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⛓Chapter nine!

La noche se estaba haciendo presente de forma lenta y majestuosa. En medio del firmamento oscuro estaba la luna llena, pintada de tonos plateados y blancos que eran capaces de formar una luz extraordinaria la cual cubría con facilidad los inmensos bosques.

Todo el movimiento de la mansión perteneciente al heredero de la manada había cesado hace menos de una hora. Los guardianes eran los únicos que estaban en sus lugares, y con ellos alertas el silencio no hacía más que profundizarse.

Yoongi no pudo dormir aunque lo intentó muchas veces. Su amo le pidió acompañarlo al jardín para mostrarle a su lobo, y el alfa temía por ello.

Su alfa era sanguinario, un rebelde que arrasó con una población completa que por años estuvo amenazando a su antigua manada; él más que nadie lo conocía, porque era una parte de sí mismo, aquella porción de alma libre que yacía encarcelada.

Estar en su forma humana era liberador de alguna forma, pero también confuso. No tenía idea del comportamiento que adquiriría si tuviera una oportunidad de mezclarse con los de su especie permaneciendo de ese modo. El único contacto directo que puede recordar es el que ha compartido con su amo y con NamJoon; aunque este último no supone gran amenaza por su pobre conexión lobuna.

Su mente estaba confundida, su lobo se removía ansioso en su interior y eso le confundía aún más. No podía discernir los deseos del animal enjaulado en su pecho, y su miedo era que cuando lo hiciera fuese demasiado tarde.

Estaba en medio de un debate mental de gran importancia, cuando la puerta de su habitación se abrió causándole un susto. El alfa miró hacia la entrada donde se encontró con su amo.

—Vamos —dijo Jimin.

No le dio tiempo de responder porque sólo soltó la orden y salió del lugar. Yoongi se precipitó a seguirlo, teniendo presente la importante tarea de no hacer ruido y no perder de vista la espalda de su amo.

Caminaron por grandes pasillos que al alfa le resultaban desconocidos, bajaron unas escaleras talladas en madera negra y con forma de caracol, hasta que llegaron al piso inferior donde un último pasillo esperaba.

Los pasos que daban adquirieron mayor velocidad, ya que en menos de un minuto ambos estaban frente a las grandes puertas que los separaban del jardín trasero de la mansión.

El omega tomó ambas manijas y dudó por un breve momento.

—¿Todo bien, amo? —preguntó Yoongi, sin poder contenerse.

Los ojos del omega impactaron en los dorados del alfa. Por un momento se sintió perder tras aquel oro fundido que componía los orbes del mayor, pero la sensación fue tan superficial que rápidamente se deshizo de ella.

—Sí —respondió, todavía seguía mirando los ojos contrarios y sorprendiéndose porque Yoongi no bajaba la mirada—. ¿Estás dispuesto a mostrarme tu lobo?

Le pareció ridículo preguntarlo. Aquel alfa era su juguete, simplemente debía ordenarle lo que quisiera y tendría que ser cumplido; sin embargo, a Jimin no le terminaba de agradar aquella idea.

Además que, los lobos legendarios son completamente diferentes al resto de las especies. Eran los únicos que conservaban toda su esencia original y salvaje. El hecho que Yoongi fuese tan flexible con su nuevo entorno era un acontecimiento al que todavía no le encontraba explicación.

El omega le miró bajar la mirada, y sólo entonces él mismo se permitió respirar profundamente.

—Estoy dispuesto a cumplir con todos los deseos que mi amo tenga —respondió el alfa, su mirada viajando hacia los ojos oscuros del omega—. No importa lo que sea, quiero demostrar que le pertenezco completamente.

La respiración de Jimin tuvo un colapso abrupto cuando esas palabras resonaron con fuerza en su mente. Apretó el agarre que mantenía en las manijas, sintiendo con gran nitidez la avasalladora tormenta que su lobo inició con aquella respuesta.

Se obligó a regresar a sus sentidos. —Bien, llegó el momento.

