16. Amapolas
Una pequeña parte de su ser era escéptica y aún no podía creer todo aquello, los hombres lobo era fantasiosas invenciones de cuentos infantiles creadas para asustar a los niños, los seres sobrenaturales no existían fuera de las leyendas y los mitos. Pero, algo muy dentro de Jimin, una voz interna que ni siquiera sabía que tenía, le gritaba que aquello era real, que Yoongi acababa de convertirse en un hermoso lobo plateado y que podía leer su mente. Que la conexión que tenían era tan fuerte que, de alguna manera, se pertenecían mutuamente.
- Eres un lobo hermoso.
- Jimin, lo único hermoso que hay aquí, eres tú.
Jimin se sonrojó y apartó la mirada, con la mano aún acariciando el suave pelaje del animal.
- Vamos, sube.
- ¿Cómo?
Yoongi cabeceó, señalando su lomo con el hocico.
Jimin se acercó lentamente, dudoso. El gran lobo grisáceo dobló sus patas para dejar que Jimin montara sobre su lomo. Con algo de dificultad, consiguió subir al animal y reafirmarse con fuerza en su pelaje, se inclinó sobre su montura con los músculos agarrotados y en tensión, preparado para caer en cualquier momento.
- ¿Estás listo? - Preguntó Yoongi divertido.
- No.
- ¡Vamos!
Yoongi empezó a correr, sintiendo el ligero peso de Jimin a su espalda. Se sentía feliz, se sentía completo pudiendo estar junto a su pareja en su forma animal. El alarido de terror de Jimin se transformó en un grito de júbilo cuando sintió el viento golpear su rostro y la adrenalina correr por sus venas. Aquello era distinto a todo lo que había vivido hasta el momento, incomparable a montar en moto o a cualquier atracción de un parque de atracciones. Su cuerpo se fue relajando y se incorporó ligeramente, lo justo para apreciar cómo los árboles parecían correr a su alrededor y cómo las potentes patas de Yoongi quebraban ramas y raíces a su paso.
- ¡Esto es increíble!
- Sabía que te gustaría.
Jimin podía sentir la felicidad de Yoongi mezclándose con la suya propia en sus pensamientos. Aquel momento, le gustaría poder preservarlo para siempre.
El lobo corrió incansables kilómetros disfrutando de la carrera y del contacto con Jimin, sintiendo el aire puro de la naturaleza peinando su pelaje, escuchando al resto de criaturas del bosque y el acelerado ritmo cardíaco de su amado humano. Esa era su idea de paraíso. Bordeaba el exterior de la frontera de su manada, justo en el inicio de aquellas tierras que ya no les pertenecían, pero no podía arriesgarse a que los suyos encontraran a Jimin. Redujo la velocidad cuando llegaban al lugar que buscaba, aquel claro al que a veces corría buscando algo de paz. En esa época del año, aquel sencillo trozo de bosque se convertía en un lugar idílico, con la clara luz del Sol cubriendo la explanada y con un millar de amapolas cubriendo el suelo con su manto.
- Esto es precioso...
Precioso, Yoongi creyó que era irónico. Jimin admirando la belleza de algo cuando lo único que Yoongi podía encontrar "precioso" era a él.
- Lo encontré un día por casualidad, es mi pequeño secreto desde entonces. En realidad, ni siquiera deberíamos estar aquí.
Jimin bajó y caminó con lentitud entre las flores, aquel idílico paisaje era con diferencia lo más hermoso que había visto. Yoongi, mientras tanto, regresó a su forma humana y se limitó a observar a Jimin. Justo ahí, en mitad de aquel campo de amapolas, era fácil creer que Jimin era algún tipo de criatura sobrenatural, demasiado pura y perfecta para ser humano. Jugaba entre las flores rojas, rozando los finos pétalos con sus dedos, y sonriendo como si cualquier preocupación se hubiera evaporado de su ser. Yoongi sentía su pecho arder en un sentimiento que era demasiado grande para ser descrito. Jimin era hermoso e inocente, correteando como un niño entre las amapolas. Protegerlo, cuidarlo, nuestro, es nuestro. Su lobo gruñía, y él estaba de acuerdo. Nunca dejaría que algo malo le ocurriese a una criatura tan perfecta, lo mantendría a su lado sin importar cómo, porque le amaba, porque eran un mismo ser que se había podido separar solo para que Yoongi admirara y deseara el hermoso cuerpo de Jimin.
