⛓️Chapter twenty three!
La oficina estaba repleta de papeles, algunos ya habían sido revisados, pero la mayoría continuaba siendo un misterio para el sucesor.
Wheein estaba sentada al lado del omega, su regazo estaba repleto de diversas carpetas, sobres y algunos papeles sueltos, mientras ella no hacía nada más que mirar el ceño fruncido del pelinegro.
—¿Hay buenas noticias? —preguntó en voz baja.
Jimin dejó los papeles en el escritorio, se revolvió la cabellera con fuerza y gruñó.
—Estamos como en el principio —admitió de mala gana—. Los resultados de las primeras pruebas salieron negativas.
La beta abrió la boca, mas no soltó palabras. Hace apenas un par de días que Jimin la había integrado en el grupo de investigación del virus; por supuesto que se sintió completamente halagada, pues significaba que el sucesor confiaba en ella para compartir la información que poco a poco estaban obteniendo.
—¿Solicito un nuevo alfa para que los estudios no se detengan? —cuestionó.
—No, el resultado será el mismo —respondió Jimin—. Hablaré con Félix, tengo una teoría que quizá podría funcionar.
En ese momento, el omega se puso de pie. En sus manos sostenía un sobre con los resultados que envió a hacer para saber si su juguete era compatible con el virus, necesitaba estar preparado y protegerlo, pues si resultaba compatible, todos, incluido el consejo mismo lo querrían muerto.
Un alfa legendario que tuviera la capacidad extraordinaria de acoplarse a algo tan destructivo y contagioso, ese era el verdadero significado de amenaza para la manada, y Jimin necesitaba saber las condiciones del terreno que estaba pisando.
—Déjame solo, Wheein —pidió, luchando con el leve temblor de sus manos que continuaban sosteniendo el sobre.
Félix fue el encargado de hacer las pruebas. Jimin las solicitó bajo los códigos de urgente y secreto. Con una condición a cumplir que afortunadamente se llevó a cabo.
El heredero fue claro cuando pidió a Félix un resultado negativo, independiente de los verdaderos. Ese documento alterado fue el que recibió Jung Hoseok, mientras que Jimin sostenía en sus manos el papel que contenía la verdad absoluta de los genes de Yoongi.
Muy en el fondo, donde esos temores sin nombre residían, Jimin deseó que los resultados verdaderos fuesen negativos.
Se apoyó en el escritorio, y decidió que lo mejor sería no perder más tiempo. Abrió el sobre, sacó la hoja de papel y la desplegó, con sus ojos leyendo cada línea escrita, hasta que llegó a la conclusión final:
Alfa de raza legendaria, veinticuatro años, con una compatibilidad del 98.9% con el virus P32.
—¡Maldita sea! —gritó Jimin, soltando un gruñido desde el fondo de su garganta.
Su juguete era compatible con el virus, él era el alfa que tanto necesitaban para resolver el principal problema de la manada, y, sabiéndolo, Jimin no estaba dispuesto a exponerlo.
Apretó el papel en sus manos con todas las fuerzas que tenía, lo hizo hasta reducirlo y que esas letras leídas quedaran únicamente en su mente, donde nadie más pudiera conocerlas.
Tomó un mechero y prendió fuego en uno de los extremos inferiores, sus ojos oscuros detallaron como el papel se consumía hasta quedar en cenizas diminutas que cayeron al suelo, borrando con ello la única prueba que ponía en riesgo de muerte al alfa.
Sentía como el corazón le latía acelerado, el peso de esa decisión no tardó en hacerse presente, pero a Jimin no le importaba. Estaba dispuesto a lidiar con las consecuencias de un futuro, estaba dispuesto a reducir el mundo si era necesario.
¿La razón? La conocía, pero no estaba listo para aceptarlo.
Ordenó los documentos lo mejor que pudo, dejándolos en el lado izquierdo del escritorio. Se desconcentró cuando los golpes en la puerta lo alertaron; sin embargo, pudo tranquilizarse cuando los aromas definidos de su mejor amigo llegaron a sus fosas nasales.
—Pasa Tae —habló, lo suficientemente alto para ser escuchado.
El omega de cabellos azules ingresó al lugar, una diminuta sonrisa puesta en sus labios, y los ojos curiosos mirando a su amigo.
