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Capítulo tres - (Soy la hija del Beta)

Abrí mis ojos lentamente y sentí un fuerte dolor en mi cabeza que me hizo soltar un grito.

—¡Auch!—me quejé.

—Por fin despiertas mi luna—murmuró mi mate con una sonrisa.

—¿Dónde estoy?—pregunté mirando a mi alrededor.

Me encuentro en una habitación muy bonita, tiene un gran ventanal con vista al bosque cubierto con unas cortinas azules. La cama es doble y tiene sábanas de seda blancas y muy suaves, hay una pequeña cómoda y una puerta que da a un enorme closet.

—En tu casa—respondió.

—Esta no es mi casa, mucho menos se parece—murmuré.

Llevé mi mano a el lugar donde sentía el dolor y pude sentir una gasa que cubría la parte superior de mi cabeza.

—¿Qué me pasó?

—¿Por qué huías de mí?

—Responder una pregunta con otra es de mala educación, rey—respondí lo más educada posible y guardando el respesto que tanto me enseñó mi padre.

—Llámame por mi nombre.

—No podría,  es el rey.

—Exactamente, te lo estoy ordenando como tu rey.

Asentí poco convencida.

—No me sé tu nombre.

—Me llamo Dante, ¿tú cómo te llamas?—preguntó curioso.

—Mi nombre es Aria.

—Un lindo nombre para una hermosa mujer.

Me sonrojé y agaché mi rostro para que no viera mi vergüenza.

—¿Por qué ocultaste de nuevo tu olor?—volvió a preguntar olfatiando el lugar.

—Una de las reglas de mi padre es que no puedo dejar esparcir mi olor—respondí simple.

—Una de las reglas de tu Alpha es que nunca me prives de ese aroma tan delicioso.

—Necesito regresar a mi casa, mi familia debe estar preocupada.

—No, no puedes alejarte de mí— protestó con enojo.

—Tengo una vida re... Dante.

—Tú vida es conmigo y con tu manada.

—No—respondí levantándome de mi cama.

—Entonces lo siento pero no puedes salir de aquí—respondió sereno.

—No puedes hacer eso, yo puedo rechazarte—le recordé.

—Tú no vas a hacer eso, no te dejaría, sabes las concecuencias de que eso suseda, morirías y con eso yo que soy el Alpha y la manada se destruiría.

Agaché mi cabeza jugando con mis manos sabiendo que tenía razón.

—¿Sabes lo que soy?—pregunté apenada.

—¿A qué te refieres?

— A lo que soy.

—¿Qué eres una omega?, eso es una bendición.

—Claro una bendición ser el juguete sexual de los alphas.

—La diosa Luna no quiso que ese fuera tu destino, eres mi luna, eso te convierte el la reina de todas las manadas, no eres un simple juguete—susurró apartando un mechón de mi rebelde cabello.

—Eso solo lo crees tú, ¿qué pasa cuando los otros alphas se enteren?—espeté molesta—ambos sabemos que me buscarán debajo de la tierra, todos quieren una descendencia fuerte y sana.

—Estarás bajo mi protección, nadie se atrevería a desafiar al rey.

—¿Qué pasa si el consejo se entera?

—Me importa poco lo que opine el consejo, la opinión es suya pero el rey soy yo.

—Déjame regresar a mi cabaña por favor—supliqué—Yo no puedo ser una luna.

—Te equivocas, si la diosa te escogió para mí es porque eres la luna perfecta.

—Déjame ir—volví a suplicar con mis ojos aguados.

—No puedo, lo siento, entiende que eres mía.

Salió azotando la puerta fuertemente.

Miré la ropa que traía puesta, una camisa blanca de mangas, fui hacia la puerta pero al ver que estaba cerrada me acerqué a la otra que hay en esta habitación.

Un enorme cuarto de baño.

Rodeé un poco las cortinas para ver bien por el ventanal.

Se podía apreciar el bosque y una chica jugando a la pelota.

Esa chica la conocí en la fiesta de ayer, es Mía, la princesa.

—Permiso—dijo una chica entrando con una bandeja y unas prendas de ropa en la mano.

—Por favor tome la sopa, la ropa no es de la calidad que merece la reina pero fue lo que pude conseguir hasta que lleguen sus vestuarios.

No le respondí, solo me dediqué a ocultar bien mi olor.

Asentí con la cabeza para que se marchara, obviamente no tengo apetito en un lugar que no conozco y preocupada por mi familia.

Me senté en unos cojines que había cerca del ventanal y me pasé un tiempo observando a través de este.

Miré las prendas por un segundo, creo que será mejor cambiarme a andar en camisa de hombre.

🐰Una buena decisión—respondió mi parte animal, Berny.

¿Ahora es que te diganas a aparecer?

🐰Estaba ocupada tratando de ocultarte—dijo obvia.

Claro, podrías intentar comunicarte con mi papá.

🐰Lo siento Aria pero no puedo, eso solo puedo hacerlo cuando la conexión como Luna esté establecida completamente.

Está bien.

Me he tratado de comunicar con su lobo pero debido a nuestras débile fuerzas se me hace imposible.

Cerré la conexión y busqué entre las prendas, agarré un vestido.

"Me preocupa el hecho de que no sé de quién es esto, pero no tengo otra opción"

Entré al cuerto de baño y cerré con pasador la puerta.

El agua tocó mi piel y suspiré relajada.

"Necesitaba esto"

Sentí el delicioso olor de mi mate y me apresuré en terminar, tengo miedo en que abra la puerta.

Me vestí rápidamente.

—¿Por qué no has comido?—preguntó frunciendo el seño—¿Acaso no te gusta?

—No tengo apetito—respondí secando mi cabello—lo siento por mi atrevimiento de utilizar tu baño.

—Ya te dije que esta habitación como el palacio en general es todo tuyo, lo mío es tuyo entiendes.

Lo miré perpleja.

—Necesito que me digas de qué familia eres.

No sé si sea bueno decirlo por el hecho de que mi padre me mantuvo oculta y puede ser conciderado un delito.

—No puedo, por favor no me ordenes decir eso, es algo complicado.

—No debes ocultarme nada, no les voy a hacer daño—me aseguró.

—Soy hija del Beta Max y la señora Madie.

—¿No estás en los registros?

—Ese es el problema, soy adoptada.

Abrió los ojos comprendiendo mi punto, si es un delito.

—Debían haberte llevado a un olfanato, se saltaron las reglas—me recordó.

—Si me hubieran dejado en un orfanato yo estubiera en Australia, del otro lado del mundo y sabrá la diosa que habrá pasado con mi vida.

—Está bien no pondré ninguna acusación ni condena en tu familia ya que sería condenado por haberte adoptado sin la aprobación del Alpha y por esconder a la luna.

—Lo último sería mi delito porque nadie de mi familia sabe que eres mi mate.

—A cambio de no poner cargo deberás comportarte, lo primero que debes hacer es tomar la sopa y tomarte el analgésico.

No me queda otra más que estar de acuerdo con su petición.

—Está bien, pero soy vegetariana así que la sopa no la puedo beber a causa de que Berny se molestaría demasiado—comenté bajando mi mirada al suelo.

—Es de verdura, mírame siempre a los ojos—contestó subiendo mi mentón.

Asentí y fui a beber la sopa.

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Nota:

Espero les haya gustado.
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