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13. Explicaciones

Jimin se habría esperado cualquier cosa. Quizá Yoongi tuviera alguna novia de la que no le había hablado, o a lo mejor iba a mudarse de ciudad, pero, por nada del mundo, podría haberse preparado para aquello.

- No sé...no sé muy bien cómo hacer esto realmente.

Yoongi estaba nervioso, nunca había tenido que hacer nada parecido. ¿Cómo conseguiría que le creyera? Jimin era un humano, por mucho que su enamorada mente quisiera verlo como algún tipo de deidad pagana, y los humanos temen a lo sobrenatural por naturaleza. Estaba seguro de que se asustaría y huiría, que no querría volver a verle nunca más y quedaría condenado a vivir el resto de sus días vagando como una bestia incompleta y sin alma. Jimin se llevaría su corazón con él si se alejara.

Se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas intranquilas por la pequeña habitación. Pasaba las manos entre las hebras plateadas de su pelo, tirando de ellas con frustración.

Jimin frunció el ceño, no le gustaba ver a Yoongi nervioso, no le gustaba verle preocupado. Algo dentro de él se revolvía mientras el chico seguía dando vueltas por su habitación. Volvió a incorporarse sobre el colchón y se sentó en la orilla, lo suficientemente cerca de Yoongi como para sostener su mano.

Automáticamente, se calmó.

El tacto de Jimin era un hechizo tranquilizador. Los nervios de su cuerpo parecían arrodillarse ante la suavidad de aquellas pequeñas manos.

- Yoongi, puedes contármelo.

Jimin sonrió tranquilizadoramente y cualquier duda que hubiera podido tener Yoongi, se disipó. La voz dulce y la hermosa sonrisa del humano eran el mejor tranquilizante para su lobo interior.

Un último suspiro antes de lanzarse de cabeza contra su destino.

- Quizá será más sencillo que te lo muestre.

Jimin le hizo un hueco en la cama cuando se fue a sentar, sus manos aún entrelazadas. Le miraba expectante, con sus ojos miel brillando con curiosidad.

El corazón de Yoongi latía como si quisiera abandonar su caja torácica, y su lobo arañaba con inquietud las paredes de su alma. Nunca había sentido tanto miedo al rechazo. Masticando su labio con fuerza, miró a Jimin a los ojos, comprobando una vez más, que eran más hermosos que mil noches estrelladas. Se concentró, visualizó su animal interior y le dio rienda suelta a su verdadera naturaleza. Sus pupilas negras se agrandaron hasta cubrir sus ojos por completo, su mandíbula se deformó, dejando ver dos grandes colmillos que sobresalían entre sus labios. Sus orejas se alargaron en pico y sus uñas se afilaron. Era suficiente, debía controlarse, él y su lobo se habían fusionado en un cambio incompleto.

Yoongi jamás olvidaría el pánico en la expresión de Jimin, ni cómo su mano temblaba violentamente entre las suyas. Se apartó de él, Jimin corrió hacia la puerta en mitad de un ataque de ansiedad.

Ni siquiera podía gritar, su cerebro estaba demasiado ocupado procesando aquella imagen como para coordinar un grito de terror. Su único objetivo era llegar hacia la puerta de entrada antes de que aquella bestia le alcanzara.

- ¡Jimin, espera!

Bajó corriendo los escalones, tropezó en el último y cayó de bruces al suelo. No le importó, rápidamente se levantó y siguió corriendo hacia la puerta. Justo cuando consiguió poner su temblorosa mano sobre la manija, unos fuertes brazos lo sostuvieron por la cintura y lo alzaron del suelo.

- ¡No! ¡Suéltame!

Jimin se retorcía contra aquel firme pecho que se apretaba contra su espalda, las lágrimas de desesperación y puro terror surcaban sus mejillas. Yoongi le obligó a darse la vuelta aún entre sus brazos. No podía mirarlo, no podía ver otra vez aquel rostro que le causaría horrorosas pesadillas durante días. ¿Y si le comía? Apostaría lo que fuera a que esos colmillos podrían desgarrar su carne como un cuchillo corta la mantequilla.

Flashes de algo que parecía un sueño aparecieron en su mente como recuerdos envueltos en una neblina. Jimin estaba en el bosque, Jimin corría porque un gran lobo le perseguía, Jimin iba a morir. Una bestia le salvó y después despertó en casa de Yoongi...Yoongi. Quizá no todo era un sueño.

- ¡Mírame, joder!

Jimin se encogió sobre sí mismo, como si quisiera desaparecer. Su menudo cuerpo temblaba incontroladamente. No quería, no podía mirarle.