—Jim, ¿tienes tiempo? —preguntó, al notar la pila de papeles.
—Salgamos —indicó el mayor de ambos.
Los pasillos de la mansión los recibieron, ambos omegas caminaron con lentitud y en medio de un silencio denso, aunque no resultaba del todo incómodo.
Hasta que un par de minutos después, Taehyung decidió hablar.
—¿Recuerdas a mi juguete? —cuestionó, dándole una mirada de reojo.
Jimin asintió, recordaba vívidamente al alfa que su amigo compró la noche de la subasta, y más que todo, lo hacía por los ojos feroces que el tipo poseía.
—¿Por qué me lo preguntas? —inquirió Jimin.
Llegaron hasta un salón pequeño que el sucesor utilizaba para tomar pequeños descansos. Se sentaron al lado del ventanal, mientras que un beta de servicio se encargaba de servirles bebidas.
—Se llama Jungkook y es... difícil, bastante difícil —inició con una mueca de disgusto.
—¿Es rebelde? —interrogó el pelinegro, de repente mostrando interés.
—La mayoría de las veces, es por ello que ya inicié el trámite para ingresarlo al salón rojo —reveló—. Lo hablé con mi padre, y me dijo que era buena idea. ¿Tú qué opinas?
—Los alfas legendarios se caracterizan por ser territoriales —comentó Jimin—. Si llevas a tu juguete al salón rojo peleará con todos los alfas que están allí hasta ganar territorio.
Taehyung palideció de inmediato, recordando que los alfas que habían en dicho salón eran los del mismo líder del clan y su tía, quien era la presidenta del consejo.
—¿Por eso no has llevado al tuyo? ¿Porque es un alfa legendario? —indagó el menor.
—No es por eso.
—¿Entonces? —ahondó el peliazul.
—Porque no quiero que mi juguete se enrede con esos animales —respondió tajante—. Además, Yoongi sigue recuperándose de lo que le hizo el idiota de Jung.
—Hay reglas, Jim —le recordó Tae—. Deberás llevarlo o te lo quitarán.
—Irá, cuando lo crea conveniente.
Jimin sabía que tarde o temprano Yoongi terminaría en el salón rojo. Era una regla irrompible de la manada; lo único que necesitaba era tiempo, su alfita debía terminar el entrenamiento que llevaba con NamJoon para que cuando llegara el momento de conocer al resto de alfas supiera que había algo mucho más importante para pelear que un simple territorio.
Era la única manera para que el consejo lo dejara en paz, y para que no le vieran como una amenaza.
—Oye, ¿crees que pueda ver a tu juguete?
La pregunta que hizo Taehyung provocó un ceño fruncido de parte de Jimin. El pelinegro se concentró en el menor, alzando levemente ambas cejas.
—¿Por qué querrías verlo? —preguntó directamente.
—Es un alfa legendario, quiero ver como se comporta contigo —respondió—. Confía en mí.
Jimin lo comprendió de inmediato, su amigo le hizo esa petición porque quería comparar el comportamiento de ambos alfas, así que lo complació.
Tomó el móvil y fue a la configuración que lo ligaba con el collar que Yoongi siempre llevaba en el cuello, presionó, enviando la señal para que el alfa se reuniera con él en el mínimo tiempo posible.
—Viene en camino —avisó.
—¿Cómo lo sabes? —inquirió sorprendido.
—Con mi móvil envié una señal que llega directamente al collar que lleva en el cuello, Yoongi sabe que cuando eso ocurre tiene que acudir a mí.
—¿Te localiza con facilidad?
—Sí —respondió el sucesor con orgullo en sus ojos—. Es increíble, pero él en serio puede localizarme a grandes distancias sólo con mi aroma.
—Sorprendente —musitó Taehyung, segundos antes que la puerta fuese abierta.
Ambos omegas miraron al mismo lugar, se encontraron con la presencia de un alfa que no tardó en llegar hasta donde estaba Jimin y caer de rodillas en medio de las piernas del pelinegro.
—Amo —susurró, con sus ojos dorados puestos en su dueño.
—¡Santa Luna! —exclamó Taehyung, con sus ojos bien abiertos y mirando al enorme alfa.
Sin duda era mucho más grande e intimidante que Jungkook. Iba vestido con un pantalón de tela negro, una camisa blanca mangas largas, zapatos cómodos, el collar del cuello era lujoso, la cadena sujeta a la cintura.
