CAPÍTULO QUINCE:
epílogo.

      Rayna no pudo evitar soltar una carcajada al quitarse el casco. Su oscura melena cayó sobre su espalda como una cascada mientras se bajaba de su gran motocicleta negra —. ¿No estás feliz de verme, Scott?

      ─Siempre supiste cómo hacer una buena entrada—, admitió el chico, tomándola por la cintura cuando se acercó a él y besando sus labios rápidamente antes de mirar al chico —. Alec, ella es Rayna. Mi mano derecha, puedes confiar en ella.

      ─Un gusto—, sonrió la chica, estrechando las manos con el chico mientras intentaba calmarlo —. Asumo que Scott te contó que debes tener cuidado.

      ─Monroe y sus miles de seguidores, sí.

      ─No olvides que están por todo el mundo, no puedes escapar—, advirtió la morena —. Pero sí puedes luchar, junto con nosotros.

      ─ ¿Y tú qué eres exactamente?—, inquirió el chico, frunciendo la nariz al notar que no olía a un licántropo, ni a una banshee, ni a nada que haya olfateado antes.

      Scott sonrió, orgulloso de su chica mientras ella le miraba un momento antes de volver su atención al menor —. Yo, querido Alec, soy la reina de los alfas.

      El chico abrió los ojos, sorprendido por el título de la chica y descubrir que el mito no era un mito en realidad. Alec miró a Scott, buscando justificar lo dicho por la chica —. Como te dije, necesitamos a todos los que podamos conseguir—, asintió antes que tres vehículos estacionaran.

      Derek Hale, Stiles Stilinski, Lydia Martin, Malia Hale, Liam Dunbar y Blair Weber. Vaya equipo que eran ellos.

      ─ ¿Todos ellos son... diferentes?—, inquirió Alec.

      ─Algunos de ellos lo son—, asintió Scott —. Algunos pueden hacer cosas que nunca creerías. Y otros pueden ser simples humanos, pero lo compensan con su inteligencia o sus grandes dotes para la pelea.

      ─ ¿Quiénes son?

      ─Mis amigos. Mi manada—, contestó Scott.

      Rayna posó su cabeza sobre el pecho de Scott, escuchando sus tranquilizadores latidos mientras miraba al chico a los ojos —. Una familia.

      ─Puedes quedarte con nosotros si quieres, pero deberás luchar—, advirtió Scott.

      ─ ¿Contra Monroe?

      ─Y todos los que la sigan—, agregó el alfa, no queriendo mentir con la amenaza que implicaba formar parte de la manada.

      ─Ella dijo que me encontraría, que me cazaría y me mataría. No le importó mi edad. Ella dijo que era un monstruo—, relató el chico.

      ─No eres un monstruo. Eres un hombre lobo, como yo—, contestó Scott, dejando que sus ojos brillaran rojos por un momento, demostrándole su posición de alfa.

      Scott se acercó al grupo, dejando que el chico tomara la decisión de unirse por sí solo. Pero Rayna optó por quedarse con él un momento más, mirándole con cariño.

      ─ ¿Quieres ser parte o no, cachorro? Te advierto que no será fácil, nunca nada es fácil cuando se trata de nosotros, pero te prometo que todos y cada uno de nosotros haremos lo posible para protegerte. Como dije, somos una familia.

      Y con eso, Rayna Evans se acercó al grupo. Scott observó con una brillante sonrisa cómo su prometida saludaba al resto de sus amigos, compartiendo cálidos abrazos con cada uno antes de volver a estar en sus brazos.

      ─ ¿Crees que será nuestro nuevo cachorro?—, preguntó en un susurro la chica a su oído.

      Scott soltó una carcajada, observándola con cariño —. Ya veremos—, contestó segundos antes que Alec corriera y comenzara a caminar a su lado.

      ─Bienvenido, Alec—, le sonrió Rayna antes de compartir una mirada cómplice con Scott.

      ─Espero que no tengas que arrepentirte de tu decisión—, bromeó Scott y el chico rió con nerviosismo, pero se notaba que él quería permanecer allí. Él quería formar parte del grupo.

       ─Yo no lo hice y dudo que lo haga algún día, Alec—, contó Rayna, dándole un rápido beso en los labios a Scott —. Te confirmo que no hay nada de qué arrepentirse.