Haciendo un resumen corto, Shuhua y Miyeon se despidieron entre ellas.

Las dos alfas fueron hacia su casa a preparar una pequeña mochila para Tzuyu, que solo contenía ropa y su cepillo de dientes, después emprendieron su camino hacia la casa de las Im.

Fueron recibidas por Miyeon, una omega que también poseía dos orejas, una colita esponjosa y dos dientes delanteros que más destacaban en su dentadura de conejita, al igual que su hija.

La señorita Im cortó un delicioso pastel de chocolate recién horneado, una de sus especialidades, después de todo, no quería recibir a sus invitados más amados con las manos vacías. Sin embargo, mientras las dos mayores hablaban de cosas triviales, la pequeña Tzuyu decidió ir a la habitación de su omega.

Entonces pidió permiso, y cuando pudo concebir la afirmación fue directamente hacia las escaleras, empezando a subir lo menos ruidoso que podía.

La puerta de la habitación de la omega estaba adornada con pegatinas de My Melody, y justo en la perilla, había un cartelito rosita que mostraba otro dibujo de este personaje, pero acompañado de Kuromi, que decía “Nay’s safe place” con letras desordenadas y chuecas.

Sí, la omega de la cual se había enamorado tenía una letra un tanto… Especial.

Con cuidado extremo, giró la perilla hacia la izquierda, la puerta se deslizó lentamente y descubrió a un bulto entre las sábanas, tan solo dos orejitas blancas sobresaliendo de este.

Tan solo ese simple detalle y la alfa se le hizo un revoltijo de sentimientos en su estómago, sintiendo maripositas, probablemente estaba por vomitar arcoíris porque definitivamente no había una cosa más tierna que su linda Koi shiteru con ojitos de conejita.

Con pasos sigilosos se acercó hacia la cama y se subió en esta, por lo que vio, su castañita tenía el sueño profundo, pues a lo largo de su camino pisó ciertos juguetes, como un patito de hule o peluches, con los cuales casi se tropieza, sin embargo, seguía durmiendo de lo más tranquila.

Una vez estuvo encima de su cama, se sacó sus zapatos y acomodó su mochila a lado de la cama, después volvió su vista hacia la omega, la cual seguía dormida.

Se escondió debajo de las sábanas, al igual que la conejita, y atrajo sus cuerpecitos.

Empezó a acariciar torpemente la espalda de Nayeon, en un intento de relajarla más, si es que eso se podía.

Bajando su mano hasta su cintura y desprendiendo varios besitos que iban de su cabecita hasta la punta de su nariz, pudo sentir el sueño inundarla, pero no podía dormir, no sabiendo que la omega podía verla y pensar que es una rarita porque de repente aparecía en su habitación.

Así que hizo su mayor esfuerzo para no caer dormida y se quedó mirando de cerca el rostro de Nayeon, contando algunas pecas que tenía. Una que se le hacía demasiado llamativa, era la que tenía por cerca de sus ojos, era una pequeña pequita y le costó tiempo encontrarla mientras se concentraba en darle mini besitos a las que vio en su búsqueda, por lo que cuando la divisó, no pudo evitar dejar un besito más que feliz.

Pero la omega abrió, poco a poco, sus ojitos ante el tacto de los labios contrarios. Se sobresaltó al encontrarse con Tzuyu, pero decidió darle un pequeño piquito en sus labios y así sucesivas veces, para después esconderse en su pecho, pasando su pierna derecha a la cadera de Tzuyu.

Y la alfa estaba en shock.

¿Cómo esa conejita tímida, vergonzosa y dulce pudo darle un besito en sus labios? Ni siquiera solo uno, ¡Más de eso!, pero, no estaba para nada asqueada, ni asustada, o apenada de sus actos.

Con más emoción juntó sus cuerpitos entrelazando sus manitas izquierdas, para después susurrar en su oído un ronco y claro.

—Je t’aime.