El sonido de las puertas al abrirse fue estrepitoso. Los dos salieron al frío nocturno, e inhalaron del viento que sacudía los bosques que les rodeaban. El panorama inicial era el ideal, con la luna en su punto máximo, la noche serena y el silencio dulzón que era capaz de adormecer el raciocinio humano y despertar al verdadero animal.

Jimin miró con atención las altas barreras de acero que rodeaban su propiedad. Estaban unidas a un sistema de cableado eléctrico que mandaría fuertes descargas hacia quien se atreviera a tocarlas, sirviendo de método de prevención para invasiones enemigas o momentos como ese que estaba ocurriendo.

—¿Cómo es la conexión con tu lobo? —preguntó segundos después.

Yoongi hizo una mueca extraña con sus labios. —No lo sé..., nunca había estado en mi forma humana por tanto tiempo.

—Había olvidado ese detalle —admitió el omega con una sonrisa torcida—. Vamos a descubrirlo entonces.

Del bolsillo de su abrigo sacó un pequeño control y oprimió el único botón existente. Se escuchó un clip en la parte posterior del cuello del alfa, con una leve descarga eléctrica que le hizo gruñir adolorido.

—¿Q-qué fue eso? —inquirió el castaño, sus manos palpando el área afectada en su cuello.

—Desactivé el chip que te pusieron en el cuello para que no pudieras transmutar —informó Jimin—. Tendrás media hora para darle libertad a tu lado animal, cuando el tiempo pase el chip enviará descargas eléctricas que te obligarán a cambiar —hizo una pausa—. Debo advertirte, lobito: si permaneces en tu forma animal e ignoras las descargas, el chip está modificado para asesinarte al ocasionar un paro cardiorrespiratorio.

—Obedeceré —fue todo lo que Yoongi pudo decir. Los latidos de su corazón iban demasiado rápido como para permitirle pensar.

El omega le regaló una sonrisa tenue. Se acercó hasta donde estaba su juguete y le liberó de la cadena y el collar que apresaban el cuello blanco, sostuvo los objetos en sus manos con un agarre firme, mientras sus ojos veían la piel de porcelana que adornaba aquel punto exacto donde iba una marca.

Rápidamente deshizo ese pensamiento.

Yoongi suspiró pequeño al sentir la liberación de aquella presión a la que comenzaba a acostumbrarse. Con el chip inactivo podía sentir como la fuerza de su animal interior comenzaba a picar en todo su cuerpo, siendo esa la primera señal de que el cambio estaba cerca.

—Voy a hacerlo, amo —avisó al sentir la necesidad de hacerlo.

—Hazlo —habló el omega, retrocediendo los pasos necesarios para darle su espacio.

Yoongi se quitó toda la ropa que llevaba puesta en cuestión de segundos. Caminó unos cuantos pasos hasta situarse en el centro del jardín, donde la luz lunar entraba con más potencia y el lugar era más abierto.

Levantó la mirada hasta conectarla con el infinito cielo, tomó fuertes bocanadas del aire con aroma a bosque y apuñó fuertemente sus manos a cada lado de su cuerpo para recordarse que debía mantenerse al frente, que no podía descontrolarse.

Los instintos que lo componían y definían su lugar dentro de las razas se sacudieron con fuerza en su interior, cada músculo que componía a su cuerpo sufrió de una tensión violenta, y los latidos en su corazón triplicaron la velocidad.

Exhaló el aliento frío y entonces sucedió.

El crujir potente de los huesos llenó la espesura nocturna, la piel blanca desapareció tras una capa espesa de pelaje dorado con suaves ondas marrones que caían con gracia en un degradado uniforme. Cuatro patas fuertes pisaron la tierra suelta con fuerza, al mismo tiempo que una cola se formaba para mecerse con el viento, y así dar la bienvenida al lobo legendario que ansiaba ser liberado.

Jimin le contempló en silencio. Era sin duda mucho más grande que todos los lobos de la manada..., no; era incluso más grande que todos los lobos que el omega ha conocido durante toda su vida. El pelaje abundante y majestuoso le otorgaba un aura que era poco común en lobos salvajes; el pelinegro no pudo evitar el sorprenderse al notar que incluso lucía bien cuidado, sin ningún tipo de cicatriz que denotara alguna batalla primitiva o algo parecido.