Se acercó lentamente hasta su espalda, y envolvió los brazos en su cintura, apretándole contra su pecho. Jimin se apoyó en él, dejando reposar la cabeza en su hombro y tomando las manos de Yoongi sobre su cintura.
- No me dejes nunca...
Aquellas palabras eran apenas un susurro, pero cargaban más significado que cualquier grito al aire. Jimin sonrió, y se apretó más contra el firme pecho a sus espalda, como si todo contacto fuera poco.
- Nunca. - Respondió con seguridad.
Yoongi besó su cuello y él se giró, mirando aquellos ojos obsidiana que parecían adorarle. Sonrió, y Yoongi sintió cómo su corazón sonreía también. Sus labios tenían mejores planes. Tomó la boca de Jimin en un beso suave, disfrutando de sus carnosos labios con parsimonia, deleitándose con su dulce sabor. No había una sensación comparable a la de besar a Jimin. Llevó las manos a su cintura y apretó, acercándolo más a su cuerpo. Jimin rió en respuesta. Yoongi cortó el beso y le miró con el ceño fruncido.
- Lo siento, me has hecho cosquillas.
Jimin le miró bajo sus pestañas, con la cabeza gacha y una expresión adorablemente arrepentida. Yoongi sonrió con malicia.
- Así que tienes cosquillas, ¿eh?
Antes de que Jimin pudiera alejarle, las manos de Yoongi ya estaban presionando sus costados, arrancándole carcajadas involuntarias.
Jimin reía, y Yoongi reía con él.
Jimin consiguió escapar del ataque de las cosquillas e intentó huir, pero en unos pasos notó como el suelo desaparecía bajo sus pies y cómo Yoongi lo cargaba sobre su hombro. Gritó.
- ¡Bájame!
Forcejeó sin verdaderas ganas y siguió riendo porque ya no podía parar. Yoongi tropezó y ambos cayeron suavemente sobre la mullida hierba, con un lecho de amapolas bajo sus cuerpos y aún riendo sin control. Cuando sus miradas se encontraron, las carcajadas cesaron. Jimin se acercó a Yoongi y apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo los acelerados latidos de su corazón contra la oreja.
- ¿En qué piensas?
- En ti, en cómo nos conocimos.
Yoongi llevó su mano al cabello de Jimin y comenzó a acariciarlo.
- ¿Qué hacías en el bosque aquella noche?
- Quería alejarme de mi casa.
- ¿Por qué?
- Discutí con mi madre.
- ¿Vas tú solo al bosque en mitad de la noche cuando discutes con tu madre? - Preguntó Yoongi con el ceño fruncido.
- Aquella discusión fue diferente.
El tono de Jimin sonaba triste, realmente le costaba hablar de aquello. Yoongi podía sentir la angustia de su pequeño humano en el pecho, envolvió su menudo cuerpo entre sus brazos, intentando reconfortarle.
- Puedes contarme cualquier cosa, lo sabes, ¿verdad?
Jimin asintió contra su pecho, sintiéndose mejor con el protector abrazo de Yoongi.