Detalló un poco más en rasgos físicos. Piel blanca, boca pequeña, ojos rasgados en color dorado, cabello corto y castaño claro.
Le sorprendió porque, tanto en comportamiento como en rasgos era diferente a Jungkook; y desde ese momento comenzó a hacerse muchas preguntas.
—¿Hay algo malo, Tae? —preguntó Jimin. Yoongi ignoraba por completo la presencia del otro omega, su concentración únicamente en el sucesor.
—¿Estás seguro que es un alfa legendario, Jim?
—Completamente, ¿por qué? —cuestionó, mientras acariciaba la cabellera del alfa con sutileza.
—Es que... es muy diferente a Jungkook —se sinceró, con su mirada puesta en el alfa que no mostraba ningún tipo de interés en la conversación.
—¿Qué opina tu padre acerca del juguete que obtuviste en la subasta? —indagó Jimin, concentrándose en su amigo.
—Es un tema que no hemos profundizado —confesó el menor.
—Deberían hacerlo —recomendó el pelinegro—. No es buena señal que tengas tantas dudas.
Taehyung se quedó en silencio por algunos minutos, para luego ponerse de pie con una sola idea brillando en su cabeza. Tenía que hablar con su padre lo más pronto posible, las alertas de su omega no eran en vano, y estaba seguro que se arrepentiría después si continuaba ignorándolas.
Se despidió de Jimin y abandonó la habitación con la velocidad de un rayo, dejando al pelinegro a solas con su juguete.
—Amo me llamó —habló Yoongi, ganándose la atención del omega.
—Y viniste rápido —observó Jimin, dándole una sonrisa pequeña que enloqueció el corazón del alfa.
—Me gusta complacerlo —afirmó sin dudas en su voz.
El omega lo miró atentamente, todavía continuaba acostumbrándose al atractivo del alfa, y debía admitir que tenía cierta debilidad con aquellos ojos dorados que se fundían con el sol. Sonrió, sobre todo cuando el castaño permaneció en su lugar, sin moverse, de rodillas entre sus piernas.
—¿Cómo te sientes? —preguntó atento.
—Mejor, amo me hace sentir así —dijo, mirando los labios rojizos del omega sin ninguna gota de disimulo.
Jimin lo notó, notó los deseos insaciables que el alfa tenía de besarlo y como un conjunto de sucesos que ocurren en una milésima de segundos, los recuerdos llegaron a su mente para tentarlo hasta hacerlo caer.
Fue así como sus manos tomaron el rostro de Yoongi, ambos hicieron contacto visual, al mismo tiempo que el omega cortaba todo tipo de distancias y volvía a unir sus labios con los del alfa.
El contacto fue mucho más profundo y placentero para ambos. La boca de Jimin dominó sobre la contraria, hasta que pudo sentir como Yoongi era capaz de temblar entre sus brazos, mientras sus labios continuaban recorriéndose con ansias, mordiéndose levemente, y dejando escapar jadeos por la falta de oxígeno en los pulmones.
Se separaron, y en ese transcurso de tiempo, el menor pudo ver el desastre encantador que había creado en su bonito juguete, todo con uno de sus besos.
—A-amo... no debería, no deberíamos.
—Tú no me dices que debo hacer, nene —fue la respuesta de Jimin, y posterior a ello, volvió a besarlo.
Los labios de Yoongi hormiguearon, cayendo más profundo por ese omega y deseándolo a un nivel peligrosamente seductor.
¡Ya vine! 😭😭 perdón por la demora, andaba terminando otro de mis libros.
Bueno, ya se reveló que Yoongi es compatible con el virus que tantos problemas está causando en la manada, y Jimin decidió destruir las pruebas y guardar silencio para que no lo asesinen. ¿Qué opinan de esa decisión tan extrema que tomó nuestro sucesor? 👀
Actualicé un capítulo nada más, y es que aún estoy planificando todo el libro 🥲 la buena noticia es que las ideas se me van aclarando y ya tengo un rumbo a seguir, así que espero que en la próxima semana pueda darles dos capítulos diarios.
Infinitas gracias por la paciencia, ahora sí ya estoy aquí, dispuesta a terminar con Alpha's owner.
Los quiero montones. 💗
⛓️Yoon~
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