Capítulo 40
"Ha sido un año largo y todas las páginas de nuestros libros están roídas. Escribamos el final en nuestras palmas, cariño, y olvidemos cómo leer. No sabíamos que el sol estaba colapsando hasta que la marea subió y los edificios se derrumbaron. Lloramos, oh-oh-oh, oh-oh-oh, oh"
—Everywhere, Everything
(Noah Kahan, Gracie Abrams)
☽
—Tenemos que regresar.
Hoseok extendió las manos cerca del fuego de la cocina de leña mientras alzaba la mirada hacia Yoongi. Los cachorros habían terminado de comer hace tiempo, de la misma manera ellos dos habían accedido a devorar la cena que su madre les preparó con lo que encontró en la despensa del comedor principal.
Los víveres del hostal se estaban agotando porque los intermediarios no podían comerciar con poblados humanos mientras el que se encontraba en su frontera estaba cubierto de niebla. Y es que la realidad era que buena parte del territorio que usaban para comerciar estaba gobernado por cazadores la mayoría del tiempo. Eran caras de una misma moneda. Algunos bares y tiendecitas de lobos se escapaban del dominio de Axel y su hermano menor, pero eso era todo. Por lo demás la frontera prácticamente les pertenecía a ellos y ahora que la niebla se comía cada una de las casas, ningún intermediario estaría tan loco como para adentrarse hasta un comercio con el ánimo de conseguir comida que no se produzca en la montaña.
Además parecía que los humanos no cazadores que habitualmente comerciarían con ellos de buena gana habían desaparecido del mismo modo que el resto de personas dedicadas a perseguirlos y vigilar sus acciones. Así aunque quisieran, no podrían obtener demasiado de los tratos comerciales a esas alturas.
—Pero antes de eso... —el guardián puso la mirada sobre su madre—. ¿Sabes algo acerca de cómo están evolucionando los planes de rescatar los terrenos de cultivo donde ocurrieron los incendios?
La señora Jung se echó hacia atrás en su silla para observar directamente a su hijo mientras sostenía a Drako sobre sus piernas.
—Me temo que aunque todos los voluntarios están trabajando con gran esmero, esas tierras no parece que vayan a ser fértiles de nuevo pronto. O no en la misma medida que antes. Tal vez deberían concentrar sus esfuerzos en ayudar a quienes están creando los nuevos poblados agrarios.
—El problema es que eso ha dividido a los lobos originarios de Casiopea con los otros desde el inicio. Los agricultores siempre han vivido allí. No quieren tener que competir por una nueva zona y decir adiós a sus casas.
La señora Jung suspiró.
—Sus casas no son más que escombros y cenizas, hijo. Y un montón de olor a polvo de plata asqueroso que enferma a cada voluntario que levanta los pedazos que quedan desperdigados todavía sobre el suelo.
—S..sentimiento —Yoongi intervino—. No sé exactamente qué pasó en Casiopea pero sé l..lo que p..pasó con mi pueblo y yo volvería aunque solo quedase un r..resquicio de lo que era. Por el sentimiento que supone. El r..recuerdo.
Los dos Jung se mantuvieron en silencio por un par de instantes hasta que la madre de Hoseok finalmente extendió una mano para acariciar la mejilla del lobo de viento. Al guardián altiorem todavía le parecía curioso el hecho de que ella hubiese sido la primera capaz de llegar hasta Yoongi. Quizás, por curioso que resultase, gracias a galletas y zumos de mandarina recién exprimidos.
Sus visitas cada mañana, mediodía y noche habían ayudado mucho a todos en el proceso de lograr que el muchacho colaborase con la guardia pero también le habían regalado estabilidad a un lobo perdido en la necesidad de vengarse.
—Oh, cariño, por supuesto que todos haríamos lo mismo. Incluso si la guerra hubiese acabado con este hostal, estoy segura de que mis hijos y yo misma hubiéramos vuelto a intentar empezar de cero. Quizás no en el mismo y exacto lugar, puede que no de la misma manera tampoco. Pero como tú dices, ten por seguro que sí alrededor del mismo sentimiento.
—Lo que mi madre intenta decirte es que hay una diferencia enorme entre elegir seguir a tu corazón y castigarte regresando a un lugar que solo está repleto de dolor. Entiendo que tú situación y la de los habitantes de Casiopea no es la misma que la nuestra, un hostal o unos cultivos pueden moverse pero no tu sitio de nacimiento. No la zona que consideras segura. Aún así, ¿sigues pensando que las tribus son tu destino?