El agarre en su cintura se suavizó, sin llegar a soltarle del todo.

- Jimin...pequeño, mírame, por favor.

Aquella súplica le revolvió el estómago y estrujó su pecho.

- Yo solo...por favor. Lo siento tanto. ¡No podía mentirte!

La voz de Yoongi sonaba deshecha.

Lentamente, Jimin abrió los ojos esperando encontrarse el horripilante rostro híbrido de su habitación, pero, en su lugar, halló los penetrantes ojos obsidiana de Yoongi anegados en lágrimas y una profunda expresión de dolor en su hermoso y completamente humano rostro.

Poco a poco, su respiración regresó a su ritmo habitual, y el terror fue sustituido por la angustia. La expresión dolida de Yoongi era como un puñal al rojo vivo justo en su pecho.

- Por favor, escúchame. No te haré daño, lo juro. Solo...no te vayas, por favor.

Yoongi suplicaba lastimosamente, impregnando su voz con todo el temor que sentía.

Jimin, poco a poco, alzó su mano. Yoongi observó aquel lento y temeroso movimiento mientras Jimin no podía apartar la vista de su rostro, como si temiera que este fuera a cambiar de nuevo. Las yemas de sus dedos tocaron al fin la pálida piel de la mejilla de Yoongi y, con cuidado, fue extendiéndolas hasta que su mano entera acunaba el rostro del chico.

Yoongi cerró los ojos y se permitió apoyarse en aquel dulce contacto, tranquilizándose solo con sentir la sangre correr bajo esa suave piel.

- ¿Me escucharás?

- Sí.

Jimin no estuvo seguro de dónde había conseguido sacar voz suficiente para contestar a la pregunta, pero no había sonado tan débil como esperaba. El miedo se había entremezclado con la curiosidad y la preocupación.

Yoongi giró la cara y besó la palma de la mano que le acariciaba, luego sonrió contra la piel. No creía merecer un ángel como Jimin en su vida. Nadie era lo suficientemente bueno.

Tomó la mano de Jimin y le condujo hasta el sofá. Parecía costarle mucho caminar, quizá fuera el shock o quizá fuera el golpe.

Jimin se sentó a una distancia prudencial, aunque pareció arrepentirse en cuanto lo hizo, ya que se acercó a Yoongi con cautela y terminó apoyando la cabeza en su pecho. Le pareció sentir una suave vibración contra su oreja.

Después del torbellino de emociones, el ambiente se había relajado, aunque la incertidumbre seguía flotando en el aire. La mano de Yoongi acariciaba con parsimonia el cabello ébano de Jimin mientras terminaban de regresar sus ritmos cardíacos a la normalidad.

- Yoongi, no eres humano, ¿verdad?

Aquella pregunta rompió el pacífico silencio.

Yoongi no respondió, aunque no hizo falta.

- ¿Qué eres?

Las caricias en el cabello se intensificaron. La sedosa textura le recordaba que el chico no se había marchado, que seguía a su lado.

- Un licántropo.

Jimin no podía permitirse ser incrédulo, no después de lo que había visto en su habitación.

- ¿Desde hace cuánto lo eres?

Yoongi mostró una débil sonrisa divertida.

- Siempre lo he sido, Jimin. No es un virus, no te muerde un lobo y te conviertes, eso solo pasa con los zombies.

- Oye, no me culpes. Los licántropos no están a la orden del día en mi vida.

Jimin frunció el ceño y abultó los labios en un puchero.

- ¿Todos los de tu aldea lo son?

- Vivimos alejados de la ciudad. Los humanos son peligrosos, nos perseguirían hasta acabar con el último de mi especie si descubrieran que existimos. O nos utilizarían como conejillos de indias en experimentos.

Jimin iba a responder que eso no pasaría, aunque no encontró argumentos suficientes para rebatir la teoría de Yoongi.

- Aquella noche, en el bosque, no fue un sueño, ¿verdad? Uno de los tuyos me perseguía y tú me salvaste.

- Así es.

- ¿Por qué lo hiciste?

- Tu aroma me atrajo como la luz a una polilla.

- ¿Mi aroma?

- En nuestra forma animal, los lobos tenemos sentidos híper-desarrollados. Tu aroma es embriagador, y me llamó a kilómetros de distancia.

Jimin frunció el ceño.

- Pero, se supone que los humanos son un problema para vosotros. No perdías nada dejando que el otro lobo acabara conmigo.

- No es tan sencillo.

Jimin se incorporó para poder mirar a Yoongi a la cara.

- Explícamelo.

Yoongi suspiró, y miró directamente los castaños ojos del chico a su lado.

- Jimin, ¿tú sientes algo por mí?

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