo inicio, incluso un bárbaro sureño podría decirlo sin sentir vergüenza. Aunque ellos aprendían sobre la guerra desde el instante en el que comenzaban a aullar, también aprendían que el honor de un luchador se encontraba en saber cómo medir a sus contrincantes. Uno contra uno, dos contra dos, tres contra tres… Jamás diez contra dos. La guerra siempre era cruel pero como lobos debían mantener el sentido común de las cosas, enfrentarse sin usar las ventajas con más frecuencia de la necesaria, sin más armas que aquellas que les había dado la Diosa. Había pocas costumbres honorables en su manada y en los últimos años incluso las que lo eran se habían deformado debido a las exigencias de un consejo antiguo y corrupto. Jeon Jungkook sabía eso, sin embargo al menos él sí podía afirmar que era capaz de elegir bien a sus adversarios. Atacar al débil o al caído en batalla no entraba dentro de sus propósitos de ninguna de las formas.

Un verdadero guerrero sureño amaba los retos y luchar contra un lobo herido hasta el desfallecimiento o enfrentarse a un grupo de reducido superándolo en número en el campo de batalla, se apartaba mucho de la idea general de ello.

Y por un maldito segundo entendió que entre todo lo malo, aquello precisamente se lo había enseñado su padre mientras lo instaba a convertirse en el mejor guerrero y guardián altiorem de su generación. Tal vez el motivo y la insistencia de que aquello ocurriera había tenido más motivos de los que él llegó a pensar que tenía. Quizás su padre ansiaba verlo dirigiendo a otros guardianes por un motivo que se alejaba mucho de los que Jungkook creía conocer.

-"Bastardos. " - gruñó. - "Marionetas estúpidas de papel. Solo siguen órdenes…"

Aunque él había sido así por un tiempo, y lo había sido a pesar de lo que ahora sabía que la figura de sus padres suponía. Jungkook sentía que esos lobos jóvenes que ahora estaban siendo atravesados por dientes y lanzados lejos de ellos, no eran más que marionetas agujereadas por hilos de alambre que los obligaban a levantarse una y otra y otra vez. Cómo él lo fue antes de la unión, antes de Tae, antes de conocer a los Kim y de abrir su mente a nuevas posibilidades de vida. Antes de saber que sus propios progenitores apoyaban y defendían todo aquello que a él sus senex le enseñaron que era incorrecto.

Que un grupo entero los rodease no era honorable y tampoco podía ser considerado como una batalla justa si ellos ni siquiera tenían la oportunidad de defenderse. Y por supuesto, no  cuándo desde el inicio conocían el hecho de que acabarían perdiendo debido a que su fuerza tenía fecha de caducidad. No había nada bueno en el modo de actuar de las Lunas Rojas, mucho menos cuando los que los habían acorralado eran poco más que niños asustados a los que alguien había convencido de un dogma a través de un discurso basado en el odio.

Él no era capaz de dejar de repetirse eso mientras sentía a Taehyung retorcerse bajo su cuerpo. Su pareja lo había intentado con mucho más honor que cualquiera de aquellos lobos. Con enorme solidez y habilidad había lanzado su fuerza hasta agotarse, en contra de todo aquel que se cruzó en su camino.

-"Aguanta. Lo hemos hecho bien hasta ahora, solo tienes que esperar un poco más. Así que aguanta, Tae."

Seokjin y Namjoon tardaron menos de diez minutos en lanzar lejos de la zona los cuerpos ensangrentados de aquellos que osaron intentar lastimar a su hijo. Acompañados por Jeon Joy y una enorme multitud de lobos tan dispuestos a defenderlos como ellos. No había sido justo de su parte tampoco, lanzar una horda sobre un pequeño grupo, pero al menos podrían afirmar que estaban siguiendo las normas marcadas por su enemigo.

Fueron segundos de imparable masacre hasta que el silencio solo roto por el sonido de los latidos de sus corazones se impuso, una batalla de grupo contra grupo, de quién tenía a más gente de su lado, del que apoyaba una unión contra el que lo hacía bajo sus propias reglas individuales. Y entonces, cuando los gemidos de dolor y los golpes comenzaron a cesar, la niebla volvió a dejar paso a la luz mientras Taehyung alzaba una de sus manos hacia el cielo con una súplica muda resbalando de sus labios agrietados. Una nube negra hizo caer su lluvia casi al instante, los truenos resonando en sus cabezas y oídos en consecuencia, las gotas acumulándose y creando ríos de sangre aguada a su paso. Limpiando la tierra del dolor y las marcas del enfrentamiento.