El lobo comenzó a moverse y olfatear, y con ello obtuvo más atención por parte del omega. Las grandes patas escarbaron en la tierra, mientras el hocico soltaba gruñidos bajos y roncos que eran casi imperceptibles.

Jimin hizo lo mismo que el lobo estaba haciendo, comenzó a olfatear sin descanso el aroma que componía a su juguete. Sabía que en su forma humana esos aromas no podían definirse, pero quizás estando en su parte lobuna la esencia adquiriera más fuerza, y así su propio olfato pudiera reconocerlo.

Era de conocimiento básico que los alfas legendarios medían sus capacidades en base a los aromas que pudieran definir. Al omega realmente le interesaba saber ese detalle, para así tener una idea de los alcances de Yoongi.

Tomó una profunda inhalación y nada..., todo seguía siendo igual de confuso.

Cerró los ojos y conectó con su omega interno, se estaba arriesgando al bajar la guardia de esa manera, pero por lo que había visto en el lobo todo saldría bien. El animal estaba más concentrado en escarbar la tierra, que en cualquier otra cosa que sucediera a su alrededor.

Nuevamente lo intentó.

Frunció el ceño cuando un leve reconocimiento atacó su sentido olfativo; una frescura leve que heló sus fosas nasales hasta hacerle estornudar. Pocos segundos después, pudo reconocerlo.

—Menta —susurró bajo, con una sonrisa extendiéndose en sus labios al poder reconocer el primer aroma en su juguete.

Volvió a concentrarse en su tarea de reconocimiento; tomó profundas inhalaciones del aroma contrario y los separó en su mente, la cabeza comenzó a doler de tanto que se estaba esforzando mas no le importaba. Él continuó concentrado, sin detenerse hasta poder definir un segundo aroma.

Y lo consiguió. De forma extraordinaria un segundo aroma estaba apareciendo para quedar alojado en su nariz.

—Madera... madera de cedro —afirmó, sintiéndose eufórico por el descubrimiento.

Abrió los ojos lentamente, sabiéndose vencedor al tener ese detalle valioso de su juguete. Enfocó la mirada al frente, y cuando lo hizo se quedó estático en su lugar.

Aquel lobo que le pareció majestuoso de alguna manera se encontraba frente a él, a menos de un metro de distancia.

Jimin sabía que lo mejor era mantenerse sereno, un movimiento en falso y podría mandar un mensaje erróneo a los instintos salvajes del alfa, y lo que menos deseaba era causar una pelea que terminaría afectando a su juguete.

Sin nada que pudiera hacer, se decidió a contemplarlo.

Los ojos dorados que conocía en su humano estaban plasmados en el lobo, sólo que iban acompañados con un tinte naranja que estaba seguro brillaría con más fuerza si el animal mostrara una emoción fuerte hasta dejarse gobernar por ella.

Siguió mirando, aunque la cabeza del lobo estaba inclinada hacia abajo, Jimin también tenía que poner de su parte al levantar la mirada para poder detallarlo. A esa distancia tan mínima el pelaje lucía más suave, provocando que las manos del omega picaran en deseos crudos por tocarlo.

Eligió empujar todo pensamiento racional hacia lo más profundo de su mente, fue entonces que estiró la mano derecha hasta que sus dedos entraron en contacto con el pelaje abundante de la cabeza del lobo.

Escuchó los primeros gruñidos de advertencia que decidió ignorar, el omega enterró los dedos en el pelaje, se enredó en ellos y sintió la suavidad y calor que desprendían, mientras sus ojos seguían conectados con aquellos dorados que se negaban a dejar de mirarlo.

—Alfa, soy yo —dijo fuerte y claro, imponiéndose sutilmente sobre el animal.

Y cuando su voz se escuchó, ocurrió algo que ni el mismo Jimin esperaba.