- Mi madre nunca está en casa, tengo suerte si la veo un par de veces a la semana. Sé que trabaja, y que yo ya soy demasiado mayor como para necesitar la atención de mi madre pero...me siento tan solo a veces. Lo hace por mi bien, lo sé, ella trabaja mucho por mí, porque, desde que nos quedamos solos, las deudas se nos han venido encima. Todo sería mucho más fácil si nos marchásemos de aquí, si fuéramos a otro lugar y alquiláramos un pequeño piso solo para nosotros, yo podría buscar un trabajo y ayudarla con el alquiler. Pero ella no quiere, nunca se alejará del lugar donde conoció a mi padre. Aquella noche, yo se lo reproché, me atreví a echarle en cara a la mujer que lo ha dado todo por mí que está esperando a un hombre que nunca va a volver, a un hombre que nos abandonó cuando apenas tenía un año. No había tenido un buen día, pero eso no es excusa para todo lo que dije. Creo que todo el dolor y el resentimiento que siento hacia mi padre estalló y todo se me fue de las manos. Mi madre gritó, yo grité. Nunca habíamos hablado de esto. Al final, acabé yéndome con un portazo.
- ¿Tú padre os abandonó?
Yoongi no quería presionar, podía sentir el dolor de Jimin en cada poro de su propia piel, pero la curiosidad le mataba. Quería conocer cualquier aspecto de la vida de Jimin, por insignificante que fuera.
- Sí, lo único que sé es que un día se fue, desapareció sin más, sin dar motivos ni explicaciones.
- Lo siento.
Jimin alzó la cabeza y le regaló a Yoongi una suave sonrisa cariñosa. Era increíble cómo Jimin podía seguir sonriendo sin importar el dolor que sintiera.
- No entiendo cómo alguien podría abandonarte, seguro que eras un bebé precioso.
Jimin rió suavemente y Yoongi sonrió. Había conseguido hacer feliz de nuevo a su pequeño.
- Para nada, era una pequeña bolita rosa.
Yoongi apretó su mejilla.
- Adorable.
La sonrisa de Jimin se ensanchó.
- Y tus padres, ¿cómo son? ¿Te llevas bien con ellos?
El rostro de Yoongi se ensombreció al recordar la mentira que le dijo a Jimin cuando se conocieron, que él vivía con sus padres. Ojalá.
- La verdad es que te mentí, mis padres murieron cuando yo era un adolescente.
Jimin enmudeció.
- Yoongi...yo...lo siento tanto...
Esta vez fue Yoongi el que sonrió dulcemente ante el rostro abatido de Jimin.
- No importa, pequeño. Ya está superado.
Jimin decidió no meter más el dedo en la llaga. Sin embargo, decidió resolver una duda que llevaba días rondándole la cabeza. Se incorporó, sentado sobre los talones, con los muslos de Yongi entre sus piernas.
- Dime una cosa.
Yoongi se incorporó también, apoyado sobre los brazos extendidos a su espalda y mirando el curioso rostro de Jimin desde abajo.
- ¿Cuántos años tienes?
- Ciento ochenta y tres.
Los ojos de Jimin se abrieron de par en par y su boca estuvo a punto de tocar el suelo. Yoongi estalló en carcajadas.
- ¡Oye, no te burles de mí!
Jimin abultó sus labios en un puchero.
- Lo siento, lo siento. - Yoongi seguía riendo. - Tengo veinticuatro.
- Wow, a ver cómo le explico ahora a mi madre que estoy saliendo con un hombrelobo seis años mayor que yo.
Yoongi rió.
- Podrías presentármela, seguro que la enamoro con mis encantos naturales.
Jimin negó con la cabeza sonriendo divertido.
- Seguro.
Y no volvieron a hablar hasta que Yoongi decidió liberar sus labios.
¡Hola, gente rebonica de wattpad! (Creo que esto se ha convertido en mi saludo oficial).
¿Sabéis ese momento en el que estás tranquilamente pensando en la vida y te acuerdas que al día siguiente tienes un examen para el que no has estudiado? Bien, pues eso fue lo que me pasó a mí ayer. Y os preguntaréis, ¿y qué narices me importa a mí esto? Pues es mi excusa para no haber subido ayer capítulo del maratón, ¡gomenasai! Este capítulo extra-largo es mi forma de pediros perdón, así que espero que lo disfrutéis.
Un besazo,
Donguri 🌈
P.d: Sigue en pie la petición de que alguien con arte y mañana me ayude con las desastrosas portadas de mis historias. Si alguien puede echarme una mano, que me mande un md. 💕
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