-"¡Se rinden! ¡Las lunas rojas reclaman el privilegio de parlamento y se rinden!" - anunció alguno de los lobos a su alrededor.

Los aullidos de victoria se mezclaron con la melodía de las gotas de lluvia tropezando contra el suelo.

Jungkook no tardó mucho en volver a su forma humana, cuando lo hizo el hechizo de los ojos iluminados de Tae pareció atraparlo.

-¿Puedes hacer llover de esta manera y has estado guardándotelo para tí mismo hasta el final?

El alfa norteño sonrió, con las pestañas largas repletas de diminutas y brillantes gotas de agua mientras sus manos envolvían nuevamente en un abrazo apretado a su pareja. No le importaba la gente que estaba presente, el que los mirasen con curiosidad le resultaba algo plenamente secundario si podía sostener a la persona que había empezado a querer con todo su corazón.

-Te sorprendería lo que los animales pueden hacer cuando están en contacto con la naturaleza o se sienten desesperados. Lo que tú mismo podrás hacer en un futuro cercano.

Así que mientras otros comenzaron a buscar heridos y sus padres lo esperaban a unos pasos de distancia, sumidos en un toque familiar con los cuellos de sus lobos entrelazados y sus patas todavía manchadas de sangre y escarcha, Tae se limitó a disfrutar del hecho de estar vivo. Del importante detalle de que su pareja también lo estuviese y de que quizás juntos podrían ver amanecer un nuevo día y una nueva era para la montaña y sus manadas.

-En realidad se trata de toda esa cosa del diálogo. Podría haber aplastado a cualquier lobo con un maldito rayo pero he decidido no hacerlo. - Taehyung sonrió, su voz era ronca mientras hablaba y los hoyuelos se marcaron alrededor de sus labios. - ¿No sabes que has elegido a un alfa fuerte además de atractivo?

Jungkook negó con la cabeza, sonriente y entretenido ante las palabras de su pareja. En realidad estaba seguro de que Tae podría haber hecho aquello y mucho más si se lo hubiera propuesto, pero de alguna manera este se había sabido mantener fiel a sí mismo y a sus creencias en medio de la lucha. Tan sólo había atacado cuando había sido estrictamente necesario, y jamás mordiendo a muerte si no lo empujaban hasta que resultase del todo inevitable.

-Lo sé, lindo. Lo sé.

Antes de apartarse para que los señores Kim pudieran llegar hasta su hijo, Jungkook se permitió iniciar un beso. Sabía que después de esa mañana de guerra sus futuros serían inciertos y habría mucho por lo que luchar para instaurar una paz certera, pero hasta que aquello ocurriese y mientras se encontrase entre los brazos de su alfa, se permitió ser sencilla y simplemente un lobo enamorado celebrando la vida por primera vez desde mucho tiempo atrás.

Así que lo besó bajo la lluvia, su lengua envolvió la de Tae y sus manos le acariciaron las mejillas con cariño. Más tarde buscaría a su madre, la abrazaría y se sumirían en el luto de la pérdida de su padre juntos. Más tarde lloraría las pérdidas de esa guerra. Una guerra que en el pasado habría ansiado luchar, una que ahora detestaba por la crudeza del dolor que llenaba el aire y le dejaba saber que muchos inocentes y familias se habían perdido a sí mismos por dogmas y creencias absurdas.

-Te quiero. - susurró Jungkook. - Te quiero, y prometo demostrarlo cuando las cosas sean lo suficientemente estables. Quiero irme contigo si decides explorar el mundo humano, no quiero seguir malgastando mi tiempo ansiando un puesto alto entre la guardia del sur.

-Te quiero. - respondió el norteño a cambio. - Y puedes estar seguro de que yo también prometo demostrarlo.

Cuando la lluvia cesó, el día regresó y el sol del verano limpió los charcos y la escarcha de las plantas.

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Hiii!!

Capítulo subido antes de lo esperado porque lo dividiré en dos. Inicialmente quería hacerlo más largo que esto y con una parte de Sungjae y Joy, sin embargo no me ha dado tiempo así que decidí dejarlo así. Espero que no os haya resultado demasiado aburrido.

Un beso,
os amo
Mel
💜

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