Las patas delanteras del gran lobo cayeron sin fuerzas hasta chocar con la tierra, la cabeza del alfa se ladeó sutilmente, al mismo tiempo que las orejas se escondían entre el pelaje, y la cola se movía de un lado a otro con ánimo.

—Eso es, cachorrito. Reconóceme, porque soy tu dueño —susurró el omega, deleitándose con la confianza que el alfa le mostraba sin dudarlo siquiera.

Continuó tocándolo con suma delicadeza, los movimientos lentos que sus manos ejercían fueron los suficientes para inducir al enorme lobo en un estado sumiso y tranquilo, donde de vez en cuando se permitía soltar leves lloriqueos felices, con el fin de transmitirle al humano lo cómodo que se sentía.

En ese momento exacto, Jimin no quería saber cómo fue que terminó con su frente apoyada contra la cabeza del alfa, ni tampoco deseaba descubrir el momento exacto en el que ambos cerraron los ojos.

Lo único que no podría negar era la sensación de complacencia que lo llenó de pies a cabeza, junto con la embriagues que llegó al tenerlo así de cerca, con sus aromas picándole la nariz.

Y cuando abrió los ojos, ya no era el lobo el que estaba frente a él, sino el humano, ahí con sus frentes unidas y contemplándose en silencio.

Los corazones de ambos latieron más rápido, aunque ninguno pudo saber el real motivo.

—Aún faltaban unos minutos para que el tiempo terminara —murmuró el pelinegro, mientras su mente llevaba a cabo una guerra mental al no querer apartarse.

Los ojos gatunos siguieron los movimientos que aquellos labios rellenos y rojos hicieron al hablar. Tragó pesado, obligándose a mirar nuevamente los orbes oscuros del omega.

—No quería descargas —respondió, sintiéndose nervioso al no saber si había cambiado antes de tiempo.

Sin embargo, le tranquilizó ver a su dueño sonreír tras escuchar sus palabras.

—Eres un alfa listo, Yoongi —dijo el omega, apartándose del toque que sus frentes aún mantenían.

El alfa sintió el frío de la noche calar con fuerza en cada uno de sus huesos cuando fue consciente de la distancia que el omega tomó. Bajó la mirada al suelo, sintiéndose extraño.

Jimin le tomó de la barbilla, y en un toque delicado le hizo alzarla para que sus miradas nuevamente se encontraran.

—Tu lobo es grandioso, nene —susurró tan cerca que sus alientos podían mezclarse.

El castaño se sintió ruborizar, causando que el menor quisiera imprimir esa imagen para guardarla en su mente.

—G-gracias, amo —respondió a duras penas.

—Volvamos a la casa, el frío está empeorando y no quiero que vayas a enfermar —dijo Jimin, mientras caminaba hacia el interior y era seguido por un desnudo alfa.

Yoongi tomó la ropa del suelo y se la puso rápidamente, cuando estaba abrochándose el pantalón una fuerte descarga eléctrica llegó a su cuello, avisándole que el chip nuevamente había sido activado. Se tragó el jadeo de dolor, y cuando estuvo listo permitió que su amo le pusiera el collar y la cadena.

—Ya estás listo, andando.

Ingresaron a la mansión en completo silencio, Jimin se aseguró de que su juguete quedara tranquilo en la cama e incluso se permitió observarlo dormir durante algunas horas, mientras su mente se llenaba de pensamientos irritantes que amenazaban con destruir sus pocas horas de sueño.

Hoseok le había dicho que llegaría a visitarlo, pero el omega lo menos que deseaba era verlo; pese a ello, sabía que no tenía otra opción.

Tendría que acostumbrarse a la cercanía del beta sin explotar en el proceso, era necesario para que su camino al poder no tuviera ningún contratiempo.

—El poder se genera tras el sacrificio —murmuró, mientras sus ojos yacían conectados en el alfa durmiente.






















¡Hola! Espero que se encuentren bien. 🥺

Si el capítulo les gustó, dejen su votito y comentarios, son mi combustible para continuar aquí. 🤧❤️

Hasta la próxima.


Yoon~

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