—Lo son.
Yoongi se encogió de hombros y bebió del zumo que todavía había en su vaso.
—Allí nací y allí moriré.
—¿Y todavía crees que los niños que ahora han encontrado familias de acogida aquí deben acompañarte?
Yoongi frenó sus movimientos y observó a los dos Jung con cierta curiosidad.
—Creo que es su h..hogar pero el hogar también está d.. dónde está la familia.
—¿Eso es un cambio de opinión?
Yoongi volvió a beber.
—No lo sé.
—No lo sabes.
—Nop.
—¿Y ahora hablas como Jimin?
—Sip.
—Maldita sea. Nos vamos. Se ha hecho tarde y alguien me golpeará con toda la maldita razón si sabe que he roto mis propias normas para venir hasta aquí en medio de la noche. Mamá, gracias por la cena.
La señora Jung dejó escapar una sonora carcajada.
—Vosotros dos habéis derivado en un dúo bastante curioso, debo decir. En fin, lleva contigo un poco de comida y no dejes que esos sureños te hablen sobre la filosofía de la violencia sin rebatir sus ideas al respecto, nadie debería pegar a alguien por romper una regla. Da igual si la Unión está fundiendo ideologías de lo que solían ser dos bandos separados, como hijo mío debes ser ejemplo de diálogo.
—Mamá...
—No olvides la comida que he mencionado. Tu padre solía llenar una mochila entera cada vez que salía en una misión larga, decía que el sabor a hogar le permitía mantener su cabeza en la tierra y la tierra es justo el poder que hace tan fuertes a los Jung. Necesitas alimentarte bien para defenderte y luchar. Dale un poco a tu hermano también, y dile que la próxima vez que venga a esta montaña no podrá escabullirse de verme a mí y a sus hermanos con tanta facilidad. ¿Me has escuchado? No olvides nada, por favor.
Hoseok tragó saliva. Había algo en ese recuerdo de su padre pidiendole a su madre que le preparase montones de comida casera para llevarse en las misiones de la guardia que le dolía. La sensación de estar repitiendo la historia que un día había vivido su progenitor se estancaba en su garganta como la sensación de querer llorar cuando uno no puede hacerlo. Aún así, asintió y esperó por varios minutos hasta que un reticente Yoongi dejó ir a sus cachorros.
Winter y Drako no parecieron felices de que el lazo familiar estuviera alejándose de nuevo porque tan pronto como salieron por la puerta del hostal sus llantos resonaron en los tímpanos de los dos alfas.
—Nunca mires atrás. Es una de las primeras cosas que aprende un guardián. —susurró Hoseok antes de comenzar a andar.
A él le había llevado varios años aprenderlo y dejar de observar la fachada del hostal mientras se adentraba en los bosques de su montaña. A diferencia de Yunho, le costaba separarse de su casa inclusos cuando no era capaz de pasar largas temporadas en esta. La diferencia entre decidir alejarse para vivir en una casita a diez minutos corriendo en forma lobuna y hacerlo porque una guerra se acercaba de nuevo... Bueno, era una diferencia inmensa.
—Es una l..lección absurda.
La nieve empezaba a caer en medio de la madrugada helada. A esas alturas del invierno nadie podría dar un paso hacia el exterior sin que su aliento se congelase en el aire de forma prácticamente instantánea. Solía ser la época preferida de los Jung cuando su padre estaba vivo para armar enormes hogueras en el exterior del hostal dónde quemaban revistas y periódicos antiguos. Entonces cuando las llamas más altas se extinguían y dejaban sobre la hierba repleta de agua helada las ascuas ardientes de miles de colores llamativos con la caída de la noche, su madre salía con una enorme bandeja metálica de castañas y les pedía que formasen un círculo para empezar a hacerles agujeros con cuchillos de punta triangular. De esa manera podrían asarlas sin que estas estallasen por el calor retenido en el interior de la piel dura del fruto seco.
Hoseok miró hacía arriba, mas no hacía atrás, y solo entonces percibió el muérdago colgando sobre las puertas y las decoraciones de piñas de los alféizares de las ventanas. La navidad había llegado pero la montaña estaba sumida en demasiado miedo y dolor como para percibirla.
—Que no puedan decir que he pasado un solo año sin celebrar esta mierda.
Y si había algo que le gustaba a sus padres era hacerles recoger todas esas piñas que ahora colgaban de las ventanas. A menudo las pintaban, en otras ocasiones las ataban a ramas formando guirnaldas que colgarían orgullosamente de cada puerta a su alcance y Hoseok se recordaba a sí mismo incluso creando alguna corona con estas para regalarsela a chicas bonitas hospedadas en el hostal.
—¿Que...?
Entonces el guardia altiorem estrelló sus labios contra los del lobo de viento y aunque en un primer instante este pareció confuso, a juzgar por su escasez de movimiento, pronto sus labios torpes lo siguieron en un beso de principiante lleno de sorpresa. Las manos inicialmente caídas a ambos lados de su cuerpo pasaron a buscar la cintura de Hoseok a la vez que permitía gustosamente el modo en el que este le sujetaba la barbilla para guiarlo.
Fue diferente a otras ocasiones. Lento. Sin prisa y menos agitado. Aunque igual de cálido en lo más profundo de su estómago.
Llegaron al campamento de la frontera cuando el sol casi comenzaba a asomarse en el horizonte. La nevada había dificultado su camino y ciertamente también dificultaría el de aquellos que intentaran adentrarse de nuevo en el poblado de cazadores si no fuese porque la cercanía del mar había hecho desaparecer la presencia de cualquier posible copo.
—Estás congelado. Entra en la maldita tienda, encenderé un fuego para los dos.
Hoseok estaba a punto de abrir la cremallera de la tela que cerraba su tienda para Yoongi cuando una voz lo hizo frenarse por completo. Su cuerpo se petrificó en un instante.
—Guardián Jung, me sorprende encontrarlo a tan temprana hora despierto. Y acompañado de alguien tan... ¿extraño? No. Quizás la palabra adecuada debería ser impropio. Debe saber que su inocencia todavía no es un hecho y que para nosotros ese chico supone un riesgo que nadie desea correr. Nadie quiere tener a un criminal correteando por sus calles o bosques. Espero que sepa vigilar bien a sus prisioneros.
Hoseok se giró lentamente, con cuidado de no mostrar señales de sorpresa o desprecio en sus facciones. Lae Vianea y Lae Victory se encontraban a un metro de su posición acompañadas de Yugyeom y algunos otros lobos que siempre parecían dispuestos a lamerle el culo a los que mantenían el pensamiento tradicional en contra de la Unión tan vivo como un año atrás.
—Me gustaría decir que es un placer verlas por aquí, señoritas —sonrió con cinismo e hizo una torpe reverencia—. Pero me temo que estaría mintiendo. Nunca se me ha dado demasiado bien esa mierda de mostrar sumisión ante falsos líderes.
—Entonces no debería mostrarle demasiado respeto a ese Yook que...
—Suficiente —Yugyeom se frotó el centro de la frente—. Dijimos que vendríamos en paz. No puedo soportar otra pelea de nuevo.
Algo en el olor de las hermanas Lae pareció cambiar. Hoseok sabía que respetaban a ese chico. Después de que la madre de las dos chicas muriese en la batalla de las Lunas, Yugyeom prácticamente las había rescatado. Con la educación tradicional que les proporcionaron en el sur, aprender a vivir sin un alfa que guiase sus pasos probablemente fue como mínimo complicado y para bien o mal ahora lideraban la oposición en el Consejo Territorial. Solas y sin que un alfa tuviese que hacerles el trabajo. Porque Yugyeom nunca impuso su posición sobre la de estas.
Eran unas malditas villanas pero quizás solo necesitasen entender que no podrían serlo si la Unión cayese. Sin la Unión sólo volverían a ser dos omegas al servicio de sus alfas.
—Desde mi punto de vista, decir que no queremos a un criminal suelto no es una pelea.
—Hermano —Victory apreciaba a Yugyeom como a un hermano mismo, era el marido de su hermana y la única familia que le quedaba junto a esta—. Solo estamos haciendo de nuestra montaña un sitio más seguro. Es el trabajo del Consejo Territorial.
La mano de Yoongi buscó el hombro de Hoseok mientras la estampa ante ellos parecía volverse levemente más distante poco a poco.
—"Entremos. No me importan ellas, pero sí quiero que enciendas ese fuego para mí."
Y una vez más, Hoseok lo hizo.
Esquivó una situación que en otro momento sin duda habría enfrentado. Todo porque ese muchacho se lo estaba pidiendo.
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Hiiiii!!!!!
Sorpresaaaaaa!!!!!
Quería tenerlo para ayer pero no me dió tiempo así que por aquí os lo dejo, espero que os guste. La Navidad ha llegado a Alpha Pleasure jejeje
Es cortito pero me gustaría pensar que bonito ;)
Un beso,
os amo
Mel
